— ¡Esto es un error! —Gritó Marina—. Suéltenme ahora mismo.
—Señores estamos en una fiesta, pisotea el prestigio de la familia Duncan —objetó José Manuel.
—Retírese si no quiere ir detenido por obstrucción —indicó una detective y pegó a Marina contra la limusina para poner esposas en sus muñecas.
—Yo tengo derechos, no pueden llevarme por un delito semejante sin pruebas —se defendió Marina completamente confundida.
—Oficiales ¿explíquenme que es lo que ocurre? —Inquirió el cumpleañero que estaba muy molesto—. Semejante atropello a mi familia y en mi cumpleaños, el alcalde está adentro y ustedes están en serios problemas.
—Aquí tiene la orden del juez, todo es legal.
Marcelo tomó los papeles.
—Que ridiculez —Marcelo miró el documento con pruebas detalladas en contra de Marina, se acercó a Marina y la miró sintiéndose decepcionado— ¿Cómo pudiste Marina? Yo tenía fe en ti.
—Don Marcelo le juro que esto es un mal entendido, yo no sé por qué me acusan.
—Me traicionaste, no eres quien yo creí —le acusó Marcelo dándole la espalda…
—No, don Marcelo por favor no lo crea.
Marcelo no dio ni dos pasos cuando cayó de rodillas con la mano en el pecho.
— ¡Ayúdenlo! —Gritó Marina—. Necesita un médico.
Pero los policías la llevaron a la patrulla, Marina no pudo despedirse ni de su esposo.
En la delegación la interrogaron sin descanso por horas.
Las pruebas eran una larga lista de empresas fantasmas creadas por mafias que tapaban toda clase de negocios ilícitos en el Amazonas.
Utilizaban el banco para préstamos falsos, la oficina de Marina se encargaba de facilitarle aperturas de cuentas en paraísos fiscales y para colmo Marina Andrade figuraba como dueña de varias inversiones con la que finalizaban el blanqueo de capitales.
—Señores, les repito: Es la primera vez que veo estos documentos —expuso Marina con los ojos hinchados de tanto llorar.
— ¿Entonces tienes empresas y no sabes que son suyas? Aquí está su autorización como Directora financiera del Banco.
— ¡Es obvio que me han puesto una trampa! Soy yo la más interesada en dilucidar este asunto, ¡soy inocente!
—Entonces fue su esposo quien le puso una trampa.
Marina se quedó callada, detestaba pensarlo, pero no confiaba en José Manuel para algo en particular.
Dinero…
José Manuel era un apostador compulsivo y era capaz de meterse en problemas con mafiosos.
No sería la primera vez…
—Quiero hablar con mi esposo.
—No ha venido, creo que prefiere olvidarse de usted.
—Eso no es cierto, ustedes me arrastraron aquí y mi familia quedó con una emergencia, exijo saber qué pasó con don Marcelo Duncan.
El detective le dio un golpe a la mesa con la paciencia agotada.
— ¡Señora, esto no es pagar una multa e irse!, enfrenta al menos 20 años de prisión, abra los ojos y deje de proteger culpables, esos no son su familia real, se cuidarán entre ellos y a usted la lanzaran a los lobos… ¡nadie la protege a usted!
Dos días después Marina estaba en una celda sucia, en posición fetal contra un rincón rodeada de mujeres maleantes que la habían golpeado brutalmente en más de una ocasión.
— ¡Marina Andrade! —Gritó una de las guardias de seguridad.
Marina se levantó y la siguió a una sala deprimente.
José Manuel la esperaba en una mesa.
Marina se sentó frente a su esposo esperando buenas noticias.
—Por fin José Manuel, primero dime ¿cómo está Cris?
José Manuel desvió la mirada.
—El niño está en el hospital.
Marina puso las manos en sus labios y comenzó a llorar.
—Yo lo sabía, en mi corazón sabía que él no estaba bien. ¿Qué le pasó?
—No estoy muy seguro, yo he estado muy ocupado con todo este lamentable asunto.
Sin embargo, José Manuel no lucía desaliñado como ella, seguía siendo el guapo millonario bien vestido.
— ¡Mírame José Manuel! He pasado un infierno y soy inocente, así que explícame ¿cómo diablos ocurrió esto?, dime si fuiste tú.
José Manuel miró a todas partes y le hizo un gesto que indicaba silencio.
—Claro que yo no busqué esta desgracia, ¿te has vuelto loca? Fue mi tío Gavin.
—¿Y cómo se supone que lo haría ese hombre?, él no trabaja en el banco.
—Él hizo la denuncia…
Marina negó con la cabeza.
—Hacer la denuncia no es igual a tender una trampa.
—Fabricó pruebas y sus actos desencadenaron desgracias.
