Capítulo 31. Extrañas sensaciones.

Max no estaba en casa y la curiosidad de Abigail la llevó a explorar el dormitorio de su esposo, un espacio que siempre había considerado privado y sagrado. Con cada paso que daba, el corazón le latía más rápido, como si estuviera cruzando un rincón prohibido. Miró a su alrededor y observó los detalles que normalmente pasaba por alto: la forma en que la luz del sol se filtraba a través de las cortinas, el olor familiar de su colonia en el aire y el desorden sutil que indicaba que Max había estado allí recientemente. Sin embargo, lo que realmente capturó su atención fue el armario, una puerta cerrada que parecía guardar secretos. Con un ligero temblor en las manos, decidió abrirlo. Al hacerlo, una prenda oscura cayó al suelo: un pasamontaña. Abigail se agachó rápidamente para recogerlo y, al sostenerlo entre sus dedos, su rostro se transformó en una mezcla de asombro y confusión. ¿Qué hacía Maximiliano con un pasamontaña oculto en su armario? Su mente comenzó a divagar, llenándose de p
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