Narra Julián.
Han pasado tres semanas desde que Romina se casó con mi mejor amigo y sigo sin poder creerlo. Estaba por decirle lo enamorado que estaba de ella, bueno, aun lo estoy y sé que me tengo que resignar de que la he perdido.
—¿Ahora qué te pasa? —Dice Claudia al entrar a mi oficina.
—Nada. —Aunque me niegue hablar, ella termina por que lo haga.
—Te conozco. —Me imaginé.
—Es mi madre, insiste en casarme con la tal Leticia. —Digo con mal humor.
—Entiendo. Pero ¿le has dicho de tu amor por Romina? —Me pregunta con curiosidad.
—Traté, mas no me quiere escuchar. Además, —Dudo si le digo o no lo del día que se casó la mujer que amo, aunque sé que lo averiguará. — El día que ella se casó, me fui a un bar para olvidar todo esto, sin embargo, al día siguiente amanecí al lado de una mujer desconocía, que resultó ser la hija de la amiga de mi madre. —Y desde ahí esa mujer no ha dejado de buscarme.
—Pero que insistencia de parte de tu progenitora… —Se queda calla, porque se abre la puerta sin que toquen y eso me molesta y parece que invocamos a mi madre.
—Señora. —Claudia la saluda con cordialidad.
—Tráeme una taza de café. —Le pide y mi asistente sale de la oficina dejándonos solos.
—¿Qué te trae por aquí? —Le pregunto tratando de molestarme.
—Tenemos que poner orden en tu vida y … —La interrumpo porque sé para donde va su platica.
—No. —Digo levantándome de mi lugar y ella se sorprende por mi reacción.
—¡Por Dios! ¿Hasta cuando vas a esperar para formar una familia? —Como me molesta que quieran controlar mi vida.
—Madre… —Me interrumpe.
—¡Nada! Sabes que estoy enferma y por lo menos quiero irme de esta vida sabiendo que estás casado y formando una familia con una buena familia. —Esto no puede estar pasándome.
—Lo siento, es sólo que no entiendo por qué te enfrascas en una mujer de la cual no sé nada. — Y es mi culpa por no ser lo suficientemente valiente para declararme a Romina.
—No, discúlpame tú a mí. Tienes razón. —¿En verdad tengo que resignarme a que ella está casada con mi mejor amigo? Si, la tengo que olvidar y seguir adelante con mi vida.
—Pero ¿Con la tal Leti? — O como sea que se llame.
—Es una buena mujer. —La verdad lo dudo.
Mamá sale de mi despacho después de media hora hablando. Y yo me dejo caer en sofá que se encuentra aquí y cierro los ojos.
—¿Interrumpo? —Abro los ojos y es Dante, quien desde hace unas semanas ha estado peor que antes. ¿La razón? Ni idea y es preferible no meterme en sus asuntos.
—¿Necesitas algo? —Le pregunto neutral.
—Nada en especial, quería sólo desestresarme un poco. —Ni que lo diga.
Alguien toca a la puerta y digo que pase. Se abre y es la nueva asistente de Dante.
—Señor, tiene una junta en media hora. —Le dice con una sonrisa. ¿Qué se traen esos dos?
—Gracias, Karen. —Él la mira de igual forma.
¿Estará engañando a Romina?
Dante parece darse cuenta de mi mirada y en seguida borra la sonrisa. Y cuando estaba por hacerle la pregunta que ronda por mi mente, habla:
—Es hora de ir a la junta. —Supongo que debe sospechar por la manera en que lo miré.
Entramos y tomamos asiento, esa mujer se sienta junto a Dante y no deja de coquetearle. Miro con discreción a los demás socios y no les parece importante para ellos.
Entonces, no entiendo el por qué casarse con Romina, si le será infiel.
Inician la junta y la verdad no le presto mucha atención, ya que no es muy importante. Mi mente divaga en muchas cosas. Y ¿si le digo lo que siento por ella? ¿será capaz de divorciarse y dejarla libre?
…
—Dante. Necesito hablar contigo. —Es ahora o nunca. Porque después podría arrepentirme de no decir lo que pienso.
—Estoy muy ocupado. —Pereciera que sabe de lo que quiero hablar.
—No te quitaré mucho tiempo. —Digo y se detiene algo molesto.
