Quizá nunca me cansaré de sus labios. No importaba que tuvieran un sabor cobrizo, me tendrían que quitar con una palanca de aquí. Sentí sus manos subir por mi espalda dejando un camino de escalofríos a su paso. Profundizó el beso mientras gemía lo bien que se sentía. Era nuevo eso de que usara las manos para algo más que sostenerme. No me quejaría. Incliné mis caderas más adelante y mis ojos se abrieron con lo que sentí entre mis piernas. Él se rio y puso una mano sobre mis ojos para seguirme besando. De acuerdo. Ignoremos el elefante de la habitación. O, en este caso, la trompa del elefante. Me acerqué aún más para pasar mis manos por sus hombros y cambiar el ángulo de mi boca. La intensidad de nuestro beso subió cada vez más hasta que tuvimos que separarnos por aire. Jadeé sin dejar de mirar sus ojos oscurecidos. -Brazo. - Dijo con suavidad y yo elevé mi extremidad. Él asintió después de examinarlo. Pasó la lengua por sus labios y vi unas cuantas gotas de sangr
Mátenme ahora.-¿A qué se refiere con "hablar" entonces? - Pregunté contra su dedo muerta de vergüenza.. -A que me gustaría que fueras menos descuidada porque no sé si mi sangre tiene algún tipo de efecto secundario al beberla en grandes cantidades. - Dijo lentamente quitando su dedo de mi boca por fin. - No lo había hecho antes, quiero decir, nadie de mi manada ha estado tan mal como para requerir más de algunas gotas. Ah.-Esta bien. Procuraré no herirme a propósito. Uh... ¿Puedo regresar a dormir?-No. - Dijo inclinando la cabeza. - Ahora me encuentro muy interesado en lo que estabas diciendo, Vomi. Yo cubrí mi rostro con las manos.-¿No podemos fingir que fueron balbuceos de una chica dormida? -No. -Dijo haciendo una pausa antes de agregar suavemente. - Ciertamente tenemos que hablar sobre lo que ocurre entre nosotros, así que no me extraña que pienses que de eso quería hablar ahora mismo. Gemí.-Por favor, Alfa... ¿No podemos hacerlo otro día?-Liam. - Dijo tomando mis manos
Aún estaba oscuro cuando el Alfa gruñó en mi oído. -¿Qué? - Pregunté medio dormida. -... abrir. Tienes que revisar que tenga todas tus plantas, hembra. - Gritó un tipo claramente enojado. Bostecé ampliamente antes de acurrucarme de nuevo contra el pecho del Alfa Supremo. Me estaba quedando dormida cuando aporrearon la puerta como si la quisieran tirar. Un nuevo gruñido del Alfa me hizo abrir los ojos. -¿No entenderá la indirecta, verdad? - Gemí. -No lo creo. -Gruñó abrazándome con fuerza. - En estos momentos es cuando refuerzo mi opinión sobre los castigos que terminan en ejecución. Me eché a reír, lo que provocó que el lobo de afuera enfureciera un poco más. -¿Tengo que lidiar con ese problema? - Pregunté mirando hacia la puerta. -Puedo ir yo. Lamentablemente para ti, creo que será divertido que resuelvas tú sola esto y no pienso moverme de aquí. -Hilarante. - Dije cuando me dejó ir para que pudiera levantarme. - ¿Tengo libertad para tratar esto como yo quiera? -¿Piensas
-No será necesario. - Dijo una voz calmada pero letal sobre la multitud.Los lobos se apartaron y yo agaché la mirada. Quizá si me escapaba nadie lo notaría... -Alfa Supremo. Sabe que aprecio su invaluable ayuda a mi manada pero no puede dejar que los miembros de su manada hagan lo que quieran en otros territorios. El Alfa Supremo llegó hasta nosotros después de echar un breve vistazo al cuerpo del lobo en el piso. -Por supuesto no le doy tal libertad a mis lobos. -Entonces quiero una explicación y un castigo para esa hembra. Yo di un respingo. ¿Qué le pasaba a los Alfas y sus tendencias a castigarme? -De acuerdo. - Dijo el Alfa Supremo caminando hacia mí.Mierda.Se detuvo a un paso de mí y arqueó una ceja. Yo me derrumbé.-Por favor Alfa, no me castigue.Sentí sus manos en mi cintura y luego me elevó para estar a la altura de sus ojos. Enseguida mis piernas se enredaron en su cintura.-Explicación. - Dijo con calma mirándome fijamente.Yo hice un puchero.-Ya lo sabe.-S
