—¡¡AUXILIO, JOSÉ MANUEL!! —Marina gritó y forcejeó, pero todo fue inútil, la sujetaron dos hombres fornidos y la llevaron detrás del escenario, la mujer que organizaba tras bastidores se le acercó con una inyectadora y nada pudo hacer Marina para evitar que le aplicaran la inyección en el brazo, empezó a sentirse mareada.
Todo era confuso, las luces más intensas, los sonidos más fuertes, todos sus sentidos estaban al tope, no perdió el conocimiento, pero no podía negarse a que la llevaran.
—Nnnoo, no quiero, su-suéltenme —seguía diciendo, pero colaboraba con sus captores aunque no quería.
Finalmente la sacaron de allí y muy rápido la subieron a un helicóptero.
Marina muerta de miedo se defendió arañando los brazos de los hombres en vano hasta que poco a poco perdió el conocimiento…
Al despertarse de nuevo, Marina sentía un profundo letargo y no podía ver nada, una venda cubría sus ojos, quiso retirarla y sus manos estaban atadas, también sus pies.
— ¿Dónde estoy? —Musitó con voz trémula
Marina jamás había tenido tanto miedo en su vida, tampoco tanto frío, le calaba en los huesos, Marina trató de forzar sus ataduras, pero no podía, estaba atada al cabecero de una cama de hierro frío como hielo.
Le habían atado las manos al cabecero de hierro forjado frío como hielo.
Su cuerpo desnudo estaba cubierto solo por una delgada sábana y sus sentidos eran hipersensible, podía oír el latido de su corazón, sus dientes castañar y su cabeza martillar..
—¡Suéltenme por favor! ¡Esto es un mal entendido!
Marina escuchó la puerta de donde sea que estuviera abrirse, esperaba escuchar la silla de ruedas, pero en cambio escuchó pasos pesados arrastrarse hasta hundir la cama.
Alguien se había acostado junto a ella.
—Por favor, se lo suplico, libérame —rogó Marina al sentir el aliento a alcohol de alguien junto a ella.
Ese alguien se acostó sobre ella.
—Ya lo sabía… Sofi, ¿eres tú? Estás viva —pronunció un hombre con emoción, estaba ebrio.
La sábana fue retirada y el frío era desagradable, como si estuviera en un frigorífico, pero las manos cálidas del hombre comenzaron a pasearse por su cuerpo haciéndola reaccionar de manera ambigua.
Era agradable que le quitara el frío, no que la tocara de manera invasiva.
—No me haga daño, por favor se lo suplicó.
—Te amo amor mío, te extraño tanto, ya no puedo vivir sin ti… No me dejes…
—Por favor libérame, yo no soy Sofi...
Aunque Marina se resistía al hombre y le rogaba parar, su cuerpo reaccionaba a las caricias calientes como el fuego, cada centímetro de ella hormigueaba con el tacto del hombre.
Ella era solo sensaciones y aunque ella no podía verlo.
Sí podía sentirlo…
Su corazón se aceleró y no solo en su pecho, al sur de su cuerpo palpitaba hambriento y sus pechos dolían aplacados con las caricias de ese hombre confundido.
De repente ya no sentía tanto frío.
Más bien sentía un fuego interno querer reclamarla.
« ¿Qué me pasa?» Se cuestionó Marina sin comprender porque su cuerpo reacciona de esa manera poco coherente.
—Suélteme por favor…
—Ya lo haré como te gusta Sofi.
—No, por favor, ¡ah! —Exclamó cuando el hombre usó sus dedos para expandir su carne inocente.
No comprendía por qué su cuerpo errático reaccionaba contrario al miedo que sentía.
Marina apretó los puños y los dedos de los pies, mordió sus labios y aun así no pudo evitar los jadeos que subían a su garganta ante la sensación placentera y culpable que le brindaba un completo desconocido.
—Eres un degenerado —alcanzó a musitar, pero su reclamo perdió fuerza cuando un gemido extasiado brotó de sus labios.
El hombre sonreía y gruñía de gusto al sentir su reacción.
— ¡Eres mía!
Entonces se introdujo en ella de una estocada y Marina quiso gritar, pero sintió miedo de que de nuevo gimiera ya que no confiaba en su cuerpo.
Él se movió dentro de ella con delicadeza y ella mordía sus labios, soportando como su carne inocente ardía, finalmente el hombre gritó y cayó sobre ella besando su rostro con adoración.
La venda de sus ojos la movió un poco y Marina traumatizada y en shock pudo ver apenas el brazo izquierdo del hombre.
Aquel brazo era fuerte, bronceado como quien trabaja la tierra, tenía un enorme tatuaje.
Un León en el hombro tallado con tal precisión que parecía tener vida. Los ojos del león, fijos y penetrantes parecían desafiarla, siguió el camino de líneas entrelazadas en un laberinto hasta culminar en un nudo en el dorso de la mano y un anillo con una esmeralda en el dedo.
