―A lo mejor tú te alegres, pero yo no estoy ni un poquitito feliz con tus tonterías, ¿sabes? ―le espeto cabreada, a sabiendas de que no puedo hacer nada por deshacerme de su agarre―y ya deberías de dejar de ser tan abusivo, solo porque soy más pequeña que tú―le suelto.Pero, en lugar de lograr que le dé vergüenza lo que le acabo de decir y que me suelte, me acerca y me da un beso.―Lo siento―se limita a decirme―pero todo era necesario―me asegura y ahora sus palabras me tienen anonadada.―Pues, me vas a tener que explicar la necesidad de meterte en camisa de once varas, solamente porque amaneciste algo chistoso―le suelto y él ahora me sonríe.―Te recuerdo que ese día no dormí, precisamente porque habíamos tenido fuego en el yate―me indica y ahora sí que estoy sorprendida.― ¿Y qué demonios tiene que ver el incendio con todo lo que hiciste ayer? ―inquiero, con una mezcla de sentimientos que van entre estar ofuscada y ansiosa.―Pues, muy sencillo, porque, tal y como confirmó el investiga
―Pero ¡qué poco romántico que eres! ―le digo algo enfadada―y si me lo preguntas, si la razón por la cual quieres estar conmigo es que quieres liberar tu estrés, pues, no, muchas gracias―le señalo, mientras me incorporo en la cama y él me mira y suspira.―Está bien, comprendo―se limita a decirme―sin embargo, no me negarás el que te pueda abrazar, después de todo, me he esforzado por complacerte―me recuerda todo frustrado.―Sí―le respondo y respiro profundo.Pero, en lugar de colocarse detrás de mí y abrazarme por la cintura como suele ser su costumbre, se coloca de lado y frente con frente, mientras contempla mi cara y me pasa una mano por la sien, al tiempo que sus ojos azul cobalto se sienten cálidos.―A propósito, mañana te voy a dar otra sorpresa―me indica y yo quedo ceñuda.―La última vez que me ibas a dar una sorpresa, terminé en la estación de policía, así que espero que esta vez sepas bien lo que me vas a dar―le digo, entre sarcástica y molesta.―No, corazón, no hay más sorpres
―Pero, señor Clarkson, nuestra tienda es exclusiva―le responde, como si eso lo explicara todo― ¿cómo la podemos hacer exclusiva, si no alejamos a la gente indeseable? ―indica, pero se arrepiente al minuto siguiente, por la manera en que Dylan la está mirando ahora.―Y yo creí que te quedaba claro que la manera en que la hacíamos exclusiva la boutique era mediante nuestros precios―le dice muy molesto―no espantando a clientes con el suficiente dinero para comprarlo―le asegura y ella traga en seco.―Pero, si no cuidamos a quién le vendemos, mucha gente se puede ofender―señala y el señor Clarkson mueve su cabeza de lado a lado, así que añade―nuestra ropa no la debería usar la servidumbre―dice, la muy descarada.―Primero, todo el mundo sirve a alguien más, porque, si yo no le hago caso a mis clientes y socios, ellos no estarán satisfechos conmigo y no podré vender―le indica y ella parece que no le está gustando lo que le está diciendo―y, segundo, como pudiste darte cuenta, no puedes juzgar
Entonces, empieza a besarme con hambre y yo me dejo llevar por sus caricias y sus besos parecieran desesperados.Y empieza a levantarme el vestido y yo le sonrío feliz, como si supiera de qué rayos se trata todo lo que vamos a hacer.―Te amo, Valery, si de algo estoy seguro es de eso―me confiesa, cuando me mira a los ojos―nunca dudes de eso ni le creas a nadie que te diga lo contrario―me señala y ahora quedo preocupada, pero, él continúa con sus caricias―ven aquí―me dice y me continúa besando, mientras sus manos hacen recorrido hasta arriba, en donde tiene mis manos, y en mi espalda, por mi derrier, el cual estrecha contra su pelvis.―Y yo también te amo, Dylan Pemberton―le confieso entre un beso y otro―creo que eres la persona perfecta para mí, la que he estado esperando todo este tiempo―le comento, mientras lo beso con pasión―jamás pensaría en entregarme por primera vez a otra persona que no seas tú―le digo y él ahora me mira.Y se detiene de pronto y se incorpora en la cama.―No pu
