Capítulo 58. Avidez con ansiedad.

Antes de marcharse de la organización Lombardo, Elisa hizo un gesto de saludo con la mirada a Max y se le acercó con mucha seriedad.

—¿Hasta cuándo tengo que permanecer infiltrada en la oficina de Castell? —preguntó con una expresión de urgencia en su voz.

Max la miró, sorprendido por su pregunta.

—¿Estás cansada de la misión? —inquirió, arqueando una ceja.

—Creo que ya es suficiente —respondió Elisa. —Deberíamos buscar otro plan.

Max la miró de reojo, evaluando la situación.

—Lo pensaré —dijo finalmente. —Pero no hagas nada precipitado. Recuerda por qué estás ahí.

Elisa asintió, aunque su expresión revelaba su frustración. Sabía que Max tenía razón, pero no podía evitar sentirse desesperada por encontrar una salida a esa situación.

—Bien —continuó Max. —Ahora, ve a tu encuentro con Castell. No te preocupes, encontraremos una solución.

Antes de que Max pudiera marcharse, Elisa lo agarró del brazo con fuerza y lo llevó a la oficina para hablar en privado. Una chispa en su piel se incen
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