Estimadas lectoras y lectores Héctor finalmente esta abriendo su corazón, ambos tiene muchas cosas de que hablar.
--- Ana Teyssier ---Ahora que lo pienso, Héctor ha estado conmigo por años, pero él y yo nunca hemos tocado el tema de una relación.El casi no habló de Ella, él siempre me decía que venía a Puebla sin dar mayor explicación, poco a poco me fui dando cuenta de que lo hacía cuando, Ella venia.Al reaccionar y ver lo que estoy haciendo, me alejo, pero Héctor me detiene y no me deja bajarme de su regazo.- Ana… Por favor… - dice en un tono suplicante.- ¡No! ¡No, Héctor! ¡Por favor! No es correcto lo que acabo de hacer, tu y yo somos amigos, tu y yo vivimos juntos por las niñas… - digo tratando de corregir mi error.- Ana… ¿Realmente estás segura de lo que estás diciendo? – me pregunta mientras me mira con la misma mirada que me regalo cuando yo tenía 18 o 19 años, esa mirada que me dio cuando nos conocimos.- ¡No…! ¡No sé! ¡Ya no sé…! Héctor, no quiero arrastrarte conmigo a una vida que no mereces. Tú y Jude han sido mi mayor pilar para salir adelante con Paz, pero no quiero aprovecharme
--- Mauro Jiménez ---- ¿Cuándo, carajos, vas a enviar mi boleto para largarme de aquí, Mauro? Te he estado ayudando todos estos malditos años y no he visto el fruto de mi ayuda, ni de mi esfuerzo. – gritaba la mujer que me llamó.Tratando de que nadie escuche los gritos de la idiota, salgo al patio trasero de la casa de Annalena Müller. Definitivamente, tener a Alexander Müller casi respirándome en la nuca me ha orillado a hacerla de hijo abnegado, cuidando de August Müller, tratando de ganarme un cachito de cielo.- Te dije que no me llames, yo soy quien te va a llamar… - respondo molesto.- Mira, Mauro, no me vayas a salir con tus estupideces, te he ayudado mucho, incluso he traicionado mis principios por una vida más cómoda. Ya no soporto seguir trabajando aquí, tengo a Diego Sánchez soplándome la nuca. Si él descubre todo, voy a caer y tú caerás conmigo. – dice y sé que esa maldita estúpida es capaz de hacerlo.- ¿Quién es ese tal Diego Sánchez? – preguntó desconcertado.Tal vez e
--- Ana Teyssier ---Miro al hombre que recibe instrucciones por parte del médico; son cosas básicas y muy normales. Puedo ver cómo él pone toda la atención en aquello, tal como si mi vida dependiera de aquello.Héctor de momentos voltea y me mira, aún no puedo creer lo que ha estado ocurriendo desde hace unas horas.Héctor y yo nos hemos besado en varias ocasiones y aunque debo confesar que me duele, aquellos besos han ido calmando mi alma. Tengo miedo de decir que eso es lo único que me hacía falta.Digo que temo, no porque no quiera, más bien, temo porque me da miedo pensar que, aquello solo sea por el momento, me da miedo pensar que Héctor solo esté reaccionando así debido a todo lo que sucedió.- Bien… Señora Plourde, los dejo para que terminen de alistarse. Tal como lo dije antes, usted se puede retirar y si tuviese algún malestar, solo es cuestión de venir y la revisamos, aunque claramente, ya se han destacado otras contusiones.- ¡Gracias, doctor! – digo y trato de sonreír, per
--- Ana Teyssier ---– ¡Oye! Ya mandé a varios guardaespaldas para cuidar a las niñas, también hablé con el presidente de Mochitlán, ellos estarán muy al pendiente de cualquier actividad o llegada de algún desconocido que se note sospechoso.Me comento que pudieron dar con el policía que dejó pasar a Dominik y su guardaespaldas, de nombre Trevor Brown.- ¿Él fue quien me secuestro? - preguntó sorprendida, ya que nunca he sido del agrado de Trevor, pero no creo que se prestaría a secuestrarme, ya que claramente sé que él estaba a favor de Elena.- Según los videos de tu secuestro… Sí, fue el quien te puso un paño con algo que suponemos es cloroformo. De hecho, Dominik le acompañó, pero el que hizo el trabajo fue Trevor. Ya lo están buscando aquí y en EE.UU, no te preocupes. – dice y suena convencido de que darán con él.- Seguramente ya se escondió… Conozco a ese hombre y créeme, me odia hasta lo más profundo de su ser… - digo sin dudar.- ¿Por qué piensas aquello? – me pregunta Héctor
