Priscila estaba preparando el desayuno para su mamá el día siguiente, Lucrecia se acercó y le llenó de besos las mejillas. Apagó el fuego y la acercó a un banquillo. Le tomó de las mejillas y le dio un último beso antes de mirarle a los ojos.
—Te amo, peque.
—Te amo, pero los huevos…
—Mi amor, leí un pedacito de esa carta. Sé que papá tuvo muchos días malos—Reconoció. —Priscila, tu papá te amaba, muchísimo. Ahora, si hay algo que necesites perdonarle, sanar, hablar y no te sientas cómoda haciendo conmigo podemos ir con un terapeuta. Un psicólogo, tal vez.
—Estoy bien —Respondió.
—¿Estás bien o quieres que yo piense eso?
—Estoy bien. Ni necesito hablar con nadie. Solo… papá estaba enfermo y fue un gilipollas, puedes aceptarlo.
Lucrecia miró a la pared y asintió.
—Fue un gilipollas.
—Gracias ¿podemos desayunar?
La mujer asintió y tomó asiento. En la casa de los Pieth, todos observaban a su papá el cual hab
Después de que Lucrecia le diera una rápida repasada a la maravillosa vista de la ciudad, Alonso se sentó para sacar la comida de las bolsas. La vio seriamente y dijo: —Ok, no le puedes contar a nadie que comimos en Rico´s. ¿Puedes fingir que es tu descubrimiento?—empezó a sacar las cosas. La verdad es que le gustaba muchísimo el restaurante, tanto como para llegar a la conclusión de que en su tiempo de jubilación podía dedicar su vida a hacer cosas parecidas. Comidas llenas de queso, fritas y bebidas con cantidades inexcusables de azúcar, era perfecto, lo único malo era que también es el restaurante favorito de su padre en toda la ciudad y odiaba que tuviesen tantas cosas en común. —¿Estas son quesadillas de solo queso? —preguntó encantada —Son mis favoritas. —En serio, las mías iguales, quesadillas no frijoladas ni aguacate, ni ensalada, queso. —Gracias, vivimos en México y soy alérgica a los frijoles, lo odié todo el tiempo.
La semana siguiente había sido mejor, Alonso había regresado de un exitoso viaje de negocios, solo había estado fuera unos tres días, pero se veía contento y para aprovechar la energía Lucrecia quería hacer algo para motivarle y después de mucho pensar y terminar de hacer su trabajo. Pensó que era momento de aprovechar que Alonso estaba ocupado para hacer un trabajo de decoración de interiores. Lucrecia aprovechó su hora del almuerzo para comprar un marco y decorar la pared de Alonso con fotos de sus hijos él había elogiado la pared de su casa con fotos de Pri y ella en todos los paraísos que había conocido poner una foto de su hija en su escritorio. Alonso había iniciado el día diciendo que no habría cambios de oficina ni despidos, solo tendrían que trabajar un poco en la logística. La joven tomó algunos marcos extra para sorprender a su jefe, fue por el almuerzo de Alonso el cual estaba en una reunión telefónica
Alonso y su secretaria fueron recibidos por un equipo de trauma, estaba liderado por su primo Arturo el cual vio a la mujer y a su primo. —¿Qué pasó? —Se cayó la pared y ella la recibió con la frente, se quedó esperando que la sostuviera. —Si no le regañaras mucho estaría bien. —Arturo vio a su paciente. — Lucrecia, ¿te acuerdas de mí? Soy Arturo y voy a atenderte —La mujer vomitó y Arturo le apuró al interior junto a su equipo. Mientras atendían a Lucrecia y le hacían exámenes para verificar que no tuviese hemorragias ni hematomas cerebrales. Estaba bien, el joven fue a la sala de espera en la cual estaba su primo con sus mejores amigos y vio en el rincón a su novia, sentada, con una sonrisa en el rostro cuando se acercó. Arturo corrió y le dio un abrazo a su novia todos en la sala se le quedaron mirando. —Buenas, doctor Pieth. —Asesinaste a tu empleada—Dijo en el momento en el cual Mily, Isa, Sergio, Bash y Priscila entraban.
