La puerta se abrió de a poquito y la tía Melina asomó la cabeza, ¡ah, mis salvación!
-T&ia
Hace tiempo, años atrás, vivía yo en un hogar maravilloso, mis padres se amaban y a cada instante se lo demostraban. Despertarme e irme a dormir eran para mí un dulce momento, vivía en el Edén, no faltaba nada hasta que todo faltó, desde el amor de mamá hasta el calor de mi hogar. Me vi obligada a tocar tierra y conocer entre los humanos ángeles y demonios que formaron mi carácter, momentos que me hicieron llegar al cielo y, luego, como si nada, encontrarme perdida en medio de mis decisiones, mirándome reflejada en el espejo llena de errores, olvidando mi ruta, esa que mamá surcó para mí y que detrás siguieran mis hermanos. Decidí entonces, reconociéndome, que ya no más, que me levantaría y lograría reivindicarme, ser la María Victoria que quiero ser, amar y esperar ser amada, aunque con eso cada quien pague por sus culpas.<
Llevaba esperando más de tres horas a Hernán Bellorín, le presté mi auto para que fuera y viniera a San José y eso sucedió a las nueve de la mañana, que yo supiera, los arreglos en la carretera de tierra no duraban hasta tarde, ¿qué lo podía haber retenido? iban a dar las siete y quince de la noche, veía el reloj cada cierto tiempo, o cada cinco minutos para ser sincero. Las enfermeras de guardia se extrañaban de verme todavía en la clínica, ahora que era yo el director, a las tres ya estaba listo para partir, claro no a casa, al hospital general a ver algún caso de niños, algo que sonara extraño.Lo cierto era que desde las tres y treinta iba yo de mi oficina a la ventana donde Hernán, el abogado que le había conseguido a María Victoria debía estacionar mi carro. El día que fui al bufete de abogados para buscar a Gary, idea
Después de enterarme que Nilvia y papá se querían, algo en mí cambió por completo. Emanuel siempre quiso que eso fuese así, de niño empujaba a papá a que la notara y veía en ella a la mamá que habíamos perdido. Yo siempre estuve más renuente, al principio porque pensaba que ella le robaría el amor a mamá pero con el tiempo vi que eso nunca ocurriría, papá adoraba a mi madre y su recuerdo, pero Nilvia estaba viva y ella no. Por las mañanas arreglaba el jardín, estaba un poco descuidado, de hecho busqué a alguien que lo mantuviera cuando yo no estuviese. Me iba a la playa y caminaba por largo rato, a veces sola, pero la mayoría de las veces con Emanuel, juntos hacíamos ejercicio, el doctor Caster nos había recomendado algunos, aunque mi hermano estaba totalmente restablecido, a veces se despertaba entumecido, en mi caso era el hombro
Desde que tuviera esa tarjeta en la mano mi espíritu no tenía calma. Empeñarse en ir era una locura, pero si yo me empeñaba en que no sería mucho peor.Hasta donde sabía Lucy no estaba enterada de los problemas entre María Victoria y Gary y ese día sabría que se divorciarían. Siempre le cayó mal la chica, quizás se me notaba mucho el interés por ella, siempre trataba de menospreciarla, se inventaba detalles de su físico o su vestimenta que estaban fuera de lugar, pero yo no me molestaba en aclarar nada.El jueves vi partir a Mira y a Samuel, llevaban equipaje como para un año y se veían muy felices, yo no tenía por qué estar triste pero lo que si estaba era muy nervioso, más desde que notara esa mirada en Hernán.El día sábado Lucy me despertó muy temprano, estaba inquieta, excitada por el viaje, hab&iac
Teníamos en la mano unas cintas para escoger cuando llegó Mira acompañada de Samuel, dos maleticas y una enorme sonrisa. No solo yo, Nilvia también se sintió muy feliz, era como ver llegar a un hada protectora.Samuel se ocupó con los hombres del trabajo pesado y nosotras luego acompañadas por Rosita, Silvana y la señora Leticia pasamos las horas decorando y organizando el festejo. Nilvia era una mujer de gustos refinados y asertivos, casi siempre estábamos de acuerdo y por demás agradadas. Su felicidad era evidente y la de mi padre también, pero para quien esto era un sueño hecho realidad, era Emanuel, la cargaba, la besaba y ella se dejaba querer cual mamá consentida.El día viernes el doctor Caster se autonombró nuestro catador y dio el visto bueno a todos los bocados exigiendo a veces corroborar con una segunda probada.Supe que el viernes por la noche ll
-¡Esto es ridículo! ¡Ridículo!Gritaba Lucy en la habitación de la posada, no había gran diferencia, luego de ¡adiós a los novios! Y el ramo que atrapó Silvana, Lucy fue directo a nuestro auto, ni siquiera se despidió de su padre y a mí no me quedó de otra si no seguirla, dijo lo mismo todo el viaje en el auto y después de bajar y al subir y ahora que estábamos encerrados en la habitación caminaba furiosa despojándose de zapatos, aretes y hasta del vestido.-¿Qué es lo que te parece tan ridículo?-le pregunté quitándome la chaqueta azul.-Todo de esa niña. Que ahora sea la dueña y señora de todo.-No es la dueña y señora, simplemente tiene parte en los negocios.-Parte, parte muy grande, la invitarán a nuestras reuniones, la veremos en la prensa.-Por favor de
Durante mi trayecto a la clínica me sentía muy segura, había decidido no dar más larga al asunto de tomar mi futuro por los cuernos.Antonio nos llevó a Mira, Samuel y a mí a la ciudad y me esperaría en la tarde para llevarme. Mira me había dicho que él llegaba temprano al trabajo, así que llevaba poco más de hora esperando. Cuando entró buscó de inmediato mi rostro, sus ojos estaban acuosos, entró y cerró.-María Victoria.-Saludó y sonrió como tenía tiempo que no lo veía.-Doctor.-Lo saludé y asentí, me recorrió completa, yo había elegido un pantalón negro de talle alto a la rodilla con una blusa blanca al cuerpo sin mangas y zapatillas negras muy cómodas.-Llega tarde.-Trate de sonar seria y segura, me había hecho una cola alta para no caer en el juego de los nervios y el cab
Al salir del restaurante la guié por el codo, tenía tanto encanto, tanto cuando era soberbia como cuando era sumisa. Bajaba la mirada y sus pestañas coqueteaban conmigo, si jugaba, me encantaba, el tiempo que comió y bebió ya no estando molesta sus labios parecían motas regordetas que se ocultaban en sus mejillas sonrojadas. Mi cuerpo se deleitaba ante ella, sin contar que mi espíritu ya no deseaba oponerse. La blusa blanca entallaba su abdomen y así subía a sus senos, los cuales recordaba muy bien, el pantalón negro no disimulaba el desarrollo de sus caderas, el vientre plano y las nalgas pomposas y justas para sus piernas largas. No le pregunté cuál era su color preferido, ni su día favorito, ni si floral o bouquet, me bastaba ver ese interesante resplandor en sus ojos cuando comenzaba algún tema que le interesaba, los cuales sorprendentemente también me interesaban a mí