-Me está haciendo ver mal ante los cautivos, Alfa. - Susurré con mi cara en su espalda. - Estoy segura de que me han estado llamando mentirosa durante los últimos minutos ¿Sabe?-Algo escucho, si. Sobre yo siendo un tirano. - Dijo distraídamente. - ¿Por qué te importa lo que digan?-Bueno, ya que me deja hablar sobre el tema...Le conté al Alfa que la manada Jade estaba muy bien económicamente hablando, por lo que sus hembras se aburrían a muerte al no tener nada mejor que hacer que cuidar a sus cachorros, limpiar y cocinar. No es como si necesitaran ayudar a sus parejas debido a que la principal fuente de ingresos de la manada venía de la extracción de piedras preciosas en su territorio; trabajo en el que unicamente participaban los machos al ser ellos los de la "fuerza bruta". Así que a los machos se les hizo una excelente idea que para tenerlas contentas podían sembrar flores y papas (o alguna mierda parecida) en un pedazo del territorio que no ocupaban.Ellas eran felices, por lo
-No les quitaré esas cuerdas hasta que pueda hablar con su Alfa. - Dijo El Alfa Supremo con un gruñido. - Así que bien podrían guiarme hasta la casa de la manada. -El Alfa fue con nosotros a Garras. - Gruñó uno de ellos. -No lo encontrará en la manada. - Gruñó otro. -Nuestro Alfa no regresaría al territorio con las manos vacías... Un coro de voces defendiendo el honor y la valentía del Alfa de Jade resonó por el bosque. Los ignoramos. Solo queríamos una dirección, no oir las grandes proezas de su Alfa. Cleo chilló en alerta a nuestra espalda y nos detuvimos abruptamente. El Alfa cambió su postura a una relajada, pero no ordenó que siguiéramos nuestro camino. De pronto salidos de entre la vegetación, una orda de cachorros se abalanzó hacia nosotros. Yo volví a saltar sobre los brazos de Gail para evitar que me pasaran por encima en su prisa por llegar hasta los cautivos. "¡Papá!", "¡Tío!", "regresaron" y "¿Dónde está mamá?" fue todo lo que se escuchó de los peque
La cabeza del Alfa Ayax rodó por la alfombra ante los ojos atónitos de todos. -Mató... ¡Mató a su padre! - Gritó una de las lobas de mi manada que sostenía mi velo. -¡Corre! ¡El yer... yerno mató a su suegro! Los invitados corrían en todas direcciones, los gritos resonaban por toda la sala. Me sorprendió ver a mi nueva pareja sacudiendo sus garras para limpiar los restos sangrientos de ellas, por lo que me quedé quieta en un primer momento. A mí lado, mi hermana menor tembló de miedo. -¡¿POR QUÉ?! ¡¿POR QUÉ MATÓ A MI PAPÁ, POR QUÉ?! -Grité en cuanto me recuperé de la impresión. El me miró con una sonrisa siniestra. -¿Por qué? No hay razón, lo maté porque quise. Jeremías se lamió la sangre de sus garras sin apartar la vista de mis ojos. -Ahora te toca a ti, mi querida Luna. Di un tembloroso paso atrás, pero no había hacia dónde correr. -¡Guardias! ¡Guardias! Grité y apreté con fuerza la mano de mi hermana. Pero nadie me contestó, todo se volvió en caos. Mi
Algo húmedo corría por mi cara. Sentía el peso de algo aplastandome. Yo... podía sentir. Creo que eso era indicativo de que no estaba muerta, ¿No es así? Entonces, era tiempo de sobrevivir. Poco a poco reuní información de mi entorno sin abrir los ojos. El sonido de algo siendo arrastrado seguido de algo al ser arrojado... y más peso sobre mi cuerpo. -¡¿Qué demonios están haciendo?! ¡Ya están muertos! ¡Háganlo más rápido! Después de un par de respiraciones lentas que me costaron toda mi fuerza de voluntad para no inhalar como si fuera mi última bocanada de aire, abrí solo un poco los ojos. Tuve que controlarme nuevamente para no gritar. Un lobo se encontraba rociando algo sobre la pila de cuerpos en la que me encontraba. La antorcha en su otra mano me dió una idea aproximada de lo que iba a hacer a continuación. -¡Más deprisa! ¡El Alfa no perdonará la vida de los holgazanes! Giré levemente el rostro y ví a un par de mujeres y hombres de mi manada que se apresuraban a cumpli
