Azucena se siente como una leona enjaulada, sabe que tarde o temprano pueden dar con ella. Ya sabe que está siendo buscada por todos lados, ahora es más difícil andar en la calle, en el hotel le toco sobornar a la de recepción para que no de ninguna información de ella. Se fue a un cajero a retirar una enorme suma de dinero por el temor que le cancelaran la tarjeta, busco una maleta de mano para guardar su dinero.—Maldigo a mis padres, porque me hacen esto, ellos deberían estar a favor de su hija, no en contra, será que ellos no son mis verdaderos padres, eso tiene que ser, no deberían vivir en la misma tierra que yo, más les vale que no se crucen en mi camino porque no tendré piedad de ellos. Ella fuma como locomotora para calmar su tic nervioso, camina de un lado a otro en la habitación, no soporta el encierro, tiene que salir de ahí, no tardaran en encontrarla, toma la bolsa con el dinero y otra maleta de mano con algunas de sus cosas. Se pone un pañuelo en su cabeza, y unos ante
Harold está contento con la mejoría del niño, es un problema menos, se puso a meditar del porqué ella sacaría todo su dinero, sabía que sería seguida por las translaciones, lo que Azucena poseía es pericia. Esa mujer es meticulosa en todo lo que hace, eso hace que su búsqueda se vuelva un rompecabezas.«Azucena, donde te escondes, y que estás pensando hacer, cuál será tu próximo movimiento, solo espero que no atentes contra lo que amo, porque no seré piadoso y se me olvidará lo cercano que fuimos».Después que terminó, salió de su oficina y fue a ver si a su mujer, la que no había llegado, al ver que su mujer no se presentó al trabajo, se fue directo a la oficina de su sobrina. Le pareció extraño, más que tiene esa preocupación de que ella puede estar en peligro.—Sobrina, has sabido por qué Julie, no se presentó al trabajo.—¿Cómo que no se presentó? Ella estaba en su oficina, no creo que se fuera sin avisarme.— ¡¡Entonces ella vino!! —eso, asombro a Harold.— ¡Desde luego que sí, v
Al poner el video, los tres fijan su mirada en la pantalla, en efecto un hombre se baja de un taxi, se ve que revisa el auto y lo paga en efectivo, se monta y arranca, luego se detiene en la entrada del paqueo y es ahí donde una mujer con anteojos y una pañoleta se sube al auto.—Es ella, esas piernas son únicas, estoy seguro. —hablo, Harold, una esperanza nace en todos.—Como te vas a basar en las piernas, hay que estar seguros. —Nelson duda de lo que dice Harold.—Es ella, lo sé, la conozco hasta en los frijoles.—Dejo alguna información ese tipo.—Te aseguro que ha de ser falsa.—Ya veremos. Nada perdemos con saber.—Esta es la dirección que dejo junto a este recibo de luz.— ¡Excelente, lo tenemos! —Scott puso esa mirada diabólica.Salieron de ahí rumbo a la dirección que aquel desconocido dejo, rogando por dentro que no fuera falsa, porque ahí si les tocara volver a empezar desde cero. Otra vez, Harold sabe que cada minuto cuenta, solo de recordar de donde la rescato aquella vez,
El hombre se marchó y al llegar a la agencia a entregar el auto y recibir el reembolso que dejo de depósito, el dueño llamo a Scott para comunicarle que el hombre está en la agencia. En cuanto escucho eso, le aviso a Harold y a Nelson, aquellos corrieron para llegar y esperar que saliera, así seguirlo sin que los notarán.Mientras que en el edificio viejo el plan de Leticia es hacer que Azucena las saque de ahí a otro sitio más fácil de escapar, ahora que sabe que ellos están vivos, quiere salir de ahí como sea. En eso comenzó a gritar el nombre de Azucena con angustia, que viniera rápido, y le hizo señas a Julie que gritara, a lo cual ella gritó con mucha fuerza y abrazando su barriga, lloro grito lo más real que pudo.— ¡Azucena, ven, por favor! Necesitamos ayuda. —entra a la carrera Azucena, alarmada por el escándalo de ambas mujeres, ella va junto a dos hombres.—¿Cuál es el alboroto? —abre la puerta y les dice a los hombres que vigilen, mira a Julie tumbada en el suelo retorciénd
