¡Oh, por Dios! No sé qué tanto tomé anoche que no recuerdo para nada, qué habré hecho. Solo sé que estoy en la habitación de invitados de la casa de mi hermana. De seguro tomé tanto que quiso asegurarse por mi bienestar y prefirió que me quede aquí.
Veo mi reloj y ¡no lo creo! Son las tres de la tarde. Me levanto rápido y voy a la habitación de las niñas para ver cómo está mi pequeña. De camino debo desviarme al baño porque algo desea salir por mi boca y necesita salir ya.
Es tanto mi alboroto que Caroline llega rápidamente para ver cómo me encuentro.
—¿Todo bien? —Ante su pregunta solo puedo mirarla con expresión de hastío a la vez que algo nuevo sale por mi boca.
—Ahora creo que sí. —Le respondo luego de levantarme y limpiar mi cara—. Iba de camino a ver a Mandy.
—Tranquila, ella está bien. Mark llevó a las niñas al parque luego del almuerzo—. Me dice de camino a mi habitación de regreso. Nos sentamos sobre la cama.
—Qué alivio. No puedo creer que haya tomado tanto como para quedar así. —Me recuesto sobre ésta, mirando el techo.
—Bueno, la respuesta es sencilla. —Mi hermana se recuesta a mi lado—. Apenas dejamos a las niñas en casa y partimos, en el auto dijiste que a partir de esta noche todo cambiaría. Ya no te dejarías llevar por el abandono de John y seguirías adelante por tu hija y por ti.
—¿En serio dije eso? —Consulto mientras agarro mi cabeza debido al mareo.
—Sí, hermana. Y no sabes cuánto me alegro de haberte visto así de feliz, hace mucho no te veías así. Me alegra haber decidido ser la conductora designada.
—Idiota, eso era lógico. Sabes que no sé manejar. —digo a la vez que elevo los hombros como si no me importara—. ¿Entonces? Debo suponer que lo pasé de maravillas.
—Supones muy bien, hermana. Y me alegro mucho por ti. Te lo mereces.
—Gracias, Caroline. ¿Tienes pastillas para el dolor? Siento que la cabeza se me parte.
—Sí, espera un momento, ya te las traigo.
Mi hermana sale de mi habitación y yo me quedo mirando el techo dando un gran suspiro. El ver cómo me encuentro en este momento, sin duda me hace dar cuenta que lo pasé muy bien anoche. Si no ya me hubiese llegado el típico sermón de mi hermana mayor. Una sonrisa se escapa de mis labios cuando Caroline entra al cuarto.
—Uuuuuuy, hermanita... ¿a qué se debe esa sonrisa?
—No es nada, Caroline. —Recibo las pastillas y el vaso de agua que mi hermana me ofrece—. De cierta forma creo que esta salida me hizo muy bien, aunque sea poco y nada lo que recuerde de ella.
—¿Por qué lo dices?
—Porque si no, ya hubiera recibido alguno de tus sermones. —Nos reímos a la par y aprovecho de tomar las pastillas de una vez. La cabeza está que se me parte de dolor.
—Es verdad. Sabes que siempre he tenido pensamientos no tan conservadores, pero dentro de la libertad también tengo límites y a esos, evité que llegaras tú.
—Gracias, hermana. No sé qué hubiese sido de mí, si no fuera por ti.
—De nada, Grace. Sabes que te adoro y haré de todo para ayudarte, incluso si eso nos hace salir de juerga por la noche. —Me dice golpeando mi hombro suavemente—. Ve a bañarte. Te prepararé algo de comer mientras.
—De acuerdo. Gracias por todo.
—No es nada. Ya te dije que haré de todo para ayudarte y hacerte feliz.
Nos damos un abrazo, como hace mucho tiempo no lo hacíamos. Es difícil poder tener alguien en quien confiar, pero agradezco que en mi caso tengo a Caroline. Ella es todo lo que tengo desde que fallecieron nuestros padres hace un año.
—Te quiero, Grace.
—Y yo a ti, Caroline. Anda ve a bañarte, cuando salgas te tendré algo listo en la cocina.
—Tu casa, tus reglas. —Nos reímos de nuevo.
Mi hermana se va directo a la cocina y yo voy al armario a sacar algo de la ropa que tengo guardada aquí. Desde que nuestros padres ya no están, comencé a venir más seguido por aquí, por lo que cada vez que venía siempre traía ropa conmigo.
