Narra Julián
Semanas atrás…
Después de un fin de semana reparador, llego al trabajo y veo que todos corren de un lado a otro.
—¿Qué ocurre? —Le pregunto a mi asistente una vez que llego a mi oficina.
—¿Tu amigo no te ha dicho nada? —Me mira sin dejar de fruncir el ceño.
—¿Qué cosa? —La miro sin comprender y ella suelta el aire.
—Se va a casar. —¿Qué dijo?
—¿Qué? Pero ¿no su prometida había fallecido? —¿Qué le pasa?
—Si. Pero sabrá Dios con quien lo hará. —Dicho eso, salgo de mi oficina y voy a la suya en donde escucho gritos de su parte y sale una joven muy asustada.
Entro sin tocar y me fulmina con la mirada.
—¿Qué quieres? —Dice con pésimo humor.
—¡Dios! Pero que carácter. ¿Qué te tiene así? —Sé algo de ese rumor, sin embargo, lo quiero confirmar.
—Me voy a casar. —Dice con frialdad.
—Pero ¿con quién? —Esa sigue siendo mi duda.
—Con Romina. —Dice con desagrado y al mismo tiempo siento como mi mundo se desmorona.
—¿Romina? —Debí escuchar mal. Ella no.
—No tengo más opción. —Tiene que estar bromeando.
—¿Por qué lo dices? —Esto no me gusta nada.
—Tengo negocios con su padre y quiero seguir con ello. Tiene muchas deudas y su empresa vale mucho. —Habla con frialdad. Desconozco a mi mejor amigo.
Sin decir nada más, salgo de su oficina y me encierro en la mía.
Abro el minibar y tomo una botella de vodka y un poco de hielo y lo bebo de un solo trago sintiendo como quema mi garganta y me sirvo más.
—¿No crees que es muy temprano para estar bebiendo? —Dice mi asistente al entrar a mi oficina.
—Da igual. —Le digo con indiferencia. Sé que no tiene la culpa de mi mal de amores.
—¿Qué te pasa? —Se sienta frente a mí y suelto un gran suspiro.
—Se va a casar con la mujer de la que estoy enamorado. —Hablo sin ánimos mirando a la nada.
—¿Quién? —Me pregunta con curiosidad y la miro y siento que quiero llorar.
—Romina. —Sólo de imaginarlo me parte el corazón.
—Pero ¿Por qué nunca le dijiste tus sentimientos? —Claudia me mira con recelo, ella, además de mi asistente, también es mi amiga.
—No lo sé. Por miedo quizás. —Ella sabe que me enamoré de Romina desde que entró a trabajar como asistente de mi amigo.
—¡Por Dios! Julián. ¿ahora que piensas hacer? —Ni yo tengo idea.
—¿Evitar la boda? —Sé que suena absurdo, pero…
—¿Estás loco? ¿Crees que Dante lo permitirá? Quizás se enamoró de ella y … —La interrumpo.
—No la ama. Cuando le pregunte con quien se casaría, me lo dijo con repulsión y sólo lo hace por la empresa del padre de mi amada. —Es un desgraciado.
—Vaya, no pensé que fuera ese tipo de persona. —Ni que lo diga.
¿Por qué no puedo hacer nada para impedir esa boda?
…
El día de la boda
Dante me había pedido el favor de ser uno de sus testigos, me quería negar, es más, no quería ni asistir a esta farsa. ¿Por qué no dejarla libre? O ¿es que acaso se dio cuenta de los sentimientos de ella hacia con él y por eso no la quiere dejar ir? No, no puede ser eso, cada vez que lo miro la ve con odio y no entiendo el por qué. ¿Habrá hecho algo ella para que se comporte de esa manera? No lo creo, lo poco que la he tratado y mirado, es una mujer amable y dedicada a su trabajo. Y eso hizo que me enamorara de ella.
Veo como se casa la mujer de mi vida con mi mejor amigo y quisiera tomarla de la mano y salir huyendo de aquí e irnos lo más lejos y nunca ser encontrados. Pero al escuchar “acepto” todo mi mundo se desmorona, una vez más.
