Carlos Gabriel volteó el cuerpo de Pau, y besó sus labios, aumentando su ardor, entonces desató el lazo que sostenía el vestido de ella en su cuello, y la prenda cayó al piso. Gabo recorrió con sus ojos la piel desnuda de la chica, y la llevó hasta la cama, la recostó con suavidad sobre el lecho, y contempló su piel blanca y sedosa, emitió un jadeó, entonces se inclinó ante ella, y su lengua empezó a recorrer desde el cuello de Paula María hasta los senos, llegando a su abdomen plano, percibiendo el temblor del cuerpo de Pau, y como su piel se erizó ante su contacto, entonces levantó su mirada hacía los azules ojos de su chica que lo miraban con un brillo especial.— Relájate mi amor, confía en mí —solicitó llevando sus labios hacia su Monte de Venus.La mirada de Paula María se llenó de finos cristales al observar a Carlos Gabriel. Su corazón palpitó con fuerza, reconociendo que por primera vez, se entregaría en cuerpo y alma al hombre que tanto amaba, sin ocultar quién era.Recorrió
Por la mañana.Paula María salió de la bañera del apartamento de Gabo, luego de tomar una ducha y colocarse la bata de baño de él, observó a Carlos Gabriel recostado, aún dormido y se acercó, depositando un cálido beso sobre sus labios.Gabo se removió, y parpadeó al sentir el beso de Pau, entonces abrió los ojos, y sonrió. —Te gusta madrugar —expresó estirando sus brazos. Pau batió sus pestañas, coqueta y sonrió.—Deseaba verte despertar —mencionó con cariño—, durante mucho tiempo esperé por un momento así. —Suspiró profundo—. A veces creo que es un sueño —confesó recostándose a su lado.Gabo suspiró profundo y la abrazó. —Es una realidad —expresó—; sin embargo, no podemos confiarnos, debemos poner en práctica el plan del que te mencioné de inmediato. Pau resopló.—Tenemos que planearlo bien —comentó sin ocultar su temor—. Vivir a tu lado me emociona, pero me entristece alejarme más. —Lo miró con ternura.Gabo acarició la mejilla de Pau. —Tenemos que buscar ayuda profesional par
—Porque tú lo amas —dijo Sam encogiendo los hombros—, sos valiente, aunque creo que le hizo bien a Gabo el retiro espiritual, y le bajó muchas rayitas a la neurosis. —Carcajeó. —Qué graciosa —bufó Gabo—, más bien habrá que hacerle un monumento en la entrada a Óscar, porque tener que soportarte a vos, eso sí que es de valientes. —Sonrió elevando sus cejas—, ni tu papá podía con vos. Samantha carcajeó al escucharlo. —Ni Óscar, puede conmigo —expresó con orgullo—, pero así me ama. —Miró con ternura a su esposo. Óscar carcajeó se puso de pie y posó mostrando sus marcados músculos.—Seré el mártir de Oaxaca —refirió elevando su mentón—. A mí desde que conozco a Sam me ha encantado casi en todo —mencionó—, por fortuna ambos maduramos —expresó volviendo a sentarse—. Siéndote honesto estabas insoportable, ya que estamos hablando con confianza. —Se encogió de hombros dirigiéndose a Gabo.Gabo elevó ambas cejas. —Con estos amigos, para qué quiero enemigos —bufó—. Gracias por lo que me toca
Un par de semanas después que Gabo se mudó al apartamento de Pau, planeó una sorpresa para su pareja, para ello solicitó la ayuda de Sam y Óscar. Entonces aquella mañana se bañó con Angelito mientras Paula María preparaba el desayuno, luego de unos instantes vistió al pequeño con unos pantalones de mezclilla, una camiseta roja con azul con el logotipo de Spiderman, y le colocó unos zapatos deportivos del mismo superhéroe. Gabo también se vistió en colores parecidos al del niño, y de inmediato salieron hasta la cocina. Pau sonrió al observar a su hijo lucir hermoso, entonces recorrió con su azulada mirada el escultural cuerpo de Gabo, mordió su labio inferior al llegar a aquel firme pectoral, suspiró profundo y agitó su rostro dándose cuenta de que se veían similares.—Se ven muy bien —refirió y sonrió con cariño.—¿Te gusta la ropa nueva que me compró mi papá? —Gabito refirió—, y mis tenis tienen luces —indicó marchando un poco para que pudiera ver su mamá.—Están padrísimos —Pau
Gabo limpió con sus pulgares las lágrimas que rodaron por las mejillas de Pau, suspiró profundo la observó a los ojos. —No me lo dijo nadie, yo no lo hice, sino dos personas que desean verte desde hace mucho tiempo —expresó inhalando profundo. —¿Estás lista para reencontrarte con ellos? Pau colocó una de sus manos en su pecho, mientras que su rostro se desencajaba ante la sorpresa, su mirada se impactó al observar salir de la cocina a sus padres, gruesas lágrimas salieron y su cuerpo tembló. —Cariño —Álvaro refirió con emoción, mientras caminaba con su esposa de la mano. Al verlos acercarse Pau corrió hacia ellos, quienes la envolvieron entre la calidez de sus brazos, sin poder evitarlo los tres comenzaron a llorar. Paula María se dejó caer, al suelo, al tiempo que sus padres se inclinaron con ella, permaneciendo un largo rato así. —Me han hecho tanta falta —dijo con voz ahogada. —No más que tú a nosotros —Alondra respondió entre sollozos y acarició su rojizo cabellos. Luego d
Carlos Gabriel se hallaba revisando una facturas en su computador, estaba tan concentrado en su tarea, cuando las voces de dos mujeres interrumpieron su labor. —Señorita no puede pasar —informaba la asistente. —Yo no necesito tu permiso —dijo la otra mujer. Gabo se puso de pie, arrugó el ceño, al reconocer aquella voz, entonces caminó hasta la puerta, y la abrió. Resopló y apretó sus dientes al verla ahí. —Por favor, escúchame —suplicó. —No tenga nada que hablar con vos —rebatió él con firmeza. La mirada de Melissa se cristalizó, y la garganta se le secó. —Hazlo por los años que vivimos juntos —suplicó con la voz entrecortada. Gabo inhaló profundo, y negó con la cabeza. —No tengo tiempo, estoy ocupado —informó con seriedad. Melissa sin darle tiempo a reaccionar se aproximó a él, y se cayó de rodillas frente a él, lo tomó de las piernas. —Por favor, perdóname, vengo en son de paz —aseveró. Carlos Gabriel arrugó la frente, la tomó de los brazos y la hizo ponerse de pie. —No
Solo la penumbra cubría la habitación, Gabo parpadeó abriendo los ojos, carraspeó sintiendo su garganta seca, la cabeza pesada, aún se sentía algo mareado, entonces logró distinguir que ya estaba en casa, pero no recordaba ni como llegó. Estiró su brazo y encendió una de las lámparas, enseguida se puso de pie, fue al baño, se mojó el rostro, y se miró al espejo, se veía fatal. Luego salió hasta la cocina en busca de agua, y fue ahí que se encontró con Pau, quien estaba preparando la cena. —Hola —saludó, y abrió la puerta de la nevera, sacó una botella con agua, la destapó y bebió de un solo golpe. Pau inclinó su rostro y sintió cómo su cuerpo temblaba al escucharlo. —¿Cómo estás? —indagó bajito. —Terrible —respondió Gabo, sacó una de las sillas de la mesa de desayunador, y tomó asiento—. La cabeza me estalla —informó. —¿Sabes quién me trajo? —cuestionó llevándose las manos al cabello. Pau sacó una bebida hidratante y le retiró el agua. Tomó un par de aspirinas y las puso sobr
Aquella noche Carlos Gabriel se dirigió en compañía de Pau a hacerse aquellos estudios clínicos, para estar tranquilos de que él se encontraba bien. Por lo que tuvieron que esperar unos días para recibirlo.Gabo aún no se sentía muy bien por lo que fue a acostarse mientras Paula María se encargaba de Angelito. Carlos Gabriel cerró sus ojos, intentando dormir. De pronto las luces se comenzaron a encender y a apagar acompañada de una brisa fresca que agitaron las persianas, haciendo que se golpearan sobre el muro.Gabo abrió los párpados, creyó que las ventanas estaban abiertas al sentir aquel viento, pero cuando giró y miró al ventanal, notó que se hallaban bien cerradas. Frunció el ceño pensativo recordando que cuando estuvo cuidando de Sam, las luces hicieron esa intermitencia, sacudió su cabeza para desechar esos pensamientos. —Gabo —susurró bajito una voz. —¿Estás listo para creer en lo sobrenatural? —cuestionó aquella dulce voz.Carlos Gabriel sintió que cada vello de su piel s