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Al día siguiente Carlos Gabriel y el pequeño Angelito salieron de la habitación, bañados, perfumados y listos para desayunar.

—Buenos días —saludó Gabo con Pau.

Pau quien una hora antes se duchó eligiendo un outfit coqueto con un short y un top a los hombros en tono mostaza, y unos tenis de plataforma; además, de haberse maquillado y moldeado su cabello. Se encontraba finalizando de preparar unas deliciosas arepas para consentir a Carlos Gabriel un poco, sonrió al escucharlos acercarse.

—¿Cómo durmieron? —cuestionó con emoción—. El desayuno está en unos minutos —comentó.

Gabo estiró sus brazos, miró con discreción el atuendo de Pau, se veía linda, aunque no era la sombra de la chica que conoció en el pasado, entonces inhaló aquel aroma tan familiar para él, y que le recordaba a su natal Colombia.

—Contéstale a tu mamá, ¿cómo dormiste? —le dijo al pequeño.

Angelito sonrió contento.

—Dormí como spiderman —respondió—. Desperté muy descansadito —dijo y miró a su papá—. Ahora tú respó
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