Antes de marcharse de la organización Lombardo, Elisa hizo un gesto de saludo con la mirada a Max y se le acercó con mucha seriedad.—¿Hasta cuándo tengo que permanecer infiltrada en la oficina de Castell? —preguntó con una expresión de urgencia en su voz.Max la miró, sorprendido por su pregunta.—¿Estás cansada de la misión? —inquirió, arqueando una ceja.—Creo que ya es suficiente —respondió Elisa. —Deberíamos buscar otro plan.Max la miró de reojo, evaluando la situación.—Lo pensaré —dijo finalmente. —Pero no hagas nada precipitado. Recuerda por qué estás ahí.Elisa asintió, aunque su expresión revelaba su frustración. Sabía que Max tenía razón, pero no podía evitar sentirse desesperada por encontrar una salida a esa situación.—Bien —continuó Max. —Ahora, ve a tu encuentro con Castell. No te preocupes, encontraremos una solución.Antes de que Max pudiera marcharse, Elisa lo agarró del brazo con fuerza y lo llevó a la oficina para hablar en privado. Una chispa en su piel se incen
Al día siguiente, mientras desayunaban, Damon miró a Becky fijamente durante un momento. Ella se encogió de hombros, pensando que podía sospechar que se había acostado con un extraño. Sin embargo, era en lo que menos pensaba Castell.—¿Cuál es tu horario de clases? —preguntó, rompiendo el silencio del desayuno.Su hermana lo miró sorprendida.—¿Para qué lo quieres? —inquirió, frunciendo el ceño.Damon disimuló, intentando mantener la calma.—Solo por si surge alguna emergencia —respondió con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.Sin embargo, en su mente, tejía un plan. Lo que realmente quería era otro encuentro con Abigail. No iba a esperar más para desenmascarar a Max ante sus ojos. La idea de que Abigail pudiera estar involucrada con alguien como él lo inquietaba, y estaba decidido a actuar. Su teléfono sonó rápidamente y era de la estación. Debía ir a dirigir un operativo policial. Su hermana lo mira con preocupación.—Damon, cuídate —le advierte, notando que apenas ha probado boc
Elliot, manteniendo la calma a pesar de la tensión, miró a Elisa con sinceridad en los ojos.—Te quise mucho, Elisa —dijo con suavidad. —Me habría gustado que las cosas fueran diferentes entre nosotros. Pero ahora tengo que dejarte ir para poder ser feliz.Elisa, sorprendida por la sinceridad de sus palabras, sintió una punzada en el corazón. Sin embargo, trató de mantener la compostura.—¿Y crees que eso es tan fácil? —respondió con un tono que intentaba ser desafiante, pero que delataba su vulnerabilidad. — ¿De verdad piensas que puedes olvidarte de mí así de fácil?Elliot suspiró, sintiendo el peso de la situación.—No es fácil, pero aferrarnos a lo que no puede ser solo nos hará más daño. A veces, dejar ir es lo mejor que podemos hacer.Elisa lo miró fijamente, reconociendo la verdad en sus palabras, aunque su ego le costaba aceptarlo.*****Tiempo después…Max entró en el salón de la organización con una determinación evidente y con la mirada fija en su padre. El ambiente estaba
Max llegó a la mansión con el rostro marcado por los golpes, junto con la rabia y la frustración reflejadas en sus ojos. Al verlo, Abigail sintió un nudo en el estómago y corrió hacia él, preocupada.—Max, ¿qué te ha pasado? —preguntó con voz temblorosa mientras examinaba sus heridas.—Nada que no pueda sanar —respondió él, intentando restarle importancia, aunque el dolor era evidente.—No, esto no es normal. ¿Fue tu padre otra vez? —dijo, y su voz se llenó de angustia.—Sí, pero no te preocupes por eso. No quiero que te involucres en mis problemas con él —dijo Max, tratando de cambiar de tema, aunque su mirada delataba su malestar.Abigail lo miró fijamente, sin poder ocultar su preocupación.—Max, no puedo quedarme de brazos cruzados. Esto no puede seguir así.—Abigail, por favor —replicó él, suavizando su tono. —Aprecio tu angustia, mi amor, pero esto es algo que debo resolver por mi cuenta.Mientras tanto, Norah escuchaba la conversación desde fuera de la habitación y se le encogí
