Abigail se deleita con sensación de asombro mientras Max la desviste despacio, sintiendo el calor de sus manos y su masculinidad expuesta. Ambos se encuentran envueltos en una profunda y ávida conexión, y Max quita su vestido con sutileza, besando todo el cuerpo de Abigail con una mezcla equilibrada de pasión y ternura.Cuando Abigail cierra los ojos al sentir cómo Max calienta su cuerpo, él le quita la ropa interior, quedando completamente desnuda ante sus ojos. Sin embargo, ella sonríe con los labios temblorosos y Max saborea su boca con dulzura en medio del silencio de la noche.Ambos se permiten explorar sus cuerpos y sentir, dejándose llevar por el goce y la calidez del momento. Max quema su cuerpo y Abigail comienza a emitir gemidos, encantada con la forma en que su esposo la acaricia y la toca.El deseo y la pasión se apoderan de la habitación mientras la pareja se entrega al amor con una mezcla de lujuria y ternura. Los cuerpos se entrelazan en una danza sensual y erótica, con
En medio de su triunfal regreso a la mansión, Max y Abigail ya no ocultan su amor ante la vista de los demás. Los sirvientes se ríen a un lado, observando cómo la pareja regresa feliz desde la ciudad del pecado. Norah es la más feliz de todas, pues siente que su familia poco a poco se equilibra.Suben en el ascensor riendo y conversando, junto con las niñeras que fueron, de alguna forma, espectadoras silenciosas de la pasión de la pareja. Al llegar arriba, Max se dirige a su habitación y Abigail lo sigue, poniendo ella su mano en la manilla de la puerta para evitar que abra y le dice:—Ya no dormirás más solo. Quiero dormir todos los días de mi vida contigo, ¿en tu dormitorio o en el mío?Insinuando, de alguna manera, que quiere seguir con lo que iniciaron en Las Vegas, Max sonríe al imaginar que ha creado a una depredadora sexual. Esta nueva Abigail le gusta y lo deleita.Le dice que su habitación, la principal, es más grande y cómoda. Se dirigen a ella, cerrando la puerta de un port
Cuando Elliot se retiró, Becky no pudo contener su entusiasmo y se volvió hacia Abigail con una sonrisa traviesa.—¡Guau, tu amigo está guapísimo! —exclamó, con los ojos brillantes. — Esos músculos son como para perderse entre sus brazos.Abigail soltó una risa, sorprendida por la audacia de su amiga.—¿De verdad? No sabía que te gustaban así de... fuertes —dijo Abigail, levantando una ceja en tono de broma.Becky se encogió de hombros con una sonrisa pícara.—¿Quién no querría a alguien así? —respondió, con confianza.Abigail asintió, recordando que Becky es más lanzada y audaz, mientras que ella es más reservada.—Tienes razón, aunque mi esposo, Max, es más... suave. Pero, ¿te imaginas lo que sería salir con alguien como Elliot? —dijo Abigail, riendo.—¡Sería una aventura! —respondió Becky, con una mirada soñadora. —Vamos, ¡quiero verlo más a menudo!Abigail no pudo evitar reír ante la osadía de Becky.—Ay, Becky. Elliot es amigo de mi esposo, no mío —dijo, riendo mientras se pasaba
Abigail se encontraba en el aula del instituto gastronómico, completamente absorta en la clase junto a Becky. La profesora explicaba con entusiasmo las técnicas de cocina, y Abigail tomaba notas con fervor. Sin embargo, de repente, su teléfono vibró en la mesa y rompió su concentración. Miró la pantalla y vio que era un mensaje de Castell. Su corazón se aceleró al leer que la esperaba en un lugar oculto dentro de la escuela y que debía presentarse sola para no llamar la atención, ya que la seguridad de su marido podría estar siguiéndola.Con un gesto de preocupación, Abigail se apartó del grupo y buscó un rincón donde pudiera responder sin ser vista. Becky, al ver la repentina seriedad en el rostro de su amiga, la observó en silencio, intrigada.—¿Todo bien, Abigail? —preguntó Becky, inclinándose un poco hacia ella, tratando de captar su atención.Abigail, con el teléfono en la mano, le lanzó una mirada rápida antes de responder en voz baja.—Sí... He recibido un mensaje de un amigo.
