Sé muy dentro de mí que deseo estar con Amadeo, lo cual me asusta. Saber que, aun después de tanto dolor, sigo sintiendo esto por él. ¿Qué pasa si Amadeo es parte de todo esto?Me sorprende enterarme de que ha alquilado una suite en el hotel donde se celebra la fiesta. ¿Esperaba que viniera? ¿Qué busca de mí? ¿Trata de engañarme de nuevo?—Amadeo, necesito hacerte un par de preguntas —le digo, tratando de calmarlo, ya que se nota que está muy alterado.No obstante, él comienza a besarme, apenas entramos a la habitación. Nuestras bocas se encuentran y no puedo evitarlo; dejo que sus labios posean los míos. Después de tantos años, él aún me hace sentir así, lo que me sofoca y me confunde.—No puedo más, al verte con él me puse muy celoso —me reclama mientras baja el cierre de mi vestido. Yo acompaño sus besos, como una necesidad. Siempre me ha parecido el mejor besando y la manera en que lo hace nubla mi mente.—No estoy con Rodrigo, ya te lo dije —le explico mientras me deja caer sobre
Leo el contrato, solo me tratara como dama de compañía. Tengo que estar estos tres meses a su disposición. Acompañarlo en sus viajes, cenar con él, hacer cosas que se esperaría que hiciera una pareja. Aun así, le pido que me dé por lo menos hasta después de ver a mi abuelo, para firmar. Quiero hablar con mi tío antes. Acepta, y sin decir una palabra más, vamos al hospital.Mi tío está destrozado, hablo con Charlie y me dice que se nota que Luis no puede soltar todavía a mi abuelo. El médico nos explica que hay un tratamiento experimental. Que, si bien nadie va a querer darle un corazón por su enfermedad de base, existe la posibilidad de hacer un xenotrasplante. Nos indica el proceso, de qué se trata y las posibilidades que tiene. Nos dice que prolongará su vida unos cinco años.Bernardo no me deja sola ni un minuto. Después de preguntarle a mi tío si está seguro de querer exponer a esa situación a mi abuelo y que este me diga que sí, voy a recepción. Entrego el dinero que necesita par
—¿Cómo decirlo para no asustarte? Empezaré desde el principio y tú me dices cuando quieras que me detenga. Sé que tus padres fallecieron cuando eras pequeña, también sé que estuviste de novia con el Gobernador cuando eras adolescente y que te hizo sufrir mucho. Ya sabía que estuviste embarazada y que tuviste que dar a tu bebé en adopción por presión familiar —dice y mis ojos se abren como dos platos. Sabe muchísimo más de mí de lo que yo pensaba—. Sé que la familia que adoptó a tu hija tuvo un accidente cuando iban con ella en su automóvil, lo que te habrá causado un dolor inmenso, ya que tus padres murieron de la misma manera.Él se acerca a mí y me mira a los ojos, me acaricia la mejilla como si quisiera consolarme.—Sé que no puedes tener más hijos porque tuviste cáncer de útero —dice, pero se detiene cuando ve que estoy completamente tiesa. Me besa la frente y me abraza—. Sé que eres una mujer muy inteligente y capaz, ya que mientras hacías quimio empezaste a estudiar periodismo. P
Después de dejarme más que ansiosa por él, me mira a los ojos y me pregunta si estoy lista para recibirlo.—Seguro —digo, y antes de poder hacer algo, entra de repente con fuerza. Me sostengo de su espalda y me dejo llevar.Después de hacerlo con intensidad y plenitud, me quedo dormida por la fatiga. Al despertar, Bernardo ya no está en la habitación. Ha dejado el vestido que me quitó sobre la silla. Es muy ordenado y atento.Me levanto y me doy una ducha. Después de eso, llamo a mi jefe y coordinamos algunas cosas antes de empezar con los artículos. Cuando me doy cuenta, ya es de noche. Bernardo aún no ha vuelto cuando golpean la puerta de la habitación.—¿Sí? —pregunto al abrir.—Buenas noches, señorita Lascialandare, el señor nos pidió que le trajéramos unas cosas —dice una chica muy amable.Al parecer, Bernardo ha comprado ropa para mí. Dejo pasar a la chica y tras mostrarme lo que Bernardo ha escogido, me pregunta si me gusta.—El señor Lascialandare dijo que si algo no le gustab
