Becky, al ver a Elisa en la fiesta, no pudo evitar acercarse a ella con una expresión de sorpresa en su rostro.—¡Elisa! —exclamó Becky. — No sabía que estaría aquí. Es la novia o amante de Damon, mi hermano.Elliot, que estaba cerca, se quedó paralizado al escuchar el nombre de Damon Castell. Se puso pálido como la muerte y, en un instante, el pánico se apoderó de él.—¿Tú eres hermana de Damon Castell? —preguntó Elliot con la voz temblorosa.Becky, al ver la reacción de Elliot, respondió con rareza:—Sí, es mi hermano.Elliot sintió que el mundo se le venía abajo. En su mente, las piezas comenzaron a encajar y se dio cuenta de que se había metido en la boca del lobo al enamorarse de la hermana de un policía, y no cualquier policía, sino el enemigo número uno de la organización Lombardo. Su corazón latía con fuerza mientras imaginaba las posibles consecuencias de ese descubrimiento.«Esto no puede ser bueno», pensó para sí, sintiendo cómo la ansiedad lo invadía.Becky lo miró con rec
En la sala de reuniones de la organización, la atmósfera era tensa. Todos los miembros de confianza estaban presentes y la preocupación por la situación de Becky pesaba sobre ellos. Elisa, visiblemente nerviosa, se sentó en el borde de su silla, consciente de que su descubrimiento podría poner en peligro a todos.Elliot, con el rostro pálido, rompió el silencio.—No podemos permitir que Becky hable con Damon. Si ella lo menciona, todo estará en peligro —dijo Elliot con voz temblorosa de angustia.Max, que estaba al mando de la reunión, asintió.—Exactamente. Necesitamos actuar rápido. Tú eres la implicada aquí, Elisa. Becky te vio en la fiesta y, si se lo cuenta a Castell, podría conectarte con la organización Lombardo.Elisa tragó saliva, sintiéndose atrapada.—Lo sé, pero no puedo simplemente desaparecer. Tengo que seguir en el FBI, es mi trabajo. Si me expulsan, levantarán sospechas.Elliot, que sintió que la situación se le escapaba de las manos, intervino.—¿Y qué pasa con Becky?
Al día siguiente...Becky se encontraba en una encrucijada desgarradora: por un lado, el amor ardiente que sentía por Elliot, un amor que la hacía sentir viva y deseada; por otro, la lealtad hacia su hermano, quien solo quería lo mejor para ella. La lucha interna la consumía, mientras su mente se debatía entre la pasión que la unía a Elliot y la lealtad que sentía hacia su hermano. ¿Podría aceptar la verdad sobre la vida de Elliot y seguir amándolo, o el peso de su pasado y su conexión con la mafia serían demasiado para soportar? La angustia la invadía y, cada día que pasaba, el peligro se acercaba más, amenazando con destruir no solo su amor, sino también su vida. Becky sabía que debía tomar una decisión, pero el amor que sentía por Elliot la mantenía atada a él, incluso cuando la realidad se tornaba cada vez más oscura.Becky se sentó en la mesa de la cafetería, con la mirada perdida en su taza de café. Abigail, notando su distracción, le tomó las manos con ternura.—Becky, cuéntame,
Abigail salió del aula con el corazón acelerado, aún temblando por la conversación con Damon. Con las manos nerviosas, guardó el sobre y el pendrive en el bolso, sintiendo el peso de la verdad que contenían. Se acercó a su amiga Becky, tratando de ocultar la tormenta de emociones que la invadía.—Lo siento, Becky, pero tengo que irme. Se me ha presentado una emergencia —dijo, evitando dar detalles.En realidad, su único deseo era estar a solas, poder examinar las pruebas que Damon Castell le había entregado, aquellas que revelaban que Max no era el simple CEO que todos creían, sino un mafioso que había amasado su fortuna de manera oscura y engañosa.*****Minutos más tarde, Abigail llegó a la mansión y sintió que era el momento perfecto para descubrir la verdad que se había estado ocultando tras la fachada de Max. Norah no estaba en casa, había salido a hacer las compras y había dejado el camino despejado. Solo las niñeras y los niños se encontraban en la parte de arriba, mientras que
