Capítulo 29.

Llegué cojeando un poco hacia la zona.

-Quédense ahí, cachorros. Si comienza a atardecer y no he regresado, vuelvan a las cabañas. Seguramente no habrá nadie y podrán esconderse. Estarán seguros y el Alfa Supremo los recogerá.

Ahora era tiempo de pensar en qué mierda hacer a continuación.

Mi cuerpo se sentía pesado y pegajoso pero no me quedaba más opción que seguir hasta que Gail encontrara a alguna jodida patrulla.

De camino a la cabaña en donde tenían a las cachorras, un pequeño brillo en el suelo captó mi atención.

Era un maldito cuchillo. No uno filoso o intimidante, sino de esos que utilizan para cortar el pan en algunas manadas.

Lo tomé preguntándome vagamente cómo había llegado hasta allí y luego casi me reí de mí misma al pensar que podría ser una buena arma.

Era mejor que nada... aun así volví a dejarlo en el suelo.

Abí siempre decía que un arma que no supiera usar era un arma extra que el enemigo usaría en mi contra.

Seguí caminando escondiéndome cada tanto en algunos árbol
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