Al día siguiente, una vez que los tres aterrizaron en el aeropuerto de Manizales, de inmediato subieron en un taxi que los llevaría fuera de la ciudad, hasta una sencilla finca que Gabo había rentado para su familia. Angelito observaba a través de las ventanas del auto la ciudad, y a medida que avanzaban notó cómo tomaban una carretera llena de vegetación. —Todas esas plantaciones son de café —le dijo Gabo al pequeño, y acarició la mano de Paula María para darle confianza, pues la veía nerviosa.Pau correspondió al mimo de Gabo, y entrelazó sus dedos a los de él, haciendo una ligera presión. Enfocó su mirada hacia el paisaje. Angelito inhaló profundo, percatándose del olor que desprendían los plantíos.—Huele muy rico, como cuando preparan café en las mañanas —comentó—. Está muy lindo, papá. —Suspiró profundo y luego comenzó a sonreír, divertido—. Dice mi abuela que está muy emocionada porque por fin podrá volver a ver a su bim…bollo —pronunció sin comprender—, al papacito Duque y a
—¿Tienes chocolates? —Angelito cuestionó y giró para verlo.Carlos ladeó los labios. —Veo que tenemos algo en común —expresó—, los tengo, pero están en los gabinetes de la cocina. ¿Quieres venir conmigo? —cuestionó. Gabito afirmó.—Está bien —respondió. —¿No te vas a ir, verdad? —cuestionó a su papá.Gabo sonrió y le acarició la mejilla. —Claro que no me voy a ir, esta también es mi casa —informó y lo bajó al piso—, ve con mi papá —indicó. —¿Por qué los guardas en la cocina? —cuestionó mientras elevaba su cabeza para mirar a Carlos.—Porque los tengo bien escondidos, luego tus tías se los comen todos —expresó sin dejar de verlo—, te gustan los superhéroes —comentó al notar su traje de hombre araña. Angelito sonrió y miró su traje.—Sí, tengo muchos trajes y muñecos —explicó—, a mis papás y a mí nos encantan, mi favorito es Spideman —informó—, cuando hacemos cupcakes yo los decoró con telarañas —refirió orgulloso.Carlos bajó del gabinete su caja de chocolates, puso atención a tod
Paula María se encontraba recostada en la hamaca de la terraza de su habitación, leyendo un libro, durante varios momentos sus ojos comenzaron a cerrarse y su cabeza a pesar, por lo que lo colocó sobre el suelo y se meció un poco. Su estómago, estaba hecho nudos ante el nerviosismo que sentía, al pensar en cómo les iría en la casa de los padres de Gabo, entonces escuchó con claridad las voces de ellos.—Ya llegamos —Angelito corrió hacia ella y estiró sus brazos para que lo subiera.Pau sonrió con cariño y lo abrazó.— ¿Cómo les fue? —cuestionó y dio un vistazo a Gabo.Carlos Gabriel sonrió. —Pues a alguien le fue de maravilla —expuso con alegría—, mi mamá por poco y pone el mundo a sus pies —bromeó—, y ni hablar de mis hermanas —expresó, y luego se aclaró la garganta—, y con mi papá, estuvo charlando, contándole de nuestra nuera. —Presionó los labios. Pau acarició la cabellera de su niño y besó su frente.—Me alegra mucho saberlo —mencionó. — ¿Te gustó la visita con tus abuelos?
