GRACE
Si alguien me hubiese dicho que mi vida cambiaría tanto en los últimos años, le hubiese respondido de que estaba loco. Si me pongo a pensar en retrospectiva lo que sucedió con John, debía ocurrir, para que solo así encontrará la verdadera felicidad.
Tal y como dije aquel día que nos casamos, el tener al hombre que amo a mi lado hace que me despierte a diario con una sonrisa. Aún hoy en día no puedo creer la tremenda sorpresa que me tenía preparada, jamás se me pasó por la cabeza que ese día para el que tanto me pedían me arreglara con la ayuda de Jacky y Eric, sería para mi matrimonio.
Si alguna vez soñé con una boda perfecta, no se compara a lo que viví ese día, fue la celebración más perfecta que pude haber tenido y estoy a
Estoy sentada frente a mi computador. Ya llevo algunos capítulos escritos de mi nueva novela, pero justo hoy que tengo toda la noche por delante para escribir, me encuentro totalmente bloqueada. Ya van al menos dos veces que me sucede en el último mes y me es totalmente inoportuno, ya que justo ahora estoy escribiendo una parte importante de la trama. Será imposible poder escribir algo, al menos por esta noche, así que mejor me pongo a hacer otra cosa. Me levanto de mi escritorio y voy a la cocina por una copa de vino. Que es lo único que me relaja. A veces quisiera ser alguna de las protagonistas de mis historias, chicas que lo tienen todo en la vida y no les falta nada. Algunas de ellas con buen empleo, otras, con un amor o incluso dos peleándose por ella... ¿Por qué mi vida no puede ser así? ¿Siempre tendré que plasmar en letras, lo que a mí me gustaría que me pasara? Desde que el padre de mi hija Amanda, me dejó para irse con su amante, mi vida se ha puesto cuesta arriba.
¡Oh, por Dios! No sé qué tanto tomé anoche que no recuerdo para nada, qué habré hecho. Solo sé que estoy en la habitación de invitados de la casa de mi hermana. De seguro tomé tanto que quiso asegurarse por mi bienestar y prefirió que me quede aquí. Veo mi reloj y ¡no lo creo! Son las tres de la tarde. Me levanto rápido y voy a la habitación de las niñas para ver cómo está mi pequeña. De camino debo desviarme al baño porque algo desea salir por mi boca y necesita salir ya. Es tanto mi alboroto que Caroline llega rápidamente para ver cómo me encuentro. —¿Todo bien? —Ante su pregunta solo puedo mirarla con expresión de hastío a la vez que algo nuevo sale por mi boca. —Ahora creo que sí. —Le respondo luego de levantarme y limpiar mi cara—. Iba de camino a ver a Mandy. —Tranquila, ella está bien. Mark llevó a las niñas al parque luego del almuerzo—. Me dice de camino a mi habitación de regreso. Nos sentamos sobre la cama. —Qué alivio. No puedo creer que haya tomado tanto como
¡¿Qué?! De la impresión me caigo del sillón —estaba sentada sobre el brazo del mueble— y suelto el teléfono como si hubiese visto un fantasma. —¿Estás bien, Grace? —S-sí, Mark, gracias. Hermana, ¿podemos hablar un momento? —Sí. claro. Vamos a la cocina. Tomo mi celular y me levanto, siguiendo a mi hermana. —¿Qué fue lo que pasó allá? —Recibí un mensaje de un número desconocido. —¿Y eso qué? A todos nos pasa de vez en cuando. —¿Un mensaje como éste? No lo creo, Grace. —Le entrego el celular a mi hermana y su reacción es de risa—. ¿Por qué la risa? —No estoy entendiendo nada. —Esperaba demoraran en llegarte estos mensajes, pero al parecer me equivoqué. —dice elevando los hombros como si no fuera la gran cosa. —¿Mensajes? —Interrogo incrédula. —Pues sí, Grace. Le diste tu número al menos a cinco chicos. —¿Qué? ¿Y por qué no lo evitaste? —Lo intenté cada vez que lo hacías, pero cuando veías que me acercaba solo me ponías mala cara como si fueras a comerme. —Oh
—¿Perdón? —Le digo sin entender nada. —Tú y yo... El bar... Baile sensual... Me diste tu número. Estaba por llamarte, pero ya veo que no es necesario ya que ahora sé dónde vives. Estoy en shock y no logro decir nada. Mi hermana me ayuda sacándome al chico de encima y recibiendo la pizza. Cierra rápidamente la puerta para que no vuelva a decir más. —Vaya, cuñadita. Era verdad. Ya son tres, quizás cuántos más faltan por aparecer. —Se burla. —¡Eres un idiota, Mark! ¿Lo sabías? —La verdad, sí. Tu hermana me lo dice muchas veces. —¡Oye! —Reclama Carol ante sus dichos. —Bueno, bueno. Habrá que ver cómo ayudarte para salir de este lío. —Será difícil si sabemos que no puedo recordar absolutamente nada. —digo colocando mis manos en ambos lados de la cabeza, en señal de desesperación. —Algo se nos ocurrirá. Mientras tanto, será mejor que nos comamos la pizza o se nos enfriará. Mark se dirige al refrigerador por unas cervezas, mi hermana lleva la pizza al comedor y yo busco