Los días pasan rápidamente y Castell no ha tenido ni el tiempo ni la oportunidad de acercarse a Abigail. Se siente disgustado con su hermana, que decidió mudarse con Elliot, un hombre al que aún no le ha revelado su verdadera identidad. Castell no comprende tanto misterio y, como policía y hermano, siente que su deber es proteger a Becky. Sin embargo, en un par de días planea revelarle a Abigail la verdad sobre Max, un momento que espera con ansias. A medida que se acerca ese día, la tensión entre su deber y sus sentimientos se intensifica, y deja a Castell en un estado de incertidumbre.Becky llegó al apartamento de Castell con una sonrisa nerviosa, lista para hacer las paces.—Hola, hermano —dijo, acercándose a él. —Quiero que sepas que Elliot es un buen hombre. No tienes de qué preocuparte.Castell la miró con aprensión, cruzando los brazos.—¿Cómo no voy a preocuparme? —respondió, frunciendo el ceño. — Prácticamente es un extraño. Lo único que sé es que se llama Elliot y hay mucho
Llegó el día del bautizo de Valentino y Stefano, los adorables gemelos de Abigail y Max. La mansión, meticulosamente preparada para este evento especial, contaba incluso con una pila bautismal instalada en el exterior para facilitar el traslado de los bebés. El jardín lucía espléndido, decorado en tonos blancos y dorados, y creando un ambiente perfecto para la celebración. Abigail se movía de un lado a otro, asegurándose de que cada detalle estuviera en su lugar y de que todo estuviera listo para ese día tan significativo.Velozmente, Abigail miró hacia la puerta y vio a su padre bajar de la camioneta junto a Max. Sin pensarlo, corrió hacia él, dejando atrás sus preocupaciones.—¡Papá!Se lanzó a sus brazos, sintiendo esa mezcla de amor y admiración que siempre la había llevado a perdonar sus errores.—¡Hola, mi niña! Te he extrañado.—Yo también, papá. Este día es especial y me alegra que estés aquí.Su padre sonrió y, en ese instante, todo lo demás se disipó.*****Minutos más tarde
Abigail observó con atención la acalorada discusión entre Francesco y Norah, sintiendo que había algo más profundo detrás de sus palabras. Intrigada, se acercó a Max y le comentó lo que había presenciado. Max, con una actitud despreocupada, le explicó que esas discusiones eran parte de la dinámica familiar, algo normal entre ellos, especialmente porque Norah lo había criado como si fuera su propio hijo. Sin embargo, Abigail no podía sacudirse la sensación de que había tensiones ocultas en su relación. Aunque Max intentó tranquilizarla, sugiriendo que al final siempre se reconciliaban, Abigail decidió seguir observando, convencida de que había algo más en juego de lo que parecía.—Oye, Max, ¿te diste cuenta de cómo discutían Francesco y Norah? Se notaba que había algo más que una simple pelea.—Sí, lo vi. Pero no te preocupes, eso es normal entre ellos. Siempre han tenido sus diferencias.—¿Normal? No sé, me parece que hay algo más profundo. Sé que Norah te crio como a un hijo, pero a
Becky, al ver a Elisa en la fiesta, no pudo evitar acercarse a ella con una expresión de sorpresa en su rostro.—¡Elisa! —exclamó Becky. — No sabía que estaría aquí. Es la novia o amante de Damon, mi hermano.Elliot, que estaba cerca, se quedó paralizado al escuchar el nombre de Damon Castell. Se puso pálido como la muerte y, en un instante, el pánico se apoderó de él.—¿Tú eres hermana de Damon Castell? —preguntó Elliot con la voz temblorosa.Becky, al ver la reacción de Elliot, respondió con rareza:—Sí, es mi hermano.Elliot sintió que el mundo se le venía abajo. En su mente, las piezas comenzaron a encajar y se dio cuenta de que se había metido en la boca del lobo al enamorarse de la hermana de un policía, y no cualquier policía, sino el enemigo número uno de la organización Lombardo. Su corazón latía con fuerza mientras imaginaba las posibles consecuencias de ese descubrimiento.«Esto no puede ser bueno», pensó para sí, sintiendo cómo la ansiedad lo invadía.Becky lo miró con rec