Colombia es muy colorida, sobre todo la capital. Aun así, no perdemos tiempo y me lleva a conocer el Cerro Azul, lo que me sirve para poder hacer un artículo para el diario. En el Parque Nacional Natural Itría podemos ver ballenas, eso es surrealista, tremendamente encantador.—¿Cómo la estás pasando? —me pregunta Bernardo al ver que miro por la ventana del coche en silencio.—Bien, es decir, todo esto es hermoso —digo inquieta.—Puedes decirme si algo te molesta —me aclara mientras bajamos del automóvil e íbamos al jet privado que ha alquilado. Nuestro próximo destino es Venezuela.—Estoy un poco cansada. Este mes ha sido increíble, pero siento que si vuelvo a casa después de sesenta días así voy a desfallecer. Necesito descansar de los aviones y los largos viajes en carretera —le digo molesta conmigo misma.—Está bien —dice y lo miro sorprendida—. Sí, Tania, el punto de que me acompañaras era que lo pasaras bien conmigo. Si vas a estar sufriendo no tiene sentido.—No digas eso. No es
20 de diciembre:«No sé por qué te fuiste, pero lo que sea que tenga que arreglar o dejar para que vuelvas podemos conversarlo. Por favor, no puedo seguir así…»21 de diciembre:«Sé que tu abuelo enfermó. Fui hasta el hospital varias veces, pero hasta ahora nunca te pude ver. Escríbeme si me necesitas…»22 de diciembre:«Tania, estoy preocupado, pero no respondes tu teléfono…»23 de diciembre:«No sé qué hacer para contactarte. Fui a tu casa; sin embargo, no me atendiste…»24 de diciembre:«Tania, espero que tu abuelo esté mejor. Por favor, cuando veas estos mails contáctate conmigo…»25 de diciembre:«¿Operaron a tu abuelo? ¿Necesitas algo?»26 de diciembre:«Tania, siento que ya no puedo más con la incertidumbre. Me estoy volviendo loco…»27 de diciembre:«Tania, si estás enojada porque Mabel está embarazada, te juro que no lo sabía…»28 de diciembre:«Tania, vida. No estés enfadada. Voy a hacerme cargo del bebé. No quiero que Mabel sufra, pero te amo…»29 de diciembre, 30 de diciem
Rodrigo quiere acompañarme, pero me niego. Necesito explicarle a Amadeo lo que está pasando, pero antes tengo que calmar a Bernardo. ¿Qué será capaz de hacer al verme con mi ex? No lo sé, pero no voy a poner mi suerte a prueba. Por cómo conozco a Bernardo, seguro me está esperando en el departamento. Si no voy, se inquietará y hará alguna locura. Como lo hizo la noche que me alejó de Amadeo. No solo es porque intentan matarme. Él no soporta verme cerca del Gobernador, el doctor Peralta.Subo y me lo encuentro en la puerta, no ha entrado. Por lo menos me ha hecho caso en algo. Yo abro y no lo miro siquiera a los ojos. Voy hasta la barra y me preparo una bebida, tengo que tomar algo fuerte si voy a enfrentar a uno de los hombres más poderosos de mi país con la idea de salir viva de ahí.Él me mira con atención, expectante. Yo solo quiero terminar con esta farsa y dejarlo para así poder volver a los brazos de Amadeo. Pero si algo me ha enseñado la vida en estos casi treinta años, es que
Bernardo me cuenta que cuando su madre queda embarazada, la envían con toda su familia a vivir a una casa lejos de la ciudad. Ahí él se cría, aunque va al colegio como los demás niños, tiene tutores por la tarde. Los padres de Alfonzo lo visitan una vez al mes. Luego, a sus cinco años, lo envían a un internado, separándolo de su madre. Ahí se hace de un buen amigo que le es incondicional. Pasan mucho tiempo juntos. Durante su adolescencia, en uno de sus permisos, él le propone salir a tomar alcohol, pero el chico se pone hostil con él y lo trata de llevar de nuevo a su casa.Aun así, Bernardo no lo escucha y sale con otros de sus compañeros. Termina ebrio en la mansión de su padre, haciendo un gran escándalo. D´ Luca lo golpea y le prohíbe volver a ver a ese amigo, aunque él le dijo que no tenía nada que ver, no le cree. Su amigo se marcha, abandona el internado, sus padres lo cambian de colegio y no lo volvió a ver.También me cuenta que, en la facultad se enamoró y su novia quedó emb
