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Capítulo 5 Bajo cuidados de una desconocida.

Narra Romina

—¡Maldición! —Los gritos de un hombre hacen que despierte y al hacerlo, veo a Dante muy furioso y puedo imaginarme el por qué.

—Dante. —Le hablo y me mira sin dejar esa expresión.

—¿Por qué pasamos la noche juntos y en este cuarto de hotel? —Me cuestiona sin dejar de mirarme.

¡Dios! Mi madre sabía que algo como esto pasaría, así que me dijo lo que debía “aclarar” y, además, no se dé cuenta de mi embarazo antes de tiempo.

—Tú me mandaste a llamar con mi madre, que querías verme. —Sólo espero que se crea toda esta mentira o estaré perdida por los dos lados.

—¿Qué? —Toma su teléfono y lo revisa.

—¡Demonios! —Veo como se hala los cabellos con frustración y yo estoy asustada, temo que me pueda hacer algo y espero que no se atreva.

—En lugar de mirarme, vístete y lárgate. —Me dice con frialdad antes de adentrarse al baño.

Suelto un gran suspiro y una lagrima solitaria, la cual limpio de inmediato.

Salgo de la cama y tomo mi ropa y me la voy poniendo. Arreglo un poco mi cabello, tomo mi bolso y veo mi movil. Mamá me ha dejado un mensaje.

Mamá: Te espero afuera del hotel.

Salgo de la habitación y tomo el ascensor con la mente hecho un lio. ¿Por qué me obligó a hacer algo como esto? Digo, de igual manera el bebé que espero es de Dante.

Al llegar a mi destino, camino hacia la salida y ya se encuentra el auto del novio de mi progenitora y me subo.

—¿Cómo te fue? —Es lo primero que me pregunta una vez que estoy adentro del vehículo.

—No me estaba creyendo. —Digo y ella bufa.

—¿Qué esperabas? Le quitaste la vida a su prometida. —Dice molesta.

—Además, Gabriel se encargó de todo. —Ya me lo puedo imaginar.

Después de media hora, llegamos al departamento y me voy a mi habitación, la verdad me siento muy agotada. Me quedo viendo el techo tratando de meditar todo lo que ha pasado hasta ahora.

Mi embarazo no tardará en notarse y sé que Dante tendrá sus dudas y sacará cuentas.

¡Dios! ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Qué hice para merecerlo?

Me despierto después de una hora y tengo apetito y mas con este pequeño que cada día crece más dentro de mí.

Salgo de mi habitación y todo el lugar está en silencio. Voy a la cocina y ahí se encuentra mi madre besándose con ese tipo. ¡¿Qué les pasa?! Lo mejor será regresar a mi habitación. Es una pena que no tenga un movil, para que no trate de “escapar”.

Escucho sus risas y cerrar la puerta y es cuando puedo salir para cenar algo.

Abro la nevera y no hay gran cosa. ¿No se supone que ese tal Gabriel debía hacer las compras?

Veo queso y unas tortillas, así que me preparo algo y un poco de jugo.

—¡Dios! Romina. —Mi madre entra asustada a la cocina.

—Lo siento. —Digo apenada. Aunque no debería.

—¿Qué haces despierta? —¿Qué dijo? Miro el reloj de la pared y pasan más de las 2 de la madrugada.

—Tenía hambre. Me había quedado dormida. —Y más de lo que había pensado.

—No importa. Sólo no vuelvas a hacer. —Dice molesta.

—Por cierto, ya casi no hay comida. —Digo y no deja de mirarme con desprecio.

Se va sin decirme nada y en cuanto escucho la puerta cerrarse de su habitación, suelto todo el aire que estaba reteniendo.

¡Dios! Como me gustaría que las cosas fueses diferentes.

Me tengo que calmar por el bien de mi bebé.

Termino lo que me preparé, lavo los trastes y me voy a mi habitación. Me lavo los dientes y me vuelvo a recostar en mi cama y cierro los ojos. Aunque no puedo conciliar el sueño por las horas que había dormido.

Me acomodo de lado y vuelvo a abrirlos, mirando a la ventada el cielo está hermoso y son poder contener mis sentimientos, lloro en silencio. Extraño mucho a mi hermanita.

A la mañana siguiente…

Me levanto con mucha pereza, casi no dormí nada por estar recordando a mi hermana. Suelto un suspiro y me levanto para poder asearme, lo necesito.

Una vez que termino de vestirme, salgo de mi habitación y me dirijo a la cocina, veo a una señora que no conozco, preparando el desayuno.

—Buenos días. — Saludo con amabilidad.

—Buenos dias, señorita. — Me saluda de igual manera y eso me hace sentir bien.

—¿Y mamá? —Le pregunto al no verla.

—Ella salió junto con el chofer. —Supongo que se refiere a su amante.

—Pero siéntese a desayunar. Yo me encargaré de usted por las mañanas y tardes. La cuidaré y su embarazo. —¿Es enserio?

—Gracias. —No digo mas y me pongo a degustar de mis alimentos.

Así que estaré bajo cuidados de una desconocida.

Al menos no tendré que soportar los malos tratos de mi progenitora.

La tarde llega y sigo muy aburrida, como me gustaría regresar a trabajar, aunque no sé si a Dante le agrade la idea, aunque me puedo imaginar que no.

Pero no perdería nada con preguntarlo, sólo que le tendría que decir a mamá.

Estoy sentada en el sofá mirando una película, cuando se escucha la puerta abrirse y se trata de ella y su “novio”.

—Margarita, te puedes ir a tu casa. —Le habla a la señora y ella asiente.

Es ahora o nunca.

—¿Madre? —Le llamo, pero ella me ve con mala cara.

—¿Qué quieres? —Dice sin dejar de mirarme.

—Quería pedirte que hables con mi esposo y le pidas que regrese a trabajar. —Le pido casi en suplica y ella ríe a carcajadas.

—¿Te has vuelto loca? Él no quiere verte ni en pintura. Olvídalo. —Dicho eso se va a su habitación y una vez más lloro.

Lo mejor en no pensar mas en eso y resignarme.

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