Juntos la llevaron al establo y la colocaron sobre la mesa. Emilio acarició el rostro pálido de Amira, mientras lágrimas silenciosas caían por sus mejillas. Sintiendo culpa por no poder protegerla de las garras de Assim… Continúo observándola mientras sus lágrimas empañaban su visión…Era el único que realmente se preocupaba por ella.
De pronto, Emilio se acercó a Jim, con los ojos brillantes de angustia:
—Por favor... Haz lo posible por salvarla. Sé que no es tu especialidad, pero... —La rabia ahogaba su voz.
—Tranquilo, hermano —respondió Jim, apretándole el hombro— Haré todo lo que pueda. Ve por agua y paños limpios, ayúdame a estabilizarla.
Emilio asintió y salió corriendo. Durante horas, trabajaron juntos hasta que, al fin, lograron estabilizarla. La llevaron a su habitación, donde Emilio montó guardia afuera, listo para ayudarla si ella lo necesitaba.
Pero entonces llegó Assim. Emilio se sorprendió y apretó los puños en silencio, conteniendo la furia mientras el hombre entraba en la habitación. Sabía que nada bueno le esperaba a Amira.
Ya estando dentro, Assim agarró a Amira por el cabello, arrancándola brutalmente de su inconsciencia. Ella despertó con un grito ahogado, sin saber que estaba sucediendo, con los ojos desorbitados por el terror de solo mirar el rostro de Assim. Con la poca fuerza que tenía en ese instante, intento zafarse de él, y pedir ayuda… Él de inmediato le tapó la boca con fuerza.
—Silencio —susurró con voz venenosa— O lo lamentarás.
Amira temblaba como una hoja. El pánico la inundaba mientras imaginaba lo peor. Cerró los ojos con fuerza, intentando controlar el llanto, mientras Assim comenzaba a desvestirla bruscamente...
—Hoy te deseo más que nunca —murmuró mientras deslizaba su repulsiva lengua por el cuerpo de Amira.
Ella sumergida en llanto intentó rechazarlo, aún adolorida, pero él sin importarle nada, le inmovilizó los brazos con fuerza y escupió:
—Eres mi esposa. Me complacerás cuando yo lo decida. ¿Entendido?
Amira, temblando de miedo, lo miró con ojos desesperados y susurró:
—Sí... lo sé. Pero me duele mucho el vientre... Podrías lastimar a nuestro bebé... —Apretó los puños, soportando el dolor punzante que sentía en ese instante
Assim se detuvo bruscamente muy sorprendido y expreso una sonrisa burlona ante ella, Acarició su rostro con falsa dulzura mientras la observaba detenidamente con una sonrisa cruel:
—¿Olvidaste lo que sucedió esta mañana? "Tropezaste" en la sala y perdiste al bebé. ¿O ya no lo recuerdas? —Continuó riendo cruelmente
Amira sintió que su mundo se desmoronaba. Las lágrimas en su s ojos empañaban su visión mientras se agarraba el vientre con fuerza, no podía creer que Assim había sido capaz de asesinar a su propio hijo y gritó entre sollozos:
—¡Yo no tropecé! ¡Tú me golpeaste! ¡Asesinaste a nuestro hijo! ¿Por qué? — Su llanto retumbaba en la casa — ¡Él no tenía la culpa! ¡Eres un asesino! —Su voz se quebró mientras el pánico la inundaba.
Tras la puerta, Emilio apretaba los puños hasta sangrar, oyendo los gritos desgarradores que recorrían la casa. No pudo soportarlo más y Huyó al establo, donde descargó su furia golpeando el heno, mordiéndose los labios para ahogar el llanto que lo consumía por dentro.
A los pocos minutos, Jim lo encontró en medio del desorden:
—¡Emilio! ¿Qué demonios haces? ¡Estás destruyendo todo!
—¡No aguanto más! —rugió, derrumbándose en el suelo— Tú sabes cuanto la amo, solo quisiera poder llevármela lejos de ese monstruo para que ya no le haga más daño... pero no puedo, desgraciadamente no puedo —Golpeó la tierra con rabia impotente mientras sus lágrimas recorrían su rostro.
Jim apenado por el dolor en el que se sumergía Emilio, solo se arrodilló a su lado, vendándole la mano herida:
—Basta, hermano, debes tratar de calmarte, si el jefe te ve así, sospechará de tus sentimientos por Amira, además, Si intentas escapar con ella, los matará a ambos... y a tu familia. Lo sabes.
—¡Lo sé! —gimió Emilio—Pero ¿cómo sigo viendo cómo él, la viola y la golpea día tras día? ¡Como ahora mismo lo está haciendo!
Jim palideció:
—¿Ahora? ¡Pero si acaba de abortar! yo aquí no tengo los implementos si ella empeora— su voz se quebraba con cada palabra — ¡Podría morir de una infección! Y ese desagraciado me mataría por no poder salvarla —Se puso de pie, mirando hacia la casa con horror.