Durante toda la noche apenas pudo dormir, el hombre era una bestia, pero borracho y confundido al menos tuvo la delicadeza de soltar sus ataduras al darse por satisfecho, la abrazó hasta quedarse dormido roncando como un león.
Marina se bajó de la cama con cuidado y corrió a lo largo de pasillos interminables y en penumbra.
No paró hasta llegar a la carretera donde casi la atropella un auto.
Marina fue llevada a las autoridades donde solo pidió que la llevaran a la embajada de Brasil.
Quería olvidarlo todo, su corazón estaba roto, pero al menos estaba viva y podría recuperarse.
Aunque estaba segura que jamás podría olvidarse de ese hombre sin rostro que la había utilizado como reemplazo.
Al día siguiente cerca del mediodía el hombre de la cama se removió buscando su compañera de cama, pero su cerebro reaccionó a la realidad.
—Ella no está, Sofi está muerta.
Su cabeza parecía haber crecido al triple de su tamaño y se sentó tratando de encontrar las fuerzas para levantarse y continuar en una vida tan vacía.
Sus ojos se abrieron como platos cuando vio un poco de sangre en la cama...
¡Si había una mujer anoche!
¡No era un sueño!
— ¡Marina! ¡Perdóname! Realmente no sabía que terminaría así... ¡Marina! En cuanto Marina regresó a Río de Janeiro, José Manuel la esperaba en el aeropuerto con un ramo de flores y cara de pena. Marina no quería verlo. —Marina, por favor, era un asunto de vida o muerte, entiende que si estamos vivos fue gracias a tu sacrificio… —Quiero el divorcio. — ¡Marina! Marina no soportaba verlo, se sentía muy perturbada, en cuanto su padre la vio regresar de su luna de miel a su casa enfureció. — ¿Qué te hizo ese imbécil? Yo lo sabía, ustedes son unos niños, tú apenas tienes 18 años, no debiste casarte con ese inmaduro. Marina no respondió, continuó hasta su habitación y cerró la puerta. Un mes después, Marina continuaba negada a vivir una vida normal y cada vez que veía llegar el auto de José Manuel a la puerta de su casa corría a encerrarse en su habitación. José Manuel había dicho que Marina fue víctima de un secuestro y el padre de Marina y su madrastra que
— ¡Esto es un error! —Gritó Marina—. Suéltenme ahora mismo. —Señores estamos en una fiesta, pisotea el prestigio de la familia Duncan —objetó José Manuel. —Retírese si no quiere ir detenido por obstrucción —indicó una detective y pegó a Marina contra la limusina para poner esposas en sus muñecas. —Yo tengo derechos, no pueden llevarme por un delito semejante sin pruebas —se defendió Marina completamente confundida. —Oficiales ¿explíquenme que es lo que ocurre? —Inquirió el cumpleañero que estaba muy molesto—. Semejante atropello a mi familia y en mi cumpleaños, el alcalde está adentro y ustedes están en serios problemas. —Aquí tiene la orden del juez, todo es legal. Marcelo tomó los papeles. —Que ridiculez —Marcelo miró el documento con pruebas detalladas en contra de Marina, se acercó a Marina y la miró sintiéndose decepcionado— ¿Cómo pudiste Marina? Yo tenía fe en ti. —Don Marcelo le juro que esto es un mal entendido, yo no sé por qué me acusan. —Me tra
— ¡¿Cómo se te ocurre?! —Inquirió Marina decepcionada, no le veía sentido a la detestable lógica de su esposo. —Si te declaras culpable, con buen comportamiento estarás tres años máximo. — ¡Ni un día estaré lejos de mi hijo por un crimen que no cometí!… —Podrían sentenciarte a 20 años en un juicio, y yo no podré ayudarte. Marina se echó atrás sorprendida. — ¿Cómo que no vas a ayudarme? —Son las normas de ética del banco impuestas por mi abuelo, si mi esposa está en prisión yo no podré ser CEO. — ¡¿Quieres que me entregue una vez más por ti?! Si me declaro culpable no podré volver al banco, perderé mi carrera, mi integridad, todo… José Manuel pasó sus manos despeinando su cabello rubio, se veía muy frustrado. —Y mis padres insisten en que nos divorciemos —musitó sin verla. Marina se llenó de rabia ante tanta injusticia. — ¡¿También quieres el divorcio?! José Manuel tomó su mano y la miró a los ojos. —Marina, ¿crees que quiero esto? Tú y Cris so
