La cabeza a Isabella le iba a explotar, por el hecho de que Blas estaba jugando con su sensibilidad y aunque era obvio que cualquiera estando en su situación de manera egoísta elegiría a su propio hijo, sin embargo, a ella que no es capaz de ver sufrir a un niño le costaba pronunciar una palabra; la conciencia no le permitía hacerlo.—No- no puedes jugar con las vidas de las personas—. Le salió con voz débil y tan rota que era incapaz de no mostrar su afición, no quería darle el gusto de verla rota, pero al sentirse tan inútil la impotencia la hacía tener tanto enojo con ella misma más que con Blas, porque se había jurado no volver a ser una mujer débil nunca más, no obstante ahora se repetía su pesadilla, estaba atada y tirada en el piso viendo a Blas desde ese ángulo.«Vamos Isabella, cumple con lo que te prometiste a ti misma, debes soportar», se daba ánimos, hablando en su fuero interno.—Puedo y es lo que estoy haciendo, el que tiene poder es el dueño del mundo— fanfarroneo sonri
Maximiliano estaba agotado, se estrujaba los ojos una y otra vez, trabajar por tantas horas lo tenía exhausto, pero se conformaba con pensar que tomará un día libre para pasarla con Emiliano y con Isabella, quien al fin le está dando más oportunidad de conquistarla, porque aunque se niegue y diga no quererla muere por volver a vivir como antes y hace un esfuerzo inmenso por ser paciente y esperar calmadamente a que ella esté lista y le cuente todo lo que sucedió y el porqué de su desaparición.Cuando Oliver le contó que ella buscaba a su hijo y que él la estorbaba se confundió, pasó por un momento de vacilación, en el cual supuso que tal vez ella no es la madre de Emiliano, pero después con mente fría sopesó que eso es imposible, ya que todo indica que es la madre de Emiliano, solo que no conoce los detalles.Sumergido en sus pensamientos, decidió llamar a su conductor que estaba con Isabella y el pequeño, pero no tuvo la necesidad de marcar su número, por el hecho de que su empleado
Afortunadamente, Isabella y Emiliano no se lastimaron, ya que, para asombro de Isabella, ellos estaban en una cabaña que no había visitado nunca, a diferencia de lo que se imaginó; creyó que estaban en la mansión Sued, la cual tiene cuatro niveles y de Emiliano haber sido arrojado del último piso no hubiera quedado nada de él. —¡Desgraciado! ¿Cómo se atreve? — rabió Isabella al darse cuenta de que Blas seguía jugando con su salud emocional al hacerle creer que el niño moriría al ser arrojado por la ventana.—¡¡Vayan por ella!!— le ordenó Blas a su gente y los dos hombres salieron al terreno abierto a buscarla.Los maleantes vieron como ella iba cojeando, estaba lesionada y no podía correr tan rápido como quería dándole facilidad a ellos que fueron ágiles y la atraparon llevándola inmediatamente de vuelta con el anciano.Blas se encontraba frente a ella riendo con carcajadas fuertes y molesta al saber cómo ella se mostró tan preocupada por Emiliano, y aunque él reía para no mostrarle
Mientras Isabella estaba siendo subida a una camilla por los paramédicos, se sentía aturdida, porque no esperaba que su niño siempre estuvo a su lado, y el recuerdo de los momentos en que rechazó su afecto y de cómo lo pensaba ser hijo de otra mujer la llenaban de un sentimiento inexplicable, pero lo que más la tenía desconcertada; era el hecho de cómo Maximiliano tenía a Emiliano y lo sabía todo mientras que ella no. Tenía tantas preguntas por hacer, muchas cosas por contar, incontables disculpas que pedirle a su pequeño, que de sus ojos brotaron lágrimas, pero no eran de dolor, sino de emoción y tristeza a la vez.—¡¡Mamita!! ¡¿estás bien?!— chilló Emiliano lleno de emoción en cuanto la vio, puesto que se encontraba tan angustiado por ella que creyó que su pequeño corazón le explotaría en cualquier momento.Él estaba siendo traído por Oliver y se soltó de su agarre para ir corriendo hacia su madre, y a pesar de la altura trató de abrazarse a su cuerpo.—Sí, estoy bien amor mío…Isa