Emilio reacciona y lo agarró de la pierna, suplicante:
—¡Jim, no vayas! —gritó Emilio, agarrándole el brazo con fuerza.
—Pero alguien tiene que detenerlo. Debo explicarle lo grave que está Amira, sabes muy bien que podría matarla —respondió Jim, mirando hacia la casa con preocupación.
—¿Crees que le importa lo que le digas? Él no la asesinara… no aún. Él solo la mantiene viva para satisfacer sus deseos asquerosos y sadomasoquistas. No te arriesgues inútilmente. Probablemente ya terminó con ella... —Emilio bajó la vista, mientras unas lágrimas caían al suelo, sintiéndose débil en ese instante.
De repente, la voz de Assim retumbó en el establo:
—¡Emilio! ¿Dónde diablos estás?
Emilio se levantó de un salto, se secó rápidamente el rostro y corrió hacia la casa. Assim lo recibió con una mirada cargada de ira:
—Llevo horas buscándote. Te pagué para que vigilaras su habitación, no para que holgazanearas, ve a vigilar su cuarto ¡Y no dejes que esa puta salga de ahí! —Ajustó su cinturón con un gesto obsceno y se marchó.
Al llegar a la habitación, Emilio llamó suavemente a la puerta. Desde dentro, se escuchaban sollozos desgarradores.
—Por favor... déjenme sola —suplicó Amira entre lágrimas.
—Soy yo, Emilio. ¿Puedo entrar?
—No quiero que me veas así... vete, por favor.
Emilio abrió la puerta y el corazón se le encogió. Amira yacía desnuda en el suelo, bañada en sangre. Corrió hacia ella, conteniendo la rabia que le quemaba el pecho:
—¿Qué te hizo ese maldito desgraciado? —preguntó, muy nervioso mientras buscaba desesperadamente sus heridas—. Dime, ¿dónde te duele? ¿Quieres que llame a Jim?
—No... por favor. Solo quédate conmigo —rogó Amira, aferrándose a su brazo como a un salvavidas mientras su llanto encogía el corazón de Emilio.
En ese momento, la voz de Jim resonó en el pasillo:
—¡Emilio! ¡Necesito hablarte!
Emilio salió rápidamente y lo hizo entrar. Jim palideció al ver el estado de Amira y, sin perder tiempo, comenzó a limpiar la sangre que manaba de su vagina y ano, además de atender los golpes en su rostro. Los dos trabajaron en silencio. Emilio lleno de rabia, contenía sus lágrimas mientras oía a Amira quejarse por el dolor punzante que sentía en su vagina, de inmediato le administraron un calmante y, cuando por fin se durmió, salieron sigilosamente.Emilio se quedó de guardia frente a la habitación, mientras Jim regresaba al establo, con el peso de la impotencia sobre sus hombros.Luego de varios meses Amira cumplió sus veinte años. Assim sabía que ahora, más que nunca, podía hacer lo que se le antojase con ella, así que continuó abusándola sexualmente y maltratándola de diversas formas. Ella ya no se resistía; sabía que, si lo hacía, sería peor. Mientras tanto, Emilio, consumido por el dolor y el odio, planeaba cada día cómo poder escapar con Amira y rescatarla del infierno en el q
Emilio sintió que el mundo se detenía. La abrazó con fuerza, como si quisiera protegerla de todo el mal, y juró entre dientes:—Escúchame bien. Te sacaré de aquí. No permitiré que ese demonio o cualquiera vuelva a tocarte. Perdóname por no haber estado cuando más me necesitaste y por todas las veces que no pude defenderte de ese desgraciado. Pero esta vez será diferente. Encontraremos a tu familia. Huiré contigo al fin del mundo si es necesario. Todo va a mejorar. Te lo prometo con mi vida. —Volvió abrazarla, como si el abrazo pudiera sanar sus heridas.—Gracias, Emilio. Confío en ti y sé que todo lo que me dices es cierto. No tienes que pedirme perdón por nada. Sé que si hubieras intervenido cuando Assim me maltrataba, él te habría matado sin pensarlo. No te preocupes, más bien soy yo quien debe agradecerte por curar mis heridas y por esos dulces tan deliciosos que siempre me traes. Gracias por todo. —Las lágrimas resbalaban por sus mejillas mientras ambos sonreían entre sollozos.De
—Ya no podemos hacer nada por Jim, Emilio. Él se sacrificó por nosotros. No dejemos que su muerte sea en vano. ¡Vámonos antes de que Assim nos alcance! —exclamó Amira mientras las lágrimas bañaban su rostro.Emilio la tomó con fuerza de la mano y continuaron corriendo. Aunque el miedo los invadía, él intentaba mantenerse fuerte por ella. Amira miraba hacia atrás constantemente, temerosa de ser seguida. Corrían con tal desesperación que no notó cuando perdió sus zapatillas. Sus pies descalzos sangraban, dejando un rastro en el camino pedregoso.El sonido de una camioneta y disparos al aire los sobresaltó. Amira, a pesar del dolor, seguía adelante llena de miedo. Sabía que detenerse significaba la muerte. Emilio, al ver acercarse el vehículo, sintió lágrimas de impotencia. Sabía que Assim llevaba ventaja, pero no se rendirían.De pronto, Amira sintió un agudo dolor en la espalda. Aunque intentó seguir corriendo, sus fuerzas flaqueaban. Emilio trató de jalarla, pero ella se detuvo brusca
