Dos meses asistiendo a terapia han sido de gran ayuda. Mi madre y mi hermano me han hecho compañía a todo momento, lo que lo hace todavía más llevadero. Sin ellos, nunca me hubiera puesto en pie para empezar a avanzar aunque sea a pasos cortos, pero seguros.
Los recuerdos siguen al ataque y no hay nada que pueda hacer ante ellos. Lloro, grito, saco mi dolor, me culpo, pero al final de cada crisis me prometo seguir avanzando para no dejarme caer nunca más. Entiendo lo que mi hermano me decía hace un tiempo, cuando me dijo que debía pensar en mí. Mi esposo y mi hijo, más mi hermano y mi madre, son mi mayor motivación. Por ellos necesito salir de ese pozo, tratar de ser feliz como tanto lo había soñado, aunque Gonza ya no esté más a mi lado. Por más que lo llore y suplique, él no va a regresar. Prometimos muchas cosas en nuestra unión, por todas esas promesas y sueños, debo seguir así no esté tomando mi mano.
—Quiero ir al cementerio —mi petición tomó por sorpresa a mi hermano—. Creo que ya estoy lista.
—Tenemos que ir en auto, calabacín.
—Bueno, si no tengo más opciones —suspiré, encogiéndome de hombros—. Después de todo, este palo de metal no me dejará correr.
—¿Eso es sentido del humor o solo es una sátira? —enarcó una ceja, ladeando una sonrisa—. Porque déjame decirte que fue un chiste muy malo.
—¿Me ves riendo para que creas que fue un chiste? Por supuesto que es una sátira.
Soltó una carcajada y me abrazó con fuerza, dejando en mi mejilla un sonoro beso.
—Extrañaba a mi calabacín sátiro —me abrazó por los hombros, sonriendo de oreja a oreja—. Voy por las llaves de mi auto y te llevo, ¿de acuerdo?
—De acuerdo.
Me quedé sentada en el sofá esperando mientras Marcus iba por las llaves de su auto a la habitación donde se está quedando. Más que nerviosa, me sentía ansiosa. En estos dos años no he ido ni por equivocación al cementerio. Mi hermano se hizo cargo de sus exequias y fueron amigos cercanos y pocos familiares los que asistieron, mismos que estuvieron con nosotros en nuestra boda.
En un principio pensé que habían llevado su cuerpo a España, lugar que lo vio nacer, pero su madre me aseguró que no tenía derecho alguno de alejarlo de mí, pues su vida estaba hecha aquí y muchas veces se lo dejó en claro.
—¿Estás lista?
—Lo estoy.
Salimos de casa y me quedé mirando el auto por largo rato, indecisa de subirme en el. Mi corazón latía muy de prisa y no me había dado cuenta de que estaba temblando hasta que mi hermano me tomó de la mano y me dio un leve apretón.
—Podemos ir algún otro día, cuando estés lista. No te presiones, calabacín.
—Quiero hacerlo, yo puedo hacerlo... —me repetí varias veces, acercándome al auto sin más.
Solté todo el aire que retenía y subí al asiento del copiloto, sudorosa, temerosa y muy ansiosa. Marcus rodeó el auto y ocupó su lugar, me tomó de la mano y dejó un beso en el dorso de la misma para darme calma y seguridad. Miles de escenarios malos pasaban por mi cabeza, pero decidí no dejarme ir por ellos o no sería capaz de avanzar más.
Durante el camino al cementerio me mantuve con los ojos cerrados, diciéndome una y otra vez que todo estaba bien, que nada malo iba a suceder y que toda mi paranoia se debía al trauma y el miedo de volver a atravesar por lo mismo.
—Llegamos —Marcus me sacó de mis pensamientos y suspiré una vez que abrí los ojos y el cementerio se alzó frente a mí.
En silencio, me guio hasta su tumba y me dejó sola cuando se lo pedí y le aseguré que estaría bien. Miré su rostro por largos minutos, sintiendo mis mejillas húmedas por las lágrimas que no dejaban de salir de mis ojos. Me sentía ahogada, como si un gran peso estuviese presionando mi pecho que no me permitía gesticular palabra alguna.
Me senté a un lado de su tumba con algo de dificultad y estirando ese palo metálico tan incómodo para no sentir dolor alguno. Recosté la cabeza de la lápida, tomando una de las rosas rojas y jugando con ella entre mis manos. No sabía por dónde empezar a hablar, es la primera vez que ni tengo palabras para el hombre más importante de mi vida, mi único y eterno amor.
