Estoy sentada frente a mi computador. Ya llevo algunos capítulos escritos de mi nueva novela, pero justo hoy que tengo toda la noche por delante para escribir, me encuentro totalmente bloqueada.
Ya van al menos dos veces que me sucede en el último mes y me es totalmente inoportuno, ya que justo ahora estoy escribiendo una parte importante de la trama. Será imposible poder escribir algo, al menos por esta noche, así que mejor me pongo a hacer otra cosa.
Me levanto de mi escritorio y voy a la cocina por una copa de vino. Que es lo único que me relaja.
A veces quisiera ser alguna de las protagonistas de mis historias, chicas que lo tienen todo en la vida y no les falta nada. Algunas de ellas con buen empleo, otras, con un amor o incluso dos peleándose por ella... ¿Por qué mi vida no puede ser así? ¿Siempre tendré que plasmar en letras, lo que a mí me gustaría que me pasara?
Desde que el padre de mi hija Amanda, me dejó para irse con su amante, mi vida se ha puesto cuesta arriba. Aunque sé que problemas de dinero no tengo, aun así, él debiera hacerse presente y hasta el momento ni siquiera llama para saber de ella. Hace unas semanas, fue el tercer cumpleaños de mi princesa y John no vino ni llamó para saludarla. Fue la primera celebración de cumpleaños de Amanda, sin papá y para todos los invitados fue obvia su tristeza al no estar con él.
Todavía no entiendo qué gatilló a que John nos dejara, la única razón de peso que veo para que lo haga, es el gran culo que su "nueva chica" se gasta, es sólo una niña. Con suerte llega a los veinte años. Así que empleo no tiene y vive con su mamá, ya que su padre la abandonó por ser un maldito alcohólico. Sí, lo sé, muy patético saber de la vida de quién me quitó a mi marido. Pero estoy en mi derecho de saber por quién me dejó.
No me doy cuenta y ya me estoy sirviendo la última copa de vino de la botella. Sin quererlo me pongo a llorar de la angustia, por la vida que estoy llevando. Hace ocho meses mi vida cambió y no hay día que sienta, que al despertar mi mañana será igual de mala que la anterior. Mi pequeña Mandy es la única que logra que deje de pensar en mi sufrimiento.
Tocan el timbre y con mucha desgana, pero apurada para que Amanda no se despierte voy hacia la puerta de mi departamento.
«¿Quién viene a molestar a estas horas?»
—¡¿Cómo está mi escritora favorita?! —saluda mi hermana Caroline al entrar.
—Hola Caroline, estoy agobiada, ¿y tú?
—Te respondo sobre mí después. ¿Qué te sucedió?
—Nada grave. —Le respondo, mientras vamos a la cocina a buscar una copa extra y una nueva botella de vino—. Sólo que es la tercera noche en el mes que logró acostar temprano a Mandy y teniendo el tiempo a mi favor para escribir, me siento completamente bloqueada. —Nos dirigimos a la sala para conversar tranquilamente—. No he podido avanzar en el nuevo capítulo de la novela que escribo.
—¿Es la que deseas publicar en seis meses? —consulta mientras le sirvo vino en su copa.
—Sí, "Amanecer de otoño".
—Es un bello nombre. Bueno, al menos tienes algo de tiempo para escribirla.
—Lo sé, aun así, mi intención es hacer una buena historia. Mis seguidoras confían en mí.
—Eso es porque eres buena en lo que haces. Cambiando de tema ¿te parece si mañana vamos a bailar? Así te distraes, además de que hace mucho no salimos juntas. Solo será salida de chicas. Dejamos a las niñas con Mark, sabes que las adora. Amanda es su sobrina regalona.
—Es la única sobrina que tiene.
—Por lo mismo. Sabes que estará en buenas manos.
—No lo sé. Sabes que desde John se fue, no tengo ánimos de nada. —Doy un largo sorbo a mi copa, tratando de no pensar en nada, aunque sea por un instante.
—Vamos, Grace. Lamento decirlo, porque sé que aún lo quieres. Pero sabemos que el idiota, no volverá. En todo este tiempo no se ha comunicado contigo y la verdad dudo que lo haga.