Quizá fueron los diez minutos más largos de mi vida. Estaba tan débil que incluso mantenerme despierta era una proeza. Cada sonido, por pequeño que fuera, me ponía nerviosa y sentía el corazón salirse de mi pecho. Así que cuando la pareja llegó en sus pieles de lobo, casi me da un infarto. Abi mordisqueó suavemente mi mano y señaló hacia la entrada de la manada. -Lo siento. - Graznó con apenas voz. - No puedo moverme. Su pareja se transformó en ese instante y volvió a cogerme en brazos. -Vamos, antes de que sigan nuestro olor. Y así fue como salimos de la manada en medio de la sombra de la noche. -¿Qué... qué sucedió? - Pregunté en un susurro. Gail apretó los dientes. -A nosotros, los guardias, se nos ordenó patrullar las fronteras. Alfa Ayax dijo que estuviéramos atentos a cualquier peligro viniendo de la manada Black. - Su rostro se oscureció aún más. - Solo sus guardias personales estuvieron presentes en la unión, fue por ello que nos tardamos en averiguar qué era lo que
Abi había muerto.No sabía los detalles ya que el único que podría ayudarme se encontraba tirado en el bosque a mi lado.Las lágrimas comenzaron a nublar mi vista, pero con el peligro tan cerca de nosotros ni siquiera me animaba a maldecir.No por temor a que me encontraran a mí, sino porque no dejaría que su pareja muriera cuando ambos me ayudaron a escapar. Jamás deshonraría a mi amiga de ese modo.Traté de levantarme un par de veces y logré sostenerme a duras penas. Arrastré los pies hacia el cuerpo de Gail y luego miré lo que nos rodeaba. Tenía que escondernos de alguna forma y rezar por un milagro porque estaba segura de que no tendríamos ayuda. No había ninguna cueva, no escuchaba ningún río y no sabía a qué distancia habían encontrado a Abi. Seguí mirando a mi alrededor y llegué a la conclusión de que tendríamos que escalar un árbol y permanecer ahí hasta que Gail se despertara y me pudiera decir si había peligro.Primero tenía que despistar a los perseguidores, así que me qui
No terminamos nuestro luto porque quisiéramos, sino porque aún no nos encontrábamos lo suficientemente lejos como para estar a salvo. No creía que supieran que estaba viva, pero era mejor mantenerlos en las sombras sobre eso. Así que, por precaución, debíamos seguir avanzando. Tratamos de pescar algo para comer antes de que él se transformará en lobo y se metiera al río directamente a sacar algunos peces en su forma de lobo. -Necesitas comer. - Dijo cuando salió de ahí y me dió todos los peces. - No podrás transformarte si te encuentras débil. ¿Ya decidiste nuestra ruta? No podemos seguir corriendo a ciegas. Asentí. -Hay una manada en los límites del continente que… -¡¿Qué?!, ¡¿Quieres ir a Colmillos de Sangre?!, ¡¿Has perdido tu mente, mujer?! Me encogí de hombros mientras clavaba en un trozo de madera uno a uno los pescados. Su reacción era de esperarse. Colmillos de Sangre era, por mucho, la manada más siniestra y sangrienta del Continente. No por nada era el hogar del Alfa
Ni a él ni a mí nos emocionaba especialmente el comer, pero necesitábamos energía para el viaje. O al menos Gail la necesitaba. No creo que rebotar por horas requiera energía. Tomamos de nuestra “bolsa” improvisada hecha con su camisa rota lo último de la caza del día anterior y lo comimos crudo. No queríamos alertar de nuestra presencia a la manada. Aún no. -¿Ya se te ocurrió cómo vamos a escalar hasta la Casa de la manada? - Preguntó con la boca llena. -Trabajo en eso. - Murmuré. La montaña se dividía en dos: la parte de la base y la parte de la cima. En la base era relativamente sencillo escalar ya que tenías más puntos de apoyo para manos y pies. El problema era la cima: kilómetros de hielo sólido que no podías atravesar ni con las garras más afiladas del mundo. O eso era lo que decían los rumores. De todas formas nos preparábamos para tomar precauciones. Aún no tenía un plan para llegar. Quizá él podría hacerlo solo, pero no quería dejarme atrás. Después de