Veo que Dante sale muy apurado dejándola sola y empiezan los rumores de parte de los invitados.
Pero ¿Qué les pasa? ¿Por qué hablan así de ella? Se acerca una rubia y quien sabe que le dice, pero cuando está por responderle, su madre la llama.
¡Soy un maldito cobarde!
Salgo del lugar, me subo a mi auto y manejo con rumbo a un bar. No tengo ganas de ir con mi familia, ellos me han estado insistiendo en presentarme a la hija de una de las amigas de mamá, y es lo que menos quiero en estos momentos. Sólo quiero embriagarme hasta no recordar.
…
Y así fue, me desperté con los rayos del sol atravesando por la ventana. Trato de levantarme, pero siento un brazo rodeando mi torso.
—Pero ¿Qué demonios? —La quito y me levanto de golpe muy molesto.
—Cielo, despertaste. —Dice la muy sinvergüenza.
—¿Quién eres y qué haces aquí? — Digo muy molesto.
Y antes de que esa mujer pueda responder, la puerta de mi habitación se abre y es mi progenitora. ¿Qué está pasando aquí?
—Creo que ya se conocieron después de todo. —Dice con una gran sonrisa.
Ella sabía muy bien lo enamorado que estoy de una mujer como para hacerme algo como esto.
—Hijo, ella es Leticia, la hija de Paty. —Tiene que ser una broma. No, mejor dicho, una pesadilla.
—¿Qué está pasando? —Digo con desesperación al ver que si es real todo esto.
—Bueno, no llegaste a la cena de anoche, me enteré de que estabas en un bar muy ebrio y creando un caos en ese lugar, así que tuvimos que ir por ti y Leti se ofreció a cuidarte porque no dejabas de mencionar el nombre de una mujer.
¡Dios mío! No recuerdo nada de lo que pasó anoche.
Sin embargo…
—Pues sabes muy bien que estoy enamorado y en verdad no quiero que me consigas novia. —Dicho eso, salgo de la habitación y bajo las escaleras y salir de la casa de mis padres ignorando los llamados de mi madre.
Veo mi auto, me subo y me voy con dirección a mi departamento.
No porque se haya casado esa hermosa mujer dejaré de luchar por ella.
Narra Romina—¡Maldición! —Los gritos de un hombre hacen que despierte y al hacerlo, veo a Dante muy furioso y puedo imaginarme el por qué.—Dante. —Le hablo y me mira sin dejar esa expresión.—¿Por qué pasamos la noche juntos y en este cuarto de hotel? —Me cuestiona sin dejar de mirarme.¡Dios! Mi madre sabía que algo como esto pasaría, así que me dijo lo que debía “aclarar” y, además, no se dé cuenta de mi embarazo antes de tiempo.—Tú me mandaste a llamar con mi madre, que querías verme. —Sólo espero que se crea toda esta mentira o estaré perdida por los dos lados.—¿Qué? —Toma su teléfono y lo revisa.—¡Demonios! —Veo como se hala los cabellos con frustración y yo estoy asustada, temo que me pueda hacer algo y espero que no se atreva.—En lugar de mirarme, vístete y lárgate. —Me dice con frialdad antes de adentrarse al baño.Suelto un gran suspiro y una lagrima solitaria, la cual limpio de inmediato.Salgo de la cama y tomo mi ropa y me la voy poniendo. Arreglo un poco mi cabello,
Narra Julián.Han pasado tres semanas desde que Romina se casó con mi mejor amigo y sigo sin poder creerlo. Estaba por decirle lo enamorado que estaba de ella, bueno, aun lo estoy y sé que me tengo que resignar de que la he perdido.—¿Ahora qué te pasa? —Dice Claudia al entrar a mi oficina.—Nada. —Aunque me niegue hablar, ella termina por que lo haga.—Te conozco. —Me imaginé.—Es mi madre, insiste en casarme con la tal Leticia. —Digo con mal humor.—Entiendo. Pero ¿le has dicho de tu amor por Romina? —Me pregunta con curiosidad.—Traté, mas no me quiere escuchar. Además, —Dudo si le digo o no lo del día que se casó la mujer que amo, aunque sé que lo averiguará. — El día que ella se casó, me fui a un bar para olvidar todo esto, sin embargo, al día siguiente amanecí al lado de una mujer desconocía, que resultó ser la hija de la amiga de mi madre. —Y desde ahí esa mujer no ha dejado de buscarme.—Pero que insistencia de parte de tu progenitora… —Se queda calla, porque se abre la puerta
