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Capítulo 02. Noche confusa

    —¡¡AUXILIO, JOSÉ MANUEL!! —Marina gritó y forcejeó, pero todo fue inútil, la sujetaron dos hombres fornidos y la llevaron detrás del escenario, la mujer que organizaba tras bastidores se le acercó con una inyectadora y nada pudo hacer Marina para evitar que le aplicaran la inyección en el brazo, empezó a sentirse mareada. 

   Todo era confuso, las luces más intensas, los sonidos más fuertes, todos sus sentidos estaban al tope, no perdió el conocimiento, pero no podía negarse a que la llevaran.

   —Nnnoo, no quiero, su-suéltenme —seguía diciendo, pero colaboraba con sus captores aunque no quería.

   Finalmente la sacaron de allí y muy rápido la subieron a un helicóptero.

   Marina muerta de miedo se defendió arañando los brazos de los hombres en vano hasta que poco a poco perdió el conocimiento…

   Al despertarse de nuevo, Marina sentía un profundo letargo y no podía ver nada, una venda cubría sus ojos, quiso retirarla y sus manos estaban atadas, también sus pies.

   — ¿Dónde estoy? —Musitó con voz trémula

Marina jamás había tenido tanto miedo en su vida, tampoco tanto frío, le calaba en los huesos, Marina trató de forzar sus ataduras, pero no podía, estaba atada al cabecero de una cama de hierro frío como hielo.

Le habían atado las manos al cabecero de hierro forjado frío como hielo.

Su cuerpo desnudo estaba cubierto solo por una delgada sábana y sus sentidos eran hipersensible, podía oír el latido de su corazón, sus dientes castañar y su cabeza martillar..

   —¡Suéltenme por favor! ¡Esto es un mal entendido! 

   Marina escuchó la puerta de donde sea que estuviera abrirse, esperaba escuchar la silla de ruedas, pero en cambio escuchó pasos pesados arrastrarse hasta hundir la cama.

   Alguien se había acostado junto a ella.

   —Por favor, se lo suplico, libérame —rogó Marina al sentir el aliento a alcohol de alguien junto a ella. 

   Ese alguien se acostó sobre ella. 

   —Ya lo sabía… Sofi, ¿eres tú? Estás viva —pronunció un hombre con emoción, estaba ebrio.

   La sábana fue retirada y el frío era desagradable, como si estuviera en un frigorífico, pero las manos cálidas del hombre comenzaron a pasearse por su cuerpo haciéndola reaccionar de manera ambigua.

   Era agradable que le quitara el frío, no que la tocara de manera invasiva.

   —No me haga daño, por favor se lo suplicó.

   —Te amo amor mío, te extraño tanto, ya no puedo vivir sin ti… No me dejes… 

   —Por favor libérame, yo no soy Sofi...

Aunque Marina se resistía al hombre y le rogaba parar, su cuerpo reaccionaba a las caricias calientes como el fuego, cada centímetro de ella hormigueaba con el tacto del hombre.

   Ella era solo sensaciones y aunque ella no podía verlo.

   Sí podía sentirlo…

   Su corazón se aceleró y no solo en su pecho, al sur de su cuerpo palpitaba hambriento y sus pechos dolían aplacados con las caricias de ese hombre confundido.

   De repente ya no sentía tanto frío.

   Más bien sentía un fuego interno querer reclamarla.

   « ¿Qué me pasa?» Se cuestionó Marina sin comprender porque su cuerpo reacciona de esa manera poco coherente.

   —Suélteme por favor…

   —Ya lo haré como te gusta Sofi.

   —No, por favor, ¡ah! —Exclamó cuando el hombre usó sus dedos para expandir su carne inocente.

   No comprendía por qué su cuerpo errático reaccionaba contrario al miedo que sentía.

  Marina apretó los puños y los dedos de los pies, mordió sus labios y aun así no pudo evitar los jadeos que subían a su garganta ante la sensación placentera y culpable que le brindaba un completo desconocido.

    —Eres un degenerado —alcanzó a musitar, pero su reclamo perdió fuerza cuando un gemido extasiado brotó de sus labios.

   El hombre sonreía y gruñía de gusto al sentir su reacción.

   — ¡Eres mía!

   Entonces se introdujo en ella de una estocada y Marina quiso gritar, pero sintió miedo de que de nuevo gimiera ya que no confiaba en su cuerpo.

   Él se movió dentro de ella con delicadeza y ella mordía sus labios, soportando como su carne inocente ardía, finalmente el hombre gritó y cayó sobre ella besando su rostro con adoración.

   La venda de sus ojos la movió un poco y Marina traumatizada y en shock pudo ver apenas el brazo izquierdo del hombre.

   Aquel brazo era fuerte, bronceado como quien trabaja la tierra, tenía un enorme tatuaje.

   Un León en el hombro tallado con tal precisión que parecía tener vida. Los ojos del león, fijos y penetrantes parecían desafiarla, siguió el camino de líneas entrelazadas en un laberinto hasta culminar en un nudo en el dorso de la mano y un anillo con una esmeralda en el dedo.

   Durante toda la noche apenas pudo dormir, el hombre era una bestia, pero borracho y confundido al menos tuvo la delicadeza de soltar sus ataduras al darse por satisfecho, la abrazó hasta quedarse dormido roncando como un león.

Marina se bajó de la cama con cuidado y corrió a lo largo de pasillos interminables y en penumbra.

   No paró hasta llegar a la carretera donde casi la atropella un auto.

   Marina fue llevada a las autoridades donde solo pidió que la llevaran a la embajada de Brasil.

   Quería olvidarlo todo, su corazón estaba roto, pero al menos estaba viva y podría recuperarse.

   Aunque estaba segura que jamás podría olvidarse de ese hombre sin rostro que la había utilizado como reemplazo.

   Al día siguiente cerca del mediodía el hombre de la cama se removió buscando su compañera de cama, pero su cerebro reaccionó a la realidad.

   —Ella no está, Sofi está muerta.

   Su cabeza parecía haber crecido al triple de su tamaño y se sentó tratando de encontrar las fuerzas para levantarse y continuar en una vida tan vacía.

  Sus ojos se abrieron como platos cuando  vio un poco de sangre en la cama...

   ¡Si había una mujer anoche! 

   ¡No era un sueño!

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