Por más que lo deseo, sé que mi hermana tiene razón. Hasta hoy, John no ha dado ninguna señal de vida. Y aunque deseo que él vuelva, tengo claro que eso ya no sucederá. Así que, sin más, acepto la invitación de mi hermana.
—De acuerdo, Carol, me convenciste. Acepto salir a distraerme. Lo necesito.
—¡Qué bien, Grace! ¡No te arrepentirás! —Deja su copa y agarra la mía para dejarla sobre la mesa de centro y me abraza—. Yo arreglo todo, solo preocúpate de arreglarte y estar lista mañana a las ocho de la tarde.
—Está bien. Dejaré todo en tus manos.
Luego de acordar la salida de mañana, seguimos conversando por cerca de una hora, hasta que se hace muy tarde y mi hermana debe volver a su casa. De seguro, Mark ya se está preocupando porque Caroline todavía no llega.
Nos despedimos y mi hermana me recuerda que volverá mañana a buscarme a las ocho de la tarde. Nos damos un abrazo y finalmente se va. Por mi parte, voy a la habitación de Mandy y me aseguro de que esté bien tapada. Le doy un beso en la frente y me voy a mi habitación. Cada vez que vengo a dormir, la cama se me hace gigante, pero será mejor que me vaya acostumbrando.
*********
Un pequeño dolor de cabeza me acompaña, pero rápidamente lo quitan, los besos que me da mi pequeña.
—¡Hola, mami! —Saluda alegre.
—¡Hola, mi amor! ¿Cómo estás hoy?
—Bien, mami. Tengo hambre. —dice haciendo un puchero.
—¿Quieres tu yogurt con cereal? —responde afirmativamente de forma efusiva—. Entonces vamos.
Nos levantamos y mientras me pongo mi bata, mi princesa va corriendo hasta la cocina y se sienta en su silla, por lo que cuando llego ya me espera ansiosa por su desayuno favorito.
Se lo sirvo y ella comienza a comérselo feliz. La observo desayunar, y aunque no puedo evitar sentir pena por lo que sucedió con el abandono de John, será mejor que me olvide de él porque es claro su nulo interés por Mandy o por mí.
Luego de limpiarme un par de lágrimas que cayeron, respiro profundo y decido por fin, continuar con mi vida. Ya no importa si hay un hombre en ella o no. De hecho, es lo que menos quisiera por ahora.
—¡Terminé! —Exclama feliz mi niña.
—Qué bueno mi tesoro. Ahora ve a lavarte los dientes y luego a jugar con las muñecas, ¿de acuerdo?
—Sí, mami.
Le ayudo a bajarse para que vaya al baño, y cuando ya se va me dispongo a prepararme un café. Hambre no tengo, así que luego comeré algo más.
Veo de reojo hacia la sala y agradezco el que todo este ordenado. Odio esos días que se acumulan los juguetes de mi niña en la habitación. Suspiro agradeciendo el que ayer fuera el día de la limpieza. Detesto esos días en que todo se me acumula y aunque tenga a mi hija jugando en su habitación o viendo la televisión en la sala, tenga tanto que ordenar. Antes no era mayor problema porque nos repartíamos la tarea con John y todo era más llevadero.
«¿Cuántas veces más tengo que pensar en él? Es claro que no volverá.»
Vuelvo a lo mío, y termino de disfrutar mi café. Un sonido proveniente de mi celular, me indica que ha llegado un mensaje de W******p. Lo agarro y desbloqueo la pantalla para entrar en la aplicación.
«Ya tengo todo arreglado para la noche». Es mi hermana quién lo manda. Debe estar de buen ánimo para haber arreglado todo tan temprano.
«Buenos días para ti también». Le saludo con la intención de molestarla un poco.
«Disculpa, estoy emocionada por la noche. Buen día para ti también, hermana». Me saluda finalmente.
No quiero ni imaginar qué es lo que tiene preparado así que mejor no pregunto nada. Prefiero la sorpresa para la noche.
