Capítulo 44. Malentendido.

Samuel, uno de los hombres de confianza de la organización, entró en la oficina de Max con el rostro pálido y la respiración agitada.

—Max, tenemos un problema —dijo tratando de mantener la calma, pero su voz temblaba. —Abigail salió y luego se me perdió de vista. Creo que fue obra de Castell. No entiendo cómo se me pudo escapar.

Max lo miró con furia, con los ojos brillando como llamas. Se levantó de la silla de un salto y se acercó a Samuel con una velocidad intimidante.

—¿Cómo es posible que hayas permitido que eso sucediera? —gritó, apretando el cuello de Samuel con una mano. — ¡Te encargué la seguridad de mi esposa! ¿No te das cuenta de lo que esto significa?

Samuel, luchando por respirar, sintió cómo el miedo recorría su cuerpo.

—Lo siento, Max. No lo vi venir. No pensé que Castell se atrevería a acercarse a ella.

Max lo soltó de golpe, empujándolo hacia atrás.

—¡No puedo soportar la idea de que mi esposa esté en manos de mi peor enemigo! —rugió, y su voz resonó en la oficina. —
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