—¿Perdón? —Le digo sin entender nada.
—Tú y yo... El bar... Baile sensual... Me diste tu número. Estaba por llamarte, pero ya veo que no es necesario ya que ahora sé dónde vives.
Estoy en shock y no logro decir nada. Mi hermana me ayuda sacándome al chico de encima y recibiendo la pizza. Cierra rápidamente la puerta para que no vuelva a decir más.
—Vaya, cuñadita. Era verdad. Ya son tres, quizás cuántos más faltan por aparecer. —Se burla.
—¡Eres un idiota, Mark! ¿Lo sabías?
—La verdad, sí. Tu hermana me lo dice muchas veces.
—¡Oye! —Reclama Carol ante sus dichos.
—Bueno, bueno. Habrá que ver cómo ayudarte para salir de este lío.
—Será difícil si sabemos que no puedo recordar absolutamente nada. —digo colocando mis manos en ambos lados de la cabeza, en señal de desesperación.
—Algo se nos ocurrirá. Mientras tanto, será mejor que nos comamos la pizza o se nos enfriará.
Mark se dirige al refrigerador por unas cervezas, mi hermana lleva la pizza al comedor y yo busco platos y vasos. Nos acomodamos en la mesa y nos disponemos a disfrutar de una excelente cena. Mi hermana, por su condición, no toma la cerveza que su esposo le ofrece, le dice que solo tomará un vaso de jugo. Mark la mira extrañado porque sabe que la cerveza le encanta, aun así, no dice nada. Caroline me mira de rojo, esperando que su esposo no se percate de nada.
Entre una charla y otra, lo único que veo de Mark es que disfruta esto que me está pasando. Como mi vida nunca ha sido del todo emocionante, es verdad que pareciera que este momento es algo "digno" de disfrutar. Al menos esas han sido sus palabras con respecto a esto. Carol por otra parte, ve que la situación me complica y bastante, por lo que trata de ayudarme controlando los comentarios de su marido. A su vez, trata de aconsejarme como buena hermana mayor. Agradezco tenerla en mi vida, si esto me hubiese pasado antes, sería una oveja totalmente descarriada. Situaciones como ésta, hacen que sienta que mis padres no estarían orgullosos de mí. Claramente, siempre querían lo mejor para mí y se alegraron cuando formé familia junto a John y mi princesa, aunque no nos hayamos casado.
—¿Y bien? —Consulta Mark—. ¿Ya has hablado con alguno de estos chicos al menos?
—Chico pizza ya ves que no. A los otros pensaba responderles pronto. Quién sabe si pueda pasar algo con ellos.
—¡Esa es mi cuñadita! ¿Crees que alguno tenga posibilidades?
—No lo sé. Sólo sé que chico pizza queda afuera. Así que ya sabes, hermana. Si pides pizza de nuevo, que no sea de nuevo aquí. —Señalo la caja.
—Descuida. No volveré a hacerlo. Además, que estas pizzas no son tan buenas. Las de la competencia son mucho mejor.
—Ok. Ya tienes uno menos en la lista. Sólo falta ver cómo aparecerán los demás.
—No lo sé. Espero que eso no pase pronto.
Seguimos disfrutando de una grata conversación y pronto ya es hora de volver a dormir. Me despido de los chicos y me dirijo a asearme rápidamente antes de dormir. Paso a ver como duerme mi pequeña y me quedo tranquila al ver que todo está en calma. Le doy un beso y se mueve un poco, pero sin despertarse.
Hoy ha sido un día de emociones variadas, solo espero que mañana ya todo vuelva a tranquilizarse y que Mark no se ría de esta situación. Me acomodo en mi cama, deseando que pueda tener un buen dormir.
Llevo un buen rato sin poder pegar ojo. Agarro mi celular y me pongo a revisar las fotos de los chicos que conocí en el bar. Uno es realmente guapo, me pregunto qué pasaría si...
«Hola. Disculpa la demora en contestar. Tuve un día algo ajetreado.»
Decido hablarle. Sé que no podré dormir en un buen rato, así que me animo a hablarle.
«¡Hola! No te preocupes. El mío tampoco estuvo tranquilo :)»
«La verdad no sabía si responderte. Para ser sincera, no es mucho lo que recuerdo de anoche.»
«Jajaja. Entiendo. Bueno, cuéntame de ti. ¿A qué te dedicas?»
Le contesto. No tengo intención de mentirle. Le cuento a grandes rasgos sobre mi vida sin ahondar en detalles, si llegamos a tener más confianza, le contaré más sobre mí.
