Volver a amar
Volver a amar
Por: Javiera Bielefeldt
Capítulo 1

Estoy sentada frente a mi computador. Ya llevo algunos capítulos escritos de mi nueva novela, pero justo hoy que tengo toda la noche por delante para escribir, me encuentro totalmente bloqueada. 

Ya van al menos dos veces que me sucede en el último mes y me es totalmente inoportuno, ya que justo ahora estoy escribiendo una parte importante de la trama. Será imposible poder escribir algo, al menos por esta noche, así que mejor me pongo a hacer otra cosa. 

Me levanto de mi escritorio y voy a la cocina por una copa de vino. Que es lo único que me relaja.

A veces quisiera ser alguna de las protagonistas de mis historias, chicas que lo tienen todo en la vida y no les falta nada. Algunas de ellas con buen empleo, otras, con un amor o incluso dos peleándose por ella... ¿Por qué mi vida no puede ser así? ¿Siempre tendré que plasmar en letras, lo que a mí me gustaría que me pasara?

Desde que el padre de mi hija Amanda, me dejó para irse con su amante, mi vida se ha puesto cuesta arriba. Aunque sé que problemas de dinero no tengo, aun así, él debiera hacerse presente y hasta el momento ni siquiera llama para saber de ella. Hace unas semanas, fue el tercer cumpleaños de mi princesa y John no vino ni llamó para saludarla. Fue la primera celebración de cumpleaños de Amanda, sin papá y para todos los invitados fue obvia su tristeza al no estar con él.

Todavía no entiendo qué gatilló a que John nos dejara, la única razón de peso que veo para que lo haga, es el gran culo que su "nueva chica" se gasta, es sólo una niña. Con suerte llega a los veinte años. Así que empleo no tiene y vive con su mamá, ya que su padre la abandonó por ser un maldito alcohólico. Sí, lo sé, muy patético saber de la vida de quién me quitó a mi marido. Pero estoy en mi derecho de saber por quién me dejó.

No me doy cuenta y ya me estoy sirviendo la última copa de vino de la botella. Sin quererlo me pongo a llorar de la angustia, por la vida que estoy llevando. Hace ocho meses mi vida cambió y no hay día que sienta, que al despertar mi mañana será igual de mala que la anterior. Mi pequeña Mandy es la única que logra que deje de pensar en mi sufrimiento. 

Tocan el timbre y con mucha desgana, pero apurada para que Amanda no se despierte voy hacia la puerta de mi departamento.

«¿Quién viene a molestar a estas horas?»

—¡¿Cómo está mi escritora favorita?! —saluda mi hermana Caroline al entrar.

—Hola Caroline, estoy agobiada, ¿y tú? 

—Te respondo sobre mí después. ¿Qué te sucedió? 

—Nada grave. —Le respondo, mientras vamos a la cocina a buscar una copa extra y una nueva botella de vino—. Sólo que es la tercera noche en el mes que logró acostar temprano a Mandy y teniendo el tiempo a mi favor para escribir, me siento completamente bloqueada. —Nos dirigimos a la sala para conversar tranquilamente—. No he podido avanzar en el nuevo capítulo de la novela que escribo.

—¿Es la que deseas publicar en seis meses? —consulta mientras le sirvo vino en su copa.

—Sí, "Amanecer de otoño". 

—Es un bello nombre. Bueno, al menos tienes algo de tiempo para escribirla. 

—Lo sé, aun así, mi intención es hacer una buena historia. Mis seguidoras confían en mí.

—Eso es porque eres buena en lo que haces. Cambiando de tema ¿te parece si mañana vamos a bailar? Así te distraes, además de que hace mucho no salimos juntas. Solo será salida de chicas. Dejamos a las niñas con Mark, sabes que las adora. Amanda es su sobrina regalona.

—Es la única sobrina que tiene.

—Por lo mismo. Sabes que estará en buenas manos.

