Abigail salió del aula con el corazón acelerado, aún temblando por la conversación con Damon. Con las manos nerviosas, guardó el sobre y el pendrive en el bolso, sintiendo el peso de la verdad que contenían. Se acercó a su amiga Becky, tratando de ocultar la tormenta de emociones que la invadía.—Lo siento, Becky, pero tengo que irme. Se me ha presentado una emergencia —dijo, evitando dar detalles.En realidad, su único deseo era estar a solas, poder examinar las pruebas que Damon Castell le había entregado, aquellas que revelaban que Max no era el simple CEO que todos creían, sino un mafioso que había amasado su fortuna de manera oscura y engañosa.*****Minutos más tarde, Abigail llegó a la mansión y sintió que era el momento perfecto para descubrir la verdad que se había estado ocultando tras la fachada de Max. Norah no estaba en casa, había salido a hacer las compras y había dejado el camino despejado. Solo las niñeras y los niños se encontraban en la parte de arriba, mientras que
Abigail se conmovió profundamente ante la confesión de Max y sintió cómo su corazón se abría a la vulnerabilidad que él mostraba. A pesar de la rabia y el dolor que había acumulado, el amor que aún sentía por él era tan fuerte que le resultaba imposible no comprender su lucha. Cada palabra que él pronunciaba resonaba en su interior y su mente se llenaba de recuerdos de los momentos felices que habían compartido, de las risas y los sueños que habían construido juntos. En ese instante, la imagen de su familia, unida y feliz, se dibujó con claridad en su mente y se dio cuenta de que, a pesar de los errores y las confusiones, había algo genuino entre ellos, algo por lo que valía la pena luchar.Entretanto, Castell y Elisa, con sus manipulaciones y maquinaciones, se estaban convirtiendo en los antagonistas de esta historia de amor. Su intención de separar a Max y a Abigail estaba fracasando, ya que cada intento de dividirlos solo servía para fortalecer el vínculo que los unía. Max y Abigail
Abigail termina sus actividades en la academia y se dirige a la mansión junto a su amiga Becky, con mucho de qué hablar. Suben al cuarto de los bebés, donde cada una se hace cargo de un niño, y con los coches de los pequeños entran en el despacho de Max. Una vez dentro, se encierran para conversar, dejando atrás el bullicio del hogar y creando un espacio privado para compartir sus pensamientos y preocupaciones.Abigail, con la voz temblorosa, se vuelve hacia Becky y dice:—Rápidamente, tengo que contarte lo que hablé con tu hermano. No había tenido tiempo para hablarte de algo tan delicado.Becky la mira con preocupación, temiendo que se avecine algo grave.—¿Qué pasa, Abigail? —pregunta Becky, preocupada.—Max... —Abigail toma aire. —Max tiene nexos con la mafia en los Estados Unidos. Y lo que es peor: tu hermano va tras él. El objetivo de Damon es su organización.Becky palidece y abre los ojos como platos.—¿Qué? No... eso no puede ser. ¿Y Elliot? —Su voz tiembla. —Él también está
Los días han pasado de prisa y la cabeza de Castell se mueve como una veleta, pensando en Abigail y en cómo sus planes no salieron como esperaba. En el fondo, es un egoísta y poco a poco se ha obsesionado con la dulce Abigail, también por el gran parecido de la joven con su difunta esposa. Junta las manos en la frente y trata de ahogar sus hostiles pensamientos, sobre todo ahora que no tiene a Elisa para saciar sus bajos instintos.Al salir de la oficina, su compañero Mendiola lo observa con curiosidad. —¿Te has dado cuenta del cambio de Elisa? Me parece extraño, casi sospechoso —comenta Mendiola, frunciendo el ceño.Castell, visiblemente incómodo, responde:—Elisa no es de temer, Mendiola.—Claro, si es tu amante. ¿No crees que no estás siendo objetivo con ella? —pregunta Mendiola, levantando una ceja.Castell frunce el ceño e ignora el comentario de su amigo.—No tengo tiempo para tus insinuaciones —dijo con un tono cortante, antes de retirarse, dejando a Mendiola con mal sabor de
