— ¡Hiciste trampa!
Marina impresionada escuchó la declaración desesperada a su lado de su recién estrenado esposo muy nerviosa trató de calmarlo para que se fueran del casino.
—Quiero salir, amor…
— ¡Cállate!
Marina jamás olvidaría la cara de su marido al levantarse de la mesa de tapete verde, tenía el rostro del mismo color.
Él se limitó a ignorar sus súplicas y se enfrentó a su contrincante.
— ¡Es una trampa! —volvió a gritar él antes de arrojar las cartas a la mesa.
—Así es el juego muchacho —respondió su contrincante encendiendo un puro, lucía muy complacido.
—No pienso pagarte, ¡amañaste el juego!
Marina tomó el brazo de su marido y dio un alarido cuando vio que un hombre al que no habían prestado atención sacó un arma y la apuntó a la cabeza de su esposo.
Otro hombre la abrazó por detrás y tapó su boca.
El contrincante se puso de pie y ajustó su saco antes de enfrentar a su marido.
—Así no funciona, tú jugaste, perdiste y pagarás.
—¡No puedo pagarle tanto! —Reconoció con las manos en señal de rendición.
—Eres de Duncan, llama a tu familia...
—No, no puedo… solo… solo dame unos días…
El contrincante sacudió la cabeza y de repente miró a Marina, luego murmuró algo al oído de su marido sin quitar la mirada de ella.
—Encuentra la manera de pagarme, tienes una hora; o los mataré.
El hombre sonrió a Marina, le guiñó un ojo, luego le dio una palmada en la mejilla a su marido como quien escarmienta a un muchacho y es lo que era.
José Manuel Duncan a sus 23 años jamás tuvo que enfrentar retos en su vida, es la primera vez que se ve presionado a responder como hombre por sus actos, pues sus padres le advirtieron que si se casaba con su pobre secretaria estaba de su cuenta.
En un solo instante entendió que no era tan astuto como creía, había sido engañado como un niño por un sinvergüenza.
Llevó a Marina del brazo y salieron del salón.
—Amor ¿cuánto dinero perdiste?
Él no contestó, en cambio le dio un golpe a la pared del pasillo.
Marina puso las manos juntas en su boca, no había necesidad de decir la cifra, simplemente era demasiado.
—En nuestra noche de bodas, ¡¿Cómo pudiste?! Mírame, mírame ¡José Manuel!
José Manuel la miró con ojos de cachorro triste y perdido.
—Debes llamar a tu padre —insistió Marina.
— ¡No! Mi padre no me dará esa cantidad de dinero.
—Entonces llama a tu abuelo.
—Tampoco. Mi abuelo no puede enterarse que perdí esa cantidad de dinero en una apuesta o lo perderé todo. Conoces la norma de ética del banco, ni tú ni yo podremos trabajar allí si se enteran que estábamos en este club clandestino.
— ¡No es justo que me hayas hecho esto José Manuel! Y en nuestra noche de bodas, esta debía ser nuestra gran noche, mi primera vez ¿Cómo pudiste?
Las palabras de Marina hicieron que él volviera y la mirara a los ojos.
—Marina, ¿cuánto me amas?
— ¿Por qué preguntas eso? Te amo con todo mi corazón.
— ¿Harías cualquier cosa por mí?
Marina asintió con la cabeza muy segura.
—Ven, sígueme —le dijo.
Marina lo siguió corriendo en sus tacones para mantener el ritmo de las grandes zancadas de ese hombre.
Llegaron a otro salón del club, era amplió e iluminado.
José Manuel fue con los organizadores y Marina se quedó mirando las obras de artes que adornaban el opulento salón.
Había hombres que esperaban frente a un escenario con paletas numeradas en las manos, era obvio que habría una subasta.
Unos minutos después él regresó con una copa de champagne y casi la obligó a tomarla.