A la semana siguiente, Bernardo y yo volvemos. Hago que el diario donde trabajo dé la noticia. Bernardo y yo nos hemos casado y ahora soy la esposa del fabricante de armas más poderoso de Latinoamérica. Logramos que la noticia salga en todos los medios de comunicación.Bernardo y yo organizamos una fiesta el mismo día que pisamos Buenos Aires. Invitamos a más de quinientas personas, incluyendo a grandes empresarios; y hombres y mujeres a los que debemos ganarnos, y por supuesto, a Mabel y Alfonzo D’ Luca. Necesito ver a mi enemigo cara a cara, para que conozca el rostro de la mujer que lo va a hacer caer a los abismos del infierno.Recibimos a los invitados en la puerta principal y, cuando pensamos que ya no vendrían, veo a Amadeo bajar de una limusina negra. Se lo nota serio, casi apático. Detrás de él baja Mabel con un bello vestido insulso, así como ella, y a su lado un hombre canoso de barba.—¿Estás lista? —me pregunta Bernardo, nervioso.—Nací lista para esto —digo con una sonri
Amadeo me pide una prueba de que lo pongo antes que, a Bernardo, por lo que abre sus pantalones y me muestra su erección. Termino aceptando su proposición indecente. Así que, me ayuda a levantarme el vestido. Lo hacemos contra la pared del baño, tratando de ser lo más silenciosos posible.Arremete contra mí con mucha fuerza, invadiendo mi interior. Me hace sentir su excitación con cada una de sus embestidas. No sé la razón, pero me gusta que sea así de salvaje, aunque me duela un poco. Como si se desesperara por poseerme de una forma animal y plena.—Hace tres meses que te espero —me susurra al oído—. Y ahora te comportas así con un hombre que no es tu esposo.Me doy cuenta de que quiere jugar con sus palabras y, aunque me gusta cómo me lo hace, sé que pronto vendrá Bernardo, por lo que le pido que me dé en cuatro.—Solo seré tu zorra si me lo haces así —le digo, y sus ojos se encienden. No tarda mucho más, ya que yo presiono y hago fuerza para que mi interior lo sienta.Con sus hábile
Llamo a Bernardo y le pregunto si puedo salir solo con un guardaespaldas, pero no me lo permite. Por lo menos tengo que llevar a dos de ellos. Así que resignada, me cambio de ropa y me voy en el coche que Bernardo me ha comprado. Según me ha dicho, soporta disparos de balas y explosiones pequeñas.Cuando llego al hotel, me presento en la recepción y pregunto por mi entrevista. La recepcionista me envía a una sala de conferencias pequeña. Les pido a mis guardaespaldas que revisen el lugar y al no encontrar nada les ordeno que se queden en la puerta del lado de afuera.Alrededor de diez minutos después, Amadeo aparece y comienza a besarme con desesperación, pero yo lo detengo. No voy a arriesgar todo lo que tengo por solo un poco de sexo.—¿Para esto me llamaste? Te das cuenta de que me estás queriendo usar —le digo, sintiendo la inferioridad en la que me pone y lo aparto de mí.—¿De qué estás hablando? Deberías sentirte halagada. Podría perder todo por esto —reclama enojado y con basta
Mi tiempo se está agotando y él está muy mal. Es como si su mundo se le viniera encima. Yo sé lo que eso significa.—¿Por eso te casaste con Bernardo? —me pregunta sin aliento—. ¿Quieres acercarte a ellos para vengarte por lo que le hicieron a nuestra hija?—En parte sí —digo un poco nerviosa. No puedo contarle todo.—No, Tania. ¿Por qué querrías estar cerca de una familia de mafiosos? —me pregunta molesto—. Debes separarte de él. No puedes luchar contra ellos. Te aplastarán como a una mosca. No quiero perderte.—Sé que ella tiene un hijo tuyo en su vientre y espero que lo cuides mientras tanto. Sin embargo, cuando ese niño inocente nazca, su madre va a pagar con su sangre lo que le hizo a nuestra hija —digo sin prestarle atención a lo que me dice. Nada va a hacerme cambiar de opinión.—No lo hagas. Por favor, te matarán a ti y a todos los que amas —me advierte.—Espero que no estés en el medio cuando tome la decisión de enfrentarlos —digo recuperando la fuerza que me motiva a seguir.