Narra Romina—¡Marcela! —Escucho un grito a lo lejos, mis ojos están cerrados y siento que pesan demasiado, al igual que mi cuerpo. —¡Romina! ¡Despierta! —Esa voz, es de mamá. Pero se escucha entre una mezcla de odio y desesperación.Empiezo a moverme y, al abrir los ojos, veo un c****o en mi mano derecha. ¿Qué hago con eso? Me siento mareada.Levanto mi vista y ¡No puedo creerlo! Es mi hermana menor, Marcela, quien se encuentra en el suelo en un charco de sangre.Debe ser una pesadilla, sin embargo, siento una fuerte cachetada que me hace reaccionar y me doy cuenta de que no es así.—¿Ma… Ma… Marcela…? — Digo tartamudeando por la escena tan espantosa frente a mis ojos.—¿Qué le has hecho a tu hermana? —Volteo a todos lados y no recuerdo nada, sólo que ella me había pedido venir a verla para ver lo de su vestido para su boda con el amor de mi vida, Dante Ríos.Si, él es el amor de mi vida y Marcela lo sabía, supuestamente me ayudaría a conquistarlo. Que ciega fui al creerle. La odie
Narra RominaRegresamos a casa después de la sepultura de mi hermana, papá tomó sus cosas y se fue de viaje de negocios, no quiere estar en una casa en donde no se encuentra su hijita pequeña.A mamá no le importa, mejor para ella, así podrá estar con su amante quien sabe dónde, siempre es lo mismo. En ocasiones llega muy tarde y ebria. A veces sola o acompañada.Subo a mi habitación para tomar mis cosas, ya no quiero estar aquí tampoco, hablé con Daniel y dijo que me daría posada mientras buscaba un lugar y claro, hasta antes de casarme con el hombre que me odia.Ya se fijó fecha para dentro de un mes.No sé si quiera hacerlo, pero es eso o la prisión y no quiero que mi bebito pase por ese infierno. Aun nadie lo sabe y si Dante se entera, sé que me lo quitará también y no dejará que lo vea.—¡Tú! ¿A dónde crees que vas? —Y ahí está la borracha.—¿No es obvio? —Digo y me voltea para darme una fuerte cachetada que me manda al suelo.—¡No vas a ir a ninguna parte! No vas a huir de tu re
Narra RominaHoy ha llegado el dia de mi boda y podría decir que estoy feliz por casarme con el hombre que he amado desde que lo conocí. Mas no es así, es todo lo contrario, tal vez sea porque me odia y culpa por haberle quitado a la mujer que él aun ama.También se suponía que papá estaría aquí para entregarme, pero como no es la boda de su princesa, no tenía caso estar. Sólo está mamá y su novio. ¡Vaya! Sin dejar de mencionar que será en un registro civil y no por la iglesia. Y obviamente no puedo ir en contra de ello.Desde que entré por la puerta, Dante no me ha mirado en ningún momento y es mejor así, no sé si soporte una vez esa mirada de odio.Me paro junto a él y escucho un gruñido de molestia y el juez comienza con la ceremonia.—Dante Ríos ¿Aceptas a Romina Méndez como tu legitima esposa? —Lo miro de reojo y parece un tempano de hielo.Pero acepta.Me hacen la misma pregunta y respondo en seguida. El juez pide besarme, no lo hace sólo sale del lugar.—¡Vaya! No pensé que te