Marina tomó la bebida espumosa casi atragantándose y cuando quiso quejarse por la brusquedad de su marido él la pegó contra la pared en un rincón del salón.
—¿José Manuel, qué hacemos aquí? No puedes arriesgarte a perder más dinero —manifestó Marina confundida.
—Haz lo que te piden y me salvarás.
—Pero…
José Manuel la abrazó y le dio un beso apasionado.
Marina aturdida por semejante beso no pudo hacer nada antes de que él la empujara dentro de un camerino lleno de mujeres.
Algunas se preparaban para bailar con diminutos y coloridos trajes, otras se maquillaban.
Marina confundida no tenía idea de que debía hacer, ni porqué José Manuel la llevó allí.
Una mujer organizaba a las chicas como general a su tropa.
—Tú, la de rojo, tu representante me dijo que eres buena tocando el violín, toma este y prepárate que vienes tú.
«¿Sólo para que toque el violín?»
Marina observó el instrumento, era un bellísimo Stradivari, era muy costoso y un sueño para ella poder tocarlo.
—Chica de rojo, espero que lo hagas bien, eres muy hermosa —dijo la mujer empujando a Marina detrás del escenario, miró al subastador en el podio y le dijo: —. Esta es de último minuto, la sorpresa de la noche, inicia en un millón.
A Marina la empujaron al escenario oscuro y un reflector la iluminó desde el techo.
Habían pasado tres años desde la última vez que tocó en público.
Estaba nerviosa, pero al iniciar se dejó llevar por la melancólica melodía.
Ella había jurado no volver a un escenario después que su madre había muerto en un accidente de coche camino a una de sus presentaciones.
Desde entonces, ella había abandonado su pasión por el violín y aunque estaba nerviosa, la interpretación fue brillante.
Las luces se encendieron y los hombres la devoraban con la mirada, Marina jamás se sintió tan cohibida en su vida, no hubo aplausos, solo miradas lujuriosas.
—Esta hermosa belleza de Sudamérica no sólo tiene muchos talentos, es virgen y pura, su valor comienza en un millón de dólares.
« ¡¿Qué?! ¿No se subastaba el violín?»
Mariana miró asombrada a los ojos ardientes de los hombres del escenario cuando el primero levantó su paleta.
— ¡UN MILLÓN DE DÓLARES!
Marina sentía que se asfixiaba mientras buscaba a su marido con la mirada, pero no podía ver por ninguna parte.
—Este es un error —dijo Marina y nadie la escuchó en medio de la algarabía, el subastador la pregonaba a gritos a mucha velocidad…
— ¡DOS MILLONES!
La puja subió rápidamente, Marina intentó escapar pero fue atrapada por dos hombres de seguridad.
— ¡¿Alguien dice dos millones y medio?!
— ¡DOS MILLONES Y MEDIO!
—Dos millones y medio a la una, dos millones y medio a las dos.
— ¡CINCO MALDITOS MILLONES DE DÓLARES POR LA CHICA DE ROJO!
Todos miraron al dueño de la voz, sólo para ver a un paralítico empujando una silla de ruedas hacia la primera fila.
Los ojos de Mariana estaban llenos de lágrimas, no podía creer que su marido la hubiera subastado.
Se hizo silencio por parte de los pujantes.
— ¡Vendida!