Me despierto mucho más relajada. Hablar con Carol y Mark, me ayudó bastante a sentirme más tranquila, sin tener que preocuparme por el que dirán. Además, que conversar con este chico me animó bastante. Ahora siento que tengo la esperanza de poder volver a creer en algo. Tampoco hablo que me case ni nada, pero sin duda podría volver a confiar en alguien. Claramente mi ex, ya no volverá. Solo espero que la pequeña tormenta en mi cabeza se disipe pronto. A pesar de que trasnoché un poco, no tengo problema con despertarme temprano. Con todo lo que dormí después de nuestra salida, creo que ya es más que suficiente. Estiro mis brazos y me levanto. Lo primero que hago como siempre, es ir a ver a mi pequeña a su habitación, duerme plácidamente, por lo que prefiero no despertarla aún. Es domingo y tenemos todo el día para disfrutarlo en familia como tanto nos gusta. Vuelvo a mi habitación por algo de ropa y me dirijo al baño para una rápida ducha. Estoy de suerte, al parecer no hay na
Luego de un gran fin de semana en familia, es hora de volver a la realidad, por lo que ya estoy preparando a mi princesa para llevarla al jardín. Está contenta porque le encanta ir y jugar con sus amiguitos. Estoy tranquila porque sé que dentro de nuestra actual situación no se ha visto afectada en la escuela, ni con el aprendizaje ni con sus compañeritos, es un real alivio, porque era algo que me tenía muy preocupada cuando todo sucedió. Miro la hora y se me está haciendo tarde, así que me apresuro. Mientras Mandy trae su chaqueta reviso que tenga todo lo necesario en mi cartera. No me falta nada. Le pongo la prenda a mi niña y salimos. El trayecto al jardín es relativamente corto, además de que queda bastante cerca, por lo que no necesito usar la locomoción para llegar y podemos ir caminando. Al llegar, la primera persona que mi niña ve, es a la profesora Amanda, —según ella su favorita—, así que suelta mi mano y corre a saludarla con un fuerte abrazo. Como siempre hacemos,
Los días pasan y en todos, los encuentros con Eric fueron inevitables. Cada día que pasa, me siento más atraída hacia su sonrisa, es innegable, me siento bien cuando conversamos y compartimos un momento, aunque solo hayan sido unos minutos, pero su compañía es más agradable de lo que me gustaría reconocer. Por otra parte, las conversaciones con Arthur, han seguido siendo nocturnas, lo que por una parte me gusta porque tengo la privacidad que necesito y por otra, lo detesto, porque varias veces me ha pasado que cuando estamos charlando me llegan ideas para mi novela y necesito escribirlas lo más pronto posible. Mi hermana, me ha llamado al menos dos veces para saber cómo estoy y si he podido recordar algo más sobre la noche de la fiesta, le contesto que no, lo que es verdad, mas no he querido contarle es de Eric. No sé si es miedo o vergüenza, pero después de lo vivido estos días, siento que necesito algo de privacidad en mis cosas, no es fácil volver a “reinventarse” después de lo
El trayecto a mi departamento se hace más corto de lo pensado, es como si ambos tuviéramos apuro de llegar. Miro de reojo a Eric mientras conduce y lo noto tan nervioso como yo. Estamos por llegar y me estoy sintiendo como toda una quinceañera cuando se enamora por primera vez. Tengo un cumulo de sensaciones que no logro definirlas con claridad. Eso sin contar que, además, tengo un poco de alcohol en la cabeza. Solo espero no volver a comportarme como lo hice aquella noche. ―Dobla a la derecha y en la tercera casa. ―De acuerdo. ―Hace lo que le digo y estaciona frente a mi hogar. Se baja del auto y lo rodea abriendo mi puerta. ―Gracias. ―digo y le doy un beso en la mejilla. ―Si para recibir otro beso debo cargarte cual damisela, lo hago feliz. ―comenta riendo y me río también ante su comentario. ―Ya veremos. ―agrego coqueta. Caminamos hasta la entrada y nos detenemos frente a la puerta mientras busco la llave. Justo ahora es cuando detesto traer tantas cosas en la cartera