Es sábado, así que elijo una polera blanca holgada y unos jeans rasgados además de ropa interior cómoda. Voy rápidamente al baño para luego comer algo, mi estómago ya está comenzando a gruñir.
¡Oh, Dios! Qué bien se siente como cae el agua sobre mí. Este es uno de mis mayores placeres. Adoro estos momentos cuando puedo bañarme tranquilamente sin tener que preocuparme por Mandy y si necesita algo. Por lo general siempre tengo solo cinco minutos para ducharme. Hoy gracias a mi hermana y su marido, puedo tardarme un poco más para poder reponerme como se debe.
Cuando ya me siento relajada por completo, es cuando decido salir. Una vez seca me visto rápido y me dirijo a la cocina, donde sé que mi hermana me espera.
—Wow. Te tomaste tu tiempo.
—Sí, Caroline, lo necesitaba. Estaba demasiado estresada. Entre la casa, Mandy y mis escritos, se me ha hecho muy difícil. Al menos económicamente no me quejo. La herencia que nos dejaron nuestros padres me ha ayudado mucho. Pero aun así tengo mis ahorros guardados. Todavía no he tenido que tocarlos.
—Me alegro mucho, hermana. En mi caso tampoco me quejo. Hasta ahora el dinero de la herencia, lo tenemos destinados para la educación de nuestra hija.
—Me parece muy bien. Al menos, económicamente nos va bien a las dos. Y bien ¿cuál sería mi desayuno?
—¿A las tres de la tarde? Sí, claro.
—Para mí es como si lo fuera. Dormí varias horas y como no supe qué hora del día es, para mí solo era de noche.
—Tus ocurrencias son hilarantes, hermana.
—Así soy yo, ya me conoces. Bueno ¿en qué consiste mi banquete?
—Panqueques con mermelada de frutilla, jugo de naranja y tostadas con mantequilla de maní, además de un café cargado, porque lo necesitas.
—Mmm... Suena delicioso.
—Entonces, provecho. Necesitas reponer tu energía después de todo lo que bailaste anoche.
—Supongo que sí. De a poco mis piernas van reaccionando a la realidad, por lo que mis pies necesitarán un masaje después de esto.
—Entonces come tranquila y luego te echas un rato en la cama y descansas esas piernas. Tienes suerte que esté aquí para ti y lo que necesites.
—Lo sé, hermanita, eres mi ángel guardián. —Le guiño el ojo, haciendo que ella se ría.
Como mi hermana almorzó junto a Mark y las niñas, solo se sirve un jugo para acompañarme mientras pruebo bocado. Me cuenta prácticamente con detalles todo lo que pasó anoche y estoy incrédula. A cada cosa que dice, sucedió algo peor.
Mi idea inicial era pasarlo bien y olvidarme de John. Ya no quería seguir sufriendo por él. Sin decir nada, me dejo muy claro que no volverá. Cambió su número de celular, no está viviendo con sus padres, eliminó todas sus cuentas de redes sociales. Sí, lo sé. Soy una penosa total que investiga a fondo a su ex por el solo hecho de querer saber todo de él, aunque éste desee todo lo contrario.
No entiendo cómo pudo hacernos esto, sobre todo por mi niña, es muy chiquita. Gracias a Dios no entiende bien las cosas todavía, pero creo que ya se hizo la idea de que ahora solo somos ella y yo.
Al principio siempre preguntaba por su padre, solo le decía que debió salir de viaje por su trabajo y eso la dejaba tranquila. Luego de un tiempo, creo que simplemente dejó de cuestionárselo. Mejor así. No quiero que siga creciendo en un ambiente que le pueda hacer daño. Lo curioso de todo esto es que a la vez que se fue John, toda su familia lo hizo con él. Dejaron de llamarnos y de visitarnos, y cada vez que me los encontraba en la calle, simplemente buscaban cualquier excusa para salir rápido de allí.
Mi Mandy no se merece nada de esto. Si ellos quieren comenzar a rechazar a alguien que lo hagan conmigo, pero no con ella. Es la niña más dulce y cariñosa que conozco y no entiendo cómo le niegan amor. En fin, dicen que la sangre no te hace familia y justamente con la familia de John, he de comprobarlo.
Estoy tranquila porque sé que mi hija tiene todo el cariño que necesita, el de sus tíos, su prima y por supuesto, el mío.