—¡¡AUXILIO, JOSÉ MANUEL!! —Marina gritó y forcejeó, pero todo fue inútil, la sujetaron dos hombres fornidos y la llevaron detrás del escenario, la mujer que organizaba tras bastidores se le acercó con una inyectadora y nada pudo hacer Marina para evitar que le aplicaran la inyección en el brazo, empezó a sentirse mareada. Todo era confuso, las luces más intensas, los sonidos más fuertes, todos sus sentidos estaban al tope, no perdió el conocimiento, pero no podía negarse a que la llevaran. —Nnnoo, no quiero, su-suéltenme —seguía diciendo, pero colaboraba con sus captores aunque no quería. Finalmente la sacaron de allí y muy rápido la subieron a un helicóptero. Marina muerta de miedo se defendió arañando los brazos de los hombres en vano hasta que poco a poco perdió el conocimiento… Al despertarse de nuevo, Marina sentía un profundo letargo y no podía ver nada, una venda cubría sus ojos, quiso retirarla y sus manos estaban atadas, también sus pies. — ¿Dónde estoy
— ¡Marina! ¡Perdóname! Realmente no sabía que terminaría así... ¡Marina! En cuanto Marina regresó a Río de Janeiro, José Manuel la esperaba en el aeropuerto con un ramo de flores y cara de pena. Marina no quería verlo. —Marina, por favor, era un asunto de vida o muerte, entiende que si estamos vivos fue gracias a tu sacrificio… —Quiero el divorcio. — ¡Marina! Marina no soportaba verlo, se sentía muy perturbada, en cuanto su padre la vio regresar de su luna de miel a su casa enfureció. — ¿Qué te hizo ese imbécil? Yo lo sabía, ustedes son unos niños, tú apenas tienes 18 años, no debiste casarte con ese inmaduro. Marina no respondió, continuó hasta su habitación y cerró la puerta. Un mes después, Marina continuaba negada a vivir una vida normal y cada vez que veía llegar el auto de José Manuel a la puerta de su casa corría a encerrarse en su habitación. José Manuel había dicho que Marina fue víctima de un secuestro y el padre de Marina y su madrastra que
— ¡Esto es un error! —Gritó Marina—. Suéltenme ahora mismo. —Señores estamos en una fiesta, pisotea el prestigio de la familia Duncan —objetó José Manuel. —Retírese si no quiere ir detenido por obstrucción —indicó una detective y pegó a Marina contra la limusina para poner esposas en sus muñecas. —Yo tengo derechos, no pueden llevarme por un delito semejante sin pruebas —se defendió Marina completamente confundida. —Oficiales ¿explíquenme que es lo que ocurre? —Inquirió el cumpleañero que estaba muy molesto—. Semejante atropello a mi familia y en mi cumpleaños, el alcalde está adentro y ustedes están en serios problemas. —Aquí tiene la orden del juez, todo es legal. Marcelo tomó los papeles. —Que ridiculez —Marcelo miró el documento con pruebas detalladas en contra de Marina, se acercó a Marina y la miró sintiéndose decepcionado— ¿Cómo pudiste Marina? Yo tenía fe en ti. —Don Marcelo le juro que esto es un mal entendido, yo no sé por qué me acusan. —Me tra
— ¡¿Cómo se te ocurre?! —Inquirió Marina decepcionada, no le veía sentido a la detestable lógica de su esposo. —Si te declaras culpable, con buen comportamiento estarás tres años máximo. — ¡Ni un día estaré lejos de mi hijo por un crimen que no cometí!… —Podrían sentenciarte a 20 años en un juicio, y yo no podré ayudarte. Marina se echó atrás sorprendida. — ¿Cómo que no vas a ayudarme? —Son las normas de ética del banco impuestas por mi abuelo, si mi esposa está en prisión yo no podré ser CEO. — ¡¿Quieres que me entregue una vez más por ti?! Si me declaro culpable no podré volver al banco, perderé mi carrera, mi integridad, todo… José Manuel pasó sus manos despeinando su cabello rubio, se veía muy frustrado. —Y mis padres insisten en que nos divorciemos —musitó sin verla. Marina se llenó de rabia ante tanta injusticia. — ¡¿También quieres el divorcio?! José Manuel tomó su mano y la miró a los ojos. —Marina, ¿crees que quiero esto? Tú y Cris so