«Recuerda que te paso a buscar a las ocho. Ponte linda ;)»
Sin poder evitarlo, se me escapa una leve sonrisa. Me agrada cuando mi hermana hace de todo por animarme. Después de leer este mensaje, me dispongo a realizar lo que tengo pendiente. Para luego ponerme a escribir un rato, aprovechando que me llegan ideas para terminar el capítulo de mi novela.
Pasan las horas y luego de ver la hora en la pantalla de mi computador, me doy cuenta que son las seis de la tarde. Cuento con el tiempo justo para arreglarme, ya que además mi hermana es muy puntual, mucho más que yo así que más vale que me apresure.
Apago mi computadora y voy al baño a ducharme, mientras Amanda está mirando su película favorita, Frozen. Al salir me seco rápidamente y me pongo mi bata. Primero arreglaré a mi pequeña. Le encanta ir con su prima.
—¿Qué deseas ponerte hoy, mi amor? —Le encantó la idea de ir a quedarse con Hannah. Más que primas, se quieren como hermanas. Se adoran.
—No lo sé, mami.
—Te parece bien... esto de aquí. —Le muestro lo que tengo en mis manos.
—Mmm... ¡sí! —Exclama luego de fingir que piensa si le gusta o no.
—Entonces vamos a arreglarte.
Por suerte no demoramos nada. Le pido se quede tranquila mirando sus caricaturas, para que ahora sea yo quien se arregle.
Una vez en mi dormitorio, chequeo en mi armario mi ropa y finalmente elijo un vestido corto de color esmeralda con escote en "V" no tan pronunciado. Este es uno de mis vestidos favoritos, solo lo he usado un par de veces. Busco mis zapatos negros de tacón. Completo la vestimenta con un maquillaje ad hoc.
Mi hija llega de pronto a mi dormitorio.
—Mami, hermosa.
—Gracias, amor.
Se acerca a mí mientras termino de maquillarme y me da un abrazo.
—Todavía tenemos tiempo antes de que nos venga a buscar tu tía Caroline. ¿Qué quieres hacer?
—¡Muñecas! —exclama entusiasmada. Mi peque adora jugar con sus muñequitas.
—De acuerdo.
Me agarra la mano y me lleva muy rápido a su habitación. Se dirige directo a la casita de éstas. Este es uno de los últimos regalos que le dio su padre antes de partir para siempre. Doy un suspiro de resignación, pero me dispongo a jugar antes de que llegue mi hermana. Mi niña ya elige con cuál jugará cada una, por lo tanto, me entrega la que me toca. Cada vez que veo esta muñeca, me río. Es muy parecida a mí, al menos eso piensa Mandy.
Sin darme cuenta pasa muy rápido el tiempo, solo me percato de esto cuando es mi teléfono el que suena por una llamada de Caroline.
—¿Están listas?
—Sí, hermana, danos un minuto, ya bajamos. —Veo por la ventana mientras le contesto. Le hago señas para que nos espere. La veo resoplar mientras sube al auto.
—¿Vamos, amor? La tía Carol nos está esperando en el auto.
—¡Sí, sí, sí! —Mandy va por la mochila que ya le tenía arreglada para hoy y va a la sala. Mientras me dirijo a mi habitación a buscar el bolso que usaré esta noche.
Me doy una última mirada en el espejo de cuerpo entero y estoy conforme con mi resultado. No soy de arreglarme mucho, pero esta noche vale la pena hacerlo. Agarro una chaqueta negra de cuero, y me vuelvo a mirar al espejo tirándole un beso a mi reflejo. Esta noche será un nuevo comienzo en mi vida. Lo decreto.
