Abigail se encontraba en el aula del instituto gastronómico, completamente absorta en la clase junto a Becky. La profesora explicaba con entusiasmo las técnicas de cocina, y Abigail tomaba notas con fervor. Sin embargo, de repente, su teléfono vibró en la mesa y rompió su concentración. Miró la pantalla y vio que era un mensaje de Castell. Su corazón se aceleró al leer que la esperaba en un lugar oculto dentro de la escuela y que debía presentarse sola para no llamar la atención, ya que la seguridad de su marido podría estar siguiéndola.Con un gesto de preocupación, Abigail se apartó del grupo y buscó un rincón donde pudiera responder sin ser vista. Becky, al ver la repentina seriedad en el rostro de su amiga, la observó en silencio, intrigada.—¿Todo bien, Abigail? —preguntó Becky, inclinándose un poco hacia ella, tratando de captar su atención.Abigail, con el teléfono en la mano, le lanzó una mirada rápida antes de responder en voz baja.—Sí... He recibido un mensaje de un amigo.
Al salir del salón, Abigail se encontró con Samuel, que la custodiaba. Él la miraba con preocupación, ya que llevaba mucho tiempo dentro de la academia.—¿Estás bien? —preguntó Samuel, notando la distracción en su rostro. — ¿Necesitas algo?Abigail sonrió, intentando ocultar su inquietud.—Todo bien, Samuel —respondió con ligereza. —Solo me quedé unos minutos para apuntar una receta. No te preocupes.Samuel la observó con atención, pero decidió no insistir.—Muy bien, entonces te llevo a la mansión. —dijo, aunque su tono mostraba que no estaba completamente convencido.—Gracias —contestó ella, sintiendo un alivio momentáneo.Samuel asintió, aunque aún parecía un poco escéptico. Abigail se sintió aliviada de que no profundizara más en el tema.Damon observó desde la distancia cómo Abigail se alejaba, acompañada por su chófer y su guardaespaldas. Su corazón se encogió como un papel arrugado, aplastado por la realidad de que, en ese momento, se sentía un perdedor en el juego del amor. La
Antes de marcharse de la organización Lombardo, Elisa hizo un gesto de saludo con la mirada a Max y se le acercó con mucha seriedad.—¿Hasta cuándo tengo que permanecer infiltrada en la oficina de Castell? —preguntó con una expresión de urgencia en su voz.Max la miró, sorprendido por su pregunta.—¿Estás cansada de la misión? —inquirió, arqueando una ceja.—Creo que ya es suficiente —respondió Elisa. —Deberíamos buscar otro plan.Max la miró de reojo, evaluando la situación.—Lo pensaré —dijo finalmente. —Pero no hagas nada precipitado. Recuerda por qué estás ahí.Elisa asintió, aunque su expresión revelaba su frustración. Sabía que Max tenía razón, pero no podía evitar sentirse desesperada por encontrar una salida a esa situación.—Bien —continuó Max. —Ahora, ve a tu encuentro con Castell. No te preocupes, encontraremos una solución.Antes de que Max pudiera marcharse, Elisa lo agarró del brazo con fuerza y lo llevó a la oficina para hablar en privado. Una chispa en su piel se incen
Al día siguiente, mientras desayunaban, Damon miró a Becky fijamente durante un momento. Ella se encogió de hombros, pensando que podía sospechar que se había acostado con un extraño. Sin embargo, era en lo que menos pensaba Castell.—¿Cuál es tu horario de clases? —preguntó, rompiendo el silencio del desayuno.Su hermana lo miró sorprendida.—¿Para qué lo quieres? —inquirió, frunciendo el ceño.Damon disimuló, intentando mantener la calma.—Solo por si surge alguna emergencia —respondió con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.Sin embargo, en su mente, tejía un plan. Lo que realmente quería era otro encuentro con Abigail. No iba a esperar más para desenmascarar a Max ante sus ojos. La idea de que Abigail pudiera estar involucrada con alguien como él lo inquietaba, y estaba decidido a actuar. Su teléfono sonó rápidamente y era de la estación. Debía ir a dirigir un operativo policial. Su hermana lo mira con preocupación.—Damon, cuídate —le advierte, notando que apenas ha probado boc
