Quería salir corriendo y regresar a casa, encerrarme de nuevo en mi habitación y no tener que escuchar ni ver lo que el mundo tiene por ofrecer, pero hice una promesa y mi madre y mi hermano al menos esperan que lo intente.
Recibí ayuda psicológica unos días después de que despertara, pero dejé de asistir con la psicóloga luego de mi primera cirugía. Ir con ella no me estaba ayudando para nada, todo lo contrario, me estaba sumiendo más en dolor. Todo era tan reciente y las ganas de morir eran más fuertes que ahora. Me culpaba por la muerte de mi esposo y mi hijo, lo sigo haciendo, después de todo, fui yo la que insistió en que nos fuéramos a casa en lugar de quedarnos en la recepción. Si no hubiera insistido, ellos estarían hoy aquí y esta absurda realidad no existiría.
Pero culpándome no hará que el tiempo vuelva al pasado y todo sea diferente. Nada ni nadie hará que ellos regresen...
Las ganas de llorar, de morir, de no seguir en esta m*****a vida estaban a poco de hacerme retroceder, pero el llamado de la doctora me hizo dar cuenta de que debía intentarlo un poco más, no solo saliendo de casa. No sé cómo seguir y mi familia ya debe estar cansada de empujarme con todas sus fuerzas.
—¿Quieres que entre contigo?
—Me gustaría hacerlo sola, mamá.
—De acuerdo —sonrió—. Si me necesitas, aquí estaré.
—Gracias, mamá —dejé un beso en su mejilla y fui con la psicóloga, algo estresada de tener que caminar con una pierna hecha de metal.
El consultorio estaba tal cual lo recordaba. Las pocas veces que vine lo único que podía ver era esa inmensa biblioteca y los cuadros que la Dra. Cavalier posee. Su voz nunca llegó a mis oídos, ni todas esas palabras que dicen los psicólogos para ayudarnos, porque sencillamente no quería y tampoco tenía ganas de escuchar lo que el resto de humanidad tenía para decirme.
—Hola, Margot. Debo confesar que, cuando tu madre me llamó, me sorprendí mucho. Me hace muy feliz que hayas tomado la iniciativa de retomar tus terapias —sonrió genuinamente—. ¿Cómo estás?
—Gracias por recibirme de nuevo, Dra. Cavalier —desvié la mirada al cuadro del ajedrez y suspiré—. No estoy bien.
—De acuerdo. Es un avance reconocer que no estamos bien. Cuéntame, ¿cómo ha sido el proceso de tu recuperación?
—Supongo que bien. Algunas veces siento mi pierna, como si estuviera ahí y no logro menguar esa sensación si no es con medicamentos. El Dr. Harris dice que es normal que eso suceda, pero yo todavía no logro acostumbrarme a que me duela u hormiguee una parte de mi cuerpo que ya no poseo.
—¿Estás asistiendo a la terapia de tu pierna?
—Sí, el terapeuta va a casa una vez por semana.
—Perfecto —anotó en su libreta varias cosas—. ¿Has vuelto a tener pesadillas? ¿Sigues tomando la medicación para el insomnio o dejaste de hacerlo cuando no regresaste más?
Suspiré profundamente.
—Las pesadillas se han ido poco a poco, pero el insomnio sigue presente. Duermo muy poco y las pastillas que me recetó ya no me son de ayuda, así que dejé de tomarlas.
La Dra. Cavalier me hizo varias preguntas de mi día a día, de la relación con mi madre y mi hermano y varias cosas sin mayor relevancia para mí. Me recetó nuevas pastillas para poder conciliar el sueño y me invitó a venir a la terapia grupal que se lleva a cabo todos los viernes, todo con el fin de reintegrarme a la sociedad poco a poco. No acepté, pero tampoco rechacé la idea. También inició el tratamiento para la depresión, porque entre tanto que me preguntó y me estudió, determinó que tenía un cuadro de depresión severa debido a la muerte de mi esposo, la de mi hijo y todo el trauma de mi pierna.
