Al día siguiente...Abigail se miró en el espejo, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. Norah, su amiga y confidente, estaba a su lado, ajustándole un mechón de cabello que se había escapado del elaborado peinado. El vestido suelto que Max había elegido para ella caía con gracia sobre su figura, ocultando su incipiente embarazo, pero resaltando su belleza natural.—No puedo creer que esté haciendo esto —murmuró Abigail, mientras los estilistas terminaban de aplicar el último toque de brillo en sus labios.—¡Vamos, Abigail! —exclamó Norah, sonriendo con complicidad. —Te ves increíble. Max tiene razón al querer que lo acompañes. Este evento es importante y tú eres la mujer que él necesita a su lado.Abigail suspiró, sintiendo cómo la ansiedad la carcomía. —No lo sé, no estoy acostumbrada a este tipo de cosas. Todo este brillo y lujo… Me siento fuera de lugar.—No pienses en eso —la animó Norah. —Piensa en lo que significa para Max. Él quiere que estés a su lado, no solo por la imag
Al entrar al club, los presentes se fijaron de inmediato en Abigail. Su belleza y dulzura iluminaban el ambiente, y no pasó mucho tiempo antes de que un grupo de inversores del proyecto turístico de Las Vegas se acercaran a saludarlos. Uno de ellos, un hombre de mediana edad con una sonrisa amplia, se inclinó hacia Abigail y la admiró.—¡Guau! No puedo dejar de decirlo, tiene usted una belleza deslumbrante —dijo el inversor, con un tono halagador. —Es un verdadero placer conocerla, señora.Max, orgulloso, la tomó del brazo con ternura y sonrió, disfrutando del momento. Sin embargo, mientras el inversor se alejaba, a Abigail le recorrió un escalofrío por la espalda. La atención la hacía sentir vulnerable y no pudo evitar soltar una risa nerviosa.—Ves, ahora todos piensan que soy solo una cara bonita —dijo Abigail, tratando de restarle importancia a la situación, pero su voz temblaba ligeramente.Max la miró con ternura, comprendiendo su incomodidad.—No digas eso, Abigail —respondió,
Horas más tarde, el evento culminó con gran éxito y Maximiliano y Abigail salieron de allí radiantes de felicidad. Los elogios a la belleza y el sutil garbo de la joven resonaban en sus oídos, y la presentación había sido todo un triunfo. Sin embargo, a medida que se dirigían a la mansión, Abigail sintió un antojo irresistible y decidieron detenerse en una pizzería.Al llegar, los guardias de seguridad, siempre atentos, cerraron el local solo para ellos. Abigail, que estaba tan emocionada, no se dio cuenta de que eran los únicos comensales. La pizza llegó humeante y deliciosa, y mientras disfrutaban de la comida, Abigail bromeó con una sonrisa:—¡Parece que al bebé le encantó la pizza y el batido!Max, con una sonrisa juguetona, le respondió:—Solo por esta vez, Abigail. Recuerda que tienes que comer equilibradamente por el bien del bebé.Ambos rieron mientras disfrutaban de una velada sencilla pero romántica. A medida que compartían risas y anécdotas, Abigail comenzó a ver a Max con
A la mañana siguiente, el sol se colaba a través de las ventanas, llenando el pasillo de luz dorada. Abigail se encontró con Max justo al salir de su habitación. A diferencia de las veces anteriores, no había miedo en sus ojos, solo una mezcla de sorpresa y curiosidad. Max sonrió, notando que algo había cambiado entre ellos.—Buenos días, Abigail —dijo él, con un tono suave y esperanzador. — ¿Te gustaría desayunar en el jardín? El día está precioso.Abigail dudó un momento, pero la calidez de su voz la animó.—Claro, Max. Me encantaría —respondió, sintiendo que era un pequeño paso hacia la reconciliación.Ambos se dirigieron al jardín, donde el aroma del café recién hecho se mezclaba con el canto de los pájaros. La criada extendió una manta sobre la mesa y les sirvió el desayuno, mientras el sol brillaba intensamente sobre ellos.—Es un día perfecto —dijo Max, mirando a Abigail con una sonrisa.—Sí, es hermoso —respondió ella, sintiendo una chispa de alegría en su interior.Norah obse