Al salir del salón, Abigail se encontró con Samuel, que la custodiaba. Él la miraba con preocupación, ya que llevaba mucho tiempo dentro de la academia.—¿Estás bien? —preguntó Samuel, notando la distracción en su rostro. — ¿Necesitas algo?Abigail sonrió, intentando ocultar su inquietud.—Todo bien, Samuel —respondió con ligereza. —Solo me quedé unos minutos para apuntar una receta. No te preocupes.Samuel la observó con atención, pero decidió no insistir.—Muy bien, entonces te llevo a la mansión. —dijo, aunque su tono mostraba que no estaba completamente convencido.—Gracias —contestó ella, sintiendo un alivio momentáneo.Samuel asintió, aunque aún parecía un poco escéptico. Abigail se sintió aliviada de que no profundizara más en el tema.Damon observó desde la distancia cómo Abigail se alejaba, acompañada por su chófer y su guardaespaldas. Su corazón se encogió como un papel arrugado, aplastado por la realidad de que, en ese momento, se sentía un perdedor en el juego del amor. La
Antes de marcharse de la organización Lombardo, Elisa hizo un gesto de saludo con la mirada a Max y se le acercó con mucha seriedad.—¿Hasta cuándo tengo que permanecer infiltrada en la oficina de Castell? —preguntó con una expresión de urgencia en su voz.Max la miró, sorprendido por su pregunta.—¿Estás cansada de la misión? —inquirió, arqueando una ceja.—Creo que ya es suficiente —respondió Elisa. —Deberíamos buscar otro plan.Max la miró de reojo, evaluando la situación.—Lo pensaré —dijo finalmente. —Pero no hagas nada precipitado. Recuerda por qué estás ahí.Elisa asintió, aunque su expresión revelaba su frustración. Sabía que Max tenía razón, pero no podía evitar sentirse desesperada por encontrar una salida a esa situación.—Bien —continuó Max. —Ahora, ve a tu encuentro con Castell. No te preocupes, encontraremos una solución.Antes de que Max pudiera marcharse, Elisa lo agarró del brazo con fuerza y lo llevó a la oficina para hablar en privado. Una chispa en su piel se incen
Al día siguiente, mientras desayunaban, Damon miró a Becky fijamente durante un momento. Ella se encogió de hombros, pensando que podía sospechar que se había acostado con un extraño. Sin embargo, era en lo que menos pensaba Castell.—¿Cuál es tu horario de clases? —preguntó, rompiendo el silencio del desayuno.Su hermana lo miró sorprendida.—¿Para qué lo quieres? —inquirió, frunciendo el ceño.Damon disimuló, intentando mantener la calma.—Solo por si surge alguna emergencia —respondió con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.Sin embargo, en su mente, tejía un plan. Lo que realmente quería era otro encuentro con Abigail. No iba a esperar más para desenmascarar a Max ante sus ojos. La idea de que Abigail pudiera estar involucrada con alguien como él lo inquietaba, y estaba decidido a actuar. Su teléfono sonó rápidamente y era de la estación. Debía ir a dirigir un operativo policial. Su hermana lo mira con preocupación.—Damon, cuídate —le advierte, notando que apenas ha probado boc
Elliot, manteniendo la calma a pesar de la tensión, miró a Elisa con sinceridad en los ojos.—Te quise mucho, Elisa —dijo con suavidad. —Me habría gustado que las cosas fueran diferentes entre nosotros. Pero ahora tengo que dejarte ir para poder ser feliz.Elisa, sorprendida por la sinceridad de sus palabras, sintió una punzada en el corazón. Sin embargo, trató de mantener la compostura.—¿Y crees que eso es tan fácil? —respondió con un tono que intentaba ser desafiante, pero que delataba su vulnerabilidad. — ¿De verdad piensas que puedes olvidarte de mí así de fácil?Elliot suspiró, sintiendo el peso de la situación.—No es fácil, pero aferrarnos a lo que no puede ser solo nos hará más daño. A veces, dejar ir es lo mejor que podemos hacer.Elisa lo miró fijamente, reconociendo la verdad en sus palabras, aunque su ego le costaba aceptarlo.*****Tiempo después…Max entró en el salón de la organización con una determinación evidente y con la mirada fija en su padre. El ambiente estaba