—Pequeño hoy podrás ver a mamá — le dijo Maximiliano con tono alegre a su hijo, y respiró profundamente agradecido con Dios por haber escuchado sus ruegos.—¿De verdad papá? — preguntó ansioso debido a que nunca le permitieron ingresar a la sala de cuidado especial donde tenían a Isabella. Los mejores especialistas atendieron a Isabella, pero aun así les tomó medio mes para poder sacarla de peligro. Al fin estaba fuera de intensivo en una habitación normal donde podría recibir visitas, aunque al abrir los ojos cayó en una depresión fatal, muchos sentimientos se mezclaron y no sabía qué había hecho para que la vida sea tan injusta con ella, pero menos que mal le hizo a su familia para que se ensañaran de esa manera al punto de romperla, no solo una, sino varias veces. No podía solo pensar que su abuelo es tan vicioso que la dañaba por el placer de verla destruida, había algo más de fondo; sin embargo, no tiene idea de que puede ser, porque bien entiende que odiaba a su madre, tal vez
Maximiliano y Oliver se habían pasado los días discutiendo, mientras Isabella estaba ingresada en cuidados intensivos ellos no hacían más que desafiarse, cuando uno estaba el otro debía marcharse, para que los doctores no les dijeran algo por la disputa, y ahora Oliver había venido con un gran ramo de rosas rojas y un hermoso peluche de felpa.—¿Qué haces aquí?, ¡vete! — le dijo Maximiliano con dientes apretados y en tono tan bajo que Oliver sonrió victorioso al mismo tiempo que esquivaba su agarre, ya que le conoció la intención a Maximiliano de tomar el ramillete de rosas para cómo es su costumbre lanzarlo al zafacón más cercano, pero esta vez no se lo permitió, logrando pasárselo a Isabella a quien se le iluminó el rostro en cuando olfateo las rosas.—Huelen rico— manifestó agradecida, causando más irritación en Maximiliano, quien gruñó muy bajo.—Estás muy bien. Pensé que te perdía y me aterrizó la simple idea, no sabes cuanto— confesó Oliver a medida que se sentaba en un sillón q
Al principio Maximiliano se disgustó porque creyó que ella lo quería fuera de su vida por su relación con Oliver, pero luego determinó que no es momento de dejarse llevar por las emociones porque no piensa dejarla sin luchar, y para eso tiene que estar preparado porque aún entre ellos hay muchas cosas que decir y heridas que sanar.Si algo tiene él es que suele ser insistente, y alguien enfocado que hasta no obtener lo que quiere no se detiene para darle la victoria a ningún rival.«¿Cómo pude dudar por un segundo que Emiliano no es su hijo?, ese anciano perverso me hizo parte de sus sucias artimañas», pensó en el momento que reía sin gracia alguna, analizando todas las estupideces que dijo e hizo, siendo el títere que Blas hizo de él, porque reconoce que fue la principal herramienta para ese hombre perverso, y ahora con mente fría entiende claramente que siempre actuó a su voluntad, incluso comprende cuál fue la intención de Blas en el momento que le envió el video cuando tenía a
Isabella se quedó pálida al escuchar aquello y tragó saliva, no quería que él sellara esa promesa, forzosamente se levantó, pero al minuto estaba en el mismo lugar, desnuda y expuesta.—Maximiliano, lo nuestro quedó en el pasado, ¿no entiendes?, déjame ir —. La mirada azul de Maximiliano se clavó en esa verde, y no pudo evitar sentir una profunda lástima al encontrarse con la mirada suplicante de Isabella que se notaba angustiada y asustada.—No quiero ni debo dejarte ir. Me amas, lo puedo ver, sin embargo, tratas de disfrazar ese amor con aborrecimiento, pero te mientes a ti misma— le reiteró al mismo tiempo que le rodeaba la cintura con una mano, mientras las puntas de los dedos iban rozando la suave piel, y haciéndola estremecer, a medida que ella sentía lo empalmado que está.—El amor no es suficiente. No se puede retener a alguien que ya no quiere. Cuando quise quedarme a tu lado tú no quisiste y te di tu espacio, por favor dame el mío ahora que te lo estoy pidiendo—. Habló lenta