53| ¿Real?

Lo siguiente que Helene debía hacer: Conseguir un testigo. Eso sería más fácil de lo que había imaginado, Carlo, Portia, hasta la misma Ana Leticia podría ayudarle, pero Helene había llamado a su cuñada Lia, la había preparado para traerla a la ciudad y se sintió mal si cambiaba de opinión repentinamente, así que cuando llegó en la noche a la casa de Itsac, se sentó en el borde de la cama y llamó por el teléfono fijo que tenía ahí directo al hotel.

— Hotel Las Cumbres ¿en qué le puedo ayudar? —Helene suspiró.

— Felipe, ¿Cómo estás? Soy Helene.

— La gemela buena, ¿Cómo estás? Muy famosa en estos días, por cierto — Helene suspiró.

— Bastante, de hecho. ¿Cómo está todo por allá?

— Tu hermano está un poco… malgeniado, como siempre, pero nada más, ¿mis primos cómo están?

— Carlo está aquí en Ciudad Costera, Esther allá con su vagabundo bien feliz — el mesero se rio al otro lado.

— ¿Quieres que te pase a Oliver? — Helene negó.

— Porfa, quiero hablar con Lia.

— Ya la alcanzó — Helene
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