Al llegar, Abigail se encontró con Castell, quien la esperaba en un parque alejado de la ciudad. Su rostro estaba pálido y la ansiedad la invadía, mientras que Damon, visiblemente entusiasmado por verla, se acercó rápidamente y la abrazó. Abigail se quedó inmóvil, atrapada en una mezcla de emociones al sentir el cálido aroma de su perfume. La cercanía con Abigail despertó en él una obsesión que crecía rápidamente, lo que intensificaba la tensión entre ambos.Damon, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, comenzó a hablar con desprecio de Maximiliano.—¿Sabes? Max no es más que un mafioso metido en asuntos oscuros —dijo con un tono cargado de desdén. —He estado investigando aún más y tengo pruebas que podrían hundirlo en la cárcel.Abigail sintió que su corazón se encogía, como si el aire se le escapara de los pulmones. La imagen de Damon, que antes le había parecido tan encantadora, comenzaba a desvanecerse.—¿Qué estás diciendo? —preguntó, y su voz tembló. —No puedes hacer eso. Ma
Al salir de allí, Abigail se encontró con Elliot, quien la esperaba a salvo. Ambos se miraron y se comprendieron. No cabía duda de que Damon estaba obsesionado con Abigail y de que Max corría peligro por culpa de la amenaza de Castell.—Elliot, Max y tú tienen que salir de la mafia antes de que las amenazas de Damon se cumplan y los metan presos a los dos —dijo Abigail, y su voz tembló con la urgencia de la situación.Elliot, con una expresión grave, respondió:—No es tan fácil como piensas, Abigail. Este mundo de criminalidad y mafia es hostil y nada amigable. Salir de él no es solo cuestión de desearlo.Abigail sintió cómo la confusión y el miedo se apoderaban de ella.—Pero no podemos quedarnos aquí, Elliot. No puedo permitir que Max se convierta en un objetivo.—Lo sé, pero hay fuerzas en juego que no comprendes del todo. La mafia no perdona y, una vez que estás dentro, es muy difícil salir.Las palabras de Elliot resonaron en su mente, dejándola aún más inquieta. La angustia se m
Max entró en la habitación de los gemelos con el rostro enrojecido por la furia. Con una seriedad aplastante, ordenó a las niñeras que se fueran y lo dejaran a solas con Abigail. Ella, sorprendida por su actitud, lo miró con preocupación.—¿Qué ocurre, Max? —preguntó ella con voz temblorosa.Sin responderle, él sacó el móvil y le mostró el audio que Elisa le había enviado durante el trayecto. La voz de Castell resonó en la habitación, confesando su amor por Abigail y revelando los deseos perturbadores que sentía al verla. Las palabras del hombre sonaban como las de un pervertido y Abigail se sintió conmocionada, dándose cuenta de que Damon resultaba ser más peligroso de lo que había imaginado.—¿Escuchaste eso? —dijo Max, su voz cargada de indignación. — ¡Este tipo está obsesionado contigo!Abigail, armándose de valor, se enfrentó a su marido con arrojo.—Max, ¡escúchame! Soy una mujer decente y solo siento deseos por ti, por el padre de nuestros hijos. No puedes dudar de mi amor por
Horas más tarde, cuando Castell se marchó de Empresas Lombardo sin haber encontrado nada que vinculara a Max con algún delito, Elliot entró en la oficina con el ceño fruncido. Al ver a Max, este no pudo evitar soltar una sonrisa burlona.—¿Qué tal, Elliot? —dijo Max con tono irónico. —Tu cuñado Castell estuvo aquí allanando el lugar, pero parece que no encontró nada que lo incriminara ni a él mismo.Elliot se detuvo en seco, sintiendo cómo una ola de preocupación lo invadía.—Esto se está poniendo color de hormiga —respondió Elliot, con la voz tensa. —Castell no se detendrá hasta que encuentre algo y, con su determinación, no sé cuánto tiempo más podremos mantener esta fachada.Max se encogió de hombros, tratando de mantener la calma.—Deja que se esfuerce. Cuanto más busque, más se enredará en sus propios problemas. La clave es no dejar que sepa lo que realmente estamos haciendo.Elliot frunció el ceño, consciente de que la situación era más delicada de lo que Max parecía entender.—