Capítulo 38. La misteriosa mujer de Castell.

Tiempo después…

Mientras caminaba de regreso a su puesto, Damon repasó cada palabra de la conversación. La advertencia de Mendiola resonaba en su mente: Maximiliano Lombardo no era un hombre con quien jugar. La seguridad de su equipo y la suya propia dependían de mantener la distancia con Abigail, pero cada vez que pensaba en ella, su corazón le decía una cosa y su cabeza, otra.

Al llegar a su oficina, se sentó en su escritorio e intentó concentrarse en los informes que tenía que revisar. Sin embargo, su mente seguía divagando hacia la imagen de Abigail, su mirada, su voz. Imaginaba que ella era una mujer atrapada en un mundo peligroso y no podía evitar sentir empatía por su situación.

De repente, su teléfono móvil sonó y interrumpió sus pensamientos. Era un mensaje de texto de Mendiola.

«Necesito que revises los últimos movimientos de Lombardo. No podemos permitirnos ningún error».

Damon suspiró, sabiendo que tenía que cumplir con su deber. Se puso a trabajar, pero la imagen de Abiga
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