En la oficina de presidencia del banco, José Manuel enfrentaba la furia de su amante. —Quiero que dejes que esa mujer se pudra en la cárcel —gritó Rafaela y rompió un jarrón con rabia. —Estás loca, acabarás con el mobiliario. José Manuel, tiró de la mujer para que se sentara. — ¿Acaso olvidas que legalmente el mocoso de ella es mi hijo? — indicó él y miró a su amante. —Deshazte también de él. —Tengo que demostrar que soy un hombre desesperado para posponer la reunión de junta directiva. No solo perdimos los negocios por culpa del entrometido de mi tío, se debe elegir el nuevo CEO y el banco tiene déficit.La mujer frunció el ceño y cruzó los brazos sobre el pecho, pensó un momento y dijo. —Muy sencillo, tú debes seguir siendo CEO y evitar la auditoría. —No me digas —expresó José Manuel con sarcasmo—. Cité a mi tío, llegaré a un acuerdo con él. — ¿Qué clase de acuerdo puedes hacer con él? —La mujer se quedó aún más perpleja sin creerle nada. —Aún teng
Esa noche Gavin salió del restaurante donde se había citado con su abogado en Brasil. Ajustó el nudo de su corbata, resistiendo el impulso de arrancarlo. —Condenado calor —era difícil para él quedarse en el trópico, pero debía hacerlo… Quedó satisfecho con la reunión con su abogado. Los tratos de su hermano y sobrino eran con diversas mafias y aunque habían sabido cubrir sus huellas, Gavin como jefe de unos de los clanes más importantes de Escocia también tenía sus propios recursos. El mundo oscuro de las mafias no era desconocido para él. Dio una vuelta equivocada buscando el estacionamiento y se vio en un callejón desierto, excepto por el eco de sus pasos sobre los adoquines. La música de samba y las risas de los turistas en la avenida principal parecen a kilómetros de distancia. Gavin se detiene junto a un contenedor de basura, sintiendo la mirada invisible de alguien más. Su instinto de supervivencia se activa. Tres hombres vestidos de negro con los rostr
Marina titubea al salir de la sala, no solo está confundida, también muy débil, siente al desconocido cubrirla con su sobretodo impregnado a un delicioso aroma a limpio y colonia que la hace sentirse más sucia. Gavin procura que no la reconozcan tan rápido, no tiene dudas de que no son pocos los guardias corruptos que han recibido dinero por la muerte de Marina. Avanzaron por los pasillos y él prácticamente le llevaba cargada, no era más que un saco de huesos. — ¿Quién eres? —Murmura Marina. Gavin ve hacia atrás al primer grupo de guardias correr tras ellos. —Maldición, ahora no importa, sigue mis pasos. Las balas silban en el aire hacia ellos y Gavin la empuja detrás de una columna de concreto armado, su corazón late con frenesí mientras él contesta disparando también. Entonces Marina ve la luz del sol cuando un portón enorme es abierto y más hombres con pistolas contestan. Pero estos los ayudan. Gavin de nuevo la toma del brazo y la hala hacia la luz mient
El auto ahora es un amasijo de metal retorcido que da vueltas como juguete. Gavin está atrapado en su propio infierno. El destino puede ser burlista, su amada esposa y su hijo murieron en un accidente vehicular y ahora él también lo haría; aunque años después. La sangre cubre sus ojos y no puede mover las manos para limpiar su rostro. Descubre que su hombro izquierdo duele muchísimo, pero logra liberar su mano derecha. —Fergus, nos delataron, saben que sigo vivo, pero no por mucho si nos agarran. Fergus no contesta y entonces escucha el sonido de pasos acercarse. Un sicario dispara a Marina y esta emite un quejido y Gavin lucha por llegar a su arma. Otro de los sicarios va a la puerta del conductor y dispara a Fergus en el pecho. — ¡NOOO! Malditos desgraciados, el sicario que le disparó a Marina se le traba el arma cuando va a dispararle a él y Gavin con todas sus fuerzas y furia por Fergus saca su arma y ambos disparan al mismo tiempo. Gavin siente el impa
—Señor está hipotensa, tiene hemorragia interna, debemos atenderla —exigió el paramédico con apremio. Gavin se apartó de Marina y fue con uno de los hombres de su seguridad. —Señor, tengo la información: Cristiano Duncan Andrade, hijo de Marina Andrade y José Manuel Andrade, tiene 4 años de edad. El asistente de Gavin le brindó un botellín de agua y una franela. Gavin la tomó y sus manos temblaban de adrenalina. —Un hijo, tienen un niño, pero se supone que José Manuel no podía tener hijos —esto último lo susurró. Gavin se quitó la camisa ensangrentada y sucia, en el costado tenía un hematoma enorme por el disparo, al subir los brazos para ponerse la franela emitió un quejido. —Señor, debe tener alguna costilla rota, debe ir a que lo atiendan. Gavin negó con la cabeza. —Asegúrate que no haya registro de esta mujer, los Duncan deben seguir creyendo que murió, pero yo la necesito viva. — ¿Qué es lo que hará señor? —Iré por respuestas —los hombres come