— ¡¿Cómo se te ocurre?! —Inquirió Marina decepcionada, no le veía sentido a la detestable lógica de su esposo.
—Si te declaras culpable, con buen comportamiento estarás tres años máximo.
— ¡Ni un día estaré lejos de mi hijo por un crimen que no cometí!…
—Podrían sentenciarte a 20 años en un juicio, y yo no podré ayudarte.
Marina se echó atrás sorprendida.
— ¿Cómo que no vas a ayudarme?
—Son las normas de ética del banco impuestas por mi abuelo, si mi esposa está en prisión yo no podré ser CEO.
— ¡¿Quieres que me entregue una vez más por ti?! Si me declaro culpable no podré volver al banco, perderé mi carrera, mi integridad, todo…
José Manuel pasó sus manos despeinando su cabello rubio, se veía muy frustrado.
—Y mis padres insisten en que nos divorciemos —musitó sin verla.
Marina se llenó de rabia ante tanta injusticia.
— ¡¿También quieres el divorcio?!
José Manuel tomó su mano y la miró a los ojos.
—Marina, ¿crees que quiero esto? Tú y Cris son mi vida, pero no puedo perder mi trabajo y a mis padres, solo pienso que después que sea CEO y tú salgas...
Marina retiró su mano y negó con la cabeza.
—Vete José Manuel —musitó sin verlo.
—Marina, sé que estás traumatizada, pero me aseguraré que estés cómoda, solo tendrás que estar recluida…
— ¡¡HE DICHO QUE TE VAYAS!! ¡Siempre ha sido más importante para ti tu comodidad que mi integridad! ¡Guardia quiero irme a mi celda!
— ¡Marina no digas eso, te amo…!
Marina regresó a su celda sintiéndose abandonada, desolada y sin ganas de vivir.
Se echó a su catre abrazando sus piernas contra la pared.
Se arrepintió de inmediato de haber dejado así a José Manuel, no le sorprendía que sus padres le pidieran darle la espalda.
En la mansión de Marcelo Duncan, Gavin estaba en el estudio y recogía las pertenencias de su padre en cajas de cartón.
Tomó un retrato en el escritorio, era una fotografía antigua, su madre sonriente lo cargaba a él bebé con su hermano mayor Manuel a su lado, Marcelo estaba de pie detrás de su familia.
El sueño de Marcelo Duncan era tener una familia unida y lo había logrado al conocer a la madre de Gavin, se enamoraron aunque los abuelos de Gavin no estaban de acuerdo de que su hija heredera del clan MacLeod se uniera a un empresario que se la llevaría y que encima era divorciado y con un niño que no aceptaría sus costumbres.
La madre de Gavin eligió a Marcelo y fueron felices hasta que el cáncer la sorprendió cuando Gavin era un niño aun.
El dolor de Marcelo al perder a su amada esposa lo hizo sumergirse en los negocios y murió siendo millonario, pero solo.
Gavin observó a las chicas de servicio extendiendo las sábanas blancas sobre los muebles, tanta riqueza que sencillamente queda atrás al irnos de este mundo y no por primera vez se sintió identificado con su padre.
—Señor ¿Quiere que le preparen algo?
Gavin escuchó la voz de su asistente y amigo, segundo al mando de su clan y con quien había pasado los peores momentos de su vida.
—Quiero un whisky doble de nuestra tierra, ese que duerme los sentidos.
El asistente de Gavin carraspeó incómodo.
—Pero usted dijo que no volvería a beber.
Gavin rio sin humor.
—No te preocupes Fergus, no beberé alcohol, pero preguntaste que quería —Gavin puso el retrato en la caja—. Cuando estoy en Brasil siempre hago cosas que debo, jamás que quiero y una vez más termina todo en desgracia.
—No vayas por ahí, tú no provocas desgracias, las cosas sencillamente pasan si tienen que pasar.
— ¿Cómo puedes decirme eso desde esa silla de ruedas? Fergus, por mi culpa tuvieron el accidente que te dejó inválido y murieron mi mujer y mi hijo.
Fergus negó con la cabeza lentamente.
—Creo que va siendo hora de que vuelvas a casarte.
Gavin lo miró con resentimiento.
—Jamás me casaré de nuevo.
—Pasaron casi seis años ¿Cómo planeas ser un intachable CEO sin una esposa?
—Para un hombre que metió a una prostituta en mi cama sin mi autorización suenas muy remilgado.
Gavin le dio la espalda y continuó guardando objetos del escritorio en la caja.
—Hice lo necesario para liberarte de los demonios.
Gavin puso los ojos en blanco y tomó otro retrato del escritorio.
—No vuelvas con esa excusa, estás muy viejo para creer en historias de fantasmas.
Fergus avanzó en su silla de ruedas hasta verlo a la cara.
— ¡Debes dejarla ir! Gavin entiende que Sofi no estaba bien, que no es tu culpa si su mente la hacía… Bueno, distinta.