Abigail se conmovió profundamente ante la confesión de Max y sintió cómo su corazón se abría a la vulnerabilidad que él mostraba. A pesar de la rabia y el dolor que había acumulado, el amor que aún sentía por él era tan fuerte que le resultaba imposible no comprender su lucha. Cada palabra que él pronunciaba resonaba en su interior y su mente se llenaba de recuerdos de los momentos felices que habían compartido, de las risas y los sueños que habían construido juntos. En ese instante, la imagen de su familia, unida y feliz, se dibujó con claridad en su mente y se dio cuenta de que, a pesar de los errores y las confusiones, había algo genuino entre ellos, algo por lo que valía la pena luchar.Entretanto, Castell y Elisa, con sus manipulaciones y maquinaciones, se estaban convirtiendo en los antagonistas de esta historia de amor. Su intención de separar a Max y a Abigail estaba fracasando, ya que cada intento de dividirlos solo servía para fortalecer el vínculo que los unía. Max y Abigail
Abigail termina sus actividades en la academia y se dirige a la mansión junto a su amiga Becky, con mucho de qué hablar. Suben al cuarto de los bebés, donde cada una se hace cargo de un niño, y con los coches de los pequeños entran en el despacho de Max. Una vez dentro, se encierran para conversar, dejando atrás el bullicio del hogar y creando un espacio privado para compartir sus pensamientos y preocupaciones.Abigail, con la voz temblorosa, se vuelve hacia Becky y dice:—Rápidamente, tengo que contarte lo que hablé con tu hermano. No había tenido tiempo para hablarte de algo tan delicado.Becky la mira con preocupación, temiendo que se avecine algo grave.—¿Qué pasa, Abigail? —pregunta Becky, preocupada.—Max... —Abigail toma aire. —Max tiene nexos con la mafia en los Estados Unidos. Y lo que es peor: tu hermano va tras él. El objetivo de Damon es su organización.Becky palidece y abre los ojos como platos.—¿Qué? No... eso no puede ser. ¿Y Elliot? —Su voz tiembla. —Él también está
Los días han pasado de prisa y la cabeza de Castell se mueve como una veleta, pensando en Abigail y en cómo sus planes no salieron como esperaba. En el fondo, es un egoísta y poco a poco se ha obsesionado con la dulce Abigail, también por el gran parecido de la joven con su difunta esposa. Junta las manos en la frente y trata de ahogar sus hostiles pensamientos, sobre todo ahora que no tiene a Elisa para saciar sus bajos instintos.Al salir de la oficina, su compañero Mendiola lo observa con curiosidad. —¿Te has dado cuenta del cambio de Elisa? Me parece extraño, casi sospechoso —comenta Mendiola, frunciendo el ceño.Castell, visiblemente incómodo, responde:—Elisa no es de temer, Mendiola.—Claro, si es tu amante. ¿No crees que no estás siendo objetivo con ella? —pregunta Mendiola, levantando una ceja.Castell frunce el ceño e ignora el comentario de su amigo.—No tengo tiempo para tus insinuaciones —dijo con un tono cortante, antes de retirarse, dejando a Mendiola con mal sabor de
Al llegar, Abigail se encontró con Castell, quien la esperaba en un parque alejado de la ciudad. Su rostro estaba pálido y la ansiedad la invadía, mientras que Damon, visiblemente entusiasmado por verla, se acercó rápidamente y la abrazó. Abigail se quedó inmóvil, atrapada en una mezcla de emociones al sentir el cálido aroma de su perfume. La cercanía con Abigail despertó en él una obsesión que crecía rápidamente, lo que intensificaba la tensión entre ambos.Damon, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, comenzó a hablar con desprecio de Maximiliano.—¿Sabes? Max no es más que un mafioso metido en asuntos oscuros —dijo con un tono cargado de desdén. —He estado investigando aún más y tengo pruebas que podrían hundirlo en la cárcel.Abigail sintió que su corazón se encogía, como si el aire se le escapara de los pulmones. La imagen de Damon, que antes le había parecido tan encantadora, comenzaba a desvanecerse.—¿Qué estás diciendo? —preguntó, y su voz tembló. —No puedes hacer eso. Ma