***
Mamá, Marcus y yo nos encontrábamos jugando cartas en el jardín de la casa. Aunque hablaba muy poco, reía por las ocurrencias de mi hermano. Desde que retomé la terapia, todo ha ido mejorando de a poco, según las palabras de mi madre. No es que mi depresión se haya ido en un par de semanas, pero al menos ya presentaba un poco más de entusiasmo para salir a caminar por los alrededores o algún parque o pasar ratos como este en familia. Incluso la Dra. Cavalier recomendó tener mis terapias de la pierna en la clínica y no en casa.Salir de casa no es una de mis cosas favoritas, mucho menos subir a un auto, donde el miedo me persigue y cientos de escenarios llegan a mi mente. El trauma sigue fresco en mi memoria, por eso prefiero caminar o en definitiva no salir a ningún lado, pero en este proceso de recuperación, debo hacerle frente a dicho trauma.
—Es tu turno, calabacín —mi hermano me golpeó con su codo.
—Iré a descansar, no me siento bien —dejé las cartas sobre la mesa y solo escuché como respuesta sus suspiros mientras entraba a la casa.
—¿Necesitas algo, mi amor? —inquirió mi madre, entrando a mi habitación.
—No, mamá. Solo quiero dormir y quitarme esta cosa tan molesta —me quité la prótesis y me quedé mirando el muñón, sintiendo como de nuevo esas horribles sensaciones llegaban a mi mente y corazón—. No quiero vivir más así. Estoy tan cansada.
Hace un año adquirí la prótesis, pero aún no logro amoldarme a ella pese a los ejercicios y las terapias que hago. A veces me incomoda o me maltrata, eso sin contar que caminar con ella me resulta muy complicado. P
—Descansa, ¿sí, hija?
Mi madre me ayudó a acostarme y se quedó conmigo mientras las lágrimas no dejaban de salir de mis ojos. Desde hace mucho me siento rebasada, que por más que la vida me haya dado una segunda oportunidad, una parte de mí que está muerta se niega a avanzar.
—Cada día lo extraño más, mamá —confesé en voz alta, por primera vez hablando de Gonzalo—. No sé cómo seguir sin él. Teníamos tantos sueños como pareja, como familia, como socios, como amigos —reí en medio del llanto—, y de un segundo a otro todos murieron.
—Entiendo tu dolor, mi amor. Lo sufrí cuando tu padre murió, pero ustedes fueron mi mayor motivación. No podía simplemente dejarme morir porque ustedes me necesitaban más que a nada en este mundo.
—Soy muy cruel y una m*****a al decir que yo no tengo ninguna motivación para seguir porque también perdí lo más bonito de mi vida. Tú y Marcus son una motivación, aun así, no logro aferrarme a ustedes para salir adelante.
—Lo harás. El tiempo, el apoyo y el amor curarán tus daños internos que son más fuertes que los exteriores y saldrás adelante. Soy una mujer de fe y confío en que vas a superar todas estas pruebas, recordarás lo bueno de tu vida y serás muy feliz.