—No lo sé. Sabes que desde John se fue, no tengo ánimos de nada. —Doy un largo sorbo a mi copa, tratando de no pensar en nada, aunque sea por un instante.

—Vamos, Grace. Lamento decirlo, porque sé que aún lo quieres. Pero sabemos que el idiota, no volverá. En todo este tiempo no se ha comunicado contigo y la verdad dudo que lo haga.

Por más que lo deseo, sé que mi hermana tiene razón. Hasta hoy, John no ha dado ninguna señal de vida. Y aunque deseo que él vuelva, tengo claro que eso ya no sucederá. Así que, sin más, acepto la invitación de mi hermana.

—De acuerdo, Carol, me convenciste. Acepto salir a distraerme. Lo necesito.

—¡Qué bien, Grace! ¡No te arrepentirás! —Deja su copa y agarra la mía para dejarla sobre la mesa de centro y me abraza—. Yo arreglo todo, solo preocúpate de arreglarte y estar lista mañana a las ocho de la tarde.

—Está bien. Dejaré todo en tus manos. 

Luego de acordar la salida de mañana, seguimos conversando por cerca de una hora, hasta que se hace muy tarde y mi hermana debe volver a su casa. De seguro, Mark ya se está preocupando porque Caroline todavía no llega.

Nos despedimos y mi hermana me recuerda que volverá mañana a buscarme a las ocho de la tarde. Nos damos un abrazo y finalmente se va. Por mi parte, voy a la habitación de Mandy y me aseguro de que esté bien tapada. Le doy un beso en la frente y me voy a mi habitación. Cada vez que vengo a dormir, la cama se me hace gigante, pero será mejor que me vaya acostumbrando.

*********

Un pequeño dolor de cabeza me acompaña, pero rápidamente lo quitan, los besos que me da mi pequeña.

—¡Hola, mami! —Saluda alegre.

—¡Hola, mi amor! ¿Cómo estás hoy?

—Bien, mami. Tengo hambre. —dice haciendo un puchero.

—¿Quieres tu yogurt con cereal? —responde afirmativamente de forma efusiva—. Entonces vamos.

Nos levantamos y mientras me pongo mi bata, mi princesa va corriendo hasta la cocina y se sienta en su silla, por lo que cuando llego ya me espera ansiosa por su desayuno favorito.

Se lo sirvo y ella comienza a comérselo feliz. La observo desayunar, y aunque no puedo evitar sentir pena por lo que sucedió con el abandono de John, será mejor que me olvide de él porque es claro su nulo interés por Mandy o por mí. 

Luego de limpiarme un par de lágrimas que cayeron, respiro profundo y decido por fin, continuar con mi vida. Ya no importa si hay un hombre en ella o no. De hecho, es lo que menos quisiera por ahora.

—¡Terminé! —Exclama feliz mi niña.

—Qué bueno mi tesoro. Ahora ve a lavarte los dientes y luego a jugar con las muñecas, ¿de acuerdo?

—Sí, mami. 

Le ayudo a bajarse para que vaya al baño, y cuando ya se va me dispongo a prepararme un café. Hambre no tengo, así que luego comeré algo más.

Veo de reojo hacia la sala y agradezco el que todo este ordenado. Odio esos días que se acumulan los juguetes de mi niña en la habitación. Suspiro agradeciendo el que ayer fuera el día de la limpieza. Detesto esos días en que todo se me acumula y aunque tenga a mi hija jugando en su habitación o viendo la televisión en la sala, tenga tanto que ordenar. Antes no era mayor problema porque nos repartíamos la tarea con John y todo era más llevadero.

«¿Cuántas veces más tengo que pensar en él? Es claro que no volverá.»

Vuelvo a lo mío, y termino de disfrutar mi café. Un sonido proveniente de mi celular, me indica que ha llegado un mensaje de W******p. Lo agarro y desbloqueo la pantalla para entrar en la aplicación.

«Ya tengo todo arreglado para la noche». Es mi hermana quién lo manda. Debe estar de buen ánimo para haber arreglado todo tan temprano.