En la oficina de presidencia del banco, José Manuel enfrentaba la furia de su amante. —Quiero que dejes que esa mujer se pudra en la cárcel —gritó Rafaela y rompió un jarrón con rabia. —Estás loca, acabarás con el mobiliario. José Manuel, tiró de la mujer para que se sentara. — ¿Acaso olvidas que legalmente el mocoso de ella es mi hijo? — indicó él y miró a su amante. —Deshazte también de él. —Tengo que demostrar que soy un hombre desesperado para posponer la reunión de junta directiva. No solo perdimos los negocios por culpa del entrometido de mi tío, se debe elegir el nuevo CEO y el banco tiene déficit.La mujer frunció el ceño y cruzó los brazos sobre el pecho, pensó un momento y dijo. —Muy sencillo, tú debes seguir siendo CEO y evitar la auditoría. —No me digas —expresó José Manuel con sarcasmo—. Cité a mi tío, llegaré a un acuerdo con él. — ¿Qué clase de acuerdo puedes hacer con él? —La mujer se quedó aún más perpleja sin creerle nada. —Aún teng
Esa noche Gavin salió del restaurante donde se había citado con su abogado en Brasil. Ajustó el nudo de su corbata, resistiendo el impulso de arrancarlo. —Condenado calor —era difícil para él quedarse en el trópico, pero debía hacerlo… Quedó satisfecho con la reunión con su abogado. Los tratos de su hermano y sobrino eran con diversas mafias y aunque habían sabido cubrir sus huellas, Gavin como jefe de unos de los clanes más importantes de Escocia también tenía sus propios recursos. El mundo oscuro de las mafias no era desconocido para él. Dio una vuelta equivocada buscando el estacionamiento y se vio en un callejón desierto, excepto por el eco de sus pasos sobre los adoquines. La música de samba y las risas de los turistas en la avenida principal parecen a kilómetros de distancia. Gavin se detiene junto a un contenedor de basura, sintiendo la mirada invisible de alguien más. Su instinto de supervivencia se activa. Tres hombres vestidos de negro con los rostr
Marina titubea al salir de la sala, no solo está confundida, también muy débil, siente al desconocido cubrirla con su sobretodo impregnado a un delicioso aroma a limpio y colonia que la hace sentirse más sucia. Gavin procura que no la reconozcan tan rápido, no tiene dudas de que no son pocos los guardias corruptos que han recibido dinero por la muerte de Marina. Avanzaron por los pasillos y él prácticamente le llevaba cargada, no era más que un saco de huesos. — ¿Quién eres? —Murmura Marina. Gavin ve hacia atrás al primer grupo de guardias correr tras ellos. —Maldición, ahora no importa, sigue mis pasos. Las balas silban en el aire hacia ellos y Gavin la empuja detrás de una columna de concreto armado, su corazón late con frenesí mientras él contesta disparando también. Entonces Marina ve la luz del sol cuando un portón enorme es abierto y más hombres con pistolas contestan. Pero estos los ayudan. Gavin de nuevo la toma del brazo y la hala hacia la luz mient
El auto ahora es un amasijo de metal retorcido que da vueltas como juguete. Gavin está atrapado en su propio infierno. El destino puede ser burlista, su amada esposa y su hijo murieron en un accidente vehicular y ahora él también lo haría; aunque años después. La sangre cubre sus ojos y no puede mover las manos para limpiar su rostro. Descubre que su hombro izquierdo duele muchísimo, pero logra liberar su mano derecha. —Fergus, nos delataron, saben que sigo vivo, pero no por mucho si nos agarran. Fergus no contesta y entonces escucha el sonido de pasos acercarse. Un sicario dispara a Marina y esta emite un quejido y Gavin lucha por llegar a su arma. Otro de los sicarios va a la puerta del conductor y dispara a Fergus en el pecho. — ¡NOOO! Malditos desgraciados, el sicario que le disparó a Marina se le traba el arma cuando va a dispararle a él y Gavin con todas sus fuerzas y furia por Fergus saca su arma y ambos disparan al mismo tiempo. Gavin siente el impa