La verdad no sé cuánto tiempo hemos charlado, pero es un hombre muy agradable. Tiene treinta años y me confirma lo que anteriormente me había dicho Mark, es fisioterapeuta y trabaja en la Universidad de Florida en el área de deportes de ésta. Según me cuenta es un trabajo que le gusta mucho. Vive solo en un pequeño departamento cercano y el tiempo libre que tiene lo ocupa en hacer escaladas. No tiene pareja ni tampoco hijos.
Pronto nos despedimos, deseándonos una buena noche. Dejo mi celular al lado y me pongo a dormir. Esta vez, con una sonrisa en los labios, como hace tiempo no lo hacía.
Me despierto mucho más relajada. Hablar con Carol y Mark, me ayudó bastante a sentirme más tranquila, sin tener que preocuparme por el que dirán. Además, que conversar con este chico me animó bastante. Ahora siento que tengo la esperanza de poder volver a creer en algo. Tampoco hablo que me case ni nada, pero sin duda podría volver a confiar en alguien. Claramente mi ex, ya no volverá. Solo espero que la pequeña tormenta en mi cabeza se disipe pronto. A pesar de que trasnoché un poco, no tengo problema con despertarme temprano. Con todo lo que dormí después de nuestra salida, creo que ya es más que suficiente. Estiro mis brazos y me levanto. Lo primero que hago como siempre, es ir a ver a mi pequeña a su habitación, duerme plácidamente, por lo que prefiero no despertarla aún. Es domingo y tenemos todo el día para disfrutarlo en familia como tanto nos gusta. Vuelvo a mi habitación por algo de ropa y me dirijo al baño para una rápida ducha. Estoy de suerte, al parecer no hay na
Luego de un gran fin de semana en familia, es hora de volver a la realidad, por lo que ya estoy preparando a mi princesa para llevarla al jardín. Está contenta porque le encanta ir y jugar con sus amiguitos. Estoy tranquila porque sé que dentro de nuestra actual situación no se ha visto afectada en la escuela, ni con el aprendizaje ni con sus compañeritos, es un real alivio, porque era algo que me tenía muy preocupada cuando todo sucedió. Miro la hora y se me está haciendo tarde, así que me apresuro. Mientras Mandy trae su chaqueta reviso que tenga todo lo necesario en mi cartera. No me falta nada. Le pongo la prenda a mi niña y salimos. El trayecto al jardín es relativamente corto, además de que queda bastante cerca, por lo que no necesito usar la locomoción para llegar y podemos ir caminando. Al llegar, la primera persona que mi niña ve, es a la profesora Amanda, —según ella su favorita—, así que suelta mi mano y corre a saludarla con un fuerte abrazo. Como siempre hacemos,
Los días pasan y en todos, los encuentros con Eric fueron inevitables. Cada día que pasa, me siento más atraída hacia su sonrisa, es innegable, me siento bien cuando conversamos y compartimos un momento, aunque solo hayan sido unos minutos, pero su compañía es más agradable de lo que me gustaría reconocer. Por otra parte, las conversaciones con Arthur, han seguido siendo nocturnas, lo que por una parte me gusta porque tengo la privacidad que necesito y por otra, lo detesto, porque varias veces me ha pasado que cuando estamos charlando me llegan ideas para mi novela y necesito escribirlas lo más pronto posible. Mi hermana, me ha llamado al menos dos veces para saber cómo estoy y si he podido recordar algo más sobre la noche de la fiesta, le contesto que no, lo que es verdad, mas no he querido contarle es de Eric. No sé si es miedo o vergüenza, pero después de lo vivido estos días, siento que necesito algo de privacidad en mis cosas, no es fácil volver a “reinventarse” después de lo
El trayecto a mi departamento se hace más corto de lo pensado, es como si ambos tuviéramos apuro de llegar. Miro de reojo a Eric mientras conduce y lo noto tan nervioso como yo. Estamos por llegar y me estoy sintiendo como toda una quinceañera cuando se enamora por primera vez. Tengo un cumulo de sensaciones que no logro definirlas con claridad. Eso sin contar que, además, tengo un poco de alcohol en la cabeza. Solo espero no volver a comportarme como lo hice aquella noche. ―Dobla a la derecha y en la tercera casa. ―De acuerdo. ―Hace lo que le digo y estaciona frente a mi hogar. Se baja del auto y lo rodea abriendo mi puerta. ―Gracias. ―digo y le doy un beso en la mejilla. ―Si para recibir otro beso debo cargarte cual damisela, lo hago feliz. ―comenta riendo y me río también ante su comentario. ―Ya veremos. ―agrego coqueta. Caminamos hasta la entrada y nos detenemos frente a la puerta mientras busco la llave. Justo ahora es cuando detesto traer tantas cosas en la cartera
