Finalmente sería formalmente la toma del clan Cameron por su verdadero heredero. Los clanes MacLeod, Cameron y MacTavish, que alguna vez fueron rivales acérrimos, ahora conviven en paz. Gavin y Marina habían trabajado incansablemente para lograr este final feliz, y sus esfuerzos habían dado frutos. Marina observó desde la ventana de su habitación los preparativos al caer el sol, comenzaría la fiesta y los tres clanes se unían en uno solo a celebrar. Sintió las manos de Gavin recorrer su cintura y su deliciosa colonia inundar el ambiente, le dio acceso para que él le diera un beso en el cuello. —Estás muy hermosa —susurró antes de pasar la lengua por su pulso en el cuello. —Muchas gracias, mi amor, quizás después de la ceremonia podríamos escapar. Gavin emitió un murmullo de placer. —No me provoques, ya no puedo esperar para irnos de vacaciones. Marina miró los fuegos artificiales que marcaban el inicio de la fiesta y sonrió con nostalgia. —La última vez que
El resto de la fiesta Elizabeth buscó excusas para mantenerse en su despacho, no podía enfrentarlos a todos, la rabia y la frustración hervía en sus venas haciéndola llorar de solo recordar lo que escuchó decir a Kendrick. Sentía ira, de esa que solo genera la culpa, si Kendrick no la veía sino como una niña era porque con él no era ella misma, se volvía un manojo de nervios. Él no la conocía realmente. Para ella era obvio que no la veía como una jefa. «Una tonta niña» Marcelo entró al despacho y se sentó frente a ella. — ¿Qué es lo que te pasa? Todos preguntan por ti. A Elizabeth le costaba no llorar delante de su hermano. —No es nada, solo que no me apetece el baile. Marcelo se acercó a su hermana y se sentó en el borde del escritorio. — ¿Qué ocurre realmente? ¿Por qué Gabriela me dijo que quieres irte con ella como misionera? Elizabeth sonrió y tuvo que limpiar el borde de sus ojos. —No me iré de misionera con Gabriela, ella ni sabe a dónde irá, y
Alec se levantó del asiento y le hizo un asentimiento de cabeza a Kendrick y sin detenerse los dejó solos. —Fui a hablar con tu padre, le dije que te quería cortejar —declaró Kendrick. — ¿Perdón? —Inquirió Elizabeth. —Me dijo que te irías a New York, que Marcelo sería el jefe del clan mientras tú te encargabas del proyecto de energía limpia. —Así es —corroboró Elizabeth. Kendrick la veía contrariado. — ¿Lo consideraste mejor? — ¿A qué te refieres? —No tienes que irte tan lejos de tu clan, con decirme que no estás interesada en mí sería suficiente.¿No lo considerarías majaderías de una muchacha frágil? Kendrick frunció el ceño. — ¿De qué hablas? —No me hagas caso, no es nada. Puedo garantizarte que si me voy a New York no es huyendo, solo que estratégicamente es mejor para mi clan que Marcelo se quede. —Está bien, ten un buen viaje entonces. Kendrick se levantó y le dio la espalda. — ¿Esa es tu determinación MacTavish? Espero seas más consec
Un año y medio después… El sol brillaba sobre las tierras altas de Escocia, iluminando el castillo MacLeod con una calidez que reflejaba la alegría del día. La prosperidad de los clanes MacLeod, MacTavish y Cameron, que ahora trabajan unidos, se refleja en cada aspecto de sus vidas. Han implementado innovadores proyectos de energía renovable y sostenible, asegurando ingresos estables y empleo para sus comunidades. Las tierras, antes divididas por rivalidades, florecen con cosechas abundantes y ganado saludable. Los castillos y aldeas rebosan de actividad, con escuelas y centros médicos que ofrecen una calidad de vida sin precedentes. Este esfuerzo conjunto ha forjado un futuro donde la cooperación y la solidaridad aseguran la continuidad del legado de sus ancestros, consolidando la paz y el bienestar para generaciones venideras. Mairi se encarga de las escuelas con la colaboración de Gabriela que ha encontrado en Escocia la tranquilidad que pensó encontraría en otro lugar.