—Perdóname por no haber venido antes —comencé—, pero no ha sido fácil amoldarme a esta vida que no sabía que me esperaba y parece más un infierno que cualquier otra cosa. Te extraño, Gonza, te extraño como no te puedes imaginar. Daría mi vida entera por tenerte aquí conmigo, pero sé que es imposible —acaricié la fotografía y sacudí la cabeza—. Necesito tanto de ti, mi amor. No sé cómo hacer para seguir en esta vida sin tu presencia. Por más que haga el intento, el vacío y la soledad no me permiten seguir. Perdóname por haberte ocultado a nuestro bebé, pero pensé que sería una linda sorpresa para nuestra luna de miel. No hace muchos días me había enterado y me sentía tan feliz, porque aunque fuéramos jóvenes, lo deseaba todo a tu lado. Mi vida era tan perfecta y se desvaneció en cuestión de segundos. ¿Cómo se vive después de ti? —el llanto no me permitía hablar con claridad—. Soy egoísta, ¿sabes? Yo deseo estar contigo y nuestro hijo en lo alto del cielo, mientras mi madre y mi hermano luchan contra una cáscara hueca y vacía. Ellos hacen todo lo posible para que no me deje caer más hondo, pero es que no sé cómo avanzar sin que nuestros sueños me aten a los recuerdos que vivimos juntos. No estoy dispuesta a dejarte ir, ni hoy ni nunca lo haré, mi amor —sollocé todavía más fuerte—. Aunque haya una gran distancia entre nosotros ahora mismo, mi corazón sigue siendo tuyo y lo seguirá siendo hasta el último de mis suspiros, mi amor.
Me mantuve llorando y recostada sobre la lápida, exigiendo respuestas a preguntas que no debería hacer, jurándole amor eterno, pidiéndole perdón por no decirle a tiempo que estaba embarazada y asegurándole que pronto nos volveríamos a encontrar, que me esperara un poco más, pero que a dónde quiera que se encontrara, llegaría con él para ser de nuevo uno solo.
Marcus se acercó a mí tiempo después y me ayudó a levantarme del pastizal, para luego estrechar mi cuerpo entre sus brazos y darme un poco de sosiego.—Quiero ir a casa ahora que estamos aquí —le pedí, alejándome un poco de sus brazos—. Por favor.—De acuerdo.Fuimos al auto y di un largo suspiro, viendo con atención cada calle. No sé por qué elegimos Búfalo para vivir, todavía trato de descubrir la razón, pero en el mismo instante en que llegamos a la casa que compramos recién nos comprometimos, me dio al menos la respuesta más importante de todas. Gonzalo y yo elegimos una casa donde pudiéramos no solo vivir nuestra vida juntos, sino también donde pudiéramos realizar cada uno de nuestros sueños tomados de las manos.Observé la casa desde el auto, recordando los pocos días que vivimos aquí y fuimos tan felices uno en brazos del otro, llenando cada rincón con mi risa, mi creatividad y su inigualable pasión.La casa es de dos plantas, en la primera hay una tienda de insumos que estábam
—¿Se puede?Miré a mamá desde mi lugar y asentí, dándole una sonrisa mientras ella se acercaba al sofá y se sentó a mi lado. Volví la vista al frente, viendo con atención como la lluvia repicaba con fuerza en la ventana. El día se sentía tan frío y la nostalgia me envolvía con mayor fuerza.—¿Marcus salió? —quise saber, rompiendo el hielo entre nosotras.—Sí, invitó a cenar a Anahí.Sonreí, pese a que sentía un miedo inexplicable en mi pecho. Me casé un día lluvioso, mismo donde lo perdí todo. No me gusta la lluvia ni mucho menos salir cuando el pavimento está tan mojado, quizás ese sea mi miedo y por eso siento tanta angustia de que mi hermano esté por fuera en este tipo de clima.—¿Al fin se atreverá a pedir su mano? Espero que deje el miedo atrás y sí lo haga.—Se veía muy nervioso y feliz —mamá soltó una risita—. Supongo que sí le pedirá matrimonio. Menos mal, porque ya empezaba a idear un plan para sacarlo de aquí —bromeó, haciéndome reír.—Ni casándose se irá lejos de casa.El s
Me enfoqué en los preparativos de la boda de Anahí y mi hermano, tanto, que por todo este mes he olvidado todo lo malo. Ellos, de alguna manera, me contagiaron de su emoción e ilusión. He estado haciendo reservas, viendo arreglos, probando comidas, eligiendo el sabor del pastel, los colores perfectos, la iglesia, viendo sus posibles trajes, la pequeña recepción en casa de los padres de Anahí; absolutamente todo. He tenido tanta energía y he tenido la cabeza tan ocupada, que no me ha importado ni mucho menos incomodado mi pierna metálica.Durante todo este mes no he llorado ni un solo instante, ni me han atacado las pesadillas o los recuerdos. Salgo de casa tan temprano y llego tan tarde, que apenas toco la cama y me tomo mis medicamentos, quedo profundamente dormida.La Dra. Cavalier me ha insistido para que retome mi trabajo como diseñadora, después de todo, ocupar la mente y más si es en algo que da felicidad, ayuda mucho a cambiar la perspectiva de las personas y a empezar a crear
