Con la mirada perdida iba Isabella viendo a través de la ventanilla del coche deportivo, mientras Oliver la veía en silencio, con ganas intensas de preguntarle cosas muy personales, pero no sabía cómo hacerlo, porque el miedo a ofenderla le detenía y odiaba la sola idea de que ella se mostrase irritada.—No debiste pedir que te dejaran salir del hospital, tu semblante pálido aún muestra que estás enferma. — No aguantó más y le reclamó.—Los hospitales me enferman, además tengo mis razones para haber pedido mi alta médica— manifestó sin dar muchos detalles, pero en realidad el temor a que se dieran cuenta de que está utilizando credenciales falsas la tenía demasiado ansiosa. Eso sin contar que si hubiera sido el caso de que descubrieran su fachada, Blas también sabría que ella regresó al país y no se quiere ni imaginar lo que podría hacer ese monstruo si la supiera de vuelta y con el poder que ahora posee.«Nada debe salir mal, mi venganza no debe detenerse», pensó a medida que soltaba
Un aroma delicioso inundó todo el salón en el que estaba Isabella escuchando las lamentaciones de Emiliano; ella impresionada abrió grandemente los ojos, pero luego analizó que olor era debido a que alguien estaba utilizando su cocina y de inmediato su rostro pasó a estar desencajado, cuando supuso que ese alguien es Maximiliano.—¡Pero qué atrevimiento! — bramó escéptica dejando al pequeño sin una respuesta a su pedido y Oliver al ver su reacción aprovechó para entrar a la cocina como dueño y señor.—Maximiliano Gil estás invadiendo una propiedad ajena, ni siquiera has pedido permiso para usar la cocina de Caroline, por favor márchate ahora que te lo pido con decencia— le pidió Oliver que estaba parado detrás de él y Maximiliano lo vio de reojo, sin detenerse de picar los vegetales.— Gil, ¿Dónde quedaron tus modales? — cuestionó furioso al ver que Maximiliano prácticamente lo trató como si no fuera nadie y eso lo hizo sentir mucha ira.—Si esos grandes noticieros e inversionistas
Impresionada estaba Isabella y no podía cerrar la boca cuando veía que el conductor de Maximiliano no paraba de entrar cosas a la sala, porque le estaba ocupando más de la mitad del espacio, pero no era únicamente eso lo que la tenía impactada sino por la forma arbitraria en la que Maximiliano se estaba mudando en su departamento; sin pedir permiso, pero sobre todo como si él mismo le perteneciera, y las ganas de agarrar todo y lanzarlo fuera le hacían picar las palmas de sus manos. La creerían desquiciada; sin embargo, poco le importaba porque se daría gusto de hacerle ver que ella tiene decisión propia.Respiro profundo y cerró los ojos con fuerza para alejar todo pensamiento violento, ya que al bajar la cabeza y encontrarse con la mirada brillosa del niño que agarraba su mano como si no quisiera soltarla, y aunque nunca se arrepintió de hacer cumplir sus deseos mostrarse ruda delante del infante no es algo que quiera hacer porque no sabría cómo enfrentarse a su desilusión.«¡Aaaah
Oliver agarró la memoria USB y sin rechistar se marchó inmediatamente, aunque no muy conforme porque aborrecía el hecho de que Maximiliano pudiera quedarse en casa de Isabella, no obstante, pensó que ella de algún modo le haría irse, ya que recuerda lo único que ella le ha contado referente a él y eso es que en el pasado la lastimó, sin embargo, aún no deja de preguntarse de qué manera, o que tipo de relación tuvieron ellos en el pasado.Le llena de cólera sentirse tan excluido, y sin poder hacer reclamos porque Maximiliano tiene razón cuando le echa en cara que él no es nadie. Sin dejar de pensar en todo esto, siguió sin mirar atrás, a pesar de que es de noche. —No puedo dejar ir a la persona que lastimó a Caroline— habló solo a medida que se montaba en su coche y aunque ciertamente quiere encontrar al responsable y hacerlo pagar lo que busca con esto es demostrarle a Isabella cuan dispuesto a protegerla está.—Las mujeres quieren a un hombre que las proteja y no puedo dejar que el
