Al llegar, Abigail se encontró con Castell, quien la esperaba en un parque alejado de la ciudad. Su rostro estaba pálido y la ansiedad la invadía, mientras que Damon, visiblemente entusiasmado por verla, se acercó rápidamente y la abrazó. Abigail se quedó inmóvil, atrapada en una mezcla de emociones al sentir el cálido aroma de su perfume. La cercanía con Abigail despertó en él una obsesión que crecía rápidamente, lo que intensificaba la tensión entre ambos.Damon, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, comenzó a hablar con desprecio de Maximiliano.—¿Sabes? Max no es más que un mafioso metido en asuntos oscuros —dijo con un tono cargado de desdén. —He estado investigando aún más y tengo pruebas que podrían hundirlo en la cárcel.Abigail sintió que su corazón se encogía, como si el aire se le escapara de los pulmones. La imagen de Damon, que antes le había parecido tan encantadora, comenzaba a desvanecerse.—¿Qué estás diciendo? —preguntó, y su voz tembló. —No puedes hacer eso. Ma
Al salir de allí, Abigail se encontró con Elliot, quien la esperaba a salvo. Ambos se miraron y se comprendieron. No cabía duda de que Damon estaba obsesionado con Abigail y de que Max corría peligro por culpa de la amenaza de Castell.—Elliot, Max y tú tienen que salir de la mafia antes de que las amenazas de Damon se cumplan y los metan presos a los dos —dijo Abigail, y su voz tembló con la urgencia de la situación.Elliot, con una expresión grave, respondió:—No es tan fácil como piensas, Abigail. Este mundo de criminalidad y mafia es hostil y nada amigable. Salir de él no es solo cuestión de desearlo.Abigail sintió cómo la confusión y el miedo se apoderaban de ella.—Pero no podemos quedarnos aquí, Elliot. No puedo permitir que Max se convierta en un objetivo.—Lo sé, pero hay fuerzas en juego que no comprendes del todo. La mafia no perdona y, una vez que estás dentro, es muy difícil salir.Las palabras de Elliot resonaron en su mente, dejándola aún más inquieta. La angustia se m
Max entró en la habitación de los gemelos con el rostro enrojecido por la furia. Con una seriedad aplastante, ordenó a las niñeras que se fueran y lo dejaran a solas con Abigail. Ella, sorprendida por su actitud, lo miró con preocupación.—¿Qué ocurre, Max? —preguntó ella con voz temblorosa.Sin responderle, él sacó el móvil y le mostró el audio que Elisa le había enviado durante el trayecto. La voz de Castell resonó en la habitación, confesando su amor por Abigail y revelando los deseos perturbadores que sentía al verla. Las palabras del hombre sonaban como las de un pervertido y Abigail se sintió conmocionada, dándose cuenta de que Damon resultaba ser más peligroso de lo que había imaginado.—¿Escuchaste eso? —dijo Max, su voz cargada de indignación. — ¡Este tipo está obsesionado contigo!Abigail, armándose de valor, se enfrentó a su marido con arrojo.—Max, ¡escúchame! Soy una mujer decente y solo siento deseos por ti, por el padre de nuestros hijos. No puedes dudar de mi amor por
Horas más tarde, cuando Castell se marchó de Empresas Lombardo sin haber encontrado nada que vinculara a Max con algún delito, Elliot entró en la oficina con el ceño fruncido. Al ver a Max, este no pudo evitar soltar una sonrisa burlona.—¿Qué tal, Elliot? —dijo Max con tono irónico. —Tu cuñado Castell estuvo aquí allanando el lugar, pero parece que no encontró nada que lo incriminara ni a él mismo.Elliot se detuvo en seco, sintiendo cómo una ola de preocupación lo invadía.—Esto se está poniendo color de hormiga —respondió Elliot, con la voz tensa. —Castell no se detendrá hasta que encuentre algo y, con su determinación, no sé cuánto tiempo más podremos mantener esta fachada.Max se encogió de hombros, tratando de mantener la calma.—Deja que se esfuerce. Cuanto más busque, más se enredará en sus propios problemas. La clave es no dejar que sepa lo que realmente estamos haciendo.Elliot frunció el ceño, consciente de que la situación era más delicada de lo que Max parecía entender.—