Mi hermana me saca de mis pensamientos y se sorprende al ver que he comido muy rápido.
—Por lo visto tenías hambre. —Se burla.
—La respuesta salta a la vista. Esto te quedo delicioso, Caroline.
—Gracias. Sabes que me encanta la cocina.
—Tienes un don, querida. Deberías hacer algo al respecto.
—¿Qué ideas tienes? —Consulta dudosa.
—Podrías hacerte un canal de YouTube con recetas. He visto que hay canales a los que les pagan por promocionar los productos de ciertas marcas.
—No lo sé. Nunca me ha interesado algo así.
—Anda vamos. ¡Anímate! Yo te ayudo. Sabes que escribo, así que me manejo en los programas para ediciones de video. No pierdes nada con intentarlo.
La veo dubitativa, pero sé que en el fondo le está agradando la idea.
—¡Acepto! A ver si así dejo de ser algo prehistórica en esto de las redes sociales. Con suerte logro manejar mi teléfono touch.
—¡Sí! —Hago el gesto de victoria—. No te arrepentirás.
—De acuerdo, de acuerdo. Déjame organizar algunas recetas y te hago saber cuándo podemos empezar con esta locura.
—Tranquila, te irá bien, te lo aseguro.
Luego de conversar con mi hermana por un buen rato sobre las ideas que tengo para su nuevo canal de YouTube, se abre la puerta de la casa y son Mark con las niñas los que han llegado.
—¡Mami, mami! —exclama Mandy de alegría. La comprendo, prácticamente no me veía desde ayer en la noche. Lo que para nosotras es demasiado tiempo.
—Hola, mi corazón. ¿Cómo estás? —Le doy ese abrazo que tanto le gusta.
—Muy bien. Tío Mark nos llevó a los juegos y a comer helado.
—Eso del helado ya lo creo, traes toda tu camisita sucia.
—Perdón, mami, sabes que amo el chocolate.
—No importa, cariño, la lavamos luego. Ahora debes ir a cambiarte.
—De acuerdo.
Mi hija sale corriendo a la habitación de su prima para hacer lo que le pedí.
—Y bien ¿cómo está la chica de la noche? —Dice mi cuñado para después saludarme.
—Todo espléndido. No puedo creer que hice todas esas cosas que Caroline me contó. Cómo será que tomé tanto que no me acuerdo de absolutamente nada.
—¡Y eso que! Lo que realmente importa aquí es que lo pasaste bien y estás comenzando una nueva vida para ti y tu hija.
—Gracias, Mark. No saben cuánto significa para mí, el apoyo que me dan.
—Descuida, Grace. Sabes que puedes contar con nosotros para lo que sea. —Es mi hermana la que habla.
—Es verdad, cuñada. Ustedes son nuestra familia y no podríamos dejarlas solas después de... bueno, tú ya sabes.
—Lo sé. Dejemos eso atrás. Será lo mejor para nosotras. Lo sucedido anoche fue solo el comienzo de esta nueva vida.
—¡Así se habla! Vengan chicas, un abrazo de grupo.
Nos acercamos los tres y nos damos un abrazo apretado. Adoro tenerlos en mi vida, no sé qué haría sin ellos. A veces los veo y me dan celos la relación que tienen. Confían plenamente el uno al otro, nunca hay celos de por medio porque existe un respeto pleno. ¡Son la pareja perfecta!
Ojalá la relación con John hubiese sido la mitad de buena y honesta que la de ellos. Pero ahora da igual, yo sé que, en algún momento de mi vida, llegará el hombre que realmente merezca mi amor.
Luego de que mi pequeña se cambiase de ropa, Mark prepara la sala para convertirla en una pequeña sala de cine. Por decisión unánime, hemos decidido sentarnos el resto de la tarde a ver películas de N*****x, disfrutando de refrescos y palomitas.
Pasamos un muy buen rato en familia. Me encantan estas ocasiones cuando podemos sentarnos o echarnos en la cama y disfrutar de películas.
Ya vimos, Enredados y Frozen, que son las favoritas de las niñas. Ahora nos toca elegir una a los adultos. Nos decidimos por Benji, que es la historia de un perrito y un niño.
Tan inmersa estaba en la película que solo reacciono con la luz que alumbró el aparato que tengo a mi lado.
«Hola, preciosa. Un gusto haberte conocido anoche. ¿Cuándo tendremos una nueva cita?»