¡Oh, por Dios! No sé qué tanto tomé anoche que no recuerdo para nada, qué habré hecho. Solo sé que estoy en la habitación de invitados de la casa de mi hermana. De seguro tomé tanto que quiso asegurarse por mi bienestar y prefirió que me quede aquí. Veo mi reloj y ¡no lo creo! Son las tres de la tarde. Me levanto rápido y voy a la habitación de las niñas para ver cómo está mi pequeña. De camino debo desviarme al baño porque algo desea salir por mi boca y necesita salir ya. Es tanto mi alboroto que Caroline llega rápidamente para ver cómo me encuentro. —¿Todo bien? —Ante su pregunta solo puedo mirarla con expresión de hastío a la vez que algo nuevo sale por mi boca. —Ahora creo que sí. —Le respondo luego de levantarme y limpiar mi cara—. Iba de camino a ver a Mandy. —Tranquila, ella está bien. Mark llevó a las niñas al parque luego del almuerzo—. Me dice de camino a mi habitación de regreso. Nos sentamos sobre la cama. —Qué alivio. No puedo creer que haya tomado tanto como
¡¿Qué?! De la impresión me caigo del sillón —estaba sentada sobre el brazo del mueble— y suelto el teléfono como si hubiese visto un fantasma. —¿Estás bien, Grace? —S-sí, Mark, gracias. Hermana, ¿podemos hablar un momento? —Sí. claro. Vamos a la cocina. Tomo mi celular y me levanto, siguiendo a mi hermana. —¿Qué fue lo que pasó allá? —Recibí un mensaje de un número desconocido. —¿Y eso qué? A todos nos pasa de vez en cuando. —¿Un mensaje como éste? No lo creo, Grace. —Le entrego el celular a mi hermana y su reacción es de risa—. ¿Por qué la risa? —No estoy entendiendo nada. —Esperaba demoraran en llegarte estos mensajes, pero al parecer me equivoqué. —dice elevando los hombros como si no fuera la gran cosa. —¿Mensajes? —Interrogo incrédula. —Pues sí, Grace. Le diste tu número al menos a cinco chicos. —¿Qué? ¿Y por qué no lo evitaste? —Lo intenté cada vez que lo hacías, pero cuando veías que me acercaba solo me ponías mala cara como si fueras a comerme. —Oh
—¿Perdón? —Le digo sin entender nada. —Tú y yo... El bar... Baile sensual... Me diste tu número. Estaba por llamarte, pero ya veo que no es necesario ya que ahora sé dónde vives. Estoy en shock y no logro decir nada. Mi hermana me ayuda sacándome al chico de encima y recibiendo la pizza. Cierra rápidamente la puerta para que no vuelva a decir más. —Vaya, cuñadita. Era verdad. Ya son tres, quizás cuántos más faltan por aparecer. —Se burla. —¡Eres un idiota, Mark! ¿Lo sabías? —La verdad, sí. Tu hermana me lo dice muchas veces. —¡Oye! —Reclama Carol ante sus dichos. —Bueno, bueno. Habrá que ver cómo ayudarte para salir de este lío. —Será difícil si sabemos que no puedo recordar absolutamente nada. —digo colocando mis manos en ambos lados de la cabeza, en señal de desesperación. —Algo se nos ocurrirá. Mientras tanto, será mejor que nos comamos la pizza o se nos enfriará. Mark se dirige al refrigerador por unas cervezas, mi hermana lleva la pizza al comedor y yo busco
Me despierto mucho más relajada. Hablar con Carol y Mark, me ayudó bastante a sentirme más tranquila, sin tener que preocuparme por el que dirán. Además, que conversar con este chico me animó bastante. Ahora siento que tengo la esperanza de poder volver a creer en algo. Tampoco hablo que me case ni nada, pero sin duda podría volver a confiar en alguien. Claramente mi ex, ya no volverá. Solo espero que la pequeña tormenta en mi cabeza se disipe pronto. A pesar de que trasnoché un poco, no tengo problema con despertarme temprano. Con todo lo que dormí después de nuestra salida, creo que ya es más que suficiente. Estiro mis brazos y me levanto. Lo primero que hago como siempre, es ir a ver a mi pequeña a su habitación, duerme plácidamente, por lo que prefiero no despertarla aún. Es domingo y tenemos todo el día para disfrutarlo en familia como tanto nos gusta. Vuelvo a mi habitación por algo de ropa y me dirijo al baño para una rápida ducha. Estoy de suerte, al parecer no hay na