Marina recordó al hombre que desesperado trataba de reanimar a Marcelo Duncan.
— ¿Cómo está don Marcelo?
—Mi abuelo tuvo un infarto y murió —musitó José Manuel en voz baja.
Marina lloró sintiendo que estaba en una pesadilla.
—Marina escúchame, la mesa directiva debe elegir al próximo CEO, los candidatos somos, mi padre, mi tío y yo, puedo lograr ser CEO definitivo por fin...
—¿Cómo puedes pensar en eso ahora mismo?
—Porque debo, Marina. Mi padre me cederá su puesto si lo eligen a él, somos mi tío o yo y tengo que enfrentarlo, pero quedas tú.
—Lo importante es resolver mi situación, tu tío nunca se interesó por el banco.
—Pero ahora lo hace, necesitamos actuar con estrategia, él te atacó, debemos sacarte de la ecuación.
A Marina le gustaba lo que oía.
— ¿Qué has pensado para sacarme de este problema?
—Declárate culpable.
— ¡¿Cómo se te ocurre?! —Inquirió Marina decepcionada, no le veía sentido a la detestable lógica de su esposo. —Si te declaras culpable, con buen comportamiento estarás tres años máximo. — ¡Ni un día estaré lejos de mi hijo por un crimen que no cometí!… —Podrían sentenciarte a 20 años en un juicio, y yo no podré ayudarte. Marina se echó atrás sorprendida. — ¿Cómo que no vas a ayudarme? —Son las normas de ética del banco impuestas por mi abuelo, si mi esposa está en prisión yo no podré ser CEO. — ¡¿Quieres que me entregue una vez más por ti?! Si me declaro culpable no podré volver al banco, perderé mi carrera, mi integridad, todo… José Manuel pasó sus manos despeinando su cabello rubio, se veía muy frustrado. —Y mis padres insisten en que nos divorciemos —musitó sin verla. Marina se llenó de rabia ante tanta injusticia. — ¡¿También quieres el divorcio?! José Manuel tomó su mano y la miró a los ojos. —Marina, ¿crees que quiero esto? Tú y Cris so
En la oficina de presidencia del banco, José Manuel enfrentaba la furia de su amante. —Quiero que dejes que esa mujer se pudra en la cárcel —gritó Rafaela y rompió un jarrón con rabia. —Estás loca, acabarás con el mobiliario. José Manuel, tiró de la mujer para que se sentara. — ¿Acaso olvidas que legalmente el mocoso de ella es mi hijo? — indicó él y miró a su amante. —Deshazte también de él. —Tengo que demostrar que soy un hombre desesperado para posponer la reunión de junta directiva. No solo perdimos los negocios por culpa del entrometido de mi tío, se debe elegir el nuevo CEO y el banco tiene déficit.La mujer frunció el ceño y cruzó los brazos sobre el pecho, pensó un momento y dijo. —Muy sencillo, tú debes seguir siendo CEO y evitar la auditoría. —No me digas —expresó José Manuel con sarcasmo—. Cité a mi tío, llegaré a un acuerdo con él. — ¿Qué clase de acuerdo puedes hacer con él? —La mujer se quedó aún más perpleja sin creerle nada. —Aún teng
Esa noche Gavin salió del restaurante donde se había citado con su abogado en Brasil. Ajustó el nudo de su corbata, resistiendo el impulso de arrancarlo. —Condenado calor —era difícil para él quedarse en el trópico, pero debía hacerlo… Quedó satisfecho con la reunión con su abogado. Los tratos de su hermano y sobrino eran con diversas mafias y aunque habían sabido cubrir sus huellas, Gavin como jefe de unos de los clanes más importantes de Escocia también tenía sus propios recursos. El mundo oscuro de las mafias no era desconocido para él. Dio una vuelta equivocada buscando el estacionamiento y se vio en un callejón desierto, excepto por el eco de sus pasos sobre los adoquines. La música de samba y las risas de los turistas en la avenida principal parecen a kilómetros de distancia. Gavin se detiene junto a un contenedor de basura, sintiendo la mirada invisible de alguien más. Su instinto de supervivencia se activa. Tres hombres vestidos de negro con los rostr
Marina titubea al salir de la sala, no solo está confundida, también muy débil, siente al desconocido cubrirla con su sobretodo impregnado a un delicioso aroma a limpio y colonia que la hace sentirse más sucia. Gavin procura que no la reconozcan tan rápido, no tiene dudas de que no son pocos los guardias corruptos que han recibido dinero por la muerte de Marina. Avanzaron por los pasillos y él prácticamente le llevaba cargada, no era más que un saco de huesos. — ¿Quién eres? —Murmura Marina. Gavin ve hacia atrás al primer grupo de guardias correr tras ellos. —Maldición, ahora no importa, sigue mis pasos. Las balas silban en el aire hacia ellos y Gavin la empuja detrás de una columna de concreto armado, su corazón late con frenesí mientras él contesta disparando también. Entonces Marina ve la luz del sol cuando un portón enorme es abierto y más hombres con pistolas contestan. Pero estos los ayudan. Gavin de nuevo la toma del brazo y la hala hacia la luz mient
