Narra Dante
Aun no puedo creer que me haya metido con esa… ¡Dios! Pero ¿En qué momento se me ocurrió toda esa locura? Debí dejar que pagara su crimen en prisión. Sin embargo, hice la promesa de hacer de su vida un infierno, por haberle quitado la vida a la mujer que amaba.
Aun me sigo preguntando ¿Cómo es que terminamos juntos y sin nada de ropa en ese cuarto de hotel? Según fui yo quien quería verla, no le creía, hasta que vi mi movil y confirmé que era verdad. Sigo sin entender cómo pude hacer eso. Se supone que la odio.
Y sin contar que era virgen, digo había una mancha de sangre en la sábana.
—¡Demonios! —Digo con odio y tirando un vaso con algo de líquido aun, al suelo.
—¿Qué ocurre? —Dice Pamela, mi hermana, entrando a mi despacho en mi casa.
—Nada. —A nadie le tengo que dar explicación alguna. Esto lo tengo que resolver yo solo.
—¿No confías en mí? —Me dice un poco decepcionada.
Pareciera que leyera mi mente, mas no se lo haré saber.
—Ya te lo dije, no es de tu incumbencia. Así que déjame solo. —Le digo con frialdad y ella bufa y toma asiento frente a mí.
—Que mal genio el tuyo ¿Para qué te casaste? —Denme paciencia.
—¿Qué quieres? — Digo mientras pongo mis dedos en el puente de mi nariz para calmarme y no explotar.
—¿Se puede saber por qué no has traído a tu esposa a la casa? —Tiene que ser una broma.
—Porque no quiero. Así de simple. —Digo seriamente.
—En verdad que no te entiendo.
—Y es mejor que sea así. Además, no es tu problema. —Digo ignorando su mirada acusadora.
—¡Por Dios! Claro que es mi problema. Sabes que puedes contar conmigo. —Dice muy dolida y sale del despacho cerrando la puerta de un portazo.
Tomo otro vaso y me sirvo más de ese líquido ámbar.
Y para colmo, tengo al molesto de mi amigo, Julián, que no deja de insistir que me traigo con Karen, y eso es algo que no le debe de importar si ando con ella o no. O si le soy o no a esa mujer.
…
A la mañana siguiente…
Llego a la empresa y Karen me dice que ya me tiene mi café y me va diciendo mi agenda del día de hoy. La miro de reojo y es una mujer hermosa sin duda, sin embargo, no puedo tener nada con ella, simplemente por el hecho que era la mejor amiga de Marce.
—¡Dios!
Mi hermosa Marcela, tan sólo de recordar lo que soñábamos juntos, casarnos y tener hijos. Algo que no pienso tener con esa mujer con quien me he casado.
¿Tanto la odiaba como para quitarle la vida? Si estaba “enamorada” de mí ¿Por qué no me lo dijo? Quizás…
¡No! Por algo no se atrevió a decírmelo de ser el caso…
¿Por qué pienso en esas estupideces?
Digo Romina es bella, creo que hasta un poco mas que Marce, sólo que por algo me fije en su hermana y no en ella.
Tan solamente de imaginar de lo que fue capaz de hacer para tenerme a su lado.
Tocan a la puerta haciendo que salga de mis pensamientos.
—Adelante. — Digo tratando de concentrarme en mi trabajo.
Se abre la puerta y es…
—Casandra ¿Qué haces aquí? —Digo con evidente molestia.
Lo que menos quiero es tener tratos con ella. Sólo con su esposo, quien, por cierto, ha estado ausente.
—¿Así recibes a tu suegra? —Dice con fingida tristeza. ¿Es enserio?
—¿Qué quieres? —Ya me tiene cansado esta mujer y no sé qué pretenda. Nunca he confiado en ella. Así que voy directo con ella.
Bufa con fastidio y quisiera pedirle que se vaya.
—Pensé que te alegraría verme, pero veo que no. Bien, vine porque la fastidiosa de Romina me pidió volver a trabajar. —Tiene que ser una broma, y de mal gusto.
—Acaso ¿está loca? —Digo y ella alza los hombros restándole importancia.
—Yo pienso que si lo está. —Se ve que esta mujer le tiene un odio a su propia hija y no la culpo, digo ¿Quién no?