— ¡Hiciste trampa! Marina impresionada escuchó la declaración desesperada a su lado de su recién estrenado esposo muy nerviosa trató de calmarlo para que se fueran del casino. —Quiero salir, amor… — ¡Cállate! Marina jamás olvidaría la cara de su marido al levantarse de la mesa de tapete verde, tenía el rostro del mismo color. Él se limitó a ignorar sus súplicas y se enfrentó a su contrincante. — ¡Es una trampa! —volvió a gritar él antes de arrojar las cartas a la mesa. —Así es el juego muchacho —respondió su contrincante encendiendo un puro, lucía muy complacido. —No pienso pagarte, ¡amañaste el juego! Marina tomó el brazo de su marido y dio un alarido cuando vio que un hombre al que no habían prestado atención sacó un arma y la apuntó a la cabeza de su esposo. Otro hombre la abrazó por detrás y tapó su boca. El contrincante se puso de pie y ajustó su saco antes de enfrentar a su marido. —Así no funciona, tú jugaste, perdiste y pagarás. —¡No
—¡¡AUXILIO, JOSÉ MANUEL!! —Marina gritó y forcejeó, pero todo fue inútil, la sujetaron dos hombres fornidos y la llevaron detrás del escenario, la mujer que organizaba tras bastidores se le acercó con una inyectadora y nada pudo hacer Marina para evitar que le aplicaran la inyección en el brazo, empezó a sentirse mareada. Todo era confuso, las luces más intensas, los sonidos más fuertes, todos sus sentidos estaban al tope, no perdió el conocimiento, pero no podía negarse a que la llevaran. —Nnnoo, no quiero, su-suéltenme —seguía diciendo, pero colaboraba con sus captores aunque no quería. Finalmente la sacaron de allí y muy rápido la subieron a un helicóptero. Marina muerta de miedo se defendió arañando los brazos de los hombres en vano hasta que poco a poco perdió el conocimiento… Al despertarse de nuevo, Marina sentía un profundo letargo y no podía ver nada, una venda cubría sus ojos, quiso retirarla y sus manos estaban atadas, también sus pies. — ¿Dónde estoy
— ¡Marina! ¡Perdóname! Realmente no sabía que terminaría así... ¡Marina! En cuanto Marina regresó a Río de Janeiro, José Manuel la esperaba en el aeropuerto con un ramo de flores y cara de pena. Marina no quería verlo. —Marina, por favor, era un asunto de vida o muerte, entiende que si estamos vivos fue gracias a tu sacrificio… —Quiero el divorcio. — ¡Marina! Marina no soportaba verlo, se sentía muy perturbada, en cuanto su padre la vio regresar de su luna de miel a su casa enfureció. — ¿Qué te hizo ese imbécil? Yo lo sabía, ustedes son unos niños, tú apenas tienes 18 años, no debiste casarte con ese inmaduro. Marina no respondió, continuó hasta su habitación y cerró la puerta. Un mes después, Marina continuaba negada a vivir una vida normal y cada vez que veía llegar el auto de José Manuel a la puerta de su casa corría a encerrarse en su habitación. José Manuel había dicho que Marina fue víctima de un secuestro y el padre de Marina y su madrastra que
— ¡Esto es un error! —Gritó Marina—. Suéltenme ahora mismo. —Señores estamos en una fiesta, pisotea el prestigio de la familia Duncan —objetó José Manuel. —Retírese si no quiere ir detenido por obstrucción —indicó una detective y pegó a Marina contra la limusina para poner esposas en sus muñecas. —Yo tengo derechos, no pueden llevarme por un delito semejante sin pruebas —se defendió Marina completamente confundida. —Oficiales ¿explíquenme que es lo que ocurre? —Inquirió el cumpleañero que estaba muy molesto—. Semejante atropello a mi familia y en mi cumpleaños, el alcalde está adentro y ustedes están en serios problemas. —Aquí tiene la orden del juez, todo es legal. Marcelo tomó los papeles. —Que ridiculez —Marcelo miró el documento con pruebas detalladas en contra de Marina, se acercó a Marina y la miró sintiéndose decepcionado— ¿Cómo pudiste Marina? Yo tenía fe en ti. —Don Marcelo le juro que esto es un mal entendido, yo no sé por qué me acusan. —Me tra