El auto ahora es un amasijo de metal retorcido que da vueltas como juguete. Gavin está atrapado en su propio infierno. El destino puede ser burlista, su amada esposa y su hijo murieron en un accidente vehicular y ahora él también lo haría; aunque años después. La sangre cubre sus ojos y no puede mover las manos para limpiar su rostro. Descubre que su hombro izquierdo duele muchísimo, pero logra liberar su mano derecha. —Fergus, nos delataron, saben que sigo vivo, pero no por mucho si nos agarran. Fergus no contesta y entonces escucha el sonido de pasos acercarse. Un sicario dispara a Marina y esta emite un quejido y Gavin lucha por llegar a su arma. Otro de los sicarios va a la puerta del conductor y dispara a Fergus en el pecho. — ¡NOOO! Malditos desgraciados, el sicario que le disparó a Marina se le traba el arma cuando va a dispararle a él y Gavin con todas sus fuerzas y furia por Fergus saca su arma y ambos disparan al mismo tiempo. Gavin siente el impa
—Señor está hipotensa, tiene hemorragia interna, debemos atenderla —exigió el paramédico con apremio. Gavin se apartó de Marina y fue con uno de los hombres de su seguridad. —Señor, tengo la información: Cristiano Duncan Andrade, hijo de Marina Andrade y José Manuel Andrade, tiene 4 años de edad. El asistente de Gavin le brindó un botellín de agua y una franela. Gavin la tomó y sus manos temblaban de adrenalina. —Un hijo, tienen un niño, pero se supone que José Manuel no podía tener hijos —esto último lo susurró. Gavin se quitó la camisa ensangrentada y sucia, en el costado tenía un hematoma enorme por el disparo, al subir los brazos para ponerse la franela emitió un quejido. —Señor, debe tener alguna costilla rota, debe ir a que lo atiendan. Gavin negó con la cabeza. —Asegúrate que no haya registro de esta mujer, los Duncan deben seguir creyendo que murió, pero yo la necesito viva. — ¿Qué es lo que hará señor? —Iré por respuestas —los hombres come
Gavin tragó grueso estaba en manos de José Manuel, no podía creer que lo hubiera vencido un niño presuntuoso. —Fergus… Gavin tardó un segundo en procesar la información. «Fergus» — ¿Perdón? ¿Acaso dices que Fergus es el padre de tu hijo? —Así es, el imbécil no estaba muerto debajo de la cintura, embarazó a mi esposa. Gavin rio suavemente, cogió un vaso y se sirvió dos dedos de whisky y tragó de un golpe tratando de controlarse, aunque había prometido no beber alcohol esto lo ameritaba. Gavin sabía que no fue Fergus quien se acostó con Marina, pero José Manuel así lo creía. «La muy desgraciada hizo su propia apuesta» Pensó Gavin. —Tu mujer pudo engañarte, el niño no tiene que ser de Fergus, después de todo ella no tiene escrúpulos y pudo acostarse con cualquiera. José Manuel rio. —Te equivocas con Marina, ella me amaba y hacía todo lo que yo le decía. Qué en paz descanse… —Tu intención era manchar mi clan y de esa manera evitar que yo pudiera ser CEO,
Marina despertó al escuchar el sonido de una gaita escocesa y detonaciones, como fuegos artificiales, abrió los ojos de a poco y el dolor abdominal le indicó que algo andaba mal. Los recuerdos eran confusos. — ¿Dónde estoy? —Preguntó con voz pastosa y una mano cálida se posó en su frente. Era un joven que le sonreía con amabilidad, tenía un estetoscopio guindado en el cuello, pero no tenía bata médica. —Mi nombre es Graham, soy médico, debe estar confundida, pero le recomiendo que no hable, acaba de ser intervenida quirúrgicamente y no es aconsejable llenarse de cólicos. Marina recordó entonces los extraños acontecimientos que ha vivido. Un hombre la sacó de la cárcel, luego un enmascarado le disparó. «Ese tatuaje…» Marina miró su entorno, no conocía este lugar, aunque tenía toda la indumentaria médica no era un hospital, la habitación era demasiado ostentosa. — ¿Dónde estoy? —En Escocia, en el castillo MacLeod. —Ay Dios mío, hay un hombre en silla de