--- Héctor Plourde ---Miro cómo Ana me observa, esto lo lleva haciendo desde la mañana, ella me mira, pero no dice nada de lo que piensa. Llevo poco más de 5 años conviviendo con ella, es obvio que he aprendido a leer sus movimientos y entre líneas lo que piensa y dice.Sé que hay algo que le está incomodando, pero no me lo dice, entramos a lo que en su momento pudo haber sido nuestra casa.Acabo de recordarle cómo fue que nunca habitamos este lugar. No puedo negar que jamás cambiaría la casa en Mochitlán por esta, pero, creo que las cosas hubieran sido diferentes si ella hubiera decidido vivir aquí.Al menos para mí, sí, ya que, en aquella ocasión, cuando Paz nació, casi pierdo a Ana. Por mi mente pasaron escenas de aquel terrible día y solo puedo sentir cómo un escalofrío me recorre el cuerpo.Afortunadamente, aquello pasó y solo quedan terribles recuerdos. Lo importante es eso, que son recuerdos únicamente.Mi vida no sé cómo hubiera sido sin ella; de solo pensar que mis hijas se h
--- Ana Teyssier --- Miro al hombre que acaba de decir todas aquellas hermosas palabras y no puedo creerlo. Él ha estado conmigo por años, él ha estado siempre conmigo, ¿cómo pude ser tan idiota? ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Cómo permití tantos años lejos de él? - Ana… ¿Has escuchado todo lo que te dije? – me pregunta esperando a que yo le dé una respuesta. ¿Cuál es la mejor respuesta a todo lo que acaba de decirme? Lo único que hago es levantarme de la silla e ir hacia él y besarlo, sí, besarlo. Lo beso como si fuera una chiquilla, la misma adolescente de hace 14 años, me duele, claro que me duele, pero no importa. Estoy frente al único hombre del que nunca debí separarme. Montones de imágenes cruzan mi mente, montones de recuerdos llegan en forma de cascada. Recuerdos desde cómo fue que nos conocimos, recuerdos de cómo fue mi primer beso con él, lo que sucedió ese día, recuerdos de cómo fue que tome ese maldito avión y lo deje aquí. - ¡Oye…! ¡Oye! ¡Tranquila! Te me vas a abrir
--- Héctor Plourde --- Luego de una rica comida al lado de Ana, ella luce un poco más relajada, al final terminamos comiendo a la orilla de la alberca. Ella mantuvo todo el tiempo sus pies colgados de la orilla. La miro y puedo ver que ella está más tranquila con relación a lo que sucedió ayer, es más, podría decir que no lo quiere ni mencionar. Estas son las cosas que no me agradan de ella. Normalmente, lo que le pasa se lo guarda y luego, aquello termina saliendo y afectándola más de lo que debería. Aunque solo por hoy, quiero fingir que no pasó nada, quiero fingir que Dominik no está presente y que no hay un montón de cosas que resolver. Tras una larga sobremesa, recogemos la basura, ella la lleva a la cocina y yo me recuesto en el camastro. El sol está por ocultarse y, a Dios, doy gracias por otro día más, doy gracias por tenerla cerca, porque no permitió que le pasara nada a lado de Dominik. - ¿En qué piensas? – dice ella mientras se acerca con una copa de vino tinto. - Tú
- Ana… Esta vez quiero que hagamos las cosas de otra manera, tu y yo, ya vivimos juntos, ¿No? - Sí… Pero… ¿Qué sucede? - dice ella intrigada. - Bien, Ana Isabela Teyssier Martínez, ¿Te casarías conmigo? – hago la pregunta que debí haber hecho desde que ella tenía 19 años. Hago la pregunta que tuvo que esperar 14 años para ser pronunciada. Solo puedo ver cómo Ana se me queda viendo y pone ojos llenos de sorpresa. - ¿Perdón…? ¡Creo que no escuché bien…! - dice ella, aun incrédula de mis palabras. - Sí, Ana. ¿Te quieres casar conmigo? Llevamos 5 años siendo unos excelentes padres y antes de que algo más suceda, quiero que me digas lo que piensas. – digo aquello y es claro que las circunstancias no son perfectas. Luego de 14 años, ahora que lo analizo, esta es la mejor manera de pedirle matrimonio a la mujer de mi vida. - Héctor… - dice y toma mi mano. Es evidente que sus ojos están llenos de lágrimas, creo que no esperaba que hiciera esto, digo, le estoy proponiendo matrimonio a l