—Depresión no es locura Fergus, Sofi estaba deprimida y yo no la supe comprender, pensé que era majadería y vine a Brasil —Gavin negó con la cabeza—. Claro que es mi culpa, ella estaba enferma y yo la abandoné.
—Ella era suicida, de haberte quedado igual hubiera encontrado la manera.
— ¡Cállate Fergus!
— ¡Tu negación a su muerte la mantiene en pena! Su espíritu se ha vuelto intranquilo y te puede arrancar de este mundo.
— ¡Ojalá lo haga!
—No lo digas, no llames a los demonios.
— ¡Mejor no sigamos con eso! —Gavin bajó la voz y se acercó a Fergus para que nadie más escuchara—. No me recuerdes que compraste una virgen para un ritual ruin y… Medieval.
Fergus subió los hombros.
—Las prostitutas tienen una loable labor en la sociedad.
—Si la junta directiva me nombra CEO, apoyaré esa moción.
Gavin observó el retrato en sus manos con una mueca de disgusto y lo ofreció a Fergus.
—Tira este, no guardaré fotografías de esta arpía.
Fergus tomó la fotografía, con la cara pálida miró a Gavin.
— ¿Qué te pasó Fergus? ¿Viste otro fantasma?
—No me digas que esta chica es familia tuya.
Era una fotografía de Marcelo junto a Marina en su graduación.
—Esa sinvergüenza es la esposa de mi sobrino.
—Por todos los cielos ¡ES ELLA!
En la oficina de presidencia del banco, José Manuel enfrentaba la furia de su amante. —Quiero que dejes que esa mujer se pudra en la cárcel —gritó Rafaela y rompió un jarrón con rabia. —Estás loca, acabarás con el mobiliario. José Manuel, tiró de la mujer para que se sentara. — ¿Acaso olvidas que legalmente el mocoso de ella es mi hijo? — indicó él y miró a su amante. —Deshazte también de él. —Tengo que demostrar que soy un hombre desesperado para posponer la reunión de junta directiva. No solo perdimos los negocios por culpa del entrometido de mi tío, se debe elegir el nuevo CEO y el banco tiene déficit.La mujer frunció el ceño y cruzó los brazos sobre el pecho, pensó un momento y dijo. —Muy sencillo, tú debes seguir siendo CEO y evitar la auditoría. —No me digas —expresó José Manuel con sarcasmo—. Cité a mi tío, llegaré a un acuerdo con él. — ¿Qué clase de acuerdo puedes hacer con él? —La mujer se quedó aún más perpleja sin creerle nada. —Aún teng
Esa noche Gavin salió del restaurante donde se había citado con su abogado en Brasil. Ajustó el nudo de su corbata, resistiendo el impulso de arrancarlo. —Condenado calor —era difícil para él quedarse en el trópico, pero debía hacerlo… Quedó satisfecho con la reunión con su abogado. Los tratos de su hermano y sobrino eran con diversas mafias y aunque habían sabido cubrir sus huellas, Gavin como jefe de unos de los clanes más importantes de Escocia también tenía sus propios recursos. El mundo oscuro de las mafias no era desconocido para él. Dio una vuelta equivocada buscando el estacionamiento y se vio en un callejón desierto, excepto por el eco de sus pasos sobre los adoquines. La música de samba y las risas de los turistas en la avenida principal parecen a kilómetros de distancia. Gavin se detiene junto a un contenedor de basura, sintiendo la mirada invisible de alguien más. Su instinto de supervivencia se activa. Tres hombres vestidos de negro con los rostr
Marina titubea al salir de la sala, no solo está confundida, también muy débil, siente al desconocido cubrirla con su sobretodo impregnado a un delicioso aroma a limpio y colonia que la hace sentirse más sucia. Gavin procura que no la reconozcan tan rápido, no tiene dudas de que no son pocos los guardias corruptos que han recibido dinero por la muerte de Marina. Avanzaron por los pasillos y él prácticamente le llevaba cargada, no era más que un saco de huesos. — ¿Quién eres? —Murmura Marina. Gavin ve hacia atrás al primer grupo de guardias correr tras ellos. —Maldición, ahora no importa, sigue mis pasos. Las balas silban en el aire hacia ellos y Gavin la empuja detrás de una columna de concreto armado, su corazón late con frenesí mientras él contesta disparando también. Entonces Marina ve la luz del sol cuando un portón enorme es abierto y más hombres con pistolas contestan. Pero estos los ayudan. Gavin de nuevo la toma del brazo y la hala hacia la luz mient