Dos meses asistiendo a terapia han sido de gran ayuda. Mi madre y mi hermano me han hecho compañía a todo momento, lo que lo hace todavía más llevadero. Sin ellos, nunca me hubiera puesto en pie para empezar a avanzar aunque sea a pasos cortos, pero seguros.Los recuerdos siguen al ataque y no hay nada que pueda hacer ante ellos. Lloro, grito, saco mi dolor, me culpo, pero al final de cada crisis me prometo seguir avanzando para no dejarme caer nunca más. Entiendo lo que mi hermano me decía hace un tiempo, cuando me dijo que debía pensar en mí. Mi esposo y mi hijo, más mi hermano y mi madre, son mi mayor motivación. Por ellos necesito salir de ese pozo, tratar de ser feliz como tanto lo había soñado, aunque Gonza ya no esté más a mi lado. Por más que lo llore y suplique, él no va a regresar. Prometimos muchas cosas en nuestra unión, por todas esas promesas y sueños, debo seguir así no esté tomando mi mano.—Quiero ir al cementerio —mi petición tomó por sorpresa a mi hermano—. Creo que
Marcus se acercó a mí tiempo después y me ayudó a levantarme del pastizal, para luego estrechar mi cuerpo entre sus brazos y darme un poco de sosiego.—Quiero ir a casa ahora que estamos aquí —le pedí, alejándome un poco de sus brazos—. Por favor.—De acuerdo.Fuimos al auto y di un largo suspiro, viendo con atención cada calle. No sé por qué elegimos Búfalo para vivir, todavía trato de descubrir la razón, pero en el mismo instante en que llegamos a la casa que compramos recién nos comprometimos, me dio al menos la respuesta más importante de todas. Gonzalo y yo elegimos una casa donde pudiéramos no solo vivir nuestra vida juntos, sino también donde pudiéramos realizar cada uno de nuestros sueños tomados de las manos.Observé la casa desde el auto, recordando los pocos días que vivimos aquí y fuimos tan felices uno en brazos del otro, llenando cada rincón con mi risa, mi creatividad y su inigualable pasión.La casa es de dos plantas, en la primera hay una tienda de insumos que estábam
—¿Se puede?Miré a mamá desde mi lugar y asentí, dándole una sonrisa mientras ella se acercaba al sofá y se sentó a mi lado. Volví la vista al frente, viendo con atención como la lluvia repicaba con fuerza en la ventana. El día se sentía tan frío y la nostalgia me envolvía con mayor fuerza.—¿Marcus salió? —quise saber, rompiendo el hielo entre nosotras.—Sí, invitó a cenar a Anahí.Sonreí, pese a que sentía un miedo inexplicable en mi pecho. Me casé un día lluvioso, mismo donde lo perdí todo. No me gusta la lluvia ni mucho menos salir cuando el pavimento está tan mojado, quizás ese sea mi miedo y por eso siento tanta angustia de que mi hermano esté por fuera en este tipo de clima.—¿Al fin se atreverá a pedir su mano? Espero que deje el miedo atrás y sí lo haga.—Se veía muy nervioso y feliz —mamá soltó una risita—. Supongo que sí le pedirá matrimonio. Menos mal, porque ya empezaba a idear un plan para sacarlo de aquí —bromeó, haciéndome reír.—Ni casándose se irá lejos de casa.El s
Me enfoqué en los preparativos de la boda de Anahí y mi hermano, tanto, que por todo este mes he olvidado todo lo malo. Ellos, de alguna manera, me contagiaron de su emoción e ilusión. He estado haciendo reservas, viendo arreglos, probando comidas, eligiendo el sabor del pastel, los colores perfectos, la iglesia, viendo sus posibles trajes, la pequeña recepción en casa de los padres de Anahí; absolutamente todo. He tenido tanta energía y he tenido la cabeza tan ocupada, que no me ha importado ni mucho menos incomodado mi pierna metálica.Durante todo este mes no he llorado ni un solo instante, ni me han atacado las pesadillas o los recuerdos. Salgo de casa tan temprano y llego tan tarde, que apenas toco la cama y me tomo mis medicamentos, quedo profundamente dormida.La Dra. Cavalier me ha insistido para que retome mi trabajo como diseñadora, después de todo, ocupar la mente y más si es en algo que da felicidad, ayuda mucho a cambiar la perspectiva de las personas y a empezar a crear
