Capítulo 26. Mi joven y bella esposa.

Horas más tarde, el evento culminó con gran éxito y Maximiliano y Abigail salieron de allí radiantes de felicidad. Los elogios a la belleza y el sutil garbo de la joven resonaban en sus oídos, y la presentación había sido todo un triunfo. Sin embargo, a medida que se dirigían a la mansión, Abigail sintió un antojo irresistible y decidieron detenerse en una pizzería.

Al llegar, los guardias de seguridad, siempre atentos, cerraron el local solo para ellos. Abigail, que estaba tan emocionada, no se dio cuenta de que eran los únicos comensales. La pizza llegó humeante y deliciosa, y mientras disfrutaban de la comida, Abigail bromeó con una sonrisa:

—¡Parece que al bebé le encantó la pizza y el batido!

Max, con una sonrisa juguetona, le respondió:

—Solo por esta vez, Abigail. Recuerda que tienes que comer equilibradamente por el bien del bebé.

Ambos rieron mientras disfrutaban de una velada sencilla pero romántica. A medida que compartían risas y anécdotas, Abigail comenzó a ver a Max con
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