La piel de Pau se estremeció al escucharlo dudar de su palabra, entonces se puso de pie y por primera vez en su vida lo miró a los ojos sin parpadear.—El que haya tenido un pasado desafortunado, no me hace una mentirosa —gruñó respirando agitada—, usted mejor que nadie debería comprender lo mucho que cuesta sobreponerse a esas heridas y mostrar un poco de empatía, pero no estoy aquí para convencerlo, estoy por consideración al hombre que amo, y nada más, porque tampoco me agrada —refirió—. Pudimos optar por irnos a otro país, pero Gabo deseaba que conocieran a nuestro hijo —refunfuñó.Carlos apretó los puños, y clavó su oscurecida mirada en la joven.—Por eso mismo jamás quise que mi hijo repitiera la historia —gruñó—, no es fácil estar al lado de alguien con un pasado tormentoso —masculló mirando a Ely. —Yo no soy un niño —rebatió Gabo—, tampoco voy a permitir que le digas mentirosa a Paula María, porque no conoces todo lo que ha tenido que pasar —gruñó enfrentándose a su padre—,
Varios días después Carlos Gabriel llegó a casa, se sorprendió al darse cuenta de que el portón estaba con llave, resopló y caminó a toda prisa al interior de la finca. — ¡Pau! —exclamó llamándola—. Angelito —gritó. Todo estaba en perfecta calma, y eso no le agradó, la piel se le erizó, entonces miró su móvil y se dio cuenta de que lo tenía apagado. — ¡Maldición! —gruñó y lo encendió, ahí se dio cuenta de las varias llamadas que Pau le había hecho, caminó con ansiedad a la cocina y parpadeó cuando miró una nota pegada en el refrigerador—. «Te estuve llamando y tenías el móvil apagado, vinieron tus primas a invitar a Gabito a la piscina de la Momposina, él no quiso ir solo, fui con ellos» —finalizó de leer en voz alta, y suspiró profundo aliviado. Subió a la alcoba a ducharse para ir por ellos, y recordó que aún no sacaba todas las cosas de su equipaje, entonces aprovechó para finalizar de acomodar su ropa y encontró el diario de Pau, hacía mucho que no lo había vuelto a leer, por
Paula María estaba sentada en la parte trasera del auto de Malu, sostenía en sus piernas a Angelito, quien iba atento observando el panorama. —No es buena idea ir a la hacienda —expresó con nerviosismo—, mejor vayamos a otro lugar —sugirió.Mafer giró su rostro y le sonrió. —Ya no puedes negarte, dijiste que sí —expresó la chica—, además a mis papás les dará gusto verte, todos estuvimos tristes pensando que en verdad habías muerto. Pau se aclaró la garganta.—Es de sabios cambiar de opinión —mencionó sintiendo tristeza—, lamento mucho haberles causado una pena, pero… luego de lo que ocurrió entre Gabo y yo, no creo ser bien recibida. —Recordó el desastre que pasó con Carlos.—Si lo dices por lo que ocurrió con el tío Carlos, puedes estar tranquila —intervino Malú—, además mi papá es un amor de persona —expresó con cariño—, estuvo fuerte lo que nos contó Karla. ¿Supiste que la tía Ely lo tiene durmiendo en la sala? —cuestionó y con su hermana carcajearon. Paula María presionó sus
Los cuatro se retiraron del salón dejando a sus padres con Paula María y su hijo. —¿Cómo te llamas? —cuestionó María Paz enfocando su mirada en el pequeño, lo observó con ternura. —Soy Ángel Gabriel Duque Alvarado. —Elevó ambas cejas, coqueto—, pero me puedes decir como quieras —refirió, sin dejar de mirarla. María Paz ladeó los labios y luego observó a su esposo. —No tengo dudas, es un Duque —expresó—, tienes un hermoso nombre, te pareces mucho a tu papá —comentó Paz—, te diremos Gabito. ¿Estás de acuerdo? Angelito tomó asiento en las piernas de Pau. —Mi mamá me escogió mis nombres —informó haciéndole ojitos—. Todo el mundo dice que soy muy guapo —expresó—, hasta las niñas se pelean por mí —informó—. Norita le dijo a Alexa que soy de ella y quiso pegarle. Alexa ofreció que su papá nos iba a mantener, si aceptaba dejar a mi novia, que ya es mi esposa —manifestó con orgullo. Joaquín carcajeó al escucharlo, y luego sonrió orgulloso. —Eso es parte del encanto de los Duque, la
Alondra descendió del vehículo que rentó e ingresó al consorcio colombiano de café Alma mía, respiraba agitada y llena de nerviosismo, ante la visita que le haría a quien años atrás lo consideraba un amigo. Desde que ingresó solicitó hablar con el presidente de la empresa, dejando en claro que no se iría hasta que no la atendiera, por lo que subió hacia la presidencia y se anunció con su asistente.—Necesito hablar con el doctor Carlos Duque —indicó con voz firme.—¿Tiene cita con él? —cuestionó la mujer, se acomodó los lentes y miró a Alondra con atención. —No —respondió con tranquilidad—, hágale saber por favor, que Alondra Robles, la madre de la novia de su hijo, se encuentra aquí —solicitó.La mujer frunció el ceño al escucharla. —El doctor Duque no atiende a nadie sin cita, no lo puedo interrumpir, está en una junta —indicó—, si desea esperar tome asiento, pero no le aseguro que pueda hablar con él. Alondra rodó los ojos y se giró, entonces caminó hacia la oficina de Carlos.