Capítulo 34.

Cuando volví a bajar quien me esperaba en la entrada de la cueva era el Alfa Supremo, así que desnudé mi cuello de inmediato.

-Alfa, buenas tardes.

-¿Estás lista?

-No se me indicó que requiera alguna ropa especial para la siguiente misión. ¿Debería cambiarme? - Pregunté recordando que la última vez que fui con él solo era para ser un pedazo de carne.

-No será necesario. ¿Me ayudas a empacar todo esto? - Preguntó señalando a todos los conejos al rededor.

Me lanzó un enorme trozo de tela y lo coloqué en el suelo. Pusimos conejos ahí y en dos minutos todo estuvo listo.

Se transformó y tomó la bolsa improvisada con los dientes.

-Sube.

Monté su espalda con cuidado y recosté mi cuerpo hasta que mis manos se aferraron a la piel de su cuello, mi cabeza estuvo recostada sobre el espacio entre sus hombros y mis piernas se engancharon por debajo de su vientre.

Comenzó una loca carrera y yo solo me sujeté cerrando los ojos.

Una media hora después el calor de su cuerpo me estab
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