—Que sea rápido, tengo otros compromisos. —Mira su reloj midiéndome el tiempo.
—Yo… —¿En verdad me voy a quedar así?
—Mira, sé lo que me vas a decir, si le soy infiel a esa mujer con la que me casé, es mi problema y de nadie más. Y ya te dije que estoy con ella por la empresa de su padre. —Dice en un tono entre molesto y fastidiado.
—¿No simplemente se la podías comprar directamente? —No pude evitar preguntarle.
—No es tan fácil. —Camina hasta su oficina dejándome solo en medio del pasillo con mi mente hecha un caos.
—¿Todo bien? —La voz de Claudia me saca de mis pensamientos.
Sin responderle, me dirijo a mi oficia y ella me viene siguiendo y cierra la puerta.
—No. Ese idiota le es infiel a Romina y, además, no la quiere dejar. —Digo mientras me sirvo un vaso con vodka.
—Pero ¿Qué esperabas? Tú me dijiste que lo hizo por negocios. —Y eso me molesta aún más.
—Lo sé. Le pregunté el por qué no mejor se la compraba directamente. —Le digo mientras le doy trago a mi bebida.
—¿Qué te dijo? —Me mira con curiosidad.
—Que no era fácil. Ni yo sé a qué se refería. Eso me molesta y mucho. —Digo sin dejar de darle vueltas al asunto.
—Ya veo. — Sin decir nada más, sale de mi oficina.
…
Después de un día lleno de trabajo y de dudas, llego a casa de mi progenitora y para mi mala suerte, se encuentra esa mujer, que, al verme, sonríe descaradamente. Como si ni tuviera suficiente con el idio*a de Dante.
—¿Qué ocurre, hijo? —Me cuestiona mamá al verme.
—Nada. Cosas del trabajo. —Le digo tratando de relajarme.
—Que alegría verte de nuevo. —Habla Lorena o como quiera que se llame. Para mí es lo contrario, un fastidio.
—Buenas noches… —Me quedo sin decir su nombre porque la verdad no me interesa.
—Leti. —Dice un poco molesta y no le doy importancia.
Pasamos al comedor y ahí se encuentra la amiga de mi madre y quien supongo es la mamá de esta mujer molesta.
—¡Querido! Julián, dichosos los ojos que te ven. — ¿Es en serio?
—Señora Patricia. —Casi no la veo, ya que se la pasa mas de fiestas y compras.
Nos sentamos y las mujeres del servicio nos sirven y prefiero ignorar la presencia de estas dos, y mas de la tal Leticia, y mas que se ha sentado junto a mí, demasiado para mi gusto.
Que mujer más molesta.
Narra Romina—¡Marcela! —Escucho un grito a lo lejos, mis ojos están cerrados y siento que pesan demasiado, al igual que mi cuerpo. —¡Romina! ¡Despierta! —Esa voz, es de mamá. Pero se escucha entre una mezcla de odio y desesperación.Empiezo a moverme y, al abrir los ojos, veo un c****o en mi mano derecha. ¿Qué hago con eso? Me siento mareada.Levanto mi vista y ¡No puedo creerlo! Es mi hermana menor, Marcela, quien se encuentra en el suelo en un charco de sangre.Debe ser una pesadilla, sin embargo, siento una fuerte cachetada que me hace reaccionar y me doy cuenta de que no es así.—¿Ma… Ma… Marcela…? — Digo tartamudeando por la escena tan espantosa frente a mis ojos.—¿Qué le has hecho a tu hermana? —Volteo a todos lados y no recuerdo nada, sólo que ella me había pedido venir a verla para ver lo de su vestido para su boda con el amor de mi vida, Dante Ríos.Si, él es el amor de mi vida y Marcela lo sabía, supuestamente me ayudaría a conquistarlo. Que ciega fui al creerle. La odie