Amira se echó hacia atrás, dejando caer el pañuelo al suelo. Su rostro se tornó muy pálido, sus manos comenzaron a temblar. Ella no podía creer lo que estaba viendo en ese instante, entrando en shock de inmediatamente, sin aún poder creer que en el plato más esperado de la noche habían... restos de partes humanas.Assim pinchó un ojo con el tenedor, haciendo brotar la sangre de él.—¿No te gusta? Mira bien: un ojo, dedos, una lengua muy larga... hasta un pequeño pene —asiente con una carcajada— Pensé que apreciarías este "postre" especial de tu querido Emilio.Amira entró en shock al escuchar lo que Assim acababa de decir, ella no podía creer que eso pudiera ser cierto, nunca se imaginó que Assim sería capaz de hacer algo tan macabro como eso, así que de inmediato llena de pánico intenta levantarse, pero los guardias de Assim la sujetaron con fuerza, obligándola a seguir mirando fijamente sin desviar la mirada.Él continuó riendo mientras jugueteaba con los restos y le dice:—¿Por qué
—Me aferro al valor, solo por mi hijo. Aunque cada amanecer en este lugar maldito me hace desear desaparecer. —Rompió en llanto, liberando años de silencio.Amira, con los ojos humedecidos, observó a la señora Ligia. Sin pronunciar palabra alguna, le seco las lágrimas y la abrazó con fuerza. La mujer sollozó contra su hombro desconsoladamente:—Perdóname por contarte todo esto, nunca había podido hablar con nadie de todo este dolor que llevo dentro, ya que Assim me prohibió poder hablar de todo lo que me ha hecho pasar. Pero no soporto verte sufrir como yo sufrí. Por favor, escapa. Tú aún puedes hacerlo.Amira apretó el abrazo, conteniendo sus propias lágrimas. Tomó las manos callosas de Ligia y murmuró:—No tengo nada que perdonarle, al contrario. Gracias por confiar en mí. Se que juntas saldremos de aquí... y usted encontrará a su hijo. Lo prometo.—No, mi niña —La señora apretó sus manos con angustia— Yo no puedo irme de acá. Assim mataría a Alejandro y a mí me usaría de carne para
La barbilla de Amira temblaba mientras procesaba las palabras de su padre, ella estaba muriendo por dentro, su pecho se encogía bruscamente siendo doloroso —Por favor— les suplico, pero pudo ver en sus ojos que ya no había marcha atrás—Lo siento mucho, hija, pero la decisión ya está tomada y no puedo echarme atrás. Ya hablamos con el señor, y él está por llegar. Así podrás conocerlo. Te prometo que no te pasará nada, hija. Estarás muy bien. El señor Assim es una buena persona, y sé que cuidará de ti—sus ojos reflejaban el dolor que sentía por la decisión que su esposa lo llevo a tomarAmira miro a su padre a los ojos y pudo ver que, en él, se reflejaba el mismo dolor que ella estaba sintiendo, pero aun sabiendo lo que pasaría con ese matrimonio, ella no podía aceptar esa decisión, sabía que su madrastra quería cortarle las alas, ya que, al casarse con ese hombre, toda su vida ya planeada se derrumbaría hasta los escombrosLa puerta sonó y el sonido hizo que los latidos del corazón de
—No vuelvas a buscarme nunca más, zorra mentirosa. —Se marchó con el peso de la culpa sobre sus hombros, sabiendo que Amira jamás lo perdonaría. Con el corazón destrozado, Amira salió corriendo, sumida en un dolor insoportable. Quería cancelar la boda, desaparecer de todas sus vidas... Pero luego se detuvo. Tal vez casarse era la solución: nunca más tendría que ver el rostro de su madrastra o de su traidora media hermana. Además, ahora no sentiría remordimientos por dejar atrás al hombre que amaba, quien resultó ser un vil mentiroso. Secó sus lágrimas con determinación y continuó con los preparativos nupciales. La boda se celebró exactamente como Amira siempre la había soñado... excepto por el hombre a su lado. Aunque la ceremonia era perfecta, la ausencia de amor verdadero la hacía sentirse vacía. Sin embargo, siguió adelante, convencida de que era lo mejor para su futuro. Al mirar a Assim, su nuevo esposo, contuvo un sollozo. Ahora estaba atada a un hombre que bien podría ser su