Elliot, manteniendo la calma a pesar de la tensión, miró a Elisa con sinceridad en los ojos.—Te quise mucho, Elisa —dijo con suavidad. —Me habría gustado que las cosas fueran diferentes entre nosotros. Pero ahora tengo que dejarte ir para poder ser feliz.Elisa, sorprendida por la sinceridad de sus palabras, sintió una punzada en el corazón. Sin embargo, trató de mantener la compostura.—¿Y crees que eso es tan fácil? —respondió con un tono que intentaba ser desafiante, pero que delataba su vulnerabilidad. — ¿De verdad piensas que puedes olvidarte de mí así de fácil?Elliot suspiró, sintiendo el peso de la situación.—No es fácil, pero aferrarnos a lo que no puede ser solo nos hará más daño. A veces, dejar ir es lo mejor que podemos hacer.Elisa lo miró fijamente, reconociendo la verdad en sus palabras, aunque su ego le costaba aceptarlo.*****Tiempo después…Max entró en el salón de la organización con una determinación evidente y con la mirada fija en su padre. El ambiente estaba
Max llegó a la mansión con el rostro marcado por los golpes, junto con la rabia y la frustración reflejadas en sus ojos. Al verlo, Abigail sintió un nudo en el estómago y corrió hacia él, preocupada.—Max, ¿qué te ha pasado? —preguntó con voz temblorosa mientras examinaba sus heridas.—Nada que no pueda sanar —respondió él, intentando restarle importancia, aunque el dolor era evidente.—No, esto no es normal. ¿Fue tu padre otra vez? —dijo, y su voz se llenó de angustia.—Sí, pero no te preocupes por eso. No quiero que te involucres en mis problemas con él —dijo Max, tratando de cambiar de tema, aunque su mirada delataba su malestar.Abigail lo miró fijamente, sin poder ocultar su preocupación.—Max, no puedo quedarme de brazos cruzados. Esto no puede seguir así.—Abigail, por favor —replicó él, suavizando su tono. —Aprecio tu angustia, mi amor, pero esto es algo que debo resolver por mi cuenta.Mientras tanto, Norah escuchaba la conversación desde fuera de la habitación y se le encogí
Los días pasan rápidamente y Castell no ha tenido ni el tiempo ni la oportunidad de acercarse a Abigail. Se siente disgustado con su hermana, que decidió mudarse con Elliot, un hombre al que aún no le ha revelado su verdadera identidad. Castell no comprende tanto misterio y, como policía y hermano, siente que su deber es proteger a Becky. Sin embargo, en un par de días planea revelarle a Abigail la verdad sobre Max, un momento que espera con ansias. A medida que se acerca ese día, la tensión entre su deber y sus sentimientos se intensifica, y deja a Castell en un estado de incertidumbre.Becky llegó al apartamento de Castell con una sonrisa nerviosa, lista para hacer las paces.—Hola, hermano —dijo, acercándose a él. —Quiero que sepas que Elliot es un buen hombre. No tienes de qué preocuparte.Castell la miró con aprensión, cruzando los brazos.—¿Cómo no voy a preocuparme? —respondió, frunciendo el ceño. — Prácticamente es un extraño. Lo único que sé es que se llama Elliot y hay mucho
Llegó el día del bautizo de Valentino y Stefano, los adorables gemelos de Abigail y Max. La mansión, meticulosamente preparada para este evento especial, contaba incluso con una pila bautismal instalada en el exterior para facilitar el traslado de los bebés. El jardín lucía espléndido, decorado en tonos blancos y dorados, y creando un ambiente perfecto para la celebración. Abigail se movía de un lado a otro, asegurándose de que cada detalle estuviera en su lugar y de que todo estuviera listo para ese día tan significativo.Velozmente, Abigail miró hacia la puerta y vio a su padre bajar de la camioneta junto a Max. Sin pensarlo, corrió hacia él, dejando atrás sus preocupaciones.—¡Papá!Se lanzó a sus brazos, sintiendo esa mezcla de amor y admiración que siempre la había llevado a perdonar sus errores.—¡Hola, mi niña! Te he extrañado.—Yo también, papá. Este día es especial y me alegra que estés aquí.Su padre sonrió y, en ese instante, todo lo demás se disipó.*****Minutos más tarde