—Se lo daré, pero desde el departamento, no la quiero en esta empresa. —De hacerlo no sé de lo que sería capaz de hacerle.
Parece conforme con mi decisión y sale de la oficina.
Y puedo soltar todo el aire que estaba conteniendo.
Después de algunas horas de trabajo, salgo a un almuerzo de negocios, Julián y Karen me acompañan.
—Buenas tardes. —Saludo con educación a los posibles inversionistas.
Ellos también saludan y tomamos asiento.
—Señor Del Río. ¿no lo acompaña su esposa? —Saben que me casé, pero no con quien y es mejor así.
—No, ella ha estado ocupada con otros asuntos. —Miento.
—Entiendo. —¿Está decepcionado? ¿Por qué?
—Bien, comencemos. —Digo porque no quiero dar explicaciones de mi vida y menos de esa mujer.
Veo sus propuestas y realmente me gustan, así que se los hago saber y Jean Carlo sonríe satisfecho, firmamos y estrechamos las manos.
—Hay que celebrar esta nueva unión. Así que este sábado habrá una fiesta en mi casa y espero verlo con su mujer. —¿Qué? Lo que menos quiero es verla y estar juntos. Odio a Romina y más cuando me enredó para acostarnos. Algo que no recuerdo.
—Ahí estaremos. —Es mejor que la lleve. No tengo mas opción.
Narra Romina—¡Marcela! —Escucho un grito a lo lejos, mis ojos están cerrados y siento que pesan demasiado, al igual que mi cuerpo. —¡Romina! ¡Despierta! —Esa voz, es de mamá. Pero se escucha entre una mezcla de odio y desesperación.Empiezo a moverme y, al abrir los ojos, veo un c****o en mi mano derecha. ¿Qué hago con eso? Me siento mareada.Levanto mi vista y ¡No puedo creerlo! Es mi hermana menor, Marcela, quien se encuentra en el suelo en un charco de sangre.Debe ser una pesadilla, sin embargo, siento una fuerte cachetada que me hace reaccionar y me doy cuenta de que no es así.—¿Ma… Ma… Marcela…? — Digo tartamudeando por la escena tan espantosa frente a mis ojos.—¿Qué le has hecho a tu hermana? —Volteo a todos lados y no recuerdo nada, sólo que ella me había pedido venir a verla para ver lo de su vestido para su boda con el amor de mi vida, Dante Ríos.Si, él es el amor de mi vida y Marcela lo sabía, supuestamente me ayudaría a conquistarlo. Que ciega fui al creerle. La odie
Narra RominaRegresamos a casa después de la sepultura de mi hermana, papá tomó sus cosas y se fue de viaje de negocios, no quiere estar en una casa en donde no se encuentra su hijita pequeña.A mamá no le importa, mejor para ella, así podrá estar con su amante quien sabe dónde, siempre es lo mismo. En ocasiones llega muy tarde y ebria. A veces sola o acompañada.Subo a mi habitación para tomar mis cosas, ya no quiero estar aquí tampoco, hablé con Daniel y dijo que me daría posada mientras buscaba un lugar y claro, hasta antes de casarme con el hombre que me odia.Ya se fijó fecha para dentro de un mes.No sé si quiera hacerlo, pero es eso o la prisión y no quiero que mi bebito pase por ese infierno. Aun nadie lo sabe y si Dante se entera, sé que me lo quitará también y no dejará que lo vea.—¡Tú! ¿A dónde crees que vas? —Y ahí está la borracha.—¿No es obvio? —Digo y me voltea para darme una fuerte cachetada que me manda al suelo.—¡No vas a ir a ninguna parte! No vas a huir de tu re