Leticia se guindó del brazo del hombre de su vida, más feliz no podría estar, durante el viaje ella no dejaba de sonreír, nunca se había sentido tan feliz como lo era en este momento. Mientras que Scott, no dejaba de pensar en el enredo en que está su vida en este instante, no quiere perder a las dos mujeres, ambas lo aman y él sea como sea también.—Llegamos, Leticia, antes de entrar quiero decirte algo. Sabes que yo creí que tú estabas muerta, te busqué hasta que me dijeron que tú habías fallecido.—Por tu rostro, es algo malo, por favor no me asustes, he sufrido tanto, lejos de ustedes dos. —Eso hizo que tragar grueso a Scott.—No es algo malo, solo que es una situación complicada. Que necesito que me des tiempo para resolverlo.— ¡¡Le pasa algo a mi hijo, sufrió algún trauma en el accidente, por Dios, Scott dime que es!!—A Joel, en el accidente perdió la capacidad de oír, pero gracias a una operación él ya la recupero, ahora se está mejorando muy bien, a él lo está cuidando mi pr
Ambos hombres, entre preocupación y chisme, lograron matar el tiempo hasta que una enfermera los interrumpió. Harold de inmediato se le acercó para escuchar lo que les informará.—Buenas, son los familiares de la paciente Julie Morris.—Soy su padre.— Y yo el padre del bebé que está por tener.—La señora va a hacer sometida a una cesárea, así que ya se le está ingresando al quirófano, ella no puede tener un parto natural, necesito que firme unos papeles, esta es la ropa de ella.—De esto yo me encargo. —actuó Harold al ver que Nelson se ocuparía de la documentación— ¿Cómo está ella?—No se preocupe, ella está bien, solo que a último momento el niño se sentó y como es primeriza es más difícil ese tipo de partos.—Comprendo, cuanto tardara la cirugía, para saber de ella. —indago Nelson.—En cuanto ella esté en recuperación, saldrá una enfermera para guiarlo a la sala cuna y mostrarle al recién nacido.— ¡Estaremos atentos, muchas gracias! —Harold está muy contento que ambos estén bien.
Harold cada día se convencía de que no está solo, ahora cuenta con familia y amigos que hacen un poco menos pesada su carga, Andrés se puso de pie y se acercó a Harold para preguntarle qué está pasando, al ver que su hija y yerno se marchaban.—¿Por qué se fueron? ¿Cuál es el misterio?—Ah es que iban a recoger una amiga nuestra, que vivirá en la casa de ellos por un tiempo.—Ok, pensé que era algo malo, con tanta cosa que nos ha pasado, ya los nervios los tengo de punta.—No, toda está muy bien, pronto conocerá a su bisnieto.—No sabes cómo estoy de ansioso, ya quiero tener en mis brazos a esa criatura.—Muchas gracias, por apoyarnos.—Eres familia, hijo y la familia se ama.Harold no podía sentirse mejor, por primera vez se sentía en un verdadero hogar, toda su juventud fue de estar lejos del hogar, sobrevivir por sus propios medios, sin nadie con quien contar y sobre todo confiar, nunca había confiado en nadie de no ser él.Entro nuevamente al dormitorio donde se recupera ella y lo
Ella soltó un gemido largo, casi un grito y se mordió el labio, como si no quisiera hacer ruido. Pasó una de sus piernas alrededor de mi cintura. Cogí el muslo y la subí un poco más, mientras seguía empujando. Flexionaba un poco las piernas y cogía potencia para penetrarla en la subida, cada vez más fuerte y más profundo, rodeado de su calor y de su sexo húmedo.Se agarraba a mis hombros, mientras ayudaba, empujando con sus caderas y subiendo un poco más la pierna que tenía alrededor de mi cintura. No sabía si era por la falta de experiencia o simplemente que era penosa por naturaleza, pero el entusiasmo con el que se estaba entregando me estaba poniendo a mil.—¡¡Harold!! —suspiró, la cabeza echada hacia atrás, apoyada contra la pared del dormitorio.—¿Qué quieres, mi amor? —inquirí, jadeando, empujando con las caderas hacia delante una y otra vez. —No dejes de hacer eso, no dejes de… ¡Ah! ¡Mm!“¡Dios!” Echó la cabeza hacia atrás de repente, y me dio el tiempo justo a ponerle la man