El auto ahora es un amasijo de metal retorcido que da vueltas como juguete. Gavin está atrapado en su propio infierno. El destino puede ser burlista, su amada esposa y su hijo murieron en un accidente vehicular y ahora él también lo haría; aunque años después. La sangre cubre sus ojos y no puede mover las manos para limpiar su rostro. Descubre que su hombro izquierdo duele muchísimo, pero logra liberar su mano derecha. —Fergus, nos delataron, saben que sigo vivo, pero no por mucho si nos agarran. Fergus no contesta y entonces escucha el sonido de pasos acercarse. Un sicario dispara a Marina y esta emite un quejido y Gavin lucha por llegar a su arma. Otro de los sicarios va a la puerta del conductor y dispara a Fergus en el pecho. — ¡NOOO! Malditos desgraciados, el sicario que le disparó a Marina se le traba el arma cuando va a dispararle a él y Gavin con todas sus fuerzas y furia por Fergus saca su arma y ambos disparan al mismo tiempo. Gavin siente el impa
—Señor está hipotensa, tiene hemorragia interna, debemos atenderla —exigió el paramédico con apremio. Gavin se apartó de Marina y fue con uno de los hombres de su seguridad. —Señor, tengo la información: Cristiano Duncan Andrade, hijo de Marina Andrade y José Manuel Andrade, tiene 4 años de edad. El asistente de Gavin le brindó un botellín de agua y una franela. Gavin la tomó y sus manos temblaban de adrenalina. —Un hijo, tienen un niño, pero se supone que José Manuel no podía tener hijos —esto último lo susurró. Gavin se quitó la camisa ensangrentada y sucia, en el costado tenía un hematoma enorme por el disparo, al subir los brazos para ponerse la franela emitió un quejido. —Señor, debe tener alguna costilla rota, debe ir a que lo atiendan. Gavin negó con la cabeza. —Asegúrate que no haya registro de esta mujer, los Duncan deben seguir creyendo que murió, pero yo la necesito viva. — ¿Qué es lo que hará señor? —Iré por respuestas —los hombres come
Gavin tragó grueso estaba en manos de José Manuel, no podía creer que lo hubiera vencido un niño presuntuoso. —Fergus… Gavin tardó un segundo en procesar la información. «Fergus» — ¿Perdón? ¿Acaso dices que Fergus es el padre de tu hijo? —Así es, el imbécil no estaba muerto debajo de la cintura, embarazó a mi esposa. Gavin rio suavemente, cogió un vaso y se sirvió dos dedos de whisky y tragó de un golpe tratando de controlarse, aunque había prometido no beber alcohol esto lo ameritaba. Gavin sabía que no fue Fergus quien se acostó con Marina, pero José Manuel así lo creía. «La muy desgraciada hizo su propia apuesta» Pensó Gavin. —Tu mujer pudo engañarte, el niño no tiene que ser de Fergus, después de todo ella no tiene escrúpulos y pudo acostarse con cualquiera. José Manuel rio. —Te equivocas con Marina, ella me amaba y hacía todo lo que yo le decía. Qué en paz descanse… —Tu intención era manchar mi clan y de esa manera evitar que yo pudiera ser CEO,
Marina despertó al escuchar el sonido de una gaita escocesa y detonaciones, como fuegos artificiales, abrió los ojos de a poco y el dolor abdominal le indicó que algo andaba mal. Los recuerdos eran confusos. — ¿Dónde estoy? —Preguntó con voz pastosa y una mano cálida se posó en su frente. Era un joven que le sonreía con amabilidad, tenía un estetoscopio guindado en el cuello, pero no tenía bata médica. —Mi nombre es Graham, soy médico, debe estar confundida, pero le recomiendo que no hable, acaba de ser intervenida quirúrgicamente y no es aconsejable llenarse de cólicos. Marina recordó entonces los extraños acontecimientos que ha vivido. Un hombre la sacó de la cárcel, luego un enmascarado le disparó. «Ese tatuaje…» Marina miró su entorno, no conocía este lugar, aunque tenía toda la indumentaria médica no era un hospital, la habitación era demasiado ostentosa. — ¿Dónde estoy? —En Escocia, en el castillo MacLeod. —Ay Dios mío, hay un hombre en silla de
—Será mejor que pienses muy bien en tu situación. Gavin se levantó y apartó la silla. —Ahora iré a despedir a un hombre que solo fue pieza en un juego perverso, te salvé una vez, pero te entregaría sin dudarlo por cualquiera de mi clan. Ahora descansa y disfruta de las comodidades de mi castillo que para nada mereces. Gavin la dejó sola en la habitación. Marina postrada en la cama lloró desesperada al ver su vida hecha añicos, sus heridas eran un reflejo de su alma desgarrada. Observó los detalles de la habitación adornada con tapices que contaban historias de valentía y honor, pero no podía disimular su verdadera naturaleza de prisión dorada. Las llamas de la chimenea danzaban en un vano intento de calentar el frío que se había instalado en su corazón. —El tío de mi esposo —susurró—, el hombre que se revelaba como el arquitecto de su desdicha. Marina cerró los ojos y recordó las golpizas que recibió en la cárcel. “Esto es de parte de tu esposo” En reali