Rompo a llorar después de leer la carta de Fernando. Llamo a Belén y le pregunto si sabe algo sobre esto. Me dice que uno de sus compañeros la encontró debajo de la almohada y la envió, esperando que me ayudara a sentirme mejor. La carta estaba cerrada, por lo que no sabían de qué se trataba.—¿Estás bien, Tinita? —me pregunta Belén.—No lo sé. Él quería que nos casáramos —respondo con una sonrisa triste.—Eso es hermoso. Al menos sabes cuánto te amaba —me asegura Belén, tratando de consolarme.—Hay algo que no entiendo. Estaba viendo los documentos de Fernando y Amadeo es quien firmó la solicitud de profesionales. ¿Por qué el gobernador estaría a cargo de eso? —le pregunto, y ella me dice que investigará.Pasados unos días, las hermanas de Fernando vienen al departamento. Ahora, no solo mis compañeras me desvalijan, aun así, ellas me hacen feliz.—Me gustan estos zapatos —señala Catalina, saliendo de mi dormitorio como si modelara.—Yo quiero este vestido para la graduación —reclama C
Escribo un artículo sobre la esposa de Amadeo y su vida junto al gobernador, el cual le encanta. Uso ironía en algunas partes, pero ni ella ni sus pomposas amigas se dan cuenta. Una tarde, me invita a tomar el té en su casa. Su esposo llega y, al verme, Amadeo cambia la expresión.—Querido, te dije que la iba a convencer —le asegura Mabel, orgullosa de tenerme allí para él—. Ya revisé el contrato y se lo envié a tus asesores. Ellos dijeron que estaba bien. Si lo deseas, lo tengo en tu oficina, listo para que lo firmes.Esta mujer necesita algo para calmar su ansiedad. Se nota que intenta complacerlo. Aun así, la cara de Amadeo es un poema. Él me sonríe y me saluda falsamente. Yo le respondo de la misma manera. Luego, le pide a su esposa que lo acompañe al estudio. Tardan casi media hora en volver. Cuando lo hacen, me entrega el contrato, firmado. Al parecer, ella influye mucho en él, ya que yo creí que no lo haría por cómo me había mirado.Escribo eso en mis notas y, al verme, ella me
Una tarde llaman a Amadeo para avisarle que tiene que ir a una reunión fuera de la ciudad. Sin embargo, un familiar de su esposa está enfermo, por lo que ella no nos acompaña. En el avión, sus guardaespaldas, Don Quijote y Sancho Panza, están en la clase turista. Así que no los tendré siguiéndome los pasos, ya que solo Amadeo y yo tenemos asientos en primera clase.Aunque estamos sentados juntos, no me preocupa, porque ambos estamos ocupados con nuestras computadoras. Yo escribo sobre lo aburrida que es la vida de un político “honesto” y Amadeo contesta correos. El sobrecargo nos trae dos bebidas, y sin darme cuenta, tomo su vaso. Es extraño, ya que es jugo de manzana con hielo, aunque parece whisky. Cuando voy a decírselo, él ya ha tomado un trago largo del mío.—Esa es mi bebida —le informo, sintiéndome juzgada. No quiero que piense que lo hice a propósito.Me mira y pregunta si lo que pedí tiene alcohol, como si no pudiera sentir su sabor. Le digo que sí, y se levanta apurado. No le
***Fuimos a los vestuarios con la ropa que Belén había sacado de su mochila. Mi amiga una chica muy preparada. Pero cuando entré, Belén se quedó en la puerta.—Pasa, Belén —le dije, y ella se sonrojó.—¿No te molesta? —me preguntó, intranquila.—¿Por qué me iba a molestar? Es el vestidor de chicas —le indiqué mientras comenzaba a desvestirme.—Espera, Tania —dijo cuando estaba a punto de quitarme el brasier—. Nunca he visto a una chica desnuda.—¿Lo dices en serio? ¿Y dónde te cambias los días que tenemos deportes? —pregunté.—El preceptor me presta su oficina. Las chicas no quieren que esté en el vestuario de mujeres y los chicos tampoco me aceptan en el de hombres —indicó, mi amiga incómoda.—Es una vergüenza que este colegio no tenga un espacio decente para que puedas vestirte tranquila sin ser acosada —espeté, indignada—. Si no fuera porque debo mantener un perfil bajo, ya estaría escribiendo una queja al ministerio de educación.