Luego de un gran fin de semana en familia, es hora de volver a la realidad, por lo que ya estoy preparando a mi princesa para llevarla al jardín. Está contenta porque le encanta ir y jugar con sus amiguitos. Estoy tranquila porque sé que dentro de nuestra actual situación no se ha visto afectada en la escuela, ni con el aprendizaje ni con sus compañeritos, es un real alivio, porque era algo que me tenía muy preocupada cuando todo sucedió. Miro la hora y se me está haciendo tarde, así que me apresuro. Mientras Mandy trae su chaqueta reviso que tenga todo lo necesario en mi cartera. No me falta nada. Le pongo la prenda a mi niña y salimos. El trayecto al jardín es relativamente corto, además de que queda bastante cerca, por lo que no necesito usar la locomoción para llegar y podemos ir caminando. Al llegar, la primera persona que mi niña ve, es a la profesora Amanda, —según ella su favorita—, así que suelta mi mano y corre a saludarla con un fuerte abrazo. Como siempre hacemos,
Los días pasan y en todos, los encuentros con Eric fueron inevitables. Cada día que pasa, me siento más atraída hacia su sonrisa, es innegable, me siento bien cuando conversamos y compartimos un momento, aunque solo hayan sido unos minutos, pero su compañía es más agradable de lo que me gustaría reconocer. Por otra parte, las conversaciones con Arthur, han seguido siendo nocturnas, lo que por una parte me gusta porque tengo la privacidad que necesito y por otra, lo detesto, porque varias veces me ha pasado que cuando estamos charlando me llegan ideas para mi novela y necesito escribirlas lo más pronto posible. Mi hermana, me ha llamado al menos dos veces para saber cómo estoy y si he podido recordar algo más sobre la noche de la fiesta, le contesto que no, lo que es verdad, mas no he querido contarle es de Eric. No sé si es miedo o vergüenza, pero después de lo vivido estos días, siento que necesito algo de privacidad en mis cosas, no es fácil volver a “reinventarse” después de lo
El trayecto a mi departamento se hace más corto de lo pensado, es como si ambos tuviéramos apuro de llegar. Miro de reojo a Eric mientras conduce y lo noto tan nervioso como yo. Estamos por llegar y me estoy sintiendo como toda una quinceañera cuando se enamora por primera vez. Tengo un cumulo de sensaciones que no logro definirlas con claridad. Eso sin contar que, además, tengo un poco de alcohol en la cabeza. Solo espero no volver a comportarme como lo hice aquella noche. ―Dobla a la derecha y en la tercera casa. ―De acuerdo. ―Hace lo que le digo y estaciona frente a mi hogar. Se baja del auto y lo rodea abriendo mi puerta. ―Gracias. ―digo y le doy un beso en la mejilla. ―Si para recibir otro beso debo cargarte cual damisela, lo hago feliz. ―comenta riendo y me río también ante su comentario. ―Ya veremos. ―agrego coqueta. Caminamos hasta la entrada y nos detenemos frente a la puerta mientras busco la llave. Justo ahora es cuando detesto traer tantas cosas en la cartera
Mis ojos se abren poco a poco y la luz de la mañana me llega de golpe, al mismo tiempo que el olor a café recién hecho. Miro a mi alrededor y el otro lado de la cama está completamente desordenado y vacío. Sonrío al rememorar lo sucedido anoche, todo se sintió perfecto, como si lo que ocurrió fuese lo correcto. Me levanto arropada con la sábana y me dirijo al closet para buscar una polera ancha, me la pongo y dejo caer la tela al suelo. Saco una pantaleta del cajón de la cómoda y me la pongo. Ahora es el turno del olor a pan recién tostado el que se hace presente, por lo que me dirijo a la cocina para chequear a mi cita. ―Buenos días. ―saludo al llegar. ―Buenos días, hermosa. ―me da un beso en los labios―. ¿Cómo dormiste? ―Perfectamente. ―contesto coqueta―. ¿Y a qué debo este honor? ―Discúlpame por invadir tu casa, pero quería darte una sorpresa. ―comenta sonriendo, con esa mirada que me encanta. ―Descuida, me encanta. ¿Te ayudo en algo? ―Solo a poner la mesa, ¿te pare