Rodrigo quiere acompañarme, pero me niego. Necesito explicarle a Amadeo lo que está pasando, pero antes tengo que calmar a Bernardo. ¿Qué será capaz de hacer al verme con mi ex? No lo sé, pero no voy a poner mi suerte a prueba. Por cómo conozco a Bernardo, seguro me está esperando en el departamento. Si no voy, se inquietará y hará alguna locura. Como lo hizo la noche que me alejó de Amadeo. No solo es porque intentan matarme. Él no soporta verme cerca del Gobernador, el doctor Peralta.Subo y me lo encuentro en la puerta, no ha entrado. Por lo menos me ha hecho caso en algo. Yo abro y no lo miro siquiera a los ojos. Voy hasta la barra y me preparo una bebida, tengo que tomar algo fuerte si voy a enfrentar a uno de los hombres más poderosos de mi país con la idea de salir viva de ahí.Él me mira con atención, expectante. Yo solo quiero terminar con esta farsa y dejarlo para así poder volver a los brazos de Amadeo. Pero si algo me ha enseñado la vida en estos casi treinta años, es que
Bernardo me cuenta que cuando su madre queda embarazada, la envían con toda su familia a vivir a una casa lejos de la ciudad. Ahí él se cría, aunque va al colegio como los demás niños, tiene tutores por la tarde. Los padres de Alfonzo lo visitan una vez al mes. Luego, a sus cinco años, lo envían a un internado, separándolo de su madre. Ahí se hace de un buen amigo que le es incondicional. Pasan mucho tiempo juntos. Durante su adolescencia, en uno de sus permisos, él le propone salir a tomar alcohol, pero el chico se pone hostil con él y lo trata de llevar de nuevo a su casa.Aun así, Bernardo no lo escucha y sale con otros de sus compañeros. Termina ebrio en la mansión de su padre, haciendo un gran escándalo. D´ Luca lo golpea y le prohíbe volver a ver a ese amigo, aunque él le dijo que no tenía nada que ver, no le cree. Su amigo se marcha, abandona el internado, sus padres lo cambian de colegio y no lo volvió a ver.También me cuenta que, en la facultad se enamoró y su novia quedó emb
A la semana siguiente, Bernardo y yo volvemos. Hago que el diario donde trabajo dé la noticia. Bernardo y yo nos hemos casado y ahora soy la esposa del fabricante de armas más poderoso de Latinoamérica. Logramos que la noticia salga en todos los medios de comunicación.Bernardo y yo organizamos una fiesta el mismo día que pisamos Buenos Aires. Invitamos a más de quinientas personas, incluyendo a grandes empresarios; y hombres y mujeres a los que debemos ganarnos, y por supuesto, a Mabel y Alfonzo D’ Luca. Necesito ver a mi enemigo cara a cara, para que conozca el rostro de la mujer que lo va a hacer caer a los abismos del infierno.Recibimos a los invitados en la puerta principal y, cuando pensamos que ya no vendrían, veo a Amadeo bajar de una limusina negra. Se lo nota serio, casi apático. Detrás de él baja Mabel con un bello vestido insulso, así como ella, y a su lado un hombre canoso de barba.—¿Estás lista? —me pregunta Bernardo, nervioso.—Nací lista para esto —digo con una sonri
Amadeo me pide una prueba de que lo pongo antes que, a Bernardo, por lo que abre sus pantalones y me muestra su erección. Termino aceptando su proposición indecente. Así que, me ayuda a levantarme el vestido. Lo hacemos contra la pared del baño, tratando de ser lo más silenciosos posible.Arremete contra mí con mucha fuerza, invadiendo mi interior. Me hace sentir su excitación con cada una de sus embestidas. No sé la razón, pero me gusta que sea así de salvaje, aunque me duela un poco. Como si se desesperara por poseerme de una forma animal y plena.—Hace tres meses que te espero —me susurra al oído—. Y ahora te comportas así con un hombre que no es tu esposo.Me doy cuenta de que quiere jugar con sus palabras y, aunque me gusta cómo me lo hace, sé que pronto vendrá Bernardo, por lo que le pido que me dé en cuatro.—Solo seré tu zorra si me lo haces así —le digo, y sus ojos se encienden. No tarda mucho más, ya que yo presiono y hago fuerza para que mi interior lo sienta.Con sus hábile