—¿¡Tú no estabas en tu departamento!? — le reclamó Isabella a Maximiliano cuando lo vio sentado en el sofá vistiendo con un pijama de seda azul oscuro.Él ni se molestó a pesar del ruido que ocasionó el vaso cuando se rompió o del sonido de impresión que emitió Isabella, tan solo siguió tecleando su portátil como si nada fuera más interesante.Isabella estaba tan impactada que aún no asimilaba que estuviera ahí, y aunque sabe bien que Maximiliano es demasiado arbitrario creyó que él se había ido a su propio departamento.«Pensé que bromeaba cuando me dijo que viviríamos juntos o que era para molestar a Oliver, pero este hombre descarado ya está agotando mi paciencia», rezongó para sus adentro, a medida que apretaba los puños y no se atrevía a dar un paso para no terminar herida gracias a Maximiliano que no le ha dejado nada más que enfados y molestias.—¿¡Oye no piensas que te estás tomando demasiada confianza!?— le reclamó sin limitarse, ya que sin Emiliano presente podía hablar sin
—No te atrevas a utilizar estos trucos conmigo, si quieres calor de mujer busque a su novia la estrella, yo no soy plato de segunda mesa—. Salió resoplando y a medio salón se detuvo para agregar volviendo a levantar su dedo:—Y no te atrevas a entrar a mi habitación porque juro que te voy a demandar públicamente por acoso—. Disparada se fue y al llegar a su recámara cerró la puerta con seguro, incluso jaló un sillón y lo puso detrás de la misma, luego se dejó caer en la silla y se colocó una mano en el pecho mientras comenzaba a hacer un ejercicio para regularizar su respiración.—Ahora él me asusta mucho— murmuró sintiendo como su ritmo cardíaco volvía a ser normal.En el momento que se acostó, el pequeño muy dormido se giró hacia ella, la abrazó y dijo:—Mamá Los ojos de Isabella se llenaron de lágrimas y todo lo que tenía en su mente se deshizo como polvo arrastrado por el aire, escuchar por segunda vez esa voz infantil, llamarla mamá la hizo perder el control de sus emociones; el
Hasta que Isabella no se dejó hacer todos los chequeos necesarios por el doctor, Maximiliano no se retiró a su aposento a vestirse adecuadamente para ir a la empresa y a pesar de que ella quiso refunfuñar, hastiada decidió que mientras él se fuera por unas cuantas horas haría lo que fuera, ya que sentía que con el allí presente le costaba respirar con fluidez.«Si quiero adelantar mi plan, quedarme en casa haciéndola de niñera responsable, no me ayuda en nada», analizó ansiosa, caminando de un lado a otro viendo al cielo a través de los ventanales de cristal.—Eso es lo que debo hacer, fingiré que voy a trabajar, porque aquí no gano nada— murmuró y cuando avanzó varios pasos para dirigirse a su habitación se encontró de frente con Maximiliano, que salía ya listo, tan elegante como de costumbre.—Te dejo a mi hijo cuídalo bien— le volvió a decir con una pizca de emoción que debió ocultar porque eso que estaba ocurriendo es lo que siempre deseó; sin embargo, estaba sucediendo porque él
Maximiliano seguía sin poder descubrir lo que había sucedido con Isabella desde aquella noche que lo dejó, bien entiende que en parte tuvo culpa porque le pidió descaradamente ser su amante, conociendo bien la importancia que tiene un matrimonio para una mujer, y más para una que no tenía a nadie más que a él, quien se supone que debía ofrecerle y asegurarle un buen futuro. En cambio, le ofreció algo incierto y vacío y se lamenta porque supone que gracias a eso ella se volvió interesada; sin embargo, no justifica que utilizara a su hijo, porque esa noche de haberle dicho que esperaba un hijo suyo, él no hubiera renegado a ser padre y a formar una familia a su lado, pero ella lo que hizo fue hablar a medias y por tal razón siente que es maliciosa.—Estuve con ella, pero nunca la conocí; nunca conocí quien es Isabella, ni lo que pasaba por su mente. Simplemente era una mujer dulce que escondía algo, como una tortuga que esconde su espalda con un caparazón y si tiene cicatrices o joroba