La cabeza del Alfa Ayax rodó por la alfombra ante los ojos atónitos de todos. -Mató... ¡Mató a su padre! - Gritó una de las lobas de mi manada que sostenía mi velo. -¡Corre! ¡El yer... yerno mató a su suegro! Los invitados corrían en todas direcciones, los gritos resonaban por toda la sala. Me sorprendió ver a mi nueva pareja sacudiendo sus garras para limpiar los restos sangrientos de ellas, por lo que me quedé quieta en un primer momento. A mí lado, mi hermana menor tembló de miedo. -¡¿POR QUÉ?! ¡¿POR QUÉ MATÓ A MI PAPÁ, POR QUÉ?! -Grité en cuanto me recuperé de la impresión. El me miró con una sonrisa siniestra. -¿Por qué? No hay razón, lo maté porque quise. Jeremías se lamió la sangre de sus garras sin apartar la vista de mis ojos. -Ahora te toca a ti, mi querida Luna. Di un tembloroso paso atrás, pero no había hacia dónde correr. -¡Guardias! ¡Guardias! Grité y apreté con fuerza la mano de mi hermana. Pero nadie me contestó, todo se volvió en caos. Mi
Algo húmedo corría por mi cara. Sentía el peso de algo aplastandome. Yo... podía sentir. Creo que eso era indicativo de que no estaba muerta, ¿No es así? Entonces, era tiempo de sobrevivir. Poco a poco reuní información de mi entorno sin abrir los ojos. El sonido de algo siendo arrastrado seguido de algo al ser arrojado... y más peso sobre mi cuerpo. -¡¿Qué demonios están haciendo?! ¡Ya están muertos! ¡Háganlo más rápido! Después de un par de respiraciones lentas que me costaron toda mi fuerza de voluntad para no inhalar como si fuera mi última bocanada de aire, abrí solo un poco los ojos. Tuve que controlarme nuevamente para no gritar. Un lobo se encontraba rociando algo sobre la pila de cuerpos en la que me encontraba. La antorcha en su otra mano me dió una idea aproximada de lo que iba a hacer a continuación. -¡Más deprisa! ¡El Alfa no perdonará la vida de los holgazanes! Giré levemente el rostro y ví a un par de mujeres y hombres de mi manada que se apresuraban a cumpli
Quizá fueron los diez minutos más largos de mi vida. Estaba tan débil que incluso mantenerme despierta era una proeza. Cada sonido, por pequeño que fuera, me ponía nerviosa y sentía el corazón salirse de mi pecho. Así que cuando la pareja llegó en sus pieles de lobo, casi me da un infarto. Abi mordisqueó suavemente mi mano y señaló hacia la entrada de la manada. -Lo siento. - Graznó con apenas voz. - No puedo moverme. Su pareja se transformó en ese instante y volvió a cogerme en brazos. -Vamos, antes de que sigan nuestro olor. Y así fue como salimos de la manada en medio de la sombra de la noche. -¿Qué... qué sucedió? - Pregunté en un susurro. Gail apretó los dientes. -A nosotros, los guardias, se nos ordenó patrullar las fronteras. Alfa Ayax dijo que estuviéramos atentos a cualquier peligro viniendo de la manada Black. - Su rostro se oscureció aún más. - Solo sus guardias personales estuvieron presentes en la unión, fue por ello que nos tardamos en averiguar qué era lo que
Abi había muerto.No sabía los detalles ya que el único que podría ayudarme se encontraba tirado en el bosque a mi lado.Las lágrimas comenzaron a nublar mi vista, pero con el peligro tan cerca de nosotros ni siquiera me animaba a maldecir.No por temor a que me encontraran a mí, sino porque no dejaría que su pareja muriera cuando ambos me ayudaron a escapar. Jamás deshonraría a mi amiga de ese modo.Traté de levantarme un par de veces y logré sostenerme a duras penas. Arrastré los pies hacia el cuerpo de Gail y luego miré lo que nos rodeaba. Tenía que escondernos de alguna forma y rezar por un milagro porque estaba segura de que no tendríamos ayuda. No había ninguna cueva, no escuchaba ningún río y no sabía a qué distancia habían encontrado a Abi. Seguí mirando a mi alrededor y llegué a la conclusión de que tendríamos que escalar un árbol y permanecer ahí hasta que Gail se despertara y me pudiera decir si había peligro.Primero tenía que despistar a los perseguidores, así que me qui