Llamo a Bernardo y le pregunto si puedo salir solo con un guardaespaldas, pero no me lo permite. Por lo menos tengo que llevar a dos de ellos. Así que resignada, me cambio de ropa y me voy en el coche que Bernardo me ha comprado. Según me ha dicho, soporta disparos de balas y explosiones pequeñas.Cuando llego al hotel, me presento en la recepción y pregunto por mi entrevista. La recepcionista me envía a una sala de conferencias pequeña. Les pido a mis guardaespaldas que revisen el lugar y al no encontrar nada les ordeno que se queden en la puerta del lado de afuera.Alrededor de diez minutos después, Amadeo aparece y comienza a besarme con desesperación, pero yo lo detengo. No voy a arriesgar todo lo que tengo por solo un poco de sexo.—¿Para esto me llamaste? Te das cuenta de que me estás queriendo usar —le digo, sintiendo la inferioridad en la que me pone y lo aparto de mí.—¿De qué estás hablando? Deberías sentirte halagada. Podría perder todo por esto —reclama enojado y con basta
Mi tiempo se está agotando y él está muy mal. Es como si su mundo se le viniera encima. Yo sé lo que eso significa.—¿Por eso te casaste con Bernardo? —me pregunta sin aliento—. ¿Quieres acercarte a ellos para vengarte por lo que le hicieron a nuestra hija?—En parte sí —digo un poco nerviosa. No puedo contarle todo.—No, Tania. ¿Por qué querrías estar cerca de una familia de mafiosos? —me pregunta molesto—. Debes separarte de él. No puedes luchar contra ellos. Te aplastarán como a una mosca. No quiero perderte.—Sé que ella tiene un hijo tuyo en su vientre y espero que lo cuides mientras tanto. Sin embargo, cuando ese niño inocente nazca, su madre va a pagar con su sangre lo que le hizo a nuestra hija —digo sin prestarle atención a lo que me dice. Nada va a hacerme cambiar de opinión.—No lo hagas. Por favor, te matarán a ti y a todos los que amas —me advierte.—Espero que no estés en el medio cuando tome la decisión de enfrentarlos —digo recuperando la fuerza que me motiva a seguir.
Hacemos lo que los socios del padre de Bernardo nos piden. Cuando se van, parecen haber tenido el orgasmo de sus vidas. Nos agradecen por la experiencia; y prometen ser discretos hasta que los demás hayan firmado el nuevo contrato para su ascenso a la presidencia en la compañía de su padre.Voy al dormitorio, cambio las sábanas de nuestra cama. Cuando viene Bernardo, me saca de la habitación en sus brazos. Dice que no vamos a volver a dormir ahí.—Me van a dar pesadillas si lo hacemos después de que esos tipos estuvieron dentro —indica, y me besa en los labios.Así que esa noche dormimos en uno de los dormitorios de invitados, ambos estamos muy cansados. A la mañana siguiente aún nos reímos de lo ocurrido, cuando mi tío me llama por teléfono. La salud de mi abuelo es grave, por lo que, a toda prisa, me dirijo al hospital.Al entrar veo a mi tío, está llorando, al parecer ya ha muerto. Pese a todo, se nota que mi tío no tiene consuelo, Charlie lo abraza, mientras aún está en shock. En c
Cuando me estaba recuperando del cáncer, Rodrigo, mi amigo, había dejado de estudiar para acompañarme en ese momento tan difícil. Fue un gran apoyo, ya que de él salió la idea de que me anotara para estudiar periodismo, y así mantener mi mente ocupada en algo, mientras hacía la quimio. Él sabía lo difícil que era para mí estar quieta. Debo reconocer, que tenía días buenos y días en los que no podía hacer más que vomitar y volver a la cama. Aun así, sacaba buenas notas. Lo que, llegó a provocar que los docentes no creyeran que yo no cursaba por estar enferma.Mi tío solía evitar el tema de Alma cuando le decía que quería que la trajeran de vuelta. Era consciente de que tenía derecho a volver a verla y a hacerme cargo de ella. Por lo que cuando me dio de alta el oncólogo y el clínico, me senté a hablar con él sobre Alma. Fue en ese momento que me dijo la verdad. Mi pequeña había muerto tras estrellarse el automóvil en el que iba con sus padres adoptivos.Mi mundo se vino de cabeza, era