Max amaneció con una sonrisa en los labios, sintiendo que, a pesar de todo, la vida le sonreía. Era como si cada día que pasaba su vida se transformara y avanzara junto a Abigail lentamente, pero con firmeza. Ambos estaban sentados en la sala de espera, compartiendo un momento de complicidad, cuando sus miradas se cruzaron llenas de emoción y expectativa.De repente, la secretaria del doctor apareció en la puerta del consultorio.—Señora Abigail, el doctor está listo para atenderla —anunció con una sonrisa.Max tomó la mano de Abigail, sintiendo cómo la emoción crecía en su interior. Juntos, entraron al consultorio, donde el doctor los recibió con una expresión amable.—¡Hola, pareja! —dijo el doctor. —Hoy es un día especial, ¿verdad?Abigail asintió, con el corazón latiéndole con fuerza.—Sí, estamos ansiosos por saber el sexo del bebé.El doctor sonrió y comenzó a realizar la revisión. Después de unos momentos, les miró con una expresión de sorpresa y alegría.—Bueno, tengo una noti
Al caer la noche, Elisa se encuentra con Elliot, un hombre que, a diferencia de Max, siempre ha deseado algo más profundo y serio con ella. Sin embargo, Elisa es una mujer terca y, en el fondo, teme comprometerse. Su corazón anhela el amor, pero se resiste a la idea de una relación formal. Max, por su parte, siempre ha sido un desafío para ella; al principio, parecía inalcanzable, pero su perseverancia la llevó a conquistar su atención y, con el tiempo, su pasión. Elisa es de esas mujeres que no se rinden fácilmente y, aunque ha tenido a Max en su vida, la conexión con Elliot despierta en ella una mezcla de emociones que la confunden. Mientras la noche avanza, las luces de la ciudad brillan como sus pensamientos, y se debate entre el deseo de lo efímero y la posibilidad de un amor verdadero.En el apartamento, la atmósfera se tornaba tensa mientras Elisa y Elliot compartían un momento que solía ser más íntimo, pero que ahora estaba cargado de complicaciones. Elliot, con la mirada fija
Mientras escuchaba las risas y la emoción de su hija, Timothy se sintió envuelto en una mezcla de nostalgia y anhelo. Recordó los días en que él mismo había sido un padre presente, lleno de sueños y aspiraciones para su familia. Sin embargo, las decisiones equivocadas lo habían llevado por un camino oscuro, que había puesto en peligro no solo su vida, sino también la de aquellos a quienes más amaba. Ahora, al ver la luz en los ojos de Abigail y la firmeza en el rostro de Max, comprendió que tenía una segunda oportunidad.—Quiero formar parte de sus vidas —dijo Timothy, con un ligero temblor en la voz. —Quiero ser un abuelo que les cuente historias, que los lleve a jugar al parque y que les enseñe a montar en bicicleta.Abigail lo miró con ternura y Max asintió, reconociendo el profundo deseo de su suegro de enmendarse.—Sabemos que no será fácil, papá , pero estamos aquí para apoyarte. Queremos que estés presente en la vida de nuestros hijos y eso significa que también tienes que cuid
Max no estaba en casa y la curiosidad de Abigail la llevó a explorar el dormitorio de su esposo, un espacio que siempre había considerado privado y sagrado. Con cada paso que daba, el corazón le latía más rápido, como si estuviera cruzando un rincón prohibido. Miró a su alrededor y observó los detalles que normalmente pasaba por alto: la forma en que la luz del sol se filtraba a través de las cortinas, el olor familiar de su colonia en el aire y el desorden sutil que indicaba que Max había estado allí recientemente. Sin embargo, lo que realmente capturó su atención fue el armario, una puerta cerrada que parecía guardar secretos. Con un ligero temblor en las manos, decidió abrirlo. Al hacerlo, una prenda oscura cayó al suelo: un pasamontaña. Abigail se agachó rápidamente para recogerlo y, al sostenerlo entre sus dedos, su rostro se transformó en una mezcla de asombro y confusión. ¿Qué hacía Maximiliano con un pasamontaña oculto en su armario? Su mente comenzó a divagar, llenándose de p