«Buenos días para ti también». Le saludo con la intención de molestarla un poco.

«Disculpa, estoy emocionada por la noche. Buen día para ti también, hermana». Me saluda finalmente.

No quiero ni imaginar qué es lo que tiene preparado así que mejor no pregunto nada. Prefiero la sorpresa para la noche.

«Recuerda que te paso a buscar a las ocho. Ponte linda ;)»

Sin poder evitarlo, se me escapa una leve sonrisa. Me agrada cuando mi hermana hace de todo por animarme. Después de leer este mensaje, me dispongo a realizar lo que tengo pendiente. Para luego ponerme a escribir un rato, aprovechando que me llegan ideas para terminar el capítulo de mi novela.

Pasan las horas y luego de ver la hora en la pantalla de mi computador, me doy cuenta que son las seis de la tarde. Cuento con el tiempo justo para arreglarme, ya que además mi hermana es muy puntual, mucho más que yo así que más vale que me apresure.

Apago mi computadora y voy al baño a ducharme, mientras Amanda está mirando su película favorita, Frozen. Al salir me seco rápidamente y me pongo mi bata. Primero arreglaré a mi pequeña. Le encanta ir con su prima. 

—¿Qué deseas ponerte hoy, mi amor? —Le encantó la idea de ir a quedarse con Hannah. Más que primas, se quieren como hermanas. Se adoran.

—No lo sé, mami. 

—Te parece bien... esto de aquí. —Le muestro lo que tengo en mis manos.

—Mmm... ¡sí! —Exclama luego de fingir que piensa si le gusta o no. 

—Entonces vamos a arreglarte.

Por suerte no demoramos nada. Le pido se quede tranquila mirando sus caricaturas, para que ahora sea yo quien se arregle.

Una vez en mi dormitorio, chequeo en mi armario mi ropa y finalmente elijo un vestido corto de color esmeralda con escote en "V" no tan pronunciado. Este es uno de mis vestidos favoritos, solo lo he usado un par de veces. Busco mis zapatos negros de tacón. Completo la vestimenta con un maquillaje ad hoc.

Mi hija llega de pronto a mi dormitorio.

—Mami, hermosa.

—Gracias, amor.

Se acerca a mí mientras termino de maquillarme y me da un abrazo.

—Todavía tenemos tiempo antes de que nos venga a buscar tu tía Caroline. ¿Qué quieres hacer?

—¡Muñecas! —exclama entusiasmada. Mi peque adora jugar con sus muñequitas.

—De acuerdo. 

Me agarra la mano y me lleva muy rápido a su habitación. Se dirige directo a la casita de éstas. Este es uno de los últimos regalos que le dio su padre antes de partir para siempre. Doy un suspiro de resignación, pero me dispongo a jugar antes de que llegue mi hermana. Mi niña ya elige con cuál jugará cada una, por lo tanto, me entrega la que me toca. Cada vez que veo esta muñeca, me río. Es muy parecida a mí, al menos eso piensa Mandy.

Sin darme cuenta pasa muy rápido el tiempo, solo me percato de esto cuando es mi teléfono el que suena por una llamada de Caroline.

—¿Están listas?

—Sí, hermana, danos un minuto, ya bajamos. —Veo por la ventana mientras le contesto. Le hago señas para que nos espere. La veo resoplar mientras sube al auto.

—¿Vamos, amor? La tía Carol nos está esperando en el auto.

—¡Sí, sí, sí! —Mandy va por la mochila que ya le tenía arreglada para hoy y va a la sala. Mientras me dirijo a mi habitación a buscar el bolso que usaré esta noche.

Me doy una última mirada en el espejo de cuerpo entero y estoy conforme con mi resultado. No soy de arreglarme mucho, pero esta noche vale la pena hacerlo. Agarro una chaqueta negra de cuero, y me vuelvo a mirar al espejo tirándole un beso a mi reflejo. Esta noche será un nuevo comienzo en mi vida. Lo decreto.

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