Desde la segunda planta, en el reservado de la discoteca, se podía apreciar toda la pista de baile incluyendo la barra. Desde que subimos y nos enfrascamos en celebrar la despedida de soltera de Anahí, no he podido dejar de observar hacia abajo, pero luego de una hora viendo al hombre de ojos verdes hablar con la mujer, se fueron juntos, lo que me dejó clarísimo que, estaban saliendo o eran pareja.Intenté sonreír y hacer de cuenta que nada estaba pasando conmigo, pero mi cabeza estaba hecha un lío y no entendía por qué razón. Quizás me molestaba el coqueteo descarado de ese hombre frente a su novia o su ligue, que me sentía como una reverenda estúpida pensando en las mil formas que deseaba patearle el trasero por perro. No debería estar pensando en algo que no tiene ni forma ni color ni mucho menos es relevante en mi vida, aun así, mis ojos se desviaban por sí solos a la barra, queriendo encontrar con la mirada a ese hombre tan desvergonzado e infeliz.Me tomé un trago más bajo la at
Gabriel me trajo a una mesa apartada, donde habían pocas personas buscando privacidad y la música no sonaba tan alta. Nos sentamos el uno al lado del otro, sonriendo cuando nuestras miradas se conectaron por breves instantes.Una camarera nos trajo una botella de licor junto a dos vasitos por pedido de él y se marchó sin decir palabra alguna.Me bebí de golpe el primer trago, tratando de calmar a mi corazón que galopaba con fuerza por alguna razón y disipando los nervios que en ese momento amenazaban con adueñarse de mí. No sé por qué me siento tan inquieta y nerviosa, en especial cuando el hombre junto a mí me mira con esa fijeza tan extraña.—Bebe con calma —rompió el hielo, llenando mi vaso con total elegancia y tranquilidad—. Entonces, Margot, ¿qué puedes contarme de ti? —me miró de reojo, dejando la botella de whisky sobre la mesa—. ¿Estás casada?Bajé la vista a mi mano y mi corazón se aceleró de más tras ver mi anillo de bodas rodeando mi dedo.—Lo estaba —dije, volviendo a beb
—No debiste beber tanto, Margot.—Solo fueron un par de copas, mamá.—¿Un par de copas? —me miró furiosa—. Con un par de copas no te estarías sintiendo tan mal y por supuesto no hubiéramos tenido que venir con el doctor. ¿No te das cuenta o de verdad no quieres ver más allá de tus ojos? No puedes excederte, mucho menos a tu cuerpo. ¿Cuándo entenderás que debes cuidar de tu salud y que todo esto no solo te hace daño a ti? Entiendo que estés abatida, triste y sin ganas de continuar luego de lo ocurrido, pero estás viva, Margot. Muchas personas desearían tener una segunda oportunidad para vivir y tú simplemente la estás desaprovechando —su voz se quebró al igual que mi corazón—. Hemos hecho hasta lo indecible para verte bien, siendo tu apoyo incondicional y nunca dejarte sola, pero tú no quieres vivir ni para ti ni para otros. Jamás podría recriminar tu dolor o todo lo que hemos hecho por ti, pero es momento de que dejes descansar a Gonzalo y a tu hijo. Lastimosamente ellos no van a regr
El último mes he asistido a terapia sin faltar ni un solo día. Esta vez no estoy haciendo el intento de salir del pozo, sino que en verdad estoy dando todo de mí para avanzar y soltar todo lo que me hace daño y de paso hiere a mi familia.Mamá me acompaña, suele quedarse algunas ocasiones, pero otras veces no puede ya que debe asistir al trabajo, algo que no me termina de gustar. Ella no debería estar trabajando a estas alturas del partido, pero entiendo que deba hacerlo para sobrevivir y comer.Quiero retomar mi trabajo para ayudarla y porque en realidad extraño mucho perderme en ideas, pero no ha sido fácil buscar una vacante disponible. He enviado mi curriculum a varias empresas y todavía no he recibido ninguna llamada. No me presiono, sé que llegará en su momento.Mi hermano y mi cuñada se mudaron a Búfalo, exactamente a mi casa, la cual les alquilé para que hicieran su vida de ahora en adelante. No fui capaz de venderla, pero soy consciente de que no podría regresar a vivir allí
GabrielMe quedé mirando el cuerpo de esa mujer hasta que desapareció de mi campo de visión y sacudí la cabeza con fuerza, ignorando su loca presencia y su grosería. Nunca había conocido a una mujer que a la primera se enzarzara en una discusión conmigo, aunque agradezco que sacara a relucir su verdadera careta. Es senda descarada y no siente vergüenza alguna.Es hermosa, demasiado bella, pero es una mentirosa de las grandes ligas. Su mirada azulada y su rostro casi angelical más ese cabello tan negro y sedoso, por poco me hace caer a sus pies. Me di cuenta a tiempo que era mujer ajena, de no ser así, me hubiera llevado una gran sorpresa después.¿Cómo osa decirme que es horrible que niegue a una pareja que no existe, cuando ella ocultó a su esposo y luego le dio un golpe de moralidad?Negar que me atrajo y me gustó de ipso facto sería una vil mentira. Es una chica preciosa, con una belleza exótica y un no sé qué que envuelve y llama la atención al instante. Sus curvas son perfectas,