CAPITULO 37

Lo volteo a ver, para ver a qué señorita se refiere, mi corazón late rápido, será que ella… en eso miro que el hombre me sostiene del brazo, mi corazón se detiene por un instante. A tomarme en brazos iba el empleado, esto es humillante.

—¿Qué haces? Suelta a mi mujer, ayuda a la señorita Azucena. —siento que vuelo por los aires, él me suspende en sus enormes brazos y me lleva a la oficina y me acostó en el sofá. Lo miro que toma un vaso y lo llena de agua, me lo ofrece — Te sientes mejor, quieres que vayamos al médico. No te duele nada.

—Estoy mejor. —si fuera actriz me llevo un Óscar— Solamente descansaré un momento. Son mareos normales por el embarazo.

—Vámonos, te llevaré a descansar a mi apartamento.

—No es necesario, ya se me pasó, no te preocupes.

En eso escucho que tocan la puerta de mi oficina, Harold abre la puerta y miro a la víbora parada, al parecer no le dolía el pie. Con cara de yo no fui, hace que no puede dar un paso, y se sostiene del brazo de él, esta mujer es un hue
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