¡¿Qué?! De la impresión me caigo del sillón —estaba sentada sobre el brazo del mueble— y suelto el teléfono como si hubiese visto un fantasma. —¿Estás bien, Grace? —S-sí, Mark, gracias. Hermana, ¿podemos hablar un momento? —Sí. claro. Vamos a la cocina. Tomo mi celular y me levanto, siguiendo a mi hermana. —¿Qué fue lo que pasó allá? —Recibí un mensaje de un número desconocido. —¿Y eso qué? A todos nos pasa de vez en cuando. —¿Un mensaje como éste? No lo creo, Grace. —Le entrego el celular a mi hermana y su reacción es de risa—. ¿Por qué la risa? —No estoy entendiendo nada. —Esperaba demoraran en llegarte estos mensajes, pero al parecer me equivoqué. —dice elevando los hombros como si no fuera la gran cosa. —¿Mensajes? —Interrogo incrédula. —Pues sí, Grace. Le diste tu número al menos a cinco chicos. —¿Qué? ¿Y por qué no lo evitaste? —Lo intenté cada vez que lo hacías, pero cuando veías que me acercaba solo me ponías mala cara como si fueras a comerme. —Oh
—¿Perdón? —Le digo sin entender nada. —Tú y yo... El bar... Baile sensual... Me diste tu número. Estaba por llamarte, pero ya veo que no es necesario ya que ahora sé dónde vives. Estoy en shock y no logro decir nada. Mi hermana me ayuda sacándome al chico de encima y recibiendo la pizza. Cierra rápidamente la puerta para que no vuelva a decir más. —Vaya, cuñadita. Era verdad. Ya son tres, quizás cuántos más faltan por aparecer. —Se burla. —¡Eres un idiota, Mark! ¿Lo sabías? —La verdad, sí. Tu hermana me lo dice muchas veces. —¡Oye! —Reclama Carol ante sus dichos. —Bueno, bueno. Habrá que ver cómo ayudarte para salir de este lío. —Será difícil si sabemos que no puedo recordar absolutamente nada. —digo colocando mis manos en ambos lados de la cabeza, en señal de desesperación. —Algo se nos ocurrirá. Mientras tanto, será mejor que nos comamos la pizza o se nos enfriará. Mark se dirige al refrigerador por unas cervezas, mi hermana lleva la pizza al comedor y yo busco
Me despierto mucho más relajada. Hablar con Carol y Mark, me ayudó bastante a sentirme más tranquila, sin tener que preocuparme por el que dirán. Además, que conversar con este chico me animó bastante. Ahora siento que tengo la esperanza de poder volver a creer en algo. Tampoco hablo que me case ni nada, pero sin duda podría volver a confiar en alguien. Claramente mi ex, ya no volverá. Solo espero que la pequeña tormenta en mi cabeza se disipe pronto. A pesar de que trasnoché un poco, no tengo problema con despertarme temprano. Con todo lo que dormí después de nuestra salida, creo que ya es más que suficiente. Estiro mis brazos y me levanto. Lo primero que hago como siempre, es ir a ver a mi pequeña a su habitación, duerme plácidamente, por lo que prefiero no despertarla aún. Es domingo y tenemos todo el día para disfrutarlo en familia como tanto nos gusta. Vuelvo a mi habitación por algo de ropa y me dirijo al baño para una rápida ducha. Estoy de suerte, al parecer no hay na
Luego de un gran fin de semana en familia, es hora de volver a la realidad, por lo que ya estoy preparando a mi princesa para llevarla al jardín. Está contenta porque le encanta ir y jugar con sus amiguitos. Estoy tranquila porque sé que dentro de nuestra actual situación no se ha visto afectada en la escuela, ni con el aprendizaje ni con sus compañeritos, es un real alivio, porque era algo que me tenía muy preocupada cuando todo sucedió. Miro la hora y se me está haciendo tarde, así que me apresuro. Mientras Mandy trae su chaqueta reviso que tenga todo lo necesario en mi cartera. No me falta nada. Le pongo la prenda a mi niña y salimos. El trayecto al jardín es relativamente corto, además de que queda bastante cerca, por lo que no necesito usar la locomoción para llegar y podemos ir caminando. Al llegar, la primera persona que mi niña ve, es a la profesora Amanda, —según ella su favorita—, así que suelta mi mano y corre a saludarla con un fuerte abrazo. Como siempre hacemos,