Colombia es muy colorida, sobre todo la capital. Aun así, no perdemos tiempo y me lleva a conocer el Cerro Azul, lo que me sirve para poder hacer un artículo para el diario. En el Parque Nacional Natural Itría podemos ver ballenas, eso es surrealista, tremendamente encantador.—¿Cómo la estás pasando? —me pregunta Bernardo al ver que miro por la ventana del coche en silencio.—Bien, es decir, todo esto es hermoso —digo inquieta.—Puedes decirme si algo te molesta —me aclara mientras bajamos del automóvil e íbamos al jet privado que ha alquilado. Nuestro próximo destino es Venezuela.—Estoy un poco cansada. Este mes ha sido increíble, pero siento que si vuelvo a casa después de sesenta días así voy a desfallecer. Necesito descansar de los aviones y los largos viajes en carretera —le digo molesta conmigo misma.—Está bien —dice y lo miro sorprendida—. Sí, Tania, el punto de que me acompañaras era que lo pasaras bien conmigo. Si vas a estar sufriendo no tiene sentido.—No digas eso. No es
20 de diciembre:«No sé por qué te fuiste, pero lo que sea que tenga que arreglar o dejar para que vuelvas podemos conversarlo. Por favor, no puedo seguir así…»21 de diciembre:«Sé que tu abuelo enfermó. Fui hasta el hospital varias veces, pero hasta ahora nunca te pude ver. Escríbeme si me necesitas…»22 de diciembre:«Tania, estoy preocupado, pero no respondes tu teléfono…»23 de diciembre:«No sé qué hacer para contactarte. Fui a tu casa; sin embargo, no me atendiste…»24 de diciembre:«Tania, espero que tu abuelo esté mejor. Por favor, cuando veas estos mails contáctate conmigo…»25 de diciembre:«¿Operaron a tu abuelo? ¿Necesitas algo?»26 de diciembre:«Tania, siento que ya no puedo más con la incertidumbre. Me estoy volviendo loco…»27 de diciembre:«Tania, si estás enojada porque Mabel está embarazada, te juro que no lo sabía…»28 de diciembre:«Tania, vida. No estés enfadada. Voy a hacerme cargo del bebé. No quiero que Mabel sufra, pero te amo…»29 de diciembre, 30 de diciem
Rodrigo quiere acompañarme, pero me niego. Necesito explicarle a Amadeo lo que está pasando, pero antes tengo que calmar a Bernardo. ¿Qué será capaz de hacer al verme con mi ex? No lo sé, pero no voy a poner mi suerte a prueba. Por cómo conozco a Bernardo, seguro me está esperando en el departamento. Si no voy, se inquietará y hará alguna locura. Como lo hizo la noche que me alejó de Amadeo. No solo es porque intentan matarme. Él no soporta verme cerca del Gobernador, el doctor Peralta.Subo y me lo encuentro en la puerta, no ha entrado. Por lo menos me ha hecho caso en algo. Yo abro y no lo miro siquiera a los ojos. Voy hasta la barra y me preparo una bebida, tengo que tomar algo fuerte si voy a enfrentar a uno de los hombres más poderosos de mi país con la idea de salir viva de ahí.Él me mira con atención, expectante. Yo solo quiero terminar con esta farsa y dejarlo para así poder volver a los brazos de Amadeo. Pero si algo me ha enseñado la vida en estos casi treinta años, es que
Bernardo me cuenta que cuando su madre queda embarazada, la envían con toda su familia a vivir a una casa lejos de la ciudad. Ahí él se cría, aunque va al colegio como los demás niños, tiene tutores por la tarde. Los padres de Alfonzo lo visitan una vez al mes. Luego, a sus cinco años, lo envían a un internado, separándolo de su madre. Ahí se hace de un buen amigo que le es incondicional. Pasan mucho tiempo juntos. Durante su adolescencia, en uno de sus permisos, él le propone salir a tomar alcohol, pero el chico se pone hostil con él y lo trata de llevar de nuevo a su casa.Aun así, Bernardo no lo escucha y sale con otros de sus compañeros. Termina ebrio en la mansión de su padre, haciendo un gran escándalo. D´ Luca lo golpea y le prohíbe volver a ver a ese amigo, aunque él le dijo que no tenía nada que ver, no le cree. Su amigo se marcha, abandona el internado, sus padres lo cambian de colegio y no lo volvió a ver.También me cuenta que, en la facultad se enamoró y su novia quedó emb