Mis ojos se abren poco a poco y la luz de la mañana me llega de golpe, al mismo tiempo que el olor a café recién hecho. Miro a mi alrededor y el otro lado de la cama está completamente desordenado y vacío. Sonrío al rememorar lo sucedido anoche, todo se sintió perfecto, como si lo que ocurrió fuese lo correcto. Me levanto arropada con la sábana y me dirijo al closet para buscar una polera ancha, me la pongo y dejo caer la tela al suelo. Saco una pantaleta del cajón de la cómoda y me la pongo. Ahora es el turno del olor a pan recién tostado el que se hace presente, por lo que me dirijo a la cocina para chequear a mi cita. ―Buenos días. ―saludo al llegar. ―Buenos días, hermosa. ―me da un beso en los labios―. ¿Cómo dormiste? ―Perfectamente. ―contesto coqueta―. ¿Y a qué debo este honor? ―Discúlpame por invadir tu casa, pero quería darte una sorpresa. ―comenta sonriendo, con esa mirada que me encanta. ―Descuida, me encanta. ¿Te ayudo en algo? ―Solo a poner la mesa, ¿te pare
Estamos llegando a la casa de mi hermana y no puedo evitar estar nerviosa. Solo la llamé para avisarle que iría a recoger a Amanda, pero no le mencioné que iría acompañada, así que estoy segura se sorprenderá de ver a mi acompañante y estará ansiosa de preguntarme por él. ―Deja de comerte las uñas. ―dice Eric, quitando mi mano de mi boca. ―Perdón, no me di cuenta de que lo hacía. Estoy con los nervios de punta. ―confieso. ―¿Por qué? ¿Por mí? ―me mira por un breve momento volviendo su cabeza hacia el frente. ―Sí. No me lo tomes a mal, pero como te dije antes, eres el primer hombre con el que estoy después de John y no sé, me sienta un poco incómodo. ―Ya verás que no sucederá nada. ―comenta y estaciona a un lado de la calle, parando el motor―. Hace un rato ya me diste el sí, para que comencemos algo juntos y estoy feliz por ello. ―Toma mi rostro con una mano y mi mano derecha con la otra y me acerca al suyo―. Y te lo voy a demostrar a diario, ya verás. ―agrega y me besa, lenta y s
Llegamos a un precioso parque de juegos en el centro de la ciudad y los niños se divierten como nunca. Los observo y lo único que veo en ellos es una sonrisa y la alegría de compartir juntos. ―¿Todo bien? ―consulta Eric al llegar a mi lado, sentarse y entregarme el helado que le pedí. ―Todo está genial. Míralos como se divierten. ―los señalo con la mano―. Debo decirte que estás criando a un pequeño caballero. Cuando llegan a los columpios, Sean lo sostiene para que Amanda se siente y la empuja. ―doy una lamida a mi helado de cono y sonrío, sin decirle a Eric, me ha traído mi sabor favorito, frutilla. ―¿De verdad? ―Sí. Por lo que veo de ellos, me da la sensación de que no habrá problema alguno para nosotros, solo esperemos que lo tomen bien. ―Ya verás que sí. Debo confesarte algo. ―¿Qué es? ―A pesar de que nuestros hijos solo tienen tres años, son muy perspicaces. Ya he tenido algunas conversaciones de grandes con Sean. Hace no mucho tiempo, me notó un poco triste, porqu
Vamos camino a mi casa y debo decir que estoy totalmente agotada, física y psicológicamente. Fue un día con muchas emociones, tanto buenas como malas y a pesar que las alegrías fueron mayores, no puedo dejar de pensar en lo sucedido con John y el encuentro en el parque. Miro por un momento hacia atrás y los pequeños están dormidos, también fue una gran tarde para ellos. ―¿Cómo estás, Grace? ―consulta Eric preocupado. ―No puedo mentirte, encontrarnos con John fue lo peor que pudo pasarnos. Estoy segura que ahora querrá volver como si nada a la vida de mi hija y no puedo permitirlo. ―Te entiendo, es difícil y complicado lo que está sucediendo. ―Desearía no volver a verlo nunca más. ―Pongo mis manos sobre mi frente, dejando caer mi cabeza hacia atrás. ―Lamento decirte, pero es el padre de Amanda y eso no podrás cambiarlo. ―Lo sé y eso me pesará siempre. ―¿Qué deseas hacer? ―No lo sé. Ahora que apareció en cualquier momento se aparece por mi casa. Podríamos irnos, pero no quiero