Alonso acondicionó su cuarto de visitas para Lucrecia, pensó que era mejor darle el suyo, pero eso era como aceptar la culpa de algo que no había hecho, acomodó otro cuarto para Priscila y fue por la joven con sus cosas. —Puedo cuidar de mi mamá, súper bien. —Sí, pero, básicamente fue un accidente laboral/familiar. —¿Tratas así a todos tus empleados? —No, pero he dormido en la misma cama que toda mi familia—Dijo y la joven le miró seria intentando ocultar su diversión. Los dos fueron hacia el hospital, Alonso pasó por unas rosas rosadas y se las dio a Lucrecia. Ella sonrió ante el detalle, estaba encantada. —Las rosas de la paz—dijo cuando se las dio. —Para qué vivir en gris cuando existe el rosado —Replicó Alonso de buen humor. La mujer le dio un beso grande a su hija la cual le miró preocupada por el vendaje en la cabeza. Lucrecia le obligó. Verle a los ojos. —Estoy mejor que cuando entré. —¿Ahh, t
Aquella noche Lucrecia se fue a dormir con las palabras de Alonso y sus amigos, tenía una imagen que denotaba cierta inmadurez; pelo rosado, no usaba vestidos sexis como los de Olivia o Julianne y no era una adulta, no la que él quería. Al día siguiente lo primero que hizo fue verse en el espejo. ¿Qué quieres de la vida? Priscila entró a la habitación de su mamá y le vio mirándose en el espejo muy concentrado. La joven se acercó con la tasa de té, le dio un beso a su mamá en la mejilla y le preguntó: —¿Te ha salido una innombrable? Lucrecia sonrió. Si había hecho algo bien era enseñarle a esa niña a no invocar canas ni arrugas, le miró divertida y negó con al cabeza. —Dios bendiga mi genética. No, no me ha salido una de esas perras. Hija, el secreto es comer sano, tomar mucha agua y usar ácido hialurónico. Priscila tomó el spray y se lo aplicó a su mamá en el rostro, la mujer usó las puntas de sus dedos en para es
Mientras los niños desayunaban en un ambiente tranquilo y divertido porque adoraban tener una hermana, o así habían adoptado a Priscila, Lucrecia estaba nerviosa por tener que pasar todo el día con Alonso. Una cosa es la química que sintió en la salida al cine o cuando fueron al mirador, pero otra era toquetearse, más desnudos que vestidos. Dejó la conversación con Lucrecia para más tarde, sin embargo, tenía muy presente que ella necesitaría un buen equipo legal y por eso puso un mensaje de inmediato a su prima y a Nathaniel. Necesitaría toda la ayuda que se le pudiese dar, pero, Lucrecia le evadió durante todo el día. Primero se escapó para ir sola al médico en un auto que condujo sola, luego regresó y se durmió profundamente y cuando volvió a despertar sus amigos estaban ahí al igual que su hermano y no quería que Lucrecia se sintiera mala por su situación. Durante el día había recibido tanta información sobre Pamela Soto que era increíble. Era la madre de Héct
Los tres hombres que le acompañaban salieron con una sonrisa a recibir a la loca cuñada de Alonso. Valencia era la hermana cinco años menor de Laura, ella sentía que era su misión en la vida ocupar el lugar de su hermana en todo sitio y sobre todo en su casa, en la cama con su marido. Alonso después de una semana de viudo le gritó que no y había pasado los últimos diez años diciéndole que jamás iba a pasar. —Familia, cómo han estado —Los niños sonrieron y Charlie fue el primero en acercarse. —Ven te ayudo con las bandejas. Valencia le dio una repasada notoria a Lucrecia la cual posó para su escaneado intenso, la mujer no le quitó la mirada para decir: —¿Quién es la de pelo rosado? —preguntó y le miró a los ojos, mientras intentaba no demostrar lo confundida que se sentía.—¿La nueva Nany Hippie? —Soy la nueva señora de la casa —Respondió Lucrecia. —Me dice mi amor que quieres con él. Alonso es mío y no quiero tener que matar
Lucrecia salió de la habitación de Alonso molesta y fue a la de Priscila, se acostó al lado de la niña y le acarició el pelo, la joven abrió los ojos y le rodeó con el brazo. Las dos rieron y cerraron los ojos antes de volver a quedar dormidas. Alonso tenía a las de servicio encargadas de preparar el desayuno, no quería molestar a Lucrecia ni enviar otro mensaje equivocado. No entendía por qué constantemente estaba arruinándolo con ella ya sea gritándole, ofendiéndola, haciéndole sentirse responsable por cargar con una pared y poner su vida en riesgo y finalmente acosándola sexualmente. Porque en aquel momento que le vio con el vestido de baño amarillo, más desnuda que vestida no sabía explicar qué, cómo o por qué se había enloquecido como para ir a tirársele encima. Lucrecia salió peinada y bañada de la habitación de su hija, llevaba un traje oscuro con estampado con rosas, unos aretes grandes rojos y maquillaje que incluía un labial muy rojo que le recordaba ab