Castell se encontraba en su oficina, sumido en la penumbra de la incertidumbre, cuando la puerta se abrió de golpe. Un hombre de aspecto decidido, con un aire de autoridad que no pasaba desapercibido, entró con paso firme.—Castell —dijo el hombre, tendiéndole la mano. — Soy el nuevo agente encargado del caso Lombardo. He estado siguiendo tu trabajo y creo que juntos podemos hacer algo grande.Castell, sorprendido pero intrigado, estrechó la mano del agente.—¿De verdad crees que podemos derribar a Maximiliano Lombardo? Es un genio en su campo, y no solo en la mafia. Ha construido un imperio que parece indestructible.El agente asintió con la mirada fija en Castell.—Lo sé, pero tengo información que podría cambiar las cosas. Lombardo ha estado jugando con fuego, y yo tengo un as en la manga que pienso usar con cautela. Si lo hacemos bien, podremos llevarlo a la cárcel durante mucho tiempo.Castell sintió una chispa de esperanza.—¿Qué necesitas de mí?—Tu conocimiento del terreno y t
Sin pensarlo dos veces, Castell se reúne con Elisa en un hotel de Nueva York. Elisa accedió a verlo después de que Max le advirtiera que no lo hiciera más, pero las ganas de revolcarse con Castell pudieron más que las advertencias de su jefe.Al llegar al hotel, Castell la encuentra esperándolo en la habitación, vestida con un camisón transparente que deja ver sus curvas perfectas. El deseo de Castell crece al instante y, sin decir una palabra, se acerca a ella y la besa apasionadamente.Elisa responde al beso con igual pasión y explora el cuerpo de Castell con las manos, desabrochándole la camisa y acariciando su piel. Castell la lleva hacia la cama y la tumba suavemente, empezando a besarla con lentitud y ternura.Mientras se besan, Elisa desliza sus manos por debajo de la ropa interior de Castell, y él se estremece al sentir sus dedos en su piel. Ella sonríe, sabiendo que lo tiene completamente bajo su control.Castell se desnuda rápidamente y Elisa hace lo mismo. Sus cuerpos se un
Becky y Abigail se encontraban en la oficina de Max. El ambiente era tenso, pero allí se mezclaba una extraña alegría con una preocupación creciente. Abigail, con una sonrisa radiante, acariciaba su vientre, mientras que Becky, sentada en una silla, miraba por la ventana con una expresión de inquietud. La noticia del embarazo había traído felicidad a todos, pero para Becky era un torbellino de emociones.—No puedo evitar sentirme abrumada —confesó Becky, rompiendo el silencio. —Estar enamorada de un mafioso y saber que mi hermano planea meter al padre de mi hijo en la cárcel... Es como si todo estuviera en mi contra.Abigail, notando la angustia en la voz de su amiga, se acercó y le tomó la mano.—Becky, entiendo que esto es difícil. Pero tienes que pensar en lo que realmente quieres. No puedes dejar que el miedo te controle.Becky suspiró y miró a Abigail con tristeza.—¿Y qué pasa si todo esto termina mal? No quiero que mi amor por Elliot me haga perder a mi hermano.Abigail sonrió
Al día siguiente, sin pensarlo dos veces, Norah fue al apartamento de Francesco Lombardo. Al entrar, lo encontró acompañado de una de sus numerosas novias jóvenes, quien lo miraba con admiración. Al notar su llegada, Francesco la observó con desdén y, con una sonrisa burlona.—Necesito hablar contigo a solas —dijo Norah, sin ocultar su impaciencia, mientras lanzaba una mirada despectiva a la chica que lo acompañaba.Francesco, con un aire de ironía, replicó:—No puedes negar que estás celosa, Norah.—Deja de decir estupideces, Francesco —respondió ella, frunciendo el ceño con frustración.Francesco, disfrutando del momento, le dijo a su acompañante:—Espera un momento en la habitación, cariño. Más tarde continuaremos con lo que teníamos pendiente.La chica, con una sonrisa pícara y sin prestar atención a la tensión en el aire, asintió y se retiró, dejándolos solos. Norah sintió que el ambiente se cargaba de una mezcla de nerviosismo y determinación, sabiendo que debía sacar a la luz l