Narra RominaHoy ha llegado el dia de mi boda y podría decir que estoy feliz por casarme con el hombre que he amado desde que lo conocí. Mas no es así, es todo lo contrario, tal vez sea porque me odia y culpa por haberle quitado a la mujer que él aun ama.También se suponía que papá estaría aquí para entregarme, pero como no es la boda de su princesa, no tenía caso estar. Sólo está mamá y su novio. ¡Vaya! Sin dejar de mencionar que será en un registro civil y no por la iglesia. Y obviamente no puedo ir en contra de ello.Desde que entré por la puerta, Dante no me ha mirado en ningún momento y es mejor así, no sé si soporte una vez esa mirada de odio.Me paro junto a él y escucho un gruñido de molestia y el juez comienza con la ceremonia.—Dante Ríos ¿Aceptas a Romina Méndez como tu legitima esposa? —Lo miro de reojo y parece un tempano de hielo.Pero acepta.Me hacen la misma pregunta y respondo en seguida. El juez pide besarme, no lo hace sólo sale del lugar.—¡Vaya! No pensé que te
Narra JuliánSemanas atrás…Después de un fin de semana reparador, llego al trabajo y veo que todos corren de un lado a otro.—¿Qué ocurre? —Le pregunto a mi asistente una vez que llego a mi oficina.—¿Tu amigo no te ha dicho nada? —Me mira sin dejar de fruncir el ceño.—¿Qué cosa? —La miro sin comprender y ella suelta el aire.—Se va a casar. —¿Qué dijo?—¿Qué? Pero ¿no su prometida había fallecido? —¿Qué le pasa?—Si. Pero sabrá Dios con quien lo hará. —Dicho eso, salgo de mi oficina y voy a la suya en donde escucho gritos de su parte y sale una joven muy asustada.Entro sin tocar y me fulmina con la mirada.—¿Qué quieres? —Dice con pésimo humor.—¡Dios! Pero que carácter. ¿Qué te tiene así? —Sé algo de ese rumor, sin embargo, lo quiero confirmar.—Me voy a casar. —Dice con frialdad.—Pero ¿con quién? —Esa sigue siendo mi duda.—Con Romina. —Dice con desagrado y al mismo tiempo siento como mi mundo se desmorona.—¿Romina? —Debí escuchar mal. Ella no.—No tengo más opción. —Tiene que
Narra Romina—¡Maldición! —Los gritos de un hombre hacen que despierte y al hacerlo, veo a Dante muy furioso y puedo imaginarme el por qué.—Dante. —Le hablo y me mira sin dejar esa expresión.—¿Por qué pasamos la noche juntos y en este cuarto de hotel? —Me cuestiona sin dejar de mirarme.¡Dios! Mi madre sabía que algo como esto pasaría, así que me dijo lo que debía “aclarar” y, además, no se dé cuenta de mi embarazo antes de tiempo.—Tú me mandaste a llamar con mi madre, que querías verme. —Sólo espero que se crea toda esta mentira o estaré perdida por los dos lados.—¿Qué? —Toma su teléfono y lo revisa.—¡Demonios! —Veo como se hala los cabellos con frustración y yo estoy asustada, temo que me pueda hacer algo y espero que no se atreva.—En lugar de mirarme, vístete y lárgate. —Me dice con frialdad antes de adentrarse al baño.Suelto un gran suspiro y una lagrima solitaria, la cual limpio de inmediato.Salgo de la cama y tomo mi ropa y me la voy poniendo. Arreglo un poco mi cabello,
Narra Julián.Han pasado tres semanas desde que Romina se casó con mi mejor amigo y sigo sin poder creerlo. Estaba por decirle lo enamorado que estaba de ella, bueno, aun lo estoy y sé que me tengo que resignar de que la he perdido.—¿Ahora qué te pasa? —Dice Claudia al entrar a mi oficina.—Nada. —Aunque me niegue hablar, ella termina por que lo haga.—Te conozco. —Me imaginé.—Es mi madre, insiste en casarme con la tal Leticia. —Digo con mal humor.—Entiendo. Pero ¿le has dicho de tu amor por Romina? —Me pregunta con curiosidad.—Traté, mas no me quiere escuchar. Además, —Dudo si le digo o no lo del día que se casó la mujer que amo, aunque sé que lo averiguará. — El día que ella se casó, me fui a un bar para olvidar todo esto, sin embargo, al día siguiente amanecí al lado de una mujer desconocía, que resultó ser la hija de la amiga de mi madre. —Y desde ahí esa mujer no ha dejado de buscarme.—Pero que insistencia de parte de tu progenitora… —Se queda calla, porque se abre la puerta