Narra RominaRegresamos a casa después de la sepultura de mi hermana, papá tomó sus cosas y se fue de viaje de negocios, no quiere estar en una casa en donde no se encuentra su hijita pequeña.A mamá no le importa, mejor para ella, así podrá estar con su amante quien sabe dónde, siempre es lo mismo. En ocasiones llega muy tarde y ebria. A veces sola o acompañada.Subo a mi habitación para tomar mis cosas, ya no quiero estar aquí tampoco, hablé con Daniel y dijo que me daría posada mientras buscaba un lugar y claro, hasta antes de casarme con el hombre que me odia.Ya se fijó fecha para dentro de un mes.No sé si quiera hacerlo, pero es eso o la prisión y no quiero que mi bebito pase por ese infierno. Aun nadie lo sabe y si Dante se entera, sé que me lo quitará también y no dejará que lo vea.—¡Tú! ¿A dónde crees que vas? —Y ahí está la borracha.—¿No es obvio? —Digo y me voltea para darme una fuerte cachetada que me manda al suelo.—¡No vas a ir a ninguna parte! No vas a huir de tu re
Narra RominaHoy ha llegado el dia de mi boda y podría decir que estoy feliz por casarme con el hombre que he amado desde que lo conocí. Mas no es así, es todo lo contrario, tal vez sea porque me odia y culpa por haberle quitado a la mujer que él aun ama.También se suponía que papá estaría aquí para entregarme, pero como no es la boda de su princesa, no tenía caso estar. Sólo está mamá y su novio. ¡Vaya! Sin dejar de mencionar que será en un registro civil y no por la iglesia. Y obviamente no puedo ir en contra de ello.Desde que entré por la puerta, Dante no me ha mirado en ningún momento y es mejor así, no sé si soporte una vez esa mirada de odio.Me paro junto a él y escucho un gruñido de molestia y el juez comienza con la ceremonia.—Dante Ríos ¿Aceptas a Romina Méndez como tu legitima esposa? —Lo miro de reojo y parece un tempano de hielo.Pero acepta.Me hacen la misma pregunta y respondo en seguida. El juez pide besarme, no lo hace sólo sale del lugar.—¡Vaya! No pensé que te
Narra JuliánSemanas atrás…Después de un fin de semana reparador, llego al trabajo y veo que todos corren de un lado a otro.—¿Qué ocurre? —Le pregunto a mi asistente una vez que llego a mi oficina.—¿Tu amigo no te ha dicho nada? —Me mira sin dejar de fruncir el ceño.—¿Qué cosa? —La miro sin comprender y ella suelta el aire.—Se va a casar. —¿Qué dijo?—¿Qué? Pero ¿no su prometida había fallecido? —¿Qué le pasa?—Si. Pero sabrá Dios con quien lo hará. —Dicho eso, salgo de mi oficina y voy a la suya en donde escucho gritos de su parte y sale una joven muy asustada.Entro sin tocar y me fulmina con la mirada.—¿Qué quieres? —Dice con pésimo humor.—¡Dios! Pero que carácter. ¿Qué te tiene así? —Sé algo de ese rumor, sin embargo, lo quiero confirmar.—Me voy a casar. —Dice con frialdad.—Pero ¿con quién? —Esa sigue siendo mi duda.—Con Romina. —Dice con desagrado y al mismo tiempo siento como mi mundo se desmorona.—¿Romina? —Debí escuchar mal. Ella no.—No tengo más opción. —Tiene que
Narra Romina—¡Maldición! —Los gritos de un hombre hacen que despierte y al hacerlo, veo a Dante muy furioso y puedo imaginarme el por qué.—Dante. —Le hablo y me mira sin dejar esa expresión.—¿Por qué pasamos la noche juntos y en este cuarto de hotel? —Me cuestiona sin dejar de mirarme.¡Dios! Mi madre sabía que algo como esto pasaría, así que me dijo lo que debía “aclarar” y, además, no se dé cuenta de mi embarazo antes de tiempo.—Tú me mandaste a llamar con mi madre, que querías verme. —Sólo espero que se crea toda esta mentira o estaré perdida por los dos lados.—¿Qué? —Toma su teléfono y lo revisa.—¡Demonios! —Veo como se hala los cabellos con frustración y yo estoy asustada, temo que me pueda hacer algo y espero que no se atreva.—En lugar de mirarme, vístete y lárgate. —Me dice con frialdad antes de adentrarse al baño.Suelto un gran suspiro y una lagrima solitaria, la cual limpio de inmediato.Salgo de la cama y tomo mi ropa y me la voy poniendo. Arreglo un poco mi cabello,