Desde la segunda planta, en el reservado de la discoteca, se podía apreciar toda la pista de baile incluyendo la barra. Desde que subimos y nos enfrascamos en celebrar la despedida de soltera de Anahí, no he podido dejar de observar hacia abajo, pero luego de una hora viendo al hombre de ojos verdes hablar con la mujer, se fueron juntos, lo que me dejó clarísimo que, estaban saliendo o eran pareja.Intenté sonreír y hacer de cuenta que nada estaba pasando conmigo, pero mi cabeza estaba hecha un lío y no entendía por qué razón. Quizás me molestaba el coqueteo descarado de ese hombre frente a su novia o su ligue, que me sentía como una reverenda estúpida pensando en las mil formas que deseaba patearle el trasero por perro. No debería estar pensando en algo que no tiene ni forma ni color ni mucho menos es relevante en mi vida, aun así, mis ojos se desviaban por sí solos a la barra, queriendo encontrar con la mirada a ese hombre tan desvergonzado e infeliz.Me tomé un trago más bajo la at
Gabriel me trajo a una mesa apartada, donde habían pocas personas buscando privacidad y la música no sonaba tan alta. Nos sentamos el uno al lado del otro, sonriendo cuando nuestras miradas se conectaron por breves instantes.Una camarera nos trajo una botella de licor junto a dos vasitos por pedido de él y se marchó sin decir palabra alguna.Me bebí de golpe el primer trago, tratando de calmar a mi corazón que galopaba con fuerza por alguna razón y disipando los nervios que en ese momento amenazaban con adueñarse de mí. No sé por qué me siento tan inquieta y nerviosa, en especial cuando el hombre junto a mí me mira con esa fijeza tan extraña.—Bebe con calma —rompió el hielo, llenando mi vaso con total elegancia y tranquilidad—. Entonces, Margot, ¿qué puedes contarme de ti? —me miró de reojo, dejando la botella de whisky sobre la mesa—. ¿Estás casada?Bajé la vista a mi mano y mi corazón se aceleró de más tras ver mi anillo de bodas rodeando mi dedo.—Lo estaba —dije, volviendo a beb
—No debiste beber tanto, Margot.—Solo fueron un par de copas, mamá.—¿Un par de copas? —me miró furiosa—. Con un par de copas no te estarías sintiendo tan mal y por supuesto no hubiéramos tenido que venir con el doctor. ¿No te das cuenta o de verdad no quieres ver más allá de tus ojos? No puedes excederte, mucho menos a tu cuerpo. ¿Cuándo entenderás que debes cuidar de tu salud y que todo esto no solo te hace daño a ti? Entiendo que estés abatida, triste y sin ganas de continuar luego de lo ocurrido, pero estás viva, Margot. Muchas personas desearían tener una segunda oportunidad para vivir y tú simplemente la estás desaprovechando —su voz se quebró al igual que mi corazón—. Hemos hecho hasta lo indecible para verte bien, siendo tu apoyo incondicional y nunca dejarte sola, pero tú no quieres vivir ni para ti ni para otros. Jamás podría recriminar tu dolor o todo lo que hemos hecho por ti, pero es momento de que dejes descansar a Gonzalo y a tu hijo. Lastimosamente ellos no van a regr
El último mes he asistido a terapia sin faltar ni un solo día. Esta vez no estoy haciendo el intento de salir del pozo, sino que en verdad estoy dando todo de mí para avanzar y soltar todo lo que me hace daño y de paso hiere a mi familia.Mamá me acompaña, suele quedarse algunas ocasiones, pero otras veces no puede ya que debe asistir al trabajo, algo que no me termina de gustar. Ella no debería estar trabajando a estas alturas del partido, pero entiendo que deba hacerlo para sobrevivir y comer.Quiero retomar mi trabajo para ayudarla y porque en realidad extraño mucho perderme en ideas, pero no ha sido fácil buscar una vacante disponible. He enviado mi curriculum a varias empresas y todavía no he recibido ninguna llamada. No me presiono, sé que llegará en su momento.Mi hermano y mi cuñada se mudaron a Búfalo, exactamente a mi casa, la cual les alquilé para que hicieran su vida de ahora en adelante. No fui capaz de venderla, pero soy consciente de que no podría regresar a vivir allí