Los días pasan y en todos, los encuentros con Eric fueron inevitables. Cada día que pasa, me siento más atraída hacia su sonrisa, es innegable, me siento bien cuando conversamos y compartimos un momento, aunque solo hayan sido unos minutos, pero su compañía es más agradable de lo que me gustaría reconocer. Por otra parte, las conversaciones con Arthur, han seguido siendo nocturnas, lo que por una parte me gusta porque tengo la privacidad que necesito y por otra, lo detesto, porque varias veces me ha pasado que cuando estamos charlando me llegan ideas para mi novela y necesito escribirlas lo más pronto posible. Mi hermana, me ha llamado al menos dos veces para saber cómo estoy y si he podido recordar algo más sobre la noche de la fiesta, le contesto que no, lo que es verdad, mas no he querido contarle es de Eric. No sé si es miedo o vergüenza, pero después de lo vivido estos días, siento que necesito algo de privacidad en mis cosas, no es fácil volver a “reinventarse” después de lo
El trayecto a mi departamento se hace más corto de lo pensado, es como si ambos tuviéramos apuro de llegar. Miro de reojo a Eric mientras conduce y lo noto tan nervioso como yo. Estamos por llegar y me estoy sintiendo como toda una quinceañera cuando se enamora por primera vez. Tengo un cumulo de sensaciones que no logro definirlas con claridad. Eso sin contar que, además, tengo un poco de alcohol en la cabeza. Solo espero no volver a comportarme como lo hice aquella noche. ―Dobla a la derecha y en la tercera casa. ―De acuerdo. ―Hace lo que le digo y estaciona frente a mi hogar. Se baja del auto y lo rodea abriendo mi puerta. ―Gracias. ―digo y le doy un beso en la mejilla. ―Si para recibir otro beso debo cargarte cual damisela, lo hago feliz. ―comenta riendo y me río también ante su comentario. ―Ya veremos. ―agrego coqueta. Caminamos hasta la entrada y nos detenemos frente a la puerta mientras busco la llave. Justo ahora es cuando detesto traer tantas cosas en la cartera
Mis ojos se abren poco a poco y la luz de la mañana me llega de golpe, al mismo tiempo que el olor a café recién hecho. Miro a mi alrededor y el otro lado de la cama está completamente desordenado y vacío. Sonrío al rememorar lo sucedido anoche, todo se sintió perfecto, como si lo que ocurrió fuese lo correcto. Me levanto arropada con la sábana y me dirijo al closet para buscar una polera ancha, me la pongo y dejo caer la tela al suelo. Saco una pantaleta del cajón de la cómoda y me la pongo. Ahora es el turno del olor a pan recién tostado el que se hace presente, por lo que me dirijo a la cocina para chequear a mi cita. ―Buenos días. ―saludo al llegar. ―Buenos días, hermosa. ―me da un beso en los labios―. ¿Cómo dormiste? ―Perfectamente. ―contesto coqueta―. ¿Y a qué debo este honor? ―Discúlpame por invadir tu casa, pero quería darte una sorpresa. ―comenta sonriendo, con esa mirada que me encanta. ―Descuida, me encanta. ¿Te ayudo en algo? ―Solo a poner la mesa, ¿te pare
Estamos llegando a la casa de mi hermana y no puedo evitar estar nerviosa. Solo la llamé para avisarle que iría a recoger a Amanda, pero no le mencioné que iría acompañada, así que estoy segura se sorprenderá de ver a mi acompañante y estará ansiosa de preguntarme por él. ―Deja de comerte las uñas. ―dice Eric, quitando mi mano de mi boca. ―Perdón, no me di cuenta de que lo hacía. Estoy con los nervios de punta. ―confieso. ―¿Por qué? ¿Por mí? ―me mira por un breve momento volviendo su cabeza hacia el frente. ―Sí. No me lo tomes a mal, pero como te dije antes, eres el primer hombre con el que estoy después de John y no sé, me sienta un poco incómodo. ―Ya verás que no sucederá nada. ―comenta y estaciona a un lado de la calle, parando el motor―. Hace un rato ya me diste el sí, para que comencemos algo juntos y estoy feliz por ello. ―Toma mi rostro con una mano y mi mano derecha con la otra y me acerca al suyo―. Y te lo voy a demostrar a diario, ya verás. ―agrega y me besa, lenta y s