Capítulo 3 ¿Una trampa para Dante?

Narra Romina

Hoy ha llegado el dia de mi boda y podría decir que estoy feliz por casarme con el hombre que he amado desde que lo conocí. Mas no es así, es todo lo contrario, tal vez sea porque me odia y culpa por haberle quitado a la mujer que él aun ama.

También se suponía que papá estaría aquí para entregarme, pero como no es la boda de su princesa, no tenía caso estar. Sólo está mamá y su novio. ¡Vaya! Sin dejar de mencionar que será en un registro civil y no por la iglesia. Y obviamente no puedo ir en contra de ello.

Desde que entré por la puerta, Dante no me ha mirado en ningún momento y es mejor así, no sé si soporte una vez esa mirada de odio.

Me paro junto a él y escucho un gruñido de molestia y el juez comienza con la ceremonia.

—Dante Ríos ¿Aceptas a Romina Méndez como tu legitima esposa? —Lo miro de reojo y parece un tempano de hielo.

Pero acepta.

Me hacen la misma pregunta y respondo en seguida. El juez pide besarme, no lo hace sólo sale del lugar.

—¡Vaya! No pensé que te casarías con quien se supone sería tu cuñado. —Dice Karen de manera sarcástica y molesta a la vez.

—Yo no… —Mi madre no me deja terminar de hablar.

—Vámonos. —Me toma de la mano y salimos de ahí. Miro a todos lados y mi ahora esposo ya no está.

—Sube. —Me da la orden y lo hago.

—¿Iremos a casa de Dante? —Pregunto con curiosidad y ella se ríe.

—¿De verdad lo esperabas? —Me mira sin dejar esa sonrisa y yo asiento.

—Tú vivirás en un departamento y yo estaré a cargo de ti y… —Mira por el retrovisor a su amante y ambos sonríen.

—Gabriel será quien te vigile. —Me mira con frialdad.

—Y en cuanto a tu bebé, ya tengo todo solucionado para que parezca que sea de él y no de quien sabe quién. — Si supiera. Mas no le digo porque sé que no me va a creer.

Después de una hora de camino, llegamos a unos departamentos en una zona agradable. Al menos no me envió a un lugar feo.

Bajamos del auto y entramos al edificio y subimos por las escaleras hasta llegar al cuarto puso. Mi madre abre la puerta y el lugar es acogedor. Me gusta.

—Cielo, tu yerno dejó comida en la nevera y lo necesario. —Dice el hombre ese. Ella se acerca y lo besa con mucha pasión y eso me provoca nauseas.

¡Dios! Mejor me pongo a conocer un poco más el departamento.

Veo la recamara principal y me gusta.

—Lo siento, querida, pero esa será mi habitación, la decoré a mis gustos. —¿Es en serio?

—Tu habitación es la de enfrente. —Dice con desagrado.

¿Qué hice para merecer el desprecio de mis padres? Siempre me he preguntado el por qué no me quieren.

Entro a la habitación y es un poco mas chica que la otra y desordenada.

¡Claro! Era de esperarse.

Así que me pongo a ordenar las cosas, no quiero dormir con este desorden.

Miro la hora y veo que ya es algo tarde, y ya casi termino de acomodar mi maleta. Tomo ropa limpia y me meto a la ducha, lo necesito.

Me meto bajo la lluvia artificial y me relajo.

—¡Romina! ¡Ya está la comida! —Tiene que ser una broma.

Me baño rápido y me visto sin secarme el cabello. Salgo y ya están esos dos.

Me siento en silencio y pruebo la comida, una que me ha provocado nauseas. Me levanto y corro hasta el baño para vaciar todo lo de mi estómago.

Me lavo la boca y me miro en el espejo y comienzo a verme pálida y demacrada.

—Cariño, debemos darnos prisa o todo se vendrá abajo. —Escucho decir a mamá a su amante en cuanto me acerco al comedor, sólo que no me dejo ver.

—No te preocupes. Ya tengo todo listo para esta noche. —¿Qué car@jos pretenden?

Como me gustaría poder escapar de aquí e irme muy lejos con mi bebé y ser felices. Pero capaz y me buscarían para seguir con su venganza.

Me voy a mi habitación, la verdad no tengo hambre.

—¡Romina! ¡Espérame, por favor! —Escucho a Marce gritarme, mas no la veo por ningún lado.

—¡Marce! ¡¿Dónde estás?! —La llamo con desesperación.

—¿Por qué me dejaste? —La siento junto a mí y en cuanto la miro, está llena de sangre.

—¡No!...

Abro los ojos y me siento muy agitada. Por lo visto eso me seguirá atormentando, hasta que descubra que pasó realmente.

—Arréglate. Salimos en diez minutos. —Dice mi madre desde el lumbral de la puerta.

Miro por la ventana y veo que ya ha oscurecido.

Me levanto de la cama y me retoco el maquillaje. Salgo y veo que están parados en la puerta. Su novio, la abre y salimos del departamento.

Después de media hora de camino, llegamos a un hotel cinco estrellas. ¿Qué estaremos haciendo aquí?

Mi madre me indica que bajemos y entramos al lugar, uno muy lujoso, a decir verdad.

—¿Qué hacemos aquí? —No pude evitar preguntar.

—Tú no digas nada. —Me dice con desagrado y me encojo de hombros por la pena.

Me deja con este hombre tan desagradable en lo que ella se acerca a la recepción.  

—Ven conmigo. —Me toma de la mano y me lleva hasta el ascensor. Entramos y marca en piso diez.

Forme subimos, ella me explica lo que debo hacer y sé que no es correcto lo que me está pidiendo, todo lo contrario.

Llegamos, salimos y caminamos hasta llegar frente a la puerta, pasa la tarjeta y entramos. Veo a mi esposo y se ve tan guapo y tranquilo, pero pensar que es todo lo contrario, al menos conmigo.

Mamá se corta una mano y su sangre gotea sobre la cama.

—Así pensará que estuvieron juntos por primera vez. —Ni que decirle algo.

Yo sólo asiento. Sale de la habitación y me quito la ropa incluyendo la lencería. Entro a la cama y suelto un gran suspiro.

Cierro los ojos y siento como me abraza. Debería sentirme protegida, mas no es así.

¿Es una trampa para Dante? ¿De que eres capaz, Casandra?

 No quiero imaginarlo.

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