—Tranquila, Tania. Eso no me importa —dijo ella, aú
Le aviso a Amadeo que no lo voy a acompañar ese día y me alejo del hotel. Tomo un taxi y me voy a un bar lejos de todo. Llamo a Carmen, aun llorando cuando ella me responde.—Hola, Tya, qué sorpresa —me saluda sin darse cuenta de mis lágrimas.—Hola, Carmen —digo de manera lastimosa y sonrío.—Cariño, ¿qué ocurre? ¿Por qué estás llorando así? —me pregunta.—Tengo miedo, Carmen. Tengo mucho miedo de perder mi humanidad —le aseguro, y ella me pide que le explique qué me pasa—. Es Fernando, estuve averiguando y alguien lo quería lejos de mí y no puedo con la culpa. Si tu hijo murió por mi causa, no voy a poder detenerme hasta ver que esa persona pague con su vida.—Tya, no lo entiendes aún, ¿verdad? —me pregunta la mujer entre lágrimas—. Nada de lo que hagas va a devolvernos a Fernando. Solo mancharás el hermoso recuerdo que él dejó en ti. Debes honrar a mi hijo con tu vida, ser una mejor persona. Si alguien tiene que pagar por su muerte, que lo haga, pero no dejes que te arrastre en el p
Rodrigo y yo nos sentamos en el sofá, al borde de la cama, en mi habitación de hotel. Todavía intento comprender por qué la esposa de Amadeo fue quien me envió el dinero para abortar. ¿Acaso Amadeo no quiere deshacerse de nuestra hija? ¿Y cómo es posible que Mabel supiera lo que pasó con Alma?—Estás hermosa, Tinita —me dice mi mejor amigo, tocando mi cabello corto, y me da un beso en la frente. Sé que lo hace para tratar de distraerme un poco—. ¿Estás lista?—No lo sé. Solo ponlo —digo nerviosa, y tomo su mano con fuerza.«Cálmate, Mabel. Sabes que el trastorno de tu esposo no pasa por un bebé. Lo que ocurre es debido a su enfermedad. Si bien es bueno que estés embarazada, no voy a negártelo. Era parte de lo que necesitábamos que ocurriera. Debemos ser cautelosos, ya que eso también los puede separar. No te apresures a contárselo, puesto que, si llegaras a tener un aborto, traerías un recuerdo perturbador en su mente, y sabes que la cabeza de Amadeo está en una constante lucha interna
Voy hasta la suite de Amadeo y trato de hablar con él, pero sus empleados me dicen que no es posible. Se ha ido a una conferencia. Es obvio que se ha enojado conmigo. Aun así, necesito respuestas y no voy a aceptar una negativa de su parte. Asisto a la conferencia como reportera e intento preguntarle algo cuando sale, pero no me deja y hace que sus hombres me mantengan lejos de él. Cancela el acuerdo con el diario y no vuelve a hablarme. No responde mis mensajes ni mis llamadas. Es casi imposible que nos veamos. ¿Qué es lo que lo ha hecho actuar así?Decido tomar un descanso de toda esta locura y voy con Rodrigo a casa. Mi tío parece feliz al vernos. Está saliendo con Charlie desde hace cinco años.—Era hora de que te mudaras —le aseguro a Charlie al saludarlo.—No digas eso Tania, tu abuelo puede tomarlo a mal —me pide él, avergonzado.Charlie conoció a mi tío cuando este se hizo cargo de mí. Al principio solo eran amigos y se llevaban muy bien. Todos nos dábamos cuenta de que pasaba
Vuelvo a mi departamento después de despedirme de mis amigos y mi familia; y de asegurarme de que todo esté en orden en casa. Rodrigo se ofrece a llevar a Belén al aeropuerto, lo que me facilita las cosas. Ella vino solo para ver cómo estaba, y me siento muy agradecida por tener una amiga tan maravillosa como Belén. En realidad, no solo ella, Rodrigo, también ha sido maravilloso desde el principio.***Amadeo había tratado de protegerme, pero al decirle toda la verdad a nuestro preceptor me había metido en serios problemas. No tenía idea de cómo salir de esa situación. Aun así, no iba a dejar que nadie me apartara de lo más valioso que yo tenía. —¿Y qué si eso es cierto? —le pregunté poniéndome de pie frente a su escritorio. No podía estar sentada si tenía que mostrarme fuerte. Charlie me miró sorprendido. Parecía que no era la respuesta que estaba esperando, por lo que aproveché la situación. Era el momento de darlo todo con tal de conseguir que las cosas no cambiaran. —Disculpe q