― ¿Y qué piensas que harán los Clarkson, si se enteran de lo que estás haciendo conmigo? ―le digo entre molesta y preocupada― ¿no crees que tomarán cartas en el asunto? ―le señalo y él mueve su cabeza de lado a lado― ¿Que se inventarán una nueva treta, así como lo hicieron en Mónaco? ―le recuerdo y ahora me sonríe.―Pues, he pensado muy bien las cosas y hay todo un plan en todo esto―me asegura y yo resoplo por la nariz―es arriesgado, lo sé, pero es la única manera en que saldremos bien librados de todo esto―me asegura y yo lo miro ceñudo.―Solo recuerda que esto ha sido una trampa desde un principio―le indico toda molesta―que de seguro ellos ya deben saber que tú estás enterado de todo y que lo más probable es que ya tengan calculado todo eso―le señalo, pero, tal parece que Dylan cree que las tiene todas con él, porque se está riendo esta vez.―Conozco a Henry desde hace años―me revela―él fue socio de mi padre y ahora es el mío―dice y tal parece que ha encontrado algo divertido, porqu
Tres días han pasado desde la discusión que hemos tenido Dylan y yo, referente a la manera tan arbitraria que está tomando nuestro matrimonio para hacer negocios fuera del radar de los Clarkson.Tres días en los cuales me he ido a dormir a los sillones de su despacho sola y tres días en los cuales he amanecido en sus brazos.Tres días que me he dormido con un par de tragos de más y me he despertado con resaca y con una bebida efervescente que se encarga de eliminarla, la cual es dejada por mi marido falso.Todavía no hemos llegado a un acuerdo y sin embargo, hago mi vida como la esposa perfecta ante todos los demás.No es que quiera más dinero, pero sí estoy consciente de que quiero mi libertad y que no siga utilizando mi nombre para descapitalizar su empresa y colocar el dinero en otras más, de tal manera de que Henry Clarkson y sus otros asociados noten que algo extraño está pasando.Y hoy la resaca es peor que las anteriores.Ya Dylan se ha ido de mi lado, como siempre, justo antes
― ¡Mi Dios, Dylan! ¿Qué te ha pasado? ―le digo toda preocupada, mientras lo tomo por el brazo, ya que está a punto de desmayarse.Así que lo incorporo en una silla y trato de ver en dónde lo hirieron, pero parece que no es su sangre, sin embargo, noto que tiene algunos moretones en su cuerpo.― ¡Sheldon, ven por favor, es Dylan! ―le grito desesperada y este viene solícito.―Pero ¡qué demonios, Dylan! ―dice algo turbado y entre ambos tratamos de llevarlo a la habitación.― ¡No, tú no! ―me grita esta vez―tú me llevarás allá y luego te largarás para el despacho y me dejarás solo―me acusa y yo trato de respirar profundo.―Por supuesto que me quedaré, Dylan―le digo y trago en seco―sigues siendo mi esposo, estés borracho o no―le aseguro y él me mira con las cejas arqueadas, como cuando un perrito te ve, porque está demandando tu amor.― ¿Y te dormirás abrazada a mí? ―me dice y yo no puedo evitar reírme―porque yo te amo, corazón, sabes que es cierto―me reitera y yo pongo los ojos en blanco.
Dylan me mira fijamente a los ojos y me sonríe con una felicidad genuina y me pasa la mano por la sien y yo hago lo mismo, y toma mi mano y me besa la palma con tanta devoción, que me hace suspirar.―Gracias por perdonarme―me dice y me vuelve a besar la mano―gracias por permitirme estar nuevamente a tu lado―me señala y ahora me besa en los labios delicadamente―quiero que te quedes conmigo para siempre―me asegura y me corta la respiración esta vez―no te quieras separar de mí jamás―dice en un ruego que me hace temblar ahora―por favor.―No seas tonto, Dylan―le respondo con una sonrisa, pero con el ceño fruncido―somos una pareja y vamos a tener peleas siempre―le aseguro y él me sonrío―no podemos estar de acuerdo, porque alguien tiene que bajarte a la realidad―le recuerdo y él me vuelve a besar y me aferra a él y yo le tomo la nuca con mis dedos, sintiendo su sedoso cabello.Y él se separa un momento de mí y me pasa la mano por debajo de la camisa de mi piyama, para sacármela, dejando mis