Luego de un gran fin de semana en familia, es hora de volver a la realidad, por lo que ya estoy preparando a mi princesa para llevarla al jardín. Está contenta porque le encanta ir y jugar con sus amiguitos. Estoy tranquila porque sé que dentro de nuestra actual situación no se ha visto afectada en la escuela, ni con el aprendizaje ni con sus compañeritos, es un real alivio, porque era algo que me tenía muy preocupada cuando todo sucedió. Miro la hora y se me está haciendo tarde, así que me apresuro. Mientras Mandy trae su chaqueta reviso que tenga todo lo necesario en mi cartera. No me falta nada. Le pongo la prenda a mi niña y salimos. El trayecto al jardín es relativamente corto, además de que queda bastante cerca, por lo que no necesito usar la locomoción para llegar y podemos ir caminando. Al llegar, la primera persona que mi niña ve, es a la profesora Amanda, —según ella su favorita—, así que suelta mi mano y corre a saludarla con un fuerte abrazo. Como siempre hacemos,
Los días pasan y en todos, los encuentros con Eric fueron inevitables. Cada día que pasa, me siento más atraída hacia su sonrisa, es innegable, me siento bien cuando conversamos y compartimos un momento, aunque solo hayan sido unos minutos, pero su compañía es más agradable de lo que me gustaría reconocer. Por otra parte, las conversaciones con Arthur, han seguido siendo nocturnas, lo que por una parte me gusta porque tengo la privacidad que necesito y por otra, lo detesto, porque varias veces me ha pasado que cuando estamos charlando me llegan ideas para mi novela y necesito escribirlas lo más pronto posible. Mi hermana, me ha llamado al menos dos veces para saber cómo estoy y si he podido recordar algo más sobre la noche de la fiesta, le contesto que no, lo que es verdad, mas no he querido contarle es de Eric. No sé si es miedo o vergüenza, pero después de lo vivido estos días, siento que necesito algo de privacidad en mis cosas, no es fácil volver a “reinventarse” después de lo
El trayecto a mi departamento se hace más corto de lo pensado, es como si ambos tuviéramos apuro de llegar. Miro de reojo a Eric mientras conduce y lo noto tan nervioso como yo. Estamos por llegar y me estoy sintiendo como toda una quinceañera cuando se enamora por primera vez. Tengo un cumulo de sensaciones que no logro definirlas con claridad. Eso sin contar que, además, tengo un poco de alcohol en la cabeza. Solo espero no volver a comportarme como lo hice aquella noche. ―Dobla a la derecha y en la tercera casa. ―De acuerdo. ―Hace lo que le digo y estaciona frente a mi hogar. Se baja del auto y lo rodea abriendo mi puerta. ―Gracias. ―digo y le doy un beso en la mejilla. ―Si para recibir otro beso debo cargarte cual damisela, lo hago feliz. ―comenta riendo y me río también ante su comentario. ―Ya veremos. ―agrego coqueta. Caminamos hasta la entrada y nos detenemos frente a la puerta mientras busco la llave. Justo ahora es cuando detesto traer tantas cosas en la cartera
Mis ojos se abren poco a poco y la luz de la mañana me llega de golpe, al mismo tiempo que el olor a café recién hecho. Miro a mi alrededor y el otro lado de la cama está completamente desordenado y vacío. Sonrío al rememorar lo sucedido anoche, todo se sintió perfecto, como si lo que ocurrió fuese lo correcto. Me levanto arropada con la sábana y me dirijo al closet para buscar una polera ancha, me la pongo y dejo caer la tela al suelo. Saco una pantaleta del cajón de la cómoda y me la pongo. Ahora es el turno del olor a pan recién tostado el que se hace presente, por lo que me dirijo a la cocina para chequear a mi cita. ―Buenos días. ―saludo al llegar. ―Buenos días, hermosa. ―me da un beso en los labios―. ¿Cómo dormiste? ―Perfectamente. ―contesto coqueta―. ¿Y a qué debo este honor? ―Discúlpame por invadir tu casa, pero quería darte una sorpresa. ―comenta sonriendo, con esa mirada que me encanta. ―Descuida, me encanta. ¿Te ayudo en algo? ―Solo a poner la mesa, ¿te pare
Estamos llegando a la casa de mi hermana y no puedo evitar estar nerviosa. Solo la llamé para avisarle que iría a recoger a Amanda, pero no le mencioné que iría acompañada, así que estoy segura se sorprenderá de ver a mi acompañante y estará ansiosa de preguntarme por él. ―Deja de comerte las uñas. ―dice Eric, quitando mi mano de mi boca. ―Perdón, no me di cuenta de que lo hacía. Estoy con los nervios de punta. ―confieso. ―¿Por qué? ¿Por mí? ―me mira por un breve momento volviendo su cabeza hacia el frente. ―Sí. No me lo tomes a mal, pero como te dije antes, eres el primer hombre con el que estoy después de John y no sé, me sienta un poco incómodo. ―Ya verás que no sucederá nada. ―comenta y estaciona a un lado de la calle, parando el motor―. Hace un rato ya me diste el sí, para que comencemos algo juntos y estoy feliz por ello. ―Toma mi rostro con una mano y mi mano derecha con la otra y me acerca al suyo―. Y te lo voy a demostrar a diario, ya verás. ―agrega y me besa, lenta y s
Llegamos a un precioso parque de juegos en el centro de la ciudad y los niños se divierten como nunca. Los observo y lo único que veo en ellos es una sonrisa y la alegría de compartir juntos. ―¿Todo bien? ―consulta Eric al llegar a mi lado, sentarse y entregarme el helado que le pedí. ―Todo está genial. Míralos como se divierten. ―los señalo con la mano―. Debo decirte que estás criando a un pequeño caballero. Cuando llegan a los columpios, Sean lo sostiene para que Amanda se siente y la empuja. ―doy una lamida a mi helado de cono y sonrío, sin decirle a Eric, me ha traído mi sabor favorito, frutilla. ―¿De verdad? ―Sí. Por lo que veo de ellos, me da la sensación de que no habrá problema alguno para nosotros, solo esperemos que lo tomen bien. ―Ya verás que sí. Debo confesarte algo. ―¿Qué es? ―A pesar de que nuestros hijos solo tienen tres años, son muy perspicaces. Ya he tenido algunas conversaciones de grandes con Sean. Hace no mucho tiempo, me notó un poco triste, porqu
Vamos camino a mi casa y debo decir que estoy totalmente agotada, física y psicológicamente. Fue un día con muchas emociones, tanto buenas como malas y a pesar que las alegrías fueron mayores, no puedo dejar de pensar en lo sucedido con John y el encuentro en el parque. Miro por un momento hacia atrás y los pequeños están dormidos, también fue una gran tarde para ellos. ―¿Cómo estás, Grace? ―consulta Eric preocupado. ―No puedo mentirte, encontrarnos con John fue lo peor que pudo pasarnos. Estoy segura que ahora querrá volver como si nada a la vida de mi hija y no puedo permitirlo. ―Te entiendo, es difícil y complicado lo que está sucediendo. ―Desearía no volver a verlo nunca más. ―Pongo mis manos sobre mi frente, dejando caer mi cabeza hacia atrás. ―Lamento decirte, pero es el padre de Amanda y eso no podrás cambiarlo. ―Lo sé y eso me pesará siempre. ―¿Qué deseas hacer? ―No lo sé. Ahora que apareció en cualquier momento se aparece por mi casa. Podríamos irnos, pero no quiero
Veo alejarse el auto de Eric mientras esperamos nos abran la puerta, tanto Amanda como yo alzamos la mano despidiéndonos. —Hola, Carol, ¿cómo estás? —saludos apenas nos abren la puerta y mi niña entra corriendo como siempre en busca de su prima. —Hola, hermana, yo bien, pero parece que tú no lo estás, ven, entra. —Gracias. —Por tu cara parece ser algo grave, ¿deseas un poco de vino para relajarte? —Me ofrece mientras caminamos hacia la sala —. Sé que necesitas un poco de alcohol para sentirte mejor. —Hoy no, Carol, gracias. ¿Está Mark? —consulto cuando nos sentamos. —Sí, está trabajando en la computadora. —Puedes llamarlo, necesito hablar de algo importante con los dos. —Está bien, ya regreso. Mi hermana vuelve a ponerse de pie y va hacia la pequeña oficina que tienen. Estoy nerviosa, estoy segura de que lo que opinarán sobre esto, y realmente temo sobre que vaya a suceder de ahora en adelante. Solo